Reportaje

Lars Kallings: enviado especial de las Naciones Unidas para el sida en Europa oriental y Asia central

20 de octubre de 2008

20082010_LO-Kallings_2006200.jpg
El Dr. Kallings, natural de Suecia, fue nombrado enviado especial de las Naciones Unidas para el sida en Europa oriental y Asia central por el Secretario General en mayo de 2003.

El Dr. Kallings, natural de Suecia, fue nombrado enviado especial de las Naciones Unidas para el sida en Europa oriental y Asia central por el Secretario General en mayo de 2003. Fue el presidente fundador de la Sociedad Internacional del Sida (IAS) en 1988, de la que fue secretario general de 1944 a 2002, un periodo en el que desempeñó una labor esencial para convertir la IAS en la primera sociedad mundial de científicos y profesionales sanitarios comprometidos con la prevención y el tratamiento del VIH. También ha sido asesor de la Organización Mundial de la Salud, presidente de la Comisión Mundial sobre el Sida, y asesor principal del Programa mundial sobre el sida y asuntos científicos y políticos.

En la segunda de una serie de entrevistas con el enviado especial de las Naciones Unidas para el sida, Kallings nos habla de qué opina sobre su labor y sobre los retos que plantea la respuesta al sida en Europa oriental y Asia central.

Dr. Kallings, ¿qué le sirve de motivación o le inspira para trabajar con el sida?

Cuando era un chaval en los años 30, me impactaron mucho los estragos que causaba la tuberculosis en las áreas rurales de Suecia, en especial cuando fui testigo de la quema de todas las posesiones de una familia aniquilada por la tuberculosis: con solo ochos años, esta experiencia me causó una gran impresión. En un campo de arcilla y con el viento helado de marzo, con el suelo cubierto todavía de nieve, observé como todo se quemaba: un reloj de pie, muebles, ropa, incuso una escopeta en lo alto de la hoguera. La autoridad sanitaria local no sabía que hacer sino ordenar quemar todo para erradicar los bacilos, lo que muestra el temor que tenían a la enfermedad.

Como doctor, me especialicé en microbiología clínica y enfermedades infecciosas. Me interesaban especialmente las infecciones oportunistas en los pacientes inmunodeprimidos, como los niños con leucemia.

Cuando comencé mi labor como director del Instituto sueco para el control de las enfermedades infecciosas, la salud pública se convirtió en el centro de mis responsabilidades. Además, pasaba la mayor parte de mi tiempo participando en proyectos internacionales, destacando entre otros los de la Organización Mundial de la Salud.

Mi segunda gran motivación, y también mi inspiración, es conocer a personas afectadas por el VIH en países pobres, ya sea en pueblos africanos, en hospitales o en burdeles de Mumbai, India o Chiang Mai, Tailandia, o con usuarios de drogas inyectables en Belarús o Ucrania. El valor, la calidez y la preocupación que trasnsmiten estas personas, a pesar de su desgracia, me ha conmovido e inspirado profundamente.

¿Cómo ve su labor como enviado especial del Secretario General de las Naciones Unidas para el VIH y el sida?

Considero que mi labor como enviado especial consiste en conseguir que los países ofrezcan el mayor liderazgo posible para hacer frente a los problemas más importantes y sensibles que burlan la burocracia y las vias convencionales. Yo no me dedico a hacer visitas de cortesía, busco resultados. El enviado especial no tiene normas específicas, y esto es lo que hace que sea especial.

Por poner un ejemplo, las reuniones con el Presidente de Ucrania, Victor Yushchenko desembocaron en la creación de directrices esenciales para el programa nacional de sida, como la importación de metadona para el tratamiento de sustitución de los usuarios de drogas inyectables.

¿Qué cualidades únicas aporta al papel de enviado especial?

Mi pelo canoso es de gran utilidad. Conocimiento, experiencia, y opiniones siempre justificadas y verificables. Mis palabras pueden tener el impacto de una descarga golpeando un barco en la línea de flotación.

¿Cómo puede marcar la diferencia desde su posición?

Puedo marcar la diferencia porque estoy bien preparado, baso mis recomendaciones en hechos imparciales, soy empático y me comprometo intensamente.

¿Cuál ha sido su mayor logro como enviado especial para el VIH y el sida?

Como enviado especial, mi mayor logro está todavía por llegar. Hasta ahora, de lo que más me enorgullezco es de conseguir que la Conferencia Internacional sobre el Sida se celebrara en Durban, Sudáfrica, en el año 2000. Fue un evento crucial y abrió al mundo los ojos sobre la gran catástrofe que provoca el VIH. El "efecto Durban" fue sensacional. Sin la sensibilización mundial, no creo que se hubiera podido celebrar la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2001, ni tampoco se hubiera creado el Fondo Mundial para la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria.

¿Cuáles son los mayores problemas a los que se enfrenta el enviado especial en Europa oriental y Asia central?

El principal problema es superar la visión tradicional, fuertemente arraigada y despectiva, de usurarios de drogas, profesionales del sexo y homosexuales.

Por otra parte, muchos de mis esfuerzos se centran en que los gobiernos de Europa oriental reconozcan la labor de la sociedad civil. Durante la Unión Soviética, las organizaciones no gubernamentales no existían, y era el Estado quien debía hacerse cargo de los cuidados de todas las personas necesitadas, y las actividades de la sociedad civil se consideraban subversivas.

En algunos países, todavía hoy se ve a las ONG con recelo, como un posible caballo de Troya apoyado por los países occidentales. Por lo tanto, intento que las personas que viven con el VIH y los representantes de las ONG se sienten conmigo en la mesa de los Presidentes, una acción que marca la diferencia y que ha sido bien acogida en países como Ucrania.

Otra actividad como enviado especial consiste en poner de relieve las cuestiones desatendidas como las cárceles, que son semilleros del consumo de drogas intravenosas, VIH, hepatitis C y tuberculosis. Por ejemplo, he visitado una cárcel con presos seropositivos y afectados por la tuberculosis extremadamente resistente a los medicamentos a las afueras de Tbilisi, Georgia, en compañía de la Primera Dama de este país, que desempeña una labor esencial en el programa nacional del VIH. A pesar de que se ha progresado significativamente en esta región, las cárceles de Ucrania todavía no disponen de tratamientos de sustitución ni de otras medidas de reducción del daño, que sí están disponibles fuera de las cárceles.

¿Cuáles cree que son los problemas específicos a los que se enfrenta esta región?

Mejorar las condiciones de vida, como ampliar las oportunidades de empleo para los jóvenes así como mejorar la autoestima de niños y niñas, u ofrecer educación sobre el sexo y las relaciones personales en las escuelas, son retos sociales importantes, así como mejorar la igualdad de género.

Las grandes diferencias socioeconómicas entre países y dentro de los países hacen que la epidemia del VIH sea muy heterogénea en Europa oriental y Asia central.

Otro problema es que la región hará frente a una futura crisis sanitaria si no se amplia considerablemente el número de personas seropositvas que reciben tratamiento antirretrovírico, evitando así que desarrollen en sida.

¿Cuáles cree que son las posibles soluciones?

La única solución posible es ampliar el acceso a los servicios de prevención y tratamiento del VIH. Todavía no lo hemos conseguido, pero la región tiene la capacidad de hacerlo si la voluntad política así lo desea. Los intentos a pequeña escala están bien, pero se necesitará un respuesta completa. Es esencial contar con el liderazgo de los gobiernos. También espero que se amplie la defensa del la prevención del VIH, ya que actuar solo en pro del tratamiento no nos llevará lejos en nuestra lucha contra la epidemia.

¿Qué logros de la respuesta al sida hacen que vea con optimismo el futuro?

Parece que existen algunas dificultades innatas que impiden coordinar respuestas efectivas en algunos países, y muchos países siguen confiando excesivamente en la ayuda exterior en lugar de ampliar el gasto a partir de sus presupuestos nacionales. Sin embargo, la mayor concienciación sobre la epidemia de sida entre los líderes políticos (en comparación con años anteriores) me hace ser optimista.