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Acabar con la violencia sexual en los conflictos

13 de junio de 2014

Los líderes religiosos y las organizaciones confesionales tienen un papel fundamental a la hora de implicar a sus comunidades en la prevención y la respuesta a la violencia en los conflictos. Esta fue una de las principales conclusiones extraídas del diálogo ministerial celebrado como parte de la cumbre mundial para acabar con la violencia sexual en los conflictos.

La reunión ministerial convocó a ministros, líderes religiosos y representantes de organizaciones confesionales y otras ONG para debatir el papel de los líderes religiosos y las organizaciones confesionales en la lucha contra la violencia sexual, estudiar cómo fomentar una mayor colaboración entre los líderes religiosos y los gobiernos y otros grupos clave de la sociedad civil e identificar recursos y formación para líderes religiosos que les permita dar una respuesta eficaz y apropiada a los supervivientes de la violencia.

Los participantes coincidieron en afirmar que las comunidades religiosas son a menudo el centro de las comunidades y pueden ser los primeras en intervenir en tiempos de crisis. Además, pueden desafiar las actitudes asociadas a la violencia sexual y corregir las percepciones que pueden conducir a la desigualdad y la propagación de la violencia.

"Combatir la discriminación en todas sus formas y manifestaciones es fundamental para responder a la violencia sexual en los conflictos y los líderes religiosos tienen un papel fundamental en este aspecto", dijo Luiz Loures, director ejecutivo de ONUSIDA. "Es intolerable que las mujeres y las niñas sufran tanta violencia a causa de los conflictos y en entornos inseguros. Estos actos brutales son una violación de los derechos humanos, ponen en riesgo a las mujeres y las hacen vulnerables frente al VIH", añadió.

ONUSIDA está trabajando en entornos de conflicto en Sudán del Sur, Mali, República Centroafricana y la República Democrática del Congo para: Asegurar los servicios contra el VIH y reducir la vulnerabilidad de los refugiados y las personas desplazadas en su propio país en situaciones de conflicto, después de los conflictos así como en entornos frágiles, implicar a militares, policías y personal de mantenimiento de la paz como agentes del cambio para reducir los riesgos de transmisión del VIH entre civiles y combatientes y abordar la violencia sexual y de género dando pasos para proteger a las mujeres y las niñas vulnerables y, en caso de abuso, garantizar el acceso a la profilaxis posterior a la exposición.

Cumbre mundial

La cumbre mundial para acabar con la violencia sexual en los conflictos, la mayor reunión internacional jamás celebrada sobre este tema, abordó la repercusión de la violencia sexual en la salud, la paz y el desarrollo. La reunión, copresidida por el secretario de Asuntos Exteriores, William Hague, y la enviada especial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Angelina Jolie, se celebró en Londres del 10 al 13 de junio y reunió a más de 900 expertos que representaban a los sectores legal, militar, humanitario  y judicial, ONG, supervivientes de violencia sexual, líderes religiosos, organizaciones regionales e internacionales de todo el mundo para compartir el compromiso de acabar con la violencia sexual, ofrecer ayuda a los supervivientes de la violencia sexual y encontrar maneras de conseguir que los autores rindan cuentas.

El debate celebrado durante la cumbre abordó cuatro áreas principales:

  • Responsabilidad, incluso mediante el aumento de la documentación y las investigaciones.
  • Mayor ayuda y protección a los supervivientes de la violencia sexual, incluidos los niños.
  • La respuesta a la violencia sexual y de género y el fomento de la igualdad de género están totalmente integrados en todos los esfuerzos de paz y seguridad, incluida la reforma del sector de la seguridad y la justicia.
  • Cooperación estratégica regional e internacional.

Se presentó un protocolo internacional de gestión de las violaciones y la violencia sexual en los conflictos que ofrece directrices sobre la investigación de los delitos sexuales y la recogida de pruebas para futuras acciones legales. Los participantes también firmaron una Declaración de acción y acordaron una serie de reformas en los sectores legal, humanitario y de seguridad que desempeñará un papel fundamental para acabar con la cultura de la impunidad de la violencia sexual en los conflictos.