Reportaje

Uso de drogas inyectables: programas orientados de prevención del VIH

11 de mayo de 2007

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Menos del 8% de los usuarios de drogas inyectables
 recibe servicios de prevención del VIH.

El consumo de drogas inyectables es la causa de casi un tercio de las nuevas infecciones por el VIH fuera de África subshariana, y sin embargo, menos de un 8% de los usuarios de drogas inyectables recibe servicios de prevención.

Los usuarios de drogas inyectables no solo se enfrentan al riesgo físico de infección por el VIH, sino que también son vulnerables al virus debido a su condición social y jurídica. En muchos países el consumo de drogas es ilegal, puede condenarse con penas de cárcel y está rodeado por un gran estigma, lo que hace que se margine aun más a las personas que tienen problemas de drogodependencia. En consecuencia, los usuarios de drogas inyectables a menudo no pueden o no quieren acceder a los servicios del VIH por miedo a la recriminación.

Las Prácticas Óptimas de este mes presentan diferentes programas de prevención del VIH que muestran que los sitios de cobertura alta, es decir, los que llegan a más del 50% de los usuarios de drogas inyectables con intervenciones de prevención orientadas, pueden prevenir, estabilizar e incluso invertir el curso de la epidemia de VIH.

“El aumento en la prevención del VIH y especialmente en la atención y el tratamiento destinados a los usuarios de drogas se está quedando atrás respecto a la respuesta mundial al sida. La tasa actual de cobertura de prevención del VIH, de tan solo un 8%, es una muestra de la magnitud del problema”, dijo Anindya Chatterjee, Asesor de Prevención y Política Pública de ONUSIDA. “Sabemos que los programas orientados de prevención del VIH han conseguido reducir la prevalencia entre los usuarios de drogas inyectables. En aquellos países y ciudades donde se han puesto rápidamente en marcha programas de reducción de daños a gran escala, los programas de prevención del VIH han sido todo un éxito”, añadió.

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Las Prácticas Óptimas presentan diferentes programas
de prevención del VIH que muestran que los sitios de
cobertura alta, que llegan a más del 50% de los usuarios
de drogas inyectables con intervenciones de prevención
orientadas, pueden prevenir, estabilizar e incluso invertir
el curso de la epidemia de VIH.

El documento, titulado “Sitios de cobertura alta: Prevención del VIH entre consumidores de drogas inyectables en países en transición y en desarrollo”, se realizó a partir de un informe de ONUSIDA para investigar los sitios en los países en transición y en desarrollo que las autoridades internacionales consideraban “de cobertura alta”, es decir, aquellos donde los programas de prevención del VIH han llegado a más de un 50% de los usuarios de drogas inyectables. En total, se analizaron siete sitios: Soligorsk, en Belarús; Pskov, en la Federación de Rusia; Sumy, en Ucrania; Dhaka, en Bangladesh; Rajshahi, en Blangadesh; Región Administrativa Especial de Hong Kong, en la República Popular de China, y Salvador, en Brasil.

Debido a que demostró que se puede conseguir una cobertura alta mediante programas del VIH orientados específicamente a los usuarios de drogas inyectables, el informe pasó posteriormente a formar parte de la “Colección de Prácticas Óptimas” de ONUSIDA.

Características de los programas de cobertura alta

Tal y como subraya el documento de Prácticas Óptimas, los enfoques efectivos para tratar el problema del VIH entre los usuarios de drogas inyectables provocan controversia en muchas partes del mundo. Por lo tanto los programas tuvieron que realizar una gran labor para superar los miedos de la comunidad y las dudas de los gobiernos respecto a estas iniciativas, lo que se consiguió en gran medida gracias a un proceso de sensibilización en diferentes niveles: la sensibilización de la comunidad del vecindario donde se ofrecían los servicios a través de reuniones formales e informales, campañas de información pública, la inmersión de los gestores de programas en comités multisectoriales de drogas y sida y, en la mayoría de los programas, el establecimiento de relaciones con representantes de los medios de comunicación.

Uno de los ejemplos presenta una campaña conjunta de los medios de comunicación, organizada por el Departamento de Salud, la División de Narcóticos del Departamento de Seguridad y el Departamento de Servicios de Información del gobierno de la Región Administrativa Especial de Hong Kong, que se llevó a cabo en 2002 a través de la televisión, la radio e Internet. Su objetivo era mejorar la comprensión pública de los asuntos relacionados con las drogas y el sida y el papel de la metadona, y cambiar así la actitud de la sociedad respecto a los usuarios de drogas y de metadona.

A través de los programas presentes en el documento se llevaron a cabo evaluaciones regulares y se difundieron los resultados para fomentar el apoyo político y comunitario. En algunos casos, el respaldo político se tradujo en leyes y políticas que ofrecían servicios específicos del VIH y financiación gubernamental para poner en marcha estos programas. “Estos esfuerzos son mucho más sostenibles en sitios donde existe un compromiso político”, resaltan las Prácticas Óptimas.

Un aspecto común a todos los programas fue la implicación de las fuerzas del orden, que determinó su éxito y fue crucial para conseguir una cobertura alta. “Las personas que participan en los programas necesitan poder acudir a sitios de intercambio de agujas o a clínicas que proporcionen metadona o tratamiento para el sida sin miedo a ser detenidos. Por su parte, los agentes de extensión deben poder trabajar sin miedo a que les confisquen las agujas y las jeringas, ya sean nuevas o usadas”, declara el informe.

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Las Prácticas Óptimas también subrayan la importancia
de que los usuarios de drogas inyectables pasen a formar
parte de los empleados de los programas para conseguir
una cobertura alta y que los programas sean sostenibles.

En la mayoría de los sitios estudiados, las fuerzas del orden establecieron unas relaciones flexibles y basadas en la confianza con los empleados de los programas, e incluso colaboraron para programarlos y difundirlos. El director del programa de Soligorsk (Belarús) dijo que: “Las relaciones con la policía son excelentes y esto ha marcado la diferencia. Por ejemplo, se alteró la ruta regular de patrulla para que los coches de policía no pasaran por el Centro de Higiene y Epidemiología del programa durante sus horas de apertura, para que así los usuarios de drogas tuvieran menos miedo de acudir”.

Las Prácticas Óptimas también subrayan la importancia de que los usuarios de drogas inyectables pasen a ser empleados de los programas para conseguir una cobertura alta y que los programas sean sostenibles. Contratar a un usuario activo de drogas inyectables como agente de extensión fue un factor realmente importante para el crecimiento inicial del programa en Psokv (Federación de Rusia). El documento indica que sin esta participación hubiera sido imposible poder establecer relaciones con la comunidad de usuarios de drogas inyectables, ya que el personal del Centro del Sida ya lo había intentado en bastantes ocasiones sin resultados. Tanto en este como en otros ejemplos establecer unas relaciones fuertes y basadas en la confianza fue clave para acceder a las redes de usuarios de drogas inyectables.

En el caso de Salvador, en el Brasil, el programa tiene como objetivo dirigirse a vecindarios más que a individuos. Se ha establecido así una amplia gama de servicios para crear un conjunto de actividades de prevención del VIH y de drogas y una asistencia sanitaria y social general. Aunque el principal objetivo es proporcionar servicios a los usuarios de drogas inyectables, los fumadores de crack y cocaína, y otros usuarios de drogas no inyectables, los servicios también llegan a sus familias, a sus parejas sexuales, a sus vecinos y a otras personas que viven en vecindarios donde el consumo de drogas está ampliamente extendido.

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El informe subraya que puede que el éxito no sea
inmediato y que por lo tanto la financiación de estos
proyectos debe ser sólida, flexible y sostenible.

En todos los ejemplos presentes en el documento de Prácticas Óptimas se subraya que los programas son específicos para los entornos sociales, políticos y culturales en los que han sido establecidos. “En lugar de reproducir los modelos desarrollados por otros países, los encargados de elaborar y de poner en marcha los programas estudiaron los principios que subyacen a estos y diseñaron programas del VIH apropiados a cada sitio”, indica el informe.

Sin embargo, el informe señala que puede que el éxito no sea inmediato: de hecho, ninguno de los programas descritos consiguieron una cobertura alta en su primer año, y esto significa que la financiación debe ser sólida, flexible y sostenible. “La financiación no debe ser solo lo suficientemente flexible para que aumente el uso de los servicios, sino que además se necesita un compromiso durante los dos primeros años para asegurar que los programas lleguen a un número considerable de usuarios de drogas inyectables”, indica el informe.

Teniendo presente que los programas hacen frente a diversos retos, las Prácticas Óptimas concluyen que la cobertura conseguida a través de las intervenciones orientadas ha significado que muchos usuarios de drogas inyectables hayan evitado o retrasado la epidemia de sida en varios países. En Bangladesh, Hong Kong SAR, Pskov en la Federación de Rusia, y Sumy en Ucrania, se ha reducido la prevalencia del VIH entre usuarios de drogas inyectables a pesar de la alta prevalencia en provincias vecinas o países que comparten la misma cultura y los mismos niveles de consumo de drogas.

“Los estudios de caso de las prácticas óptimas muestran que conseguir una cobertura alta entre usuarios de drogas inyectables es posible y que hay que aumentar urgentemente los programas de prevención y tratamiento del VIH dirigidos a consumidores de drogas”, afirmó Anindya Chatterjee.




Enlaces:

Descargar la Práctica Óptima: “Sitios de cobertura alta: Prevención del VIH entre consumidores de drogas intravenosas en países en transición y en desarrollo” (en inglés)
Leer “Personas que consumen drogas inyectables” (en inglés)

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