Alexander Godin atraviesa una serie de puertas cerradas escoltado por un guardia hasta la farmacia de la prisión 16. Esto es parte de su rutina diaria. Viene a buscar su medicina: una dosis de metadona similar a un jarabe. La metadona es una terapia con agonistas opioides (OAT) para ayudar a las personas a superar los síntomas de abstinencia, disminuir la dependencia de la heroína y prevenir la infección por el VIH a través de agujas infectadas.
Programa de terapia de sustitución de opiáceos en un centro de reducción de daños en Senegal, octubre de 2021. Crédito: ONUSIDA
Algunos países ya han realizado grandes progresos al respecto en los últimos años. A pesar de los desafíos a los que se enfrentan los refugiados y de las repercusiones de la guerra en Ucrania, Moldova, que tiene una prevalencia del VIH del 3,2 % en sus cárceles, en comparación con el 0,4 % de la población general, ha destinado muchos más recursos a sus centros penitenciarios. Valla de una prisión en Moldova, febrero de 2023. Crédito: Ruslan Solcan/ONUSIDA
ONUSIDA apela a que los centros penitenciarios garanticen el acceso a los servicios de prevención, tratamiento y atención del VIH, incluidos los servicios de reducción del daño que salvan vidas
07 de mayo de 2023
07 mayo 202307 mayo 2023
Las políticas y prácticas en materia de reducción del daño ayudan a las personas que consumen
Las políticas y prácticas en materia de reducción del daño ayudan a las personas que consumen drogas a mantenerse vivas y protegidas frente al VIH y la hepatitis C
Publicado con anterioridad al Día Internacional de la Reducción del Daño - 7 de mayo de 2023
GINEBRA, 5 de mayo de 2023 - Muchos sistemas penitenciarios se ven con dificultades para lidiar con la sobrecarga, los recursos inadecuados, el acceso limitado a la atención sanitaria y otros servicios de apoyo, la violencia y el consumo de drogas en sus centros. Solo en 2021, el número estimado de personas en prisión aumentó un 24 % en comparación con el año anterior, hasta alcanzar los aproximadamente 10,8 millones de personas, algo que incrementó la presión sobre unos sistemas carcelarios ya de por sí sobrecargados.
Es innegable que en las cárceles el consumo de drogas es una realidad. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima que en algunos países hasta el 50 % de las personas en prisión consumen o se inyectan drogas. Las prácticas no seguras de inyección de drogas suponen un factor de riesgo importante para la transmisión del VIH y la hepatitis C debido al acceso limitado a los servicios de reducción del daño, entre los que se incluyen preservativos, agujas y jeringuillas limpias, y a la falta de programas integrales de tratamiento farmacológico, en concreto la terapia de sustitución de opiáceos.
Las personas en prisión tienen 7,2 veces más probabilidades de vivir con el VIH que los adultos de la población general. ONUSIDA informa de que la prevalencia del VIH entre las personas en prisión aumentó un 13 % desde 2017, hasta llegar a alcanzar el 4,3 % en 2021. Aunque los datos son limitados, se cree que alrededor de una de cada cuatro personas de la población total de los centros de reclusión tiene hepatitis C.
«El acceso a la atención sanitaria, incluidos los servicios de reducción del daño, es un derecho humano fundamental, y no se debe negar a nadie ese derecho por estar encarcelado», afirmó Eamonn Murphy, director regional de ONUSIDA para Asia Pacífico, Europa Oriental y Asia Central. «Las cárceles suelen pasar inadvertidas entre los esfuerzos nacionales por responder al VIH. Precisamente por eso, urge un enfoque multisectorial y multifacético para salvar vidas, que incluya el acceso a agujas y jeringuillas limpias, así como un tratamiento eficaz para reducir la dependencia a los medicamentos opiáceos y para minimizar el estigma y la discriminación».
Entre los países que informaron a ONUSIDA en 2019 sobre la situación de sus centros de reclusión, solo 6 de 104 países contaban con programas de agujas y jeringuillas en al menos una cárcel; solo 20 de 102 países tenían en marcha programas de terapia de sustitución de opiáceos en al menos una cárcel, y 37 de 99 países ofrecían preservativos y lubricantes en algunas cárceles.
ONUSIDA, UNODC y OMS llevan mucho tiempo apoyando la ampliación de los servicios de reducción del daño a todas las cárceles. Sin embargo, según Harm Redution International, solo 59 países de todo el mundo proporcionan tratamiento con agonistas opioides en los centros de reclusión.
Algunos países ya han realizado grandes progresos al respecto en los últimos años. A pesar de los desafíos a los que se enfrentan los refugiados y de las repercusiones de la guerra en Ucrania, Moldova, que tiene una prevalencia del VIH del 3,2 % en sus cárceles, en comparación con el 0,4 % de la población general, ha destinado muchos más recursos a sus centros penitenciarios.
A principios de los 2000, en pocas de sus cárceles se ofrecían servicios de reducción del daño. Hoy en día, los 17 centros penitenciarios del país prestan servicios relacionados con la reducción del daño, entre los que se incluyen el suministro de metadona (un tratamiento agonista opioide), el acceso a psiquiatras, médicos y programas de tratamiento, el intercambio de agujas y jeringuillas, y la prevención del VIH, con sus respectivas pruebas, tratamiento y atención.
Svetlana Plamadeala, directora nacional de ONUSIDA en Moldova, afirmó: «Se trata de anteponer a las personas, tratarlas como iguales y adoptar un enfoque sólido y de salud pública, basado en los derechos humanos y las pruebas».
ONUSIDA, UNODC, UNFPA, OMS, OIT y PNUD recomiendan 15 intervenciones completas y fundamentales para salvar vidas y garantizar un programa eficaz contra el VIH en los centros de reclusión. Entre ellas destacan la prevención del VIH, las pruebas y el tratamiento, los preservativos, el lubricante, el tratamiento con agonistas opiáceos y la profilaxis posterior a la exposición. Sin embargo, esto no es más que solo una parte de la solución. ONUSIDA también recomienda que los países modifiquen sus leyes con el fin de despenalizar la posesión de drogas para uso personal.
ONUSIDA ha establecido unos ambiciosos objetivos para 2025, entre los que se incluyen: El 95 % de las personas en cárceles y otros centros de internamiento conocen su estado serológico, el 95 % que conocen su estado serológico están en tratamiento y el 95 % en tratamiento están suprimidos viralmente; el 90 % de los reclusos utilizaron preservativos en su última relación sexual con una pareja no estable; el 90 % de los reclusos que se inyectan drogas usaron agujas y jeringuillas estériles en su última inyección; y el 100 % de los reclusos tienen acceso regular a un sistema de salud adecuado o a los servicios liderados por la comunidad.
ONUSIDA no se cansa de defender el papel activo de las comunidades a la hora de planificar, proporcionar y supervisar los servicios para el VIH. Sin embargo, esto no siempre resulta sencillo en los entornos carcelarios. Sin el compromiso de la comunidad no será posible alcanzar las metas globales contra el sida.
El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.
El VIH y las personas recluidas en centros penitenciarios y otros lugares de reclusión
Nadie puede quedar a atrás, tampoco las personas que consumen drogas
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Proteger del VIH y la COVID‑19 a las personas privadas de libertad en México
14 de mayo de 2021
14 mayo 202114 mayo 2021
“El sida llegó a mi puerta de manera sorpresiva.
“El sida llegó a mi puerta de manera sorpresiva. Todo comenzó el año 1988 cuando mi pareja, Rafael, empezó a enfermar. En ese momento, ambos teníamos 28 años”, cuenta Georgina Gutiérrez, activista por los derechos humanos de las personas que viven con el VIH en México desde hace más de treinta años.
Hoy es la representante del Movimiento Mexicano de Ciudadanía Positiva, cuyo objetivo es impulsar el empoderamiento de las personas que viven con el VIH privadas de libertad. Además, ella es parte del Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Mujeres Positivas.
“En esos años el estigma y la discriminación eran preocupantes. Yo sabía del VIH solo a través de la televisión y muchas mujeres que tenían parejas con VIH asumían que eran positivas sin haberse hecho nunca la prueba”, rememora la activista.
Su pareja fue privada de libertad en la Penitenciaría Santa Martha Acatitla, en la Ciudad de México, donde pasó ocho años. Este periodo fue para Georgina una oportunidad de conocer la realidad dentro de las cárceles y fue finalmente esta experiencia la que encaminaría el rumbo de su vida hacia el trabajo con personas que viven con el VIH privadas de libertad.
“Las personas que viven con el VIH en la cárcel son invisibles ante la sociedad. Recuerdo que hace muchos años, en modo de protesta, quemaban sus colchones solo para pedir un trato digno”, rememora Georgina.
Ella se dio cuenta de que la protección de la salud física y mental de las personas que viven con el VIH privadas de libertad requería medidas inmediatas y urgentes. Fue así como crearon un proyecto contra el VIH y la COVID‑19 en la Penitenciaría Varonil Santa Martha Acatitla.
El proyecto es una de las 30 iniciativas que han recibido financiación, seleccionada de entre más de 190 postulantes a la convocatoria de 2020 de ONUSIDA de propuestas para las organizaciones comunitarias que trabajan con el VIH en América Latina y el Caribe. Ha recibido un premio de 5000 dólares americanos para ayudar a la labor.
La Penitenciaría Santa Martha Acatitla alberga alrededor de 2000 internos, incluidas 180 personas que viven con el VIH, algunas de ellas en estadio avanzado de enfermedades relacionadas con el sida. Las personas que viven con el VIH están concentradas en el Dormitorio 10 de la prisión.
“El Dormitorio 10 está abarrotado y mantener el distanciamiento físico es difícil. Su acceso a condiciones de higiene y limpieza es muy reducido. Además, la mayoría no había recibido materiales de protección individual para la COVID-19, y los pocos que han podido acceder a ellos lo consiguieron gracias a sus familias”, afirma la Sra. Gutiérrez.
A parte de las 180 personas que viven con el VIH en la prisión, cada una de las cuales recibió cubrebocas personalizados y otros materiales de protección individual y asistió a una serie de formaciones, aproximadamente otras 1000 personas de entre el personal y los internos se beneficiaron del proyecto.
“He podido ver una transformación en ellos. Me han contado varias veces que se sienten más seguros con las herramientas y el conocimiento que han adquirido”, declara la Sra. Gutiérrez. “Se sienten bien al saber que hay gente que se preocupa por ellos durante esta crisis sanitaria”.
“Ahora, con nuestras formaciones y donaciones los reclusos pueden mantener limpias sus habitaciones y lavar con frecuencia sus manos, su ropa y sus pertenencias”.
Trabajar en la prevención del VIH es “un compromiso que llevo hasta en la última gota de mi sangre”, admite. “Con estas acciones estamos devolviendo la vida a personas olvidadas. Agradezco a ONUSIDA que haya financiado este proyecto; con él estamos apoyando a población carente en todos los ámbitos”.
Un día cualquiera, se encarcela aproximadamente a 11 millones de personas en todo el mundo. El riesgo de violencia sexual entre reclusos, junto con el acceso inadecuado a preservativos, lubricantes, profilaxis profilaxis previa a la exposición y servicios de reducción del daño, aumenta sus posibilidades de contraer el VIH, hepatitis C y otras infecciones de transmisión sexual.
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Carencias en la cobertura de terapia antirretroviral para los reclusos que viven con el VIH
22 de febrero de 2021
22 febrero 202122 febrero 2021
En un día cualquiera, se encuentran recluidas aproximadamente 11 millones de personas.
En un día cualquiera, se encuentran recluidas aproximadamente 11 millones de personas. La inyección de drogas y las relaciones sexuales tienen lugar en las prisiones de todo el mundo. El riesgo de violencia sexual entre los reclusos (y su insuficiente acceso a preservativos, lubricantes, profilaxis pre-exposición y servicios de reducción de daños) incrementa sus posibilidades de contraer el VIH, hepatitis C e infecciones de transmisión sexual.
Entre las personas que se inyectan drogas, el encarcelamiento reciente está asociado con un aumento del 81% y del 62% de la probabilidad de infección por el VIH e infección por hepatitis C, respectivamente.
Los entornos cerrados deberían, en teoría, favorecer la administración de pruebas y servicios de tratamiento efectivos, aunque las interrupciones en el tratamiento y las cuestiones de confidencialidad y discriminación plantean problemas. En 2019, 78 países informaron a ONUSIDA de que las pruebas del VIH estarían disponibles en cualquier momento durante la detención o el encarcelamiento, y 104 países informaron de que todos los reclusos que viven con el VIH tenían terapia antirretroviral a su disposición. La cobertura de la terapia antirretroviral es buena, pero sigue habiendo carencias.
Carencias en la cobertura de la terapia antirretroviral para los reclusos que viven con VIH, países con datos disponibles, 2016-2019
Con más de 11 millones de personas detenidas en todo el mundo y 30 millones de personas entrando
Con más de 11 millones de personas detenidas en todo el mundo y 30 millones de personas entrando y saliendo de la detención cada año, la amenaza de COVID-19 para las personas en las cárceles es muy real. En la gran mayoría de las prisiones y centros de detención superpoblados y con fondos insuficientes del mundo, el distanciamiento físico simplemente no es una opción. En situaciones donde el confinamiento cercano, las instalaciones y espacios compartidos y la falta de higiene son comunes, los reclusos y el personal de la prisión viven con el miedo constante de la bomba de tiempo COVID-19.
“Una respuesta de salud a COVID-19 en las cárceles no es suficiente. Esta emergencia mundial sin precedentes exige una respuesta basada en los derechos humanos", dijo Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA. "Los países deben garantizar no solo la seguridad, sino también la salud y la dignidad humana de las personas privadas de libertad en todo momento, independientemente de cualquier estado de emergencia".
ONUSIDA, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la Organización Mundial de la Salud y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito están pidiendo a los líderes que hagan de la detención un último recurso, que cierren los centros de detención de rehabilitación de drogas y que despenalicen el trabajo sexual, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo y el consumo de drogas. Instan a los países a liberar a las personas que pueden ser liberadas y a considerar a las personas en riesgo de COVID-19, como las personas mayores y las personas con condiciones de salud preexistentes. Otras personas, incluidas las personas condenadas por delitos menores no violentos, las mujeres embarazadas, las mujeres que están amamantando y los niños, también deben ser considerados para la liberación.
A medida que continúan surgiendo informes de presos aterrorizados que cosen máscaras improvisadas, los países comienzan a tomar medidas. El Gobierno de Etiopía, por ejemplo, ha liberado a más de 30 000 prisioneros y ha aumentado las medidas de saneamiento. Indonesia está liberando a más de 50 000 personas, incluidas 15 000 personas encarceladas por delitos relacionados con las drogas. La República Islámica de Irán está liberando el 40% de su población carcelaria total, 100 000 personas, mientras que Chile liberará a unas 50 000 personas.
Declaración conjunta de UNODC, OMS, ONUSIDA y ACNUDH sobre la COVID-19 en cárceles y otros centros de internamiento
ONUSIDA ha vuelto a publicar su Atlas de los Grupos de Población Clave. Esta herramienta en línea ofrece una amplia gama de información sobre los miembros de los grupos de población clave de todo el mundo: trabajadores sexuales, homosexuales y hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres, usuarios de drogas inyectables, personas transgénero y reclusos. Ya contiene información nueva y actualizada de un gran número de zonas. Asimismo, aparte de los datos recabados de los cinco grupos de población clave, ahora también hay información sobre personas que viven con el VIH.
Lo más relevante de entre toda la información son los datos relativos a leyes punitivas, como la de la denegación del registro de organizaciones no gubernamentales, y a leyes que reconocen los derechos de las personas transgénero. El estudio de los diferentes emplazamientos se llevó a cabo tras una consulta a los representantes de las organizaciones de la sociedad civil. Entre ellas, se incluía la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex, que proporcionó nuevos datos con respecto a las leyes punitivas.
La información respectiva al número de usuarios en diferentes países de Hornet, una red social para homosexuales, la pusieron a disposición del Atlas los propios desarrolladores de la aplicación. Por su parte, la Asociación Internacional de Reducción de Daños proporcionó información sobre la existencia de programas de paliación de daños en las cárceles.
Según Michel Sidibé, Director Ejecutivo de ONUSIDA: “Disponer de información sobre la población que se ve más afectada por el VIH es crucial para proporcionar de forma adecuada los servicios para el VIH disponibles en puntos concretos”. Además, añadió lo siguiente: “el Atlas de los Grupos de Población Clave permite que ONUSIDA pueda compartir la información que posee para tener una mayor repercusión”.
El Atlas de los Grupos de Población Clave es una herramienta visual que posibilita que los usuarios encuentren información sobre la población más vulnerable al VIH a nivel subnacional dentro de un país específico. Los datos que se presentan pueden ser, por ejemplo, sobre la prevalencia del VIH entre los usuarios de drogas inyectables en 11 lugares dentro de Myanmar; sobre tamaño de los grupos de población clave; sobre la cobertura de los tratamientos antirretrovíricos en homosexuales y hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres en 13 emplazamientos en la India; o sobre servicios y comportamientos de prevención específicos. Toda la información actualizada sobre los indicadores que se obtuvieron gracias al Seguimiento Mundial del Sida que se realizó en 2017 ya está disponible en nuestra página web.
En las próximas semanas, se ampliará la información relativa a las personas que viven con el VIH con la inclusión de nuevos indicadores. Además, los datos del Seguimiento Mundial del Sida relativos al 2018 se añadirán cuando estén disponibles más adelante este año.
El Director Ejecutivo de ONUSIDA elogia el enfoque de la evidencia informada de Irán sobre el VIH en las prisiones
13 de octubre de 2010
13 octubre 201013 octubre 2010
Michel Sidibé se reúne con S.E. Mohammad Reza Rahimi, Primer Vicepresidente de la República Islámica de Irán. Fotografía: ONUSIDA
En casi todos los países, la prevalencia del VIH entre prisioneros es significativamente más alta que en la población en general. Varios factores contribuyen a propagar el VIH dentro de la prisión, que incluye el uso inseguro de drogas inyectables, sexo sin protección, tatuajes con instrumental contaminado y servicios deficientes de salud.
En la República Islámica de Irán, la prevalencia del VIH entre prisioneros es aproximadamente ocho veces mayor que en la población en general. El uso de drogas inyectables es el modo principal de transmisión del VIH, lo que justifica más del 70% de los casos de VIH reportados en Irán.
En una visita esta semana a Irán, el Director Ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé, destacó el trabajo progresivo del país en el abordaje de la epidemia de VIH en prisiones y entre personas que se inyectan drogas. Las 250 prisiones en Irán, los campos de rehabilitación y los hogares correccionales juveniles albergan aproximadamente a 180.000 internos. Casi la mitad de los internos están detenidos por cargos relacionados con drogas.
“Lo que yo vi en la prisión de Qezel Hessar es un enfoque basado en la evidencia marcado por la tolerancia, el pragmatismo y la compasión”, dijo el Sr. Sidibé después de recorrer el centro de detención más grande de la región. “Estoy impresionado con el programa abarcativo de apoyo en la prevención, tratamiento, cuidados y asistencia psicosocial respecto del VIH provistos por la prisión”.
Ubicado cerca de la ciudad de Karaj, la prisión de Qezel Hessar tiene 19.000 internos, la mayoría encarcelados por delitos relacionados con drogas. Las instalaciones ofrecen una amplia variedad de servicios relacionados con el VIH, que incluyen terapia de sustitución de opiáceos, terapia de antirretrovirales, exámenes voluntarios y ayuda psicológica, acceso a condones y afeitadoras estériles, psicoterapia y otras intervenciones relacionadas con el comportamiento.
La prisión de Qezel Hessar provee terapia de mantenimiento con metadona a más de 2.700 internos diariamente, lo que representa un aumento de 30 veces desde 2003. Como la mayoría de las demás prisiones del país, se les permite a los prisioneros casados recibir visitas conyugales de sus parejas proveyéndoles habitaciones privadas y condones.
El Director Ejecutivo se reúne con altos funcionarios iraníes y personas seropositivas
Michel Sidibé se reúne con un grupo de personas con VIH positivo en el “Club Positivo” del Centro de Investigaciones Iraníes sobre VIH y SIDA. Fotografía: ONUSIDA
En reuniones con el primer Vicepresidente Mohammad-Reza Rahimi y otros funcionarios iraníes de alto rango, el Sr. Sidibé instó a las autoridades a trabajar hacia el objetivo de “cero nuevas infecciones de VIH entre usuarios de drogas” y “cero recién nacidos con VIH”. Las autoridades iraníes expresaron el compromiso de la República Islámica de Irán de ocuparse de la epidemia de VIH basándose en el concepto islámico de, “si salvas una vida estás salvando a la humanidad”.
Como parte de su misión oficial, el Sr. Sidibé también visitó un “Club Positivo” [Positive Club] ubicado en el Centro Iraní de Investigaciones sobre VIH y SIDA. Se dirigió a un grupo de personas seropositivas y dijo: “Cuando escucho las palabras “esperanza”, “felicidad” y “trabajo”, siento que nuestros esfuerzos no fueron en vano”.
Durante la visita, el Sr. Sidibé enfatizó el trabajo de las autoridades iraníes del área de salud, que ayudan al restablecimiento de las vidas y la dignidad de las personas seropositivas a través del establecimiento de esos Clubes Positivos y la provisión de información, medicamentos antirretrovirales y otros servicios relacionados con el VIH.
Hablando en representación de las personas seropositivas, el director del consejo del Club Positivo le dijo al Sr. Sidibé que el SIDA es un área muy difícil de tratar. “Requiere de valentía y paciencia y usted es una de esas personas que tiene la valentía y la paciencia para trabajar en esta área”, dijo. “Estamos felices de contar con su apoyo y estamos listos para trabajar juntos”.
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La Ministra de salud de Indonesia promete transformar la respuesta nacional al sida
23 de octubre de 2012
23 octubre 201223 octubre 2012
El director ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé, se reunió con la ministra de salud de Indonesia, Nafsiah Mboi, como parte de su viaje de dos días a Indonesia. Fotografía: ONUSIDA/E.Wray
La ministra de salud de Indonesia, Nafsiah Mboi, se comprometió a aumentar los programas de pruebas y de tratamiento del VIH, lo que dará lugar a cero nuevas infecciones y muertes relacionadas con el sida. La ministra Mboi se reunió el martes con el director ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé, en la primera jornada de su viaje de dos días a Indonesia.
Indonesia es uno de los muchos países asiáticos en los que está aumentando el índice de nuevas infecciones por el VIH. El Ministerio de Salud estima que más de 600.000 personas viven con el VIH y que se registran más de 76.000 nuevas infecciones por el VIH al año. Actualmente, la cobertura del tratamiento del VIH es menor del 20%.
Sin embargo, la ministra Mboi ha prometido un nuevo enfoque en la respuesta nacional al sida. Anunció que garantizará que todo el mundo sepa su estado serológico y tenga acceso al tratamiento del VIH. Las autoridades sanitarias se centrarán en 141 distritos en los que los grupos de población clave afectados son los más elevados. La epidemia en Indonesia está concentrada en los grupos de población clave con mayor riesgo como los consumidores de drogas, los trabajadores del sexo y sus clientes, y los hombres que tienen relaciones con hombres.
La cobertura sanitaria universal es un elemento de cambio para Indonesia. Me alegra saber que el tratamiento del VIH estará incluido en este programa nacional. Esto prepara el escenario para los programas de financiamiento sostenible del VIH.
Michel Sidibé, director ejecutivo de ONUSIDA
Indonesia está desempeñando un papel activo en la respuesta al sida en Asia. Como país que el año pasado ostentaba la presidencia de la cumbre de la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN por sus siglas en inglés) impulsó la adopción de la Declaración de la ASEAN en la que se comprometen a alcanzar Cero Nuevos casos del VIH, Cero Discriminación y Cero Muertes Relacionadas con el sida.
Indonesia también aspira a convertirse, para 2014, en uno de los países de la región en ofrecer cuidados sanitarios universales. El Ministerio de Salud afirma que el tratamiento del VIH estará incluido en la cobertura sanitaria.
"Indonesia es un asociado clave en la campaña para poner fin a la epidemia de sida", afirmó el Sr. Sidibé. "La cobertura sanitaria universal es un elemento de cambio para Indonesia. Me alegra saber que el tratamiento del VIH estará incluido en este programa nacional. Esto prepara el escenario para los programas de financiamiento sostenible del VIH".
El director ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé, visitó la prisión de Cipinang, en Yakarta, donde se reunió con las autoridades penitenciarias y visitó la clínica que proporciona servicios de tratamiento antirretrovírico y de metadona. Fotografía: ONUSIDA/E.Wray
Las inversiones nacionales en la respuesta al VIH han aumentado notablemente en Indonesia desde 2010, pero todavía hay un gran déficit de financiación y, en 2015, Indonesia ya no podrá recibir financiación por parte del Fondo mundial de lucha contra el sida, la malaria y la tuberculosis.
"Indonesia está tratando de garantizar la sostenibilidad de los cuidados del VIH para las personas que viven con el VIH una vez que los países donantes dejen de otorgar fondos", aclaró la ministra Mboi. "El Ministerio de Salud está preparando una estrategia de salida. Tenemos la intención de cubrir el 100% del tratamiento del VIH mediante el presupuesto del gobierno nacional", añadió.
Las autoridades sanitarias han aumentado los esfuerzos para centrar los programas de VIH en las comunidades que requieren mayor atención. El hecho de compartir agujas entre personas que consumen drogas ha sido uno de los factores impulsores de la epidemia de VIH en Indonesia. Desde 2009, la Dirección general de prisiones afirma haber ampliado sus programas de VIH en 149 centros en 25 provincias.
El Sr. Sidibé visitó la prisión de Cipinang, en Yakarta, una de las once prisiones modelo en el desarrollo de un programa integral sobre el sida. Se reunió con las autoridades penitenciarias para visitar la prisión y la clínica que proporcionan servicios de tratamiento antirretrovírico y con metadona. También visitó el centro de formación profesional en el que los internos aprenden nuevas competencias como la costura, el horneado y la artesanía.
"Mi visita de hoy muestra que incluso en las prisiones podemos restaurar la dignidad de las personas", sentenció el Sr. Sidibé. "La cárcel puede suponer una experiencia transformadora. El gobierno indonesio está mostrando una gran innovación y valor con su destacable reducción de daños y el programa de VIH en las prisiones. Espero que el programa inspire a otros países a mostrar el mismo espíritu emprendedor", añadió.
El Ministerio de Salud mantuvo un diálogo con el Sr. Sidibé y algunas organizaciones confesionales, incluyendo grupos islámicos, cristianos, hindúes, budistas y confuncionistas. Fotografía: ONUSIDA/E.Wray
El martes, el Ministerio de Salud mantuvo un diálogo con el Sr. Sidibé y algunas organizaciones confesionales, incluyendo grupos islámicos, cristianos, hindúes, budistas y confucionistas. Los líderes religiosos son miembros importantes de la comunidad, y su cooperación es clave para garantizar el apoyo para la prevención, el tratamiento y la atención del VIH. Los líderes acordaron que las organizaciones confesionales necesitan más educación y formación en los aspectos relacionados con el VIH para poder, así, ayudar a sus comunidades.
Anggia Ermanari, secretaria de la unidad de salud del Consejo Indonesio de Ulemas, el órgano clerical musulmán del país, dijo: "Muchos líderes religiosos no entienden acerca de lo relacionado con el sida. Queremos que las Naciones Unidas les informen sobre la situación en nuestro país".
Franz Magnis Suseno, sacerdote jesuita del Instituto de Filosofía Driyarkara, dijo que pensaba que las organizaciones religiosas necesitaban empezar a educar a las personas en la sexualidad. Afirmó que había una gran resistencia a la educación sexual, pero que era necesario.
El Sr. Sidibé se encuentra en Indonesia, en el inicio de un viaje de tres días por Asia, donde también visitará Myanmar y Tailandia.
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Un nuevo observatorio ayuda a hacer frente al VIH en las cárceles de América Latina y el Caribe
20 de abril de 2011
20 abril 201120 abril 2011
Observatorio de VIH y Cárceles de Latinoamérica y el Caribe
Ofrecer una respuesta eficaz al VIH en los centros penitenciarios es parte esencial de la respuesta al sida a nivel nacional, regional y mundial. Para definir los patrones para la prevención y el tratamiento del VIH y la protección y promoción de los derechos humanos de los prisioneros, es importante concentrar la mayor cantidad posible de datos sobre la epidemia en ese entorno. El recién creado Observatorio de VIH y Cárceles de Latinoamérica y el Caribe será un centro regional clave para recoger esos datos esenciales.
El Observatorio reúne datos de 23 países, accesibles a través de su web. Su principal objetivo es ayudar a los Gobiernos y a la sociedad civil a definir y poner en marcha políticas nacionales basadas en los estándares internacionales para el VIH en las prisiones. La versión de su web en español funciona desde mediados de febrero, y su versión en inglés será lanzada el próximo 30 de abril.
Encabeza la iniciativa la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y ONUSIDA.
Según José Vila del Castillo, asesor regional de ONUDD, «el Observatorio muestra a las agencias de Naciones Unidas “unidas en la acción”. Abordar el VIH en las cárceles de la región se ha convertido en una prioridad. El observatorio es una herramienta importante para acelerar los procesos de reforma del sistema penitenciario y los programas de VIH en las prisiones».
Abordar el VIH en las cárceles de la región se ha convertido en una prioridad. El observatorio es una herramienta importante para acelerar los procesos de reforma del sistema penitenciario y los programas de VIH en las prisiones.
José Vila del Castillo, asesor regional de ONUDD
Al proporcionar un espacio permanente de reflexión pública informada y de diálogo, el observatorio desarrolla metodologías para la recolección, el procesamiento, el análisis y la validación de los datos científicos recogidos teniendo en cuenta lo que funciona y la mejor forma de proceder en la lucha contra el VIH en las cárceles. Así, pondrá de relieve la información existente y fomentará las investigaciones. También se ofrece capacitación y apoyo técnico a través de manuales de referencia, consultas en línea, foros de discusión y aulas virtuales.
En América Latina y el Caribe, como en todas partes, muchos presos son vulnerables al VIH debido a una serie de factores, como una relativa falta de conocimiento sobre la situación de la epidemia en esta población, el hacinamiento, la falta de acceso a la protección y a servicios de salud de calidad y las condiciones de violencia.
Los datos disponibles indican que varios países de la región tienen una mayor prevalencia del VIH en la población carcelaria que en la población en general. Por ejemplo, según datos recogidos por ONUDD este año, en Perú el porcentaje de personas con VIH en las cárceles es ocho veces superior al porcentaje fuera de ellas (4,03% frente a 0,4%). En Bolivia la situación es aún más grave: la misma fuente indica que, en nueve cárceles del país, el 10 % de los presos tienen el VIH, en comparación con el 0,2 % de prevalencia en la sociedad en general.
César Antonio Núñez, director del Equipo de Apoyo Regional de ONUSIDA para América Latina, cree que el observatorio proporcionará una valiosa información sobre la vida de esa población desatendida: «El observatorio realmente nos ayudará a conocer la situación real del VIH en el sistema penitenciario, y arrojará luz sobre cuestiones relacionadas con los derechos humanos. Es probable que el entorno del VIH y las cárceles sea donde más necesario y apropiado sea el compromiso de ONUSIDA de ser “la voz de los sin voz”».