Reportaje

El VIH y los precios de los alimentos

01 de abril de 2009

Esta semana los líderes de los países del G-20 se reúnen en Londres para celebrar una cumbre con el fin de identificar qué pasos pueden ayudar a restaurar el crecimiento económico mundial.

La crisis actual de los mercados financieros y de la economía mundial pone a prueba los compromisos de desarrollo mundial de los gobiernos y sus recursos nacionales. Los hogares que ya eran vulnerables a la pobreza corren el riesgo de empobrecerse aún más.

En las próximas semanas UNAIDS.org evaluará cómo afecta la pobreza a las personas afectadas por el VIH y cómo una financiación sostenible es esencial para responder al sida y fomentar el desarrollo mundial. El acceso a alimentos asequibles es esencial para los trabajadores que viven con el VIH, expone Robin Landis, oficial de políticas sobre el VIH del Programa Mundial de Alimentos.


El VIH y los precios de los alimentos

Este artículo aparece en la edición actual de la revista AGENDA, publicada por la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte.

20090401_Food_200
Un transportista en Mali. Fotografía: ONUSIDA/P. Virot

Aunque los medicamentos antirretrovíricos son gratuitos en Mozambique y acceder a ellos es relativamente sencillo, Ana Costa dejó el tratamiento hace unos meses después de llevar dos años sufriendo náuseas y debilidad debidos al hecho de tomar medicamentos fuertes con el estómago vacío. Ana no es la única que se enfrenta a este doloroso dilema: su salud es tan frágil que no puede trabajar, pero si no trabaja, no puede comprar comida. Aunque sabe que su salud depende del tratamiento antirretrovírico, cree que no tiene otra elección que dejarlo, ya que no puede comer de manera regular.

Puede que no sea lo primero que viene a la mente cuando se piensa en el VIH, pero los alimentos, y más específicamente los alimentos nutritivos adecuados, son a menudo una de las necesidades más urgentes para las personas que viven con el VIH y sus familias. La malnutrición y el VIH son una combinación mortal: el VIH ataca al sistema inmunitario y deteriora el estado nutricional necesario para eludir infecciones, y al mismo tiempo, un estado nutricional inadecuado acelera la aparición de enfermedades relacionadas con el sida.

El hambre desempeña un papel esencial en la propagación del virus, hace que las personas adopten medidas desesperadas para conseguir comida que ponen en peligro sus vidas y las de los demás.

 

El hambre desempeña un papel esencial en la propagación del virus, y hace que las personas adopten medidas desesperadas para conseguir comida que ponen en peligro sus vidas y las de los demás. En algunas partes de África meridional no es raro que las mujeres se vean forzadas a mantener relaciones sexuales a cambio de alimentos, de que las lleven al hospital o de que paguen las tasas escolares de sus hijos. La necesidad inmediata de subsistir puede empañar las decisiones que tendrán una repercusión en su futuro a largo plazo.

La importancia de una alimentación adecuada para llevar una vida saludable es un hecho establecido, y también se sabe que los transportistas no tienen una nutrición adecuada debido a las exigencias de su trabajo. Es normal que los transportistas hagan comidas irregulares de poca calidad nutricional durante los largos periodos de tiempo en los que trabajan fuera. Una nutrición inadecuada repercute directamente en la capacidad del cuerpo de luchar contra una infección, así como de sentirse fuerte y productivo en el trabajo.

Los precios elevados de los alimentos empeoran la situación

El impacto del cambio climático y la pérdida de terrenos agrícolas debido a la producción de biocombustibles han contribuido a la subida de los precios de los alimentos y el petróleo, y al mismo tiempo han repercutido seriamente en la producción de alimentos y en los costes de distribución. La crisis actual está afectando a personas de todo el mundo, en especial a aquellos que viven en los países en desarrollo, tanto las personas que viven en medios rurales y dependen de la agricultura para subsistir como los que viven en ciudades y deben pagar por los alimentos que consumen.

La gran subida de los precios de los alimentos, especialmente desde principios de 2008, ya ha provocado cambios alimentarios que afectan gravemente a la salud y el estado nutricional de millones de personas. Para hacer frente a la crisis, muchas familias no adquieren aquellos alimentos que son más costosos pero que también son los más nutritivos (como la carne, las aves, los huevos, el pescado y la verdura), y además reducen la cantidad y la frecuencia de las comidas.

Estos cambios dramáticos en la alimentación pueden acarrear consecuencias nutritivas y sanitarias nefastas para los más vulnerables en la sociedad: niños, mujeres embarazadas y lactantes, y los enfermos crónicos, especialmente los que viven con tuberculosis, VIH y sida. Para aquellos hogares pobres afectados por el VIH el consumo de alimentos menos nutritivos puede ocurrir incluso antes como resultado de la gran carga adicional que suponen los cuidados de los enfermos. Cuando disminuye la calidad de los alimentos, también lo hace la presencia de micronutrientes, lo que puede desencadenar enfermedades e infecciones, y que la salud del enfermo se resienta aún más. El cuerpo también puede desarrollar resistencia a los medicamentos, por lo que el tratamiento dejará de ser efectivo y puede incluso desembocar en nuevas cepas del virus, ya que las personas seropositivas comienzan a saltarse o a abandonar definitivamente el tratamiento porque no disponen de alimentos para acompañar la ingesta de medicamentos.

Lo mismo ocurre con las personas que siguen el tratamiento para la tuberculosis. Corren un mayor riesgo de dejar de acudir a los programas de tratamiento ya que destinan el dinero que emplearían en el transporte para comprar alimentos. Interrumpir el tratamiento de la tuberculosis puede provocar la proliferación de cepas de tuberculosis resistente o extremadamente resistente a los medicamentos, poniendo así en peligro la salud pública general.

¿Qué implica esto para los transportistas?

La movilidad es un factor impulsor de la epidemia del VIH. Sin embargo, hay otros vínculos menos conocidos entre el sector del transporte, la incidencia del VIH y los precios de los alimentos. En África meridional, donde hay una mayor prevalencia del VIH, el sida ha afectado a las empresas transportistas hasta el punto de que, incluso antes de ver el impacto general de la crisis actual, no había suficientes transportistas para satisfacer la demanda. Por ejemplo, durante la crisis de alimentos de 2003-2005, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) contrató cerca del 30% de los servicios de transporte de la región y se encontró con muchas dificultades a la hora de contratar vehículos y conductores suficientes para ofrecer asistencia alimentaria de manera rápida y eficaz. Aproximadamente el 80% del transporte del Programa Mundial de Alimentos se debe contratar localmente. La falta de conductores cualificados hace que aumenten los costes del transporte y por lo tanto que los precios de los alimentos y de otras mercancías suban.

El PMA está orgulloso de ser un asociado central, junto con TNT, ITF y ONUSIDA, de North Star Foundation, una asociación pública-privada que pretende mejorar la salud y el bienestar de los transportistas y reducir el número de nuevas infecciones por el VIH mediante el establecimiento de redes de “centros de bienestar” en las carreteras.

Ayuda alimentaria para el VIH

El PMA estima que 22 de los 30 países que más ayuda alimentaria necesitan se encuentran en África subsahariana, donde viven dos tercios de los 33 millones de personas que viven con el VIH. En el pasado, generalmente solo el 10% de la población más pobre necesitaba asistencia, pero con la subida de los precios ha aumentado el número de hogares que han caído en la pobreza y que tendrán luchar para encontrar maneras de hacer frente a esta situación. Las mujeres, que ya representan el 70% de los pobres del mundo, son las q más sufrirán y se verán obligadas a mantener relaciones sexuales a cambio de dinero para sobrevivir, lo que aumenta el riesgo de nuevas infecciones.

Ofrecer a las personas seropositivas un medio para salir de la pobreza puede ayudar a garantizar que consuman alimentos nutritivos, proporcionar una educación para sus hijos y facilitar el acceso a la atención sanitaria y al tratamiento. Se prevé que los precios de los alimentos van a seguir siendo altos, por lo que incorporar un paquete de alimentos nutritivos en los programas de tratamiento del VIH puede mejorar los beneficios de los medicamentos y prevenir el fracaso del tratamiento. Por tan solo US$0,70 un adulto seropositivo puede recibir una ración nutritiva de una combinación de trigo y soja, maíz y judías. Demás de la ayuda alimentaria, también se necesitan programas que ayuden a los hogares a subsistir. Si los mercados pueden ofrecer una dieta nutritiva, las transferencias de efectivo o la mircofinanciación pueden ser más apropiados que los paquetes de alimentos.

¿Qué pueden hacer los sindicatos de trabajadores?

  • Promover políticas nacionales que den prioridad a los programas de tratamiento del VIH y la tuberculosis e incorporar paquetes alimentarios como parte de estos programas.
  • Aprovechar las reuniones nacionales y regionales para informar a los miembros de los sindicados de los problemas de la alimentación y la inseguridad alimentaria en el contexto del VIH y el sida.
  • Convertirse en los ojos y los oídos de la comunidad: permitir que los ministros de sanidad y los comités nacionales de sida conozcan cuando las comunidades luchan por decidir si gastan el dinero en atención sanitaria o en comprar alimentos.
  • Respaldar los programas del VIH en el lugar de trabajo y garantizar que hagan frente a la importancia de una buena alimentación de las personas que viven con el VIH. Trabajar con el director del programa para asesorar y ayudar a los empleados seropositivos que pueden estar pasando dificultades para mantener una alimentación saludable.
  • Utilizar las redes sindicales para distribuir productos agrícolas como fertilizantes, semillas y herramientas, y acercar a las comunidades a los mercados.
  • Solicitar a los empleadores que garanticen que los transportistas puedan acceder a información alimentaria y a alimentos nutritivos en su trabajo.

Robin Landis es oficial de políticas en la División de Políticas, Planificación y Estrategia del PMA en Roma. También forma parte del Equipo de Dirección de North Star Foundation, una asociación pública-privada que pretende reducir el impacto del VIH en el sector del transporte.