Reportaje

Garantizar el acceso a los servicios relacionados con el VIH para desplazados internos en Sudán del Sur

01 de junio de 2015

En Malakal, una ciudad al noreste de Sudán del Sur, una red de apoyo a la lucha contra el VIH con alrededor de 150 miembros se reunía periódicamente para hablar sobre los desafíos a los que se enfrentaban en cuanto al acceso a medicamentos antirretrovíricos y los alimentos que necesitaban para mantenerse sanos. Sin embargo, en 2013 estalló la guerra civil, los enfrentamientos llegaron a Malakal y todo cambió.

Se asesinaron a cientos de personas y otros miles huyeron de sus hogares, muchos de ellos al campamento de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en la República de Sudán del Sur (UNMISS, por sus siglas en inglés), en las afueras de Malakal. Tan solo seis miembros de la red consiguieron llegar hasta el campamento. Joseph Leggi Pio, trabajador en la unidad para el VIH de la UNMISS y uno de los miembros fundadores del grupo, no sabe qué le ocurrió al resto.

En el campamento la vida no es fácil para nadie, pero puede resultar especialmente difícil para las personas que viven con el VIH. Las instalaciones sanitarias dentro del campamento superpoblado tienen que hacer frente a problemas logísticos, entre ellos la escasez de medicamentos antirretrovíricos y de comida, así como largos períodos de espera para ver a los trabajadores sanitarios. El señor Pio contó que uno de los pacientes que vivía con el VIH en el campamento había fallecido hacía poco. Otra persona consiguió desplazarse hasta Juba, donde hay mejores accesos a los servicios de tratamiento contra el VIH. Muchas otras personas que viven con el VIH acuden de forma regular a la oficina del señor Pio para informarse sobre cuándo llegará el medicamento.

Más de 100 000 desplazados internos abarrotan los 10 emplazamientos de protección de la UNMISS que hay en todo el país; ninguno de ellos se construyó para servir de refugio a tal cantidad de personas.

"Todo resulta prioritario", dijo Leku Dominic Samson, Auxiliar Médico Superior de la Organización Internacional para las Migraciones. "Las necesidades del VIH tan solo acaban de empezar a abordarse". Los trabajadores sanitarios se han centrado en los primeros auxilios de emergencia; al mismo tiempo, hacen frente a una diarrea muy extendida y al aumento del número de casos de malaria.

El Gobierno de Sudán del Sur y los trabajadores sanitarios se comprometen a encontrar diferentes formas para ofrecer servicios de prevención y tratamiento del VIH para los desplazados internos en los emplazamientos de la UNMISS. Las organizaciones humanitarias y los organismos de las Naciones Unidas, entre ellos la UNMISS, ONUSIDA y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios, proporcionaron apoyo técnico y financiero para abrir otro centro sanitario de atención primaria en el que se puedan ofrecer servicios de asesoramiento y pruebas del VIH.

Estas organizaciones también abogan por instalar máquinas de CD4 en el Hospital de las Naciones Unidas en el campamento de Malakal para ayudar a los trabajadores sanitarios a monitorizar la carga vírica de las personas que viven con el VIH. Mientras tanto, se están difundiendo mensajes para la prevención y el tratamiento del VIH a las más de 20 000 personas que viven en el campamento.

"Concienciar a la población siempre resulta ser un problema en el campamento, ya que no paran de llegar personas procedentes de todo el país, incluidas las zonas rurales donde el acceso a la información sanitaria es limitado", afirmó el señor Pio. Asimismo, añadió que el comportamiento de las personas en los campamentos, donde tienden a asumir más riesgos, es realmente preocupante. En especial le preocupa que los jóvenes, muchos de ellos separados de sus padres durante los enfrentamientos, tengan relaciones sexuales sin protección, a veces debido a la falta de acceso a preservativos.

El señor Pio, junto con otros activistas sanitarios, forman a grupos de asesores sobre el VIH para movilizar a las personas de todo el campamento para que hablen sobre el VIH y animarles a que se protejan. Los asesores también aprovechan la oportunidad para distribuir hasta ocho cajas de preservativos cada día.

La formación de asesores y los diálogos comunitarios comienzan a tener efectos positivos. Por ejemplo, Tungwar Wuor, residente en el campamento de Malakal, declaró que no tenía mucho conocimiento sobre el VIH antes de asistir en marzo a la sesión de formación para ser asesor. Ahora tiene lazos rojos en todas sus prendas de vestir y habla con soltura sobre las maneras en que las personas pueden protegerse a sí mismas y al resto de la infección por el VIH. "Quería ayudar a otras personas a que conocieran su estado serológico y supieran cómo prevenir el VIH", dijo el señor Wuor. "La infección por el VIH es algo que se puede detener".

Además, afirmó que, debido al estigma asociado con el VIH, muchas personas al principio desconfían cuando les empieza a hablar del virus. Dijo que hay quienes asocian el VIH con la inmoralidad. Del mismo modo, ha estado trabajando con líderes religiosos para que incluyan los mensajes de prevención del VIH en sus servicios.

"Les explico que cualquiera puede contraer el virus si no se protegen y que las personas que viven con el VIH pueden acceder al tratamiento para llevar vidas positivas", añadió el señor Wuor.