Reportaje

Transformándoles la vida a personas que se inyectan drogas por medio de un tratamiento voluntario

16 de marzo de 2017

Hendro trabajaba como conductor para una empresa privada en Yakarta (Indonesia) cuando, hace dos años, comenzó a consumir heroína por influencia de un compañero.

“Empecé a volverme adicto”, dijo Hendro, que prefiere usar solo su nombre. “Pronto dejé de sentirme bien si no consumía drogas. No me podía concentrar. Y esta situación duró unos siete meses hasta que mi vida se sumió en el caos”.

Su rendimiento laboral se vio afectado y empezó a tener discusiones diarias con su mujer. Se susurraba a sí mismo “Esto no está bien. Acabaré conmigo mismo. Todos los días intentaba, sin cesar, mantenerme alejado de las drogas, pero el ansia por consumir era muy dolorosa. Era inconcebible”.

Un día Hendro se enteró de que existía un innovador programa sobre drogas con sede en una gran casa de la ciudad de Bogor, a una hora de Yakarta. El edificio, alegre y con el césped recién cortado, ofrece un ambiente acogedor y afectuoso que se acentúa con la presencia de dos perros que saludan a los visitantes con unos amables olisqueos.

Sam Nugraha fundó el programa Rumah Singgah PEKA en 2010. “El centro de tratamiento PEKA es diferente a cualquier otro, ya que es completamente voluntario”, declaró. “Cada cliente ha decidido participar por cuenta propia”.

En la región Asia-Pacífico hay 4 millones de usuarios de drogas inyectables, lo que equivale a un tercio de las personas que se inyectan drogas a escala mundial. Este hecho sitúa a la región a la vanguardia del mayor problema de drogas inyectables del mundo.

Una respuesta común al uso de drogas en la región es el confinamiento de los usuarios de drogas inyectables en centros obligatorios de tratamiento y rehabilitación.

“El enfoque de PEKA no puede aplicarse a todo el mundo. Los clientes deben ser conscientes de lo que tienen que hacer y estar dispuestos a realizar cambios”, dijo el Sr. Nugraha.

Antes de inscribirse en el programa PEKA, los participantes se someten a un largo proceso de evaluación para determinar si el centro se adapta a sus necesidades.

“Cuando entré a formar parte de PEKA estaba decidido a recuperarme y a redescubrir a esa persona que estaba perdida por culpa de las drogas”, recordó Hendro.

Los clientes analizan con sus asesores cuál es el mejor plan de tratamiento. Pueden elegir entre vivir dentro o fuera de PEKA, pero si optan por la primera opción, deben respetar la condición del centro de cero tolerancia por el consumo de drogas en sus instalaciones. Algunos clientes eligen una abstinencia completa, otros se inscriben en terapias de sustitución de opiáceos y, para aquellos que quieren continuar inyectándose drogas, PEKA cuenta con un programa de agujas y jeringuillas. Además, a todos los clientes se les anima a participar en sesiones de terapia grupales e individuales.

“El 90 % de nuestro personal tiene experiencia en el uso de las drogas”, afirmó el Sr. Nugraha, “así que comprenden los retos a los que hacen frente los clientes, así como el tipo de apoyo que necesitan”.

Hendro decidió vivir en el centro de PEKA y participar en el programa de tratamiento de mantenimiento con metadona. Un asesor acudió con él a una clínica pública, donde un médico fijó su dosis óptima de metadona. Empezó con 50 mg al día, pero después de un año ha ido reduciendo la cantidad.

PEKA trabaja en asociación con clínicas públicas. El personal no solo acompaña a los clientes para que tengan acceso a la metadona, sino que también recogen y llevan al centro un suministro de cinco días de metadona para personas que han establecido una rutina constante.

“Las clínicas de salud pública han limitado sus horas de trabajo, así que nosotros suplimos esa carencia prestando servicios las 24 horas”, dijo el Sr. Nugraha. “La gente puede venir en cualquier momento”.

Agustina Susana Iswati, directora de la clínica sanitaria Gedung Badak, está de acuerdo. “La cooperación con grupos comunitarios es necesaria, ya que ellos son los que saben lo que está ocurriendo realmente”.

Los usuarios de drogas inyectables son vulnerables al VIH, la hepatitis, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas. La prevalencia del VIH entre personas que se inyectan drogas supera el 30% en varias ciudades asiáticas. Además, solamente el 30% de los usuarios de drogas inyectables en Asia y en el Pacífico conocen su estado serológico.

“Ofrecemos a todos nuestros clientes el acceso a pruebas del VIH. Si el resultado de la prueba es positivo, les ayudamos a que comiencen con un tratamiento antirretrovírico tan pronto como sea posible”, expuso el Sr. Nugraha.

Evi Afifah, del hospital Mahdi Bogor, considera que la colaboración con PEKA en materia de servicios relacionados con el VIH resulta provechosa. “PEKA nos ayuda a llegar hasta nuestros amigos, quienes más necesitan pruebas del VIH, tratamiento y atención”, afirmó.

Desde el año 2010, PEKA ha ofrecido una serie de servicios a casi 1000 clientes. Las encuestas de asesoramiento realizadas a personas que pasaron por todo el programa de tratamiento muestran resultados prometedores. Un número significativo de clientes informó de que su drogodependencia y calidad de vida habían mejorado, y de que su implicación en actividades delictivas se había reducido considerablemente.

Todo este éxito ha ganado reconocimiento local. En 2014 y 2016, el alcalde de Bogor reconoció a la organización como una institución excelente.

“PEKA es una organización que ha superado la prueba del tiempo”, manifestó Bima Arya Sugiarto, alcalde de Bogor. “Con su amplia experiencia, PEKA se merece nuestro reconocimiento, que a su vez puede motivar a otros grupos comunitarios para que sean constantes y se centren en su trabajo”.

Quizá el respaldo más importante para PEKA son sus clientes, entre los cuales algunos están trabajando actualmente para la organización.

Iko, un compañero asesor sobre el VIH, dijo: “Aparte de ayudar a personas que se inyectan drogas, también me estoy ayudando a mí mismo. Eso es lo más importante. Me hace feliz”.

Después de nueve meses viviendo en PEKA, Hendro fue capaz de regresar a casa con su familia y pudo volver a trabajar como conductor. Su experiencia le cambió la vida.

“En PEKA me volví a sentir acogido por una familia. Cuando consumía drogas estaba apartado y abandonado. Aquí encontré la fuerza otra vez”, dijo Hendro.

 

ONUSIDA está trabajando para apoyar a los países con el objetivo de que alcancen los objetivos establecidos en la Declaración Política sobre el VIH y el sida de las Naciones Unidas de 2016, lo que incluye asegurar el acceso a opciones de prevención combinada del VIH, entre ellas la reducción de daños, para el 90% de los usuarios de drogas inyectables.

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