Reportaje

La bienvenida a África: historias de esperanza y superación de los refugiados en Uganda

29 de marzo de 2018

"Ahora mismo, solo quiero ir a un país donde haya paz", dice un joven estudiante que huyó del conflicto de la República Democrática del Congo, su país natal. Su nuevo hogar es el asentamiento de refugiados de Kyangwali, en el distrito de Hoima (Uganda). Este lugar le va a dar la oportunidad de cumplir el sueño de tener una vida tranquila.

Este asentamiento se encuentra a orillas del lago Alberto, en la frontera entre el sur de la República Democrática del Congo y el norte de Uganda. La mayoría de los refugiados en Kyangwali huyen de conflictos interétnicos que tienen lugar en el este de la República Democrática del Congo y realizan este peligroso viaje hacia Uganda atravesando el lago Alberto en barcos pesqueros. Desde enero de 2018, 59.000 personas aproximadamente recorrieron esa travesía. En un día normal, pueden llegar alrededor de 500 refugiados; en un día más agitado, pueden llegar a ser hasta 2.000.

Las familias llegan con cualquier cosa que puedan traer consigo: desde colchones y utensilios de cocina hasta objetos de valor, como, por ejemplo, placas solares; todo ello, amontonado entre los pasajeros del barco. La duración del viaje ronda las seis horas si las personas viajan en un barco motorizado. Sin embargo, pueden llegar a ser 12 horas si se desplazan en canoa. Bornwell Katande, Representante de la Delegación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en Uganda, dijo lo siguiente: “A veces, los barcos se quedan sin combustible en medio del lago y la policía naval ugandesa debe rescatarlos”. A esto, añadió el hecho de que “otros barcos vuelcan debido a la sobrecarga: en el punto álgido del flujo de refugiados, se pueden contar hasta 200 en una sola canoa”.

Cuando llegan al centro de recepción de Kyangwalli, los trabajadores de ayuda humanitaria registran a los refugiados y les dan una pulsera para identificarlos. Además les dan galletas de alto contenido energético y agua; aquellos que la necesitan, también reciben atención sanitaria de urgencia. Los refugiados permanecen un día o dos en el centro de recepción antes de que los trasladen al campamento. Allí, se les asigna una pequeña parcela de tierra, material y equipo para construir un refugio temporal para instalarse. 

En una visita reciente al centro de recepción, Michel Sidibé, Director Ejecutivo de ONUSIDA, presenció en primera persona los servicios sanitarios que se ofrecen a los refugiados recién llegados a su pequeña clínica improvisada. Aquí, los refugiados acceden a la atención sanitaria de emergencia y se les informa sobre el paquete de servicios iniciales mínimos de salud reproductiva. Este paquete se les entrega durante las diferentes fases de su llegada: tras cruzar la frontera, durante su corta estancia en el centro de recepción, en el momento antes de dirigirse al campamento, y una vez instalados allí. Estos servicios incluyen la prueba del VIH y las de detección de tuberculosis, la prevención de la transmisión maternoinfantil del VIH, la prestación de tratamiento del VIH y la tuberculosis a personas afectadas, entre otros servicios de salud sexual y reproductiva.

Durante su visita, Sidibé escuchó las historias de numerosos refugiados que le explicaron no solo el impacto que tuvo el desplazamiento sobre su salud y sus vidas, sino que también le confesaron sus aspiraciones y sueños para conseguir una vida mejor para ellos y sus familias. Él comentaba lo siguiente: “He oído historias de tristeza, pero también de esperanza y superación”.

Uganda es ya un hogar para la mayor población de refugiados en África, que llega a la cifra de 1,4 millones de refugiados repartidos entre los 13 campamentos establecidos por todo el país. La mayoría proceden de la República de Sudán del Sur y de la República Democrática del Congo. De hecho, este país está cerca de alcanzar los 5 millones de personas desplazadas, casi igual que en la República Árabe Siria.

Sidibé destacaba lo siguiente: “Sobrepasa lo admirable el hecho de ofrecer refugio desinteresadamente a cientos de miles de mujeres, niños y hombres que necesitan protección internacional”, a lo que añadió que “la política de refugiados ugandesa está entre las más progresistas del mundo y que, por ello, es un ejemplo a seguir para otros países”.