Reportaje

¿Cuándo dejarán los hombres de pensar que los cuerpos de las mujeres son de su propiedad?

09 de abril de 2020

Las restricciones de movimiento, el aislamiento social y el aumento de las presiones socioeconómicas en todo el mundo han dado lugar a un aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas desde el inicio de la pandemia de COVID-19. Como dijo el Secretario General de las Naciones Unidas António Guterres, «La paz no es sólo la ausencia de guerra. Muchas mujeres encerradas por el COVID-19 sufren violencia donde más seguras deberían estar: en sus casas».

Antes del brote de COVID-19, al menos una de cada tres mujeres y niñas experimentaban violencia física y/o sexual, una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas en el mundo. En las zonas de alta prevalencia del VIH, se ha comprobado que la violencia ejercida por parejas sentimentales aumenta el riesgo de que las mujeres adquieran el VIH en un 50%. Poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas debe ser una prioridad en todas partes. 

Naciones Unidas ha pedido a los gobiernos que en los planes nacionales de respuesta al COVID-19 dediquen fondos a los refugios para víctimas de la violencia doméstica. También solicita que aumenten el apoyo a las líneas telefónicas, incluidos los servicios de mensajes de texto, para que las denuncias de abusos puedan realizarse con discreción, y que ofrezcan apoyo jurídico en línea y servicios psicosociales a las mujeres y niñas. Como bien sabe ONUSIDA, estos servicios suelen estar a cargo de organizaciones de la sociedad civil y de redes dirigidas por la comunidad que, ahora más que nunca, necesitan apoyo económico. Por último, los refugios deben ser designados como servicios básicos y mantenerse abiertos, de la misma manera que las farmacias y las tiendas de alimentos.

Cuando cientos de millones de mujeres y niñas siguen siendo objeto de malos tratos y violencia, ello supone un enorme costo para ellas mismas y para sus familias, comunidades, sociedades y desarrollo económico.

«Tenemos que romper este círculo vicioso de violencia, malos tratos y desigualdad», afirmaba Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA, en un reciente artículo de opinión. Añadió que no puede haber impunidad, que los supervivientes deben ser escuchados y que debe hacerse justicia.

 

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