Reportaje

«He salvado vidas en primera línea durante la pandemia de COVID-19 en China»

28 de abril de 2020

Xiao Yang jamás olvidará el invierno de 2019/2020 en Wuhan, China. Durante los 60 días que trabajó en un hospital improvisado como enfermero de urgencias, vio la vida y la muerte, la felicidad y la pena, las lágrimas y las risas.

Xiao se ofreció como voluntario para ir a Wuhan desde su ciudad natal, Beijing, para salvar vidas. «Salvar vidas es responsabilidad de todos los trabajadores médicos», afirma. Esta dedicación está profundamente arraigada en su familia: hace 17 años, su padre trabajó como médico en la primera línea de la epidemia de SARS.

Xiao no le dijo a su novio que se iba a Wuhan hasta el último minuto. «No quería que fuera, pero respetó mi decisión», dice Xiao.

La noche de su llegada a Wuhan, los voluntarios se dividieron en dos grupos: cuidados intensivos y casos leves.

Xiao fue asignado a cuidados intensivos. Para su protección, se le exigió que usara cinco guantes y dos mascarillas. Sin embargo, la mayoría de los guantes eran demasiado pequeños para él. Al llevarlos durante más de 20 minutos le hacían daño. También le costaba respirar. «Era como si alguien estuviese cubriéndome la boca todo el tiempo», afirma.

Lo peor para Xiao es que él es asmático.  Si le daba un ataque de asma, no tendría tiempo de alcanzar su medicina por todo el equipo de protección que llevaría.

«Todos los trabajadores médicos grabamos unas últimas palabras para nuestras familias en nuestros teléfonos», afirma.

Su novio, Lin Feng, es policía. Él también está mucho más ocupado ahora debido a la pandemia de COVID-19. Cuando el COVID-19 irrumpió por primera vez en Beijing, estuvo de guardia durante muchas horas, inspeccionando las autopistas, calles y zonas residenciales.

Cuando estaban separados, la mensajería instantánea era su única vía de comunicación. Cubierto de nieve después de terminar su turno de noche, recibió un mensaje de texto de Xiao recordándole que se pusiera ropa más gruesa. Su respuesta: «Tú cuida de tus pacientes. Yo te cuido a ti».

Seis días después de su llegada a Wuhan, Xiao se dio cuenta de que la muerte podía estar cerca.

Mientras caminaba por la sala, vio cómo un paciente experimentaba una fuerte caída del nivel de oxígeno en sangre e insuficiencia respiratoria. Corrió a intubarlo, la manera más efectiva de mantenerlo con vida. Pero lo hizo con demasiada energía y su traje protector se rompió por la espalda; un compañero le tapó el agujero para que pudiera seguir trabajando.

Cuando el paciente estaba estable, Xiao no podía apenas respirar y sentía unos dolores punzantes en las manos, los oídos y la cara: había llevado las mascarillas, los guantes y el traje protector demasiado tiempo. Cuando desaparecieron los dolores, le invadió el miedo. Por el agujero se podía haber infectado fácilmente por el nuevo coronavirus. Además, le recordaba los riesgos a los que se enfrentaba todos los días. «Solo puedo rezar para estar bien», explica. «Estaba preparado para lo peor cuando decidí venir».

Muchas personas de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales, como Xiao y Lin, han trabajado duro para contener el virus y salvar vidas durante la pandemia. En el Centro de Wuhan de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero, 26 voluntarios trabajaron contra reloj para entregar medicinas a las personas que viven con el VIH. Desde ONUSIDA, nos sentimos orgullosos de haber apoyado sus esfuerzos conectando el centro con las autoridades sanitarias locales para facilitar la entrega de medicinas. También ayudamos a que las recibiera la población china seropositiva residente en el extranjero y apoyamos la creación de un número de atención que ofrecía servicios de asesoramiento para las personas que viven con el VIH. En consecuencia, los centros pudieron entregar medicinas a más de 2600 personas y el número de atención ayudó a otras 5500.

«En principio iba a estar una semana, pero me la extendieron a tres y después a más tiempo», afirma Xiao, conteniendo las lágrimas.

Se fue a principios de abril, cuando disminuyó la pandemia de COVID-19 en la ciudad. Dice que lo recordará todo, pero no quiere revivirlo. Nadie debería.

Ahora, a salvo con su novio en Beijing, recuerda las palabras del piloto en el vuelo a Wuhan: «Este vuelo es de Beijing a Beijing, con escala en Wuhan. Cuando hayan ganado la batalla, los llevaremos de vuelta a casa».

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