Reportaje

Stephen Watiti: una trayectoria personal que deja marca en otros

27 de noviembre de 2020

Casi cuarenta años tras el comienzo de la respuesta al VIH, el mejor acceso al tratamiento contra el VIH significa que 26 millones de personas que viven con el VIH en todo el mundo y reciben tratamiento contra él pueden disfrutar de vidas largas y sanas. Pero ¿cómo es la atención sanitaria a una población cada vez más mayor de personas que viven con el VIH?

Tras haber vivido con VIH durante más de 30 años, esto es algo a lo que ha estado dando vueltas el ugandés Stephen Watiti, de 66 años. 

«Mis necesidades van a ir cambiando... y en el futuro la mayor parte de las personas que vivan con el VIH tendrán 50 años o más», dijo el célebre médico, que trabaja en el Hospital Mildmay Uganda en Kampala.  

En la región de África oriental y meridional, aproximadamente 3,6 millones de los 20,7 millones de personas que viven con el VIH tienen más de 50 años.

El nuevo informe de ONUSIDA sobre el Día Mundial del Sida, Prevailing against pandemics by putting people at the centre, demanda una respuesta al VIH diferenciada que sea más intensiva, así como más efectiva a la hora de asegurar que llegamos a quienes se ha dejado atrás hasta ahora. Esto incluye expandir el acceso al tratamiento de manera equitativa, mediante la prestación de servicios integrales de salud, adaptados a las diferentes edades y personas. 

Las personas que viven con el VIH deberían recibir apoyo para poder llevar vidas largas y sanas, y las personas de más de 50 años de edad deberían tener un acceso igualitario a la protección social, el empleo y la integración social.

Según el Sr. Watiti, se le ha prestado poca atención a este fenómeno. «Hemos trabajado mucho en el área del VIH pediátrico. En lo que respecta al HIV geriátrico, no hay nadie que se haya formado en preparación para ello», explicó. 

En 1999, una época sin tratamiento contra el VIH ni demasiados conocimientos o formación acerca del VIH entre las personas de África oriental y meridional, el Sr. Watiti experimentó múltiples enfermedades relacionadas con el sida. Tuvo una experiencia cercana a la muerte «aterradora» en la que su recuento de linfocitos CD4 cayó en picado. Su cuerpo enfermo tuvo que enfrentarse a la tuberculosis, la meningitis criptocócica y el sarcoma de Kaposi, todo al mismo tiempo. 

El Sr. Watiti comenzó a recibir tratamiento contra el VIH en el año 2000. Sin embargo, debido a los precios de los medicamentos antirretrovirales de su régimen en ese momento y al acceso a ellos, su observancia fue deficiente y enfermó por el fracaso del tratamiento.

En 2003, con un nuevo régimen antirretroviral y el apoyo inquebrantable de un asesor de la Organización para el apoyo a la lucha contra el sida de Uganda, el Sr. Watiti se dio cuenta de que ya no se «estaba muriendo».

Durante esta época, se dio cuenta de que necesitaba educar e inspirar a sus pacientes que vivían con el VIH. Así que volvió al trabajo.

El Sr. Watiti ha llegado muy lejos. A pesar de vivir con incertidumbre, como parte de una generación más mayor que vive con el VIH, el Sr. Watiti tiene la intención de vivir una vida plena, practicando medicina hasta bien entrado en los setenta.

«Tendré que continuar tragándome esta medicina, a no ser que haya una cura para entonces», dijo.

No obstante, el Sr. Watiti quiere saber qué se puede hacer para asegurar que las personas que viven con el VIH que están recibiendo tratamiento tengan una buena calidad de vida, con acceso a servicios de salud mental incluido.

Esta es una pregunta que formuló durante una conversación con la directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, durante la presentación del informe de ONUSIDA sobre el Día Mundial del Sida.

La Sra. Byanyima estaba de acuerdo. «Teniendo en cuenta que hay personas que van a vivir a base de pastillas el resto de sus días y que a veces están viviendo en situación de pobreza u ocultando su secreto a causa del estigma, esto supone un gran reto para su bienestar mental y emocional», declaró. «Las personas que viven con el VIH necesitan un paquete de servicios más amplio y exhaustivo, y que incluya la salud mental. La respuesta al sida no puede limitarse solo a las pastillas».

El Sr. Watiti fue un símbolo de esperanza para personas que vivían con el VIH en una época en la que las posibilidades de sobrevivir al sida eran desalentadoras y es un ejemplo de resistencia para las personas que viven con el VIH en la actualidad. 

El Sr. Watiti dice que, al aconsejar a sus pacientes para superar el estigma sobre el VIH y acerca de la importancia de ser diligentes a la hora de tomar su medicación, es como si se estuviera hablando a sí mismo: «Para ser sinceros, a quien más he ayudado es a mí mismo».