Reportaje

«Quizás yo soy la afortunada»

03 de febrero de 2021

Una prueba del VIH espontánea que arrojó un resultado positivo cambió para siempre la vida de Martha Clara Nakato. Cuando la Srta. Nakato, quien vive en Uganda, descubrió que vivía con el VIH, tenía tan solo 14 años y jamás había mantenido relaciones sexuales.

«Yo solo fui a acompañar a mi hermano mellizo. Le iban a hacer la prueba y quise estar con él. Nunca imaginé que un simple test fuera a cambiar mi vida de esa forma y para siempre», admite mientras recuerda el estado de shock y la confusión que la invadieron al ver el resultado.

La prueba del VIH de su hermano salió negativa. 

Al poco tiempo, el padre de la Srta. Nakato le confesó que ella había nacido con el VIH. Es la única de ocho hermanos y hermanas que contrajo el virus de su madre. Perdió a su progenitora como consecuencia de una enfermedad relacionada con el sida cuando solo tenía 5 años. 

«No entiendo por qué me pasó. Quizá yo fui la afortunada, quizá aquello me sucedió a mí por algo. Al echar la vista atrás, ahora sé que la única manera de hallar tu propósito en la vida es pensando en aquello que mayor dolor te causó», señala la Srta. Nakato.

Martha ha transformado su dolor en una tremenda fuerza y actualmente trabaja como defensora de los derechos humanos y del VIH en la Red Ugandesa de Jóvenes que viven con el VIH/sida (UNYPA, por sus siglas en inglés). 

En el año 2019 fue reconocida como una de las cinco caras con nombre y apellidos del Fondo Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria que lideró la sexta campaña de reposición de fondos de todo el mundo.

«Me dedico mucho al asesoramiento y las charlas motivacionales», explica la Srta. Nakato, quien pone como ejemplo su propio testimonio para demostrar de qué manera la adherencia al tratamiento del VIH puede ayudar a las personas que viven con el VIH a llevar una vida satisfactoria y plena. 

Gran parte de esa labor de Martha implica interactuar con los jóvenes en sus propias comunidades. Para ella lo mejor es, ante todo, un encuentro en persona para poder hablar. Como consecuencia del brote de la COVID-19, tuvo que replantearse de qué manera llegar a los grupos más jóvenes de la población respetando las medidas de distanciamiento social impuestas por la pandemia.

«La mayor parte de mi agenda consistía en encuentros cara a cara que tenían que dejar de celebrarse. Puesto que los jóvenes de las zonas rurales no tienen acceso a Internet y carecen de smartphones, realmente nos enfrentábamos a un desafío ingente», reconoce la Srta. Nakato.

Aun así, ella y su equipo se dieron cuenta de la enorme importancia de llegar a los más jóvenes a través de las las redes sociales, como Facebook, para hacer llegar su mensaje. 

ONUSIDA brinda apoyo técnico y económico a la cumbre de jóvenes y el concurso de belleza Y+, ambos eventos organizados por UNYPA. Precisamente el certamen de belleza consiste en coronar a un Míster y una Miss Y+, una excusa para animar a los jóvenes que viven con el VIH a juntarse, celebrar su belleza y abordar las cuestiones referentes al estigma y la discriminación relacionadas con el VIH.

Durante el brote de la COVID-19, ONUSIDA se aseguró de que las organizaciones basadas en la comunidad como UNYPA tuvieran acceso a plataformas nacionales (por ejemplo, el secretariado nacional para la COVID-19), de manera que las organizaciones pudieran iniciar un diálogo con el Gobierno para lograr ayudas de emergencia y programas de asistencia alimentaria mejores para brindar apoyo a las comunidades que más lo necesitan.

La Srta. Nakato nació en el año 1996, en un momento en el que el tratamiento para el VIH resultaba inaccesible en Uganda. Solo en ese año, 34 000 niños de entre 0 y 14 años contrajeron el VIH. 

Hoy en día, el 95 % de las mujeres que viven con el VIH en Uganda tienen acceso a los servicios para evitar la transmisión vertical (de madre a hijo) del VIH. De este modo, se observa una importante caída en la transmisión vertical y desde el año 2009 el país ha logrado una reducción de un 86 % en el número de infecciones por el VIH entre niños. 

«No quiero dar a luz a un niño que sea seropositivo ni ver a ninguna otra mujer joven que tenga que pasar por ello. En este momento tenemos todo lo que hace falta para evitar que esto suceda. La situación no es la misma que en el pasado, cuando nadie tenía la opción», insiste. 

Como la gran activista del sida que es, la Srta. Nakato tiene ambiciosos planes tanto para ella como para toda la sociedad, y su mayor deseo es conseguir un mundo sin sida. De este modo, destaca la importancia de adherirse al tratamiento para el VIH con el objeto de convertir ese sueño en realidad.

«Si hay algo que sé bien es que soy la prueba de que el tratamiento funciona. Soy la prueba de lo que de verdad es el amor propio», apunta.