Reportaje

Atrapado en Nepal sin medicamentos para el VIH

15 de marzo de 2021

Wang Tang (nombre ficticio) nunca había estado en Nepal, pero a finales de marzo de 2020 era uno de los pocos países que no había cerrado sus fronteras con China. Dado que estaba desesperado por irse de Pekín, tras haber tenido que quedarse en casa durante meses después de que el brote de coronavirus se propagara por toda China, compró un billete.

Pero, unos días después de su llegada, mientras estaba en Pokhara, la cuarta parada de su viaje, el gobierno local anunció el cierre de la ciudad. Escuchó que el confinamiento no duraría más de un mes.

Como es una persona que vive con el VIH, había llevado suficiente tratamiento contra el VIH para un mes. Sin embargo, pronto se enteró de que la reapertura de la ciudad se iba a posponer, lo que significaba que corría el riesgo de quedarse sin los medicamentos que necesitaba tomar con regularidad para suprimir su carga vírica y mantenerse sano.

El Sr. Wang tragó saliva mientras contaba las pastillas que le quedaban. No tenía ni idea de cómo conseguir más.

A medida que el confinamiento se prolongaba, parecía no ver el final. El Sr. Wang empezó a tomar sus medicamentos cada dos días para que su suministro durara un poco más. 

Se puso en contacto con sus amigos, con la esperanza de que le enviaran medicamentos a Nepal, pero no pudieron. El país estaba confinado, no se podía importar nada.

Entonces, el Sr. Wang se puso en contacto con su amigo Mu-Mu, director de Beijing Red Pomegranate, una organización no gubernamental que presta servicios voluntarios a personas que viven con el VIH. Con la ayuda de Mu-Mu, el Sr. Wang había aprendido cómo conseguir el tratamiento contra el VIH después de ser diagnosticado. Puesto que se conocían desde hace muchos años, Mu-Mu contaba con la confianza de su amigo. Mu-Mu se puso en contacto con la Oficina de ONUSIDA en China para ver si era posible entregar los medicamentos al Sr. Wang. Un miembro del personal de ONUSIDA enseguida se puso en contacto con la Oficina de ONUSIDA en Nepal.

Todo pasó tan rápido que el Sr. Wang se quedó asombrado cuando recibió un mensaje de Priti Acharya, que trabaja para AHF Nepal y con la que se había puesto en contacto la Oficina de ONUSIDA en Nepal, en el que decía que le llevaría los medicamentos.

Al día siguiente, la Sra. Acharya recorrió 15 km en moto por un camino polvoriento antes de llegar al lugar donde se iba a reunir con el Sr. Wang. Cuando bajó de las montañas para reunirse con ella, la Sra. Acharya, empapada en sudor, lo estaba esperando bajo el sol del mediodía.

«Estaba muy feliz y agradecido por su duro trabajo. A cambio, ella me ofreció una alegre sonrisa nepalí e instrucciones detalladas acerca de la dosis del medicamento», dijo el señor Wang.

Se hicieron una fotografía juntos y luego el señor Wang observó cómo la señora Acharya se marchaba en su motocicleta. Su imagen, desvaneciéndose en la distancia, ha quedado grabada en su memoria. Para asistir al encuentro, que duró cinco minutos, la señora Acharya tuvo que hacer un viaje de más de 30 km ida y vuelta.

«Durante aproximadamente medio mes había estado padeciendo dolor y ansiedad casi de forma diaria debido a la ausencia de medicación y a la soledad que me provocaba estar sola en un país extranjero. No me podía creer que hubiera conseguido los medicamentos para el VIH en tan poco tiempo», dijo el señor Wang. Después del viaje le escribió a la señora Acharya explicándole lo importantes que eran los medicamentos que ahora estaban a su alcance: «son capaces de salvar vidas».

Al finalizar su estancia en Nepal, el señor Wang quiso hacer algo por ONUSIDA. Como es un fotógrafo experimentado, se ofreció voluntario para llevar a cabo una sesión de fotos para la oficina de Nepal de ONUSIDA.

El tema que escogió fue el antiguo jugador de fútbol Gopal Shrestha, la imagen de una organización benéfica que lucha contra el VIH en Nepal y la primera persona que vive con el VIH en alcanzar la cima del Monte Everest. Tras haber sido diagnosticado con VIH en 1994, el señor Shrestha lanzó la campaña Step-Up y dedicó muchos años a escalar montañas alrededor del mundo, con la ilusión de dar fuerza y esperanza a aquellas personas que viven con el VIH.

En 2019 el señor Shrestha alcanzó el pico de la montaña más alta del mundo, el Monte Everest, registrando un logro histórico para las personas que viven con el VIH. «Si 28 000 personas ya han sido capaces de escalar el Monte Everest, ¿por qué no iba a poder hacerlo yo?», añadió. «Al escalar la montaña más grande del mundo, lo que quiero es probar que no somos diferentes al resto y que todos podemos marcar la diferencia».

«En cuanto lo vi, me di cuenta de que era un hombre sofisticado», dijo el señor Wang. El señor Shrestha posó de forma natural delante de la cámara sin necesidad de ninguna instrucción. Irradiaba confianza y encanto. Sus ojos, felices y satisfechos, reflejaban la belleza de la naturaleza. «Los ojos son verdaderamente el espejo del alma», confesó el señor Wang.

El señor Wang está deseando volver a Nepal. Con el fin de la pandemia, las orillas del lago Pokhara se inundarán de turistas y espera ver la pequeña ciudad de la montaña repleta de gente, como en los viejos tiempos.

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