Reportaje

«Con los miles de millones que se han gastado en esta guerra sin sentido, podríamos encontrar la cura del VIH, acabar con la pobreza y solucionar otras crisis humanitarias»

23 de marzo de 2022

Yana Panfilova es ucraniana y nació con VIH.  Cuando tenía 16 años creó Teenergizer, una organización de la sociedad civil para apoyar a los adolescentes y jóvenes que viven con el VIH en Ucrania.  Desde 2016, Teenergizer ha estado trabajando internacionalmente promoviendo los derechos de los adolescentes y los jóvenes en Ucrania y en siete ciudades de cinco países en Europa oriental y Asia central.  En 2019, la organización empezó a facilitar asesoramiento inter pares y apoyo psicológico a adolescentes y ha formado a más de 120 consultores-psicólogos online para ayudar a los jóvenes de la región.  En junio de 2021, participó en la apertura de la Reunión de alto nivel sobre el sida en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Cuando estalló la guerra en Ucrania, ella y su familia abandonaron Kiev y se trasladaron a Berlín, Alemania. Desde allí continúa trabajando para apoyar a los jóvenes que viven con el VIH en Ucrania.

¿Por qué y cómo saliste de Kiev?

Cuando vi a personas patrullando las calles con metralletas a los pocos días del comienzo de la invasión rusa, me di cuenta de que teníamos que tomar una decisión que nos iba a cambiar la vida.  Tuve que convencer a mi madre de que teníamos que irnos porque no quería marcharse.  Hicimos las maletas en menos de una hora, condujimos hasta la estación de tren de Kiev, dejamos allí nuestro coche y nos montamos en el primer tren que encontramos.  Había mucha gente, madres, niños, padres y hermanos despidiéndose de sus familias. Todo el mundo estaba aterrorizado.  Estuvimos 12 horas de pie en el tren, con las maletas y nuestro gato.  Cuando nos reunimos con nuestra abuela y su perro en la primera parada, viajamos juntas desde Ucrania, cruzamos la frontera a Polonia y seguimos hasta Berlín. El viaje duró siete días. Fue el viaje más arduo y difícil de mi vida —no quería irme de mi hermosa Kiev sin saber dónde acabaríamos.  Ahora estamos aquí en Berlín como refugiadas, sanas y salvas, pero aún no asimilo todo lo que hemos pasado y estoy muy preocupada por todo lo que está pasando el pueblo ucraniano. Pero al menos estamos a salvo y juntas —mi madre, mi abuela y su perro y mi gato y yo. He tenido suerte de haber traído suficiente tratamiento antirretroviral para unos dos meses.

¿Estás asentada en Berlín?

Sigo en un limbo, como millones de mujeres y niños ucranianos que han hecho este viaje.  Pero todas las personas que hemos conocido han sido muy amables y acogedoras.  Ahora estamos aclarando algunos aspectos legales sobre cómo residir en Berlín durante las próximas semanas y cómo podemos acceder a los servicios sociales y médicos locales.  Tampoco sabemos todavía cómo podemos alquilar un apartamento.  Hemos pedido cita online en el Ayuntamiento de Berlín para aclarar algunos detalles con ellos.  Están trabajando para proporcionarme un seguro médico y así conseguir atención médica y acceso ininterrumpido al tratamiento del VIH.

También estoy en contacto con Berliner Aids-Hilfe, una de las organizaciones no gubernamentales dedicadas al VIH más antiguas de Europa; desde la guerra en la antigua Yugoslavia tienen mucha experiencia trabajando con migrantes que viven con el VIH.  Han sido maravillosos, dispuestos a ayudar proporcionando acceso a terapia antirretroviral, así como a otras necesidades que los ucranianos que viven con VIH pueden tener aquí en Berlín.

Así que estás más o menos a salvo ahora. ¿Cómo les va a los otros jóvenes de Teenergizer?

La mayoría de nuestros adolescentes que viven con VIH ya han abandonado Ucrania y ahora están en Estonia, Alemania, Lituania, Polonia y otros países.  Estamos en contacto con la mayoría de ellos todos los días.  Algunos de nuestros activistas han elegido permanecer con sus padres en Kiev y otras ciudades que están siendo atacadas.  Ahora estamos esclareciendo la información más reciente e intentando localizar a todo el mundo y comprobar si están a salvo.  Pero este proceso no es ni fácil ni rápido.  Todo el mundo está intentando sobrevivir y mantener el contacto en estos momentos.  Nuestro personal, educadores inter pares y clientes se encuentran ahora repartidos entre distintos países, cada uno con sus propias leyes, pautas de administración del tratamiento y acceso a Internet.  Los que permanecen en Kiev están conectados con nuestros asociados, que les siguen proporcionando acceso a terapia antirretroviral y asistencia humanitaria de emergencia.  La mayoría de nuestros consultores-psicólogos continúan proporcionando asistencia online a aquellos que más lo necesitan.

¿Cuáles son las dificultades con las que tienes que lidiar para permanecer en Berlín?

Las personas de Berlín y todos los alemanes que hemos conocido desde que hemos llegado han sido muy amables y acogedores. Estamos muy agradecidas.  Sé que las ciudades de toda Europa están esforzándose para apoyar a millones de ucranianos, pero dudo que hubiésemos podido encontrar un lugar más seguro y tolerante que Berlín.

Por supuesto, nuestras dudas más urgentes son de naturaleza legal, relacionadas con el estatus temporal aquí y, en segundo lugar, con el acceso a la atención médica y a la terapia antirretroviral.  En tercer lugar, el acceso a una vivienda. Nunca pensé que buscar alojamiento pudiera ser tan importante y tan estresante.  Voluntarios locales están ayudando sin cesar y millones de europeos han ofrecido sus viviendas.  Pero para los cientos de miles de ucranianos que todavía están viviendo en almacenes, refugios y otros alojamientos temporales, la ausencia de un lugar al que puedas llamar hogar temporalmente es desmoralizador.

¿Qué crees que es fundamental que sigamos haciendo ahora?

Independientemente de lo que suceda con la guerra, tenemos que continuar apoyándonos entre nosotros en la familia de Teenergizer.  En Ucrania, luchamos durante años para que se protegieran los derechos y la salud de los jóvenes que vivimos con el VIH.  Y ahora parece que todo lo que nos ha costado tanto lograr ha desaparecido de la noche a la mañana.  En plena crisis, tenemos que seguir luchando por nuestros derechos y centrarnos en las necesidades urgentes a las que se enfrentan los miembros más vulnerables de la red de Teenergizer.  Tengo mucha suerte de estar viva y a salvo aquí en Alemania.  Pero muchos de nuestros amigos siguen en Kiev y en otras ciudades de Ucrania, luchando por sus vidas y por nuestro país.  Algunos no tienen forma de escapar y otros no quieren abandonar sus hogares ni a sus familias.  Ahora más que nunca necesitan que les respaldemos y les aseguremos que continuaremos haciendo todo lo que esté en nuestras manos para apoyarlos cuando más lo necesiten.

En primer lugar, debemos guiarlos en esta nueva crisis y continuar con los servicios de emergencia: tratamiento contra el VIH para aquellos que lo necesiten urgentemente y servicios de prevención y pruebas. En segundo lugar, durante esta crisis, debemos continuar proporcionando a los jóvenes servicios de salud mental, especialmente asesoramiento inter pares.  En nuestra región, el VIH es más un problema social que médico.  Hoy en día, los jóvenes ucranianos que viven con el VIH se enfrentan a una triple crisis: de salud, de seguridad y de depresión y estrés grave provocado por la guerra.  Los psicólogos lo llaman TEPT. Este trauma persistirá durante toda una generación completa de ucranianos.  Los jóvenes que necesitan apoyo psicológico profesional empezarán a consumir drogas y algunos contraerán el VIH, pero estarán demasiado asustados o avergonzados como para pedir ayuda en la crisis actual.  Lo mismo sucede con las adolescentes y las mujeres que no pueden ejercer sus derechos sexuales y reproductivos, o los jóvenes que no utilizan preservativo durante los actos sexuales, o los millones de mujeres ucranianas que corren el riesgo de ser explotadas al estar solas en Europa, lejos de sus familias y amigos.  Actualmente, miles de adolescentes que siguen en Ucrania y que viven con el VIH tienen miedo de revelar su estado.  Muchos todavía no saben ni cómo protegerse del VIH ni de la violencia de la guerra.  Millones de jóvenes ucranianos tienen que lidiar solos con su ansiedad y sus miedos, y una generación al completo va a enfrentarse a trastornos de estrés postraumático. Esto requiere atención inmediata.  Estoy segura de que si proporcionamos aunque sea solo servicios básicos de asesoramiento y apoyo, los jóvenes que se enfrentan a múltiples crisis tendrán más herramientas para lidiar con sus problemas en el futuro.

Pase lo que pase tenemos que presionar a los políticos para que escuchen a los jóvenes y les permitan formar parte de los procesos de toma de decisiones sobre su propia salud y su futuro.  La voz de los jóvenes, especialmente de las mujeres jóvenes, debe alzarse para acabar con la guerra y reconstruir Ucrania.

¿Cómo se presenta el futuro de Teenergizer?

Ahora mismo, mi país, mi familia y yo nos enfrentamos a la mayor crisis de nuestras vidas.  Así que si no estoy segura de lo que ocurrirá mañana, es muy difícil ver lo que nos depara el futuro.  A lo largo de los años, hemos construido una familia de verdad: equipos de jóvenes líderes de Teenergizer en diversas ciudades de Europa oriental y Asia central —en Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Ucrania e incluso en Rusia.  Pero ahora estamos divididos.  Tras la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill afirmó que se levantaría un muro.  Y creo que un nuevo muro se está alzando ahora.

¿Qué dirías hoy si volvieras a estar en el podio de la Asamblea General de las Naciones Unidas?

Estamos viviendo una guerra entre el viejo mundo y el nuevo mundo.

Somos jóvenes que quieren vivir en un nuevo mundo, donde no existan las guerras, donde se erradiquen las pandemias como el VIH, la tuberculosis y la COVID-19, donde la pobreza y el cambio climático sean algo del pasado.   En este nuevo mundo, todas las personas, independientemente de quiénes sean o a quién amen, del idioma que hablen o el pasaporte que tengan, pueden disfrutar de la libertad, vivir su vida con dignidad, viajar y desplazarse en un mundo en paz con países que abran sus fronteras.  Hemos aprendido lo importante y valioso que esto es en los últimos años cuando los ucranianos podían viajar.  Hemos visto cómo las personas pacíficas vivían en otros lugares del mundo y nos ha hecho valorar la belleza y la libertad que tenemos en Ucrania.  Hoy más que nunca, solo entendemos lo que queremos reconstruir en nuestro país cuando lo comparamos con los valores de otros países.

Y es el viejo mundo el que está financiando y manteniendo esta guerra.  Esto es un camino a ninguna parte.

Con los miles de millones que se han gastado en esta guerra sin sentido, podríamos encontrar la cura del VIH, acabar con la pobreza y solucionar otras crisis humanitarias.

El nuevo mundo consiste en desarrollo, no en destrucción.  Se trata de ser capaz de mejorarte a ti mismo y la calidad de tu vida apoyando a los demás para que hagan lo mismo.

Todo tiene un final.  Y la guerra acabará en algún momento.  ¿Qué harás el primer día después del fin de la guerra?

Empezaré a leer Guerra y paz de Leo Tolstoy.