Declaración de prensa

Las consecuencias del COVID-19 se hacen notar: el número de muertes por tuberculosis entre personas que viven con el VIH aumenta por primera vez desde 2006

En el Día Mundial de la Tuberculosis 2022, ONUSIDA recalca la necesidad de diagnosticar y tratar la tuberculosis, ya que por primera vez las muertes entre personas que viven con el VIH a causa de esta enfermedad aumentan tras años de descenso progresivo

GINEBRA, 23 de marzo 2022 — La tuberculosis es la principal causa de muerte entre las personas que viven con el VIH; aproximadamente, una de cada tres muertes relacionadas con el sida se deben a dicha enfermedad. Entre 2006 y 2019, se produjo un descenso del 68 % en el número de muertes por tuberculosis entre personas que viven con el VIH, gracias a planes de acción colectiva de alto alcance para prevenir, diagnosticar y tratar ambas enfermedades. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud anunció en su Informe Mundial sobre la Tuberculosis de 2021 que esta cifra había aumentado por primera vez en 13 años, de 209 000 muertes en 2019 a 214 000 en 2020.

“El aumento en el número de muertes por tuberculosis entre personas que viven con el VIH es alarmante, y pone de manifiesto la fragilidad del progreso conseguido durante la pandemia”, afirma Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. “Con la aparición de la COVID-19, se ha dejado de lado al VIH y a la tuberculosis, y el mundo se ha centrado en enfrentarse a la nueva pandemia. Esto ha implicado que se han perdido vidas sin necesidad, y no se han cumplido objetivos importantes relacionados con el VIH, la tuberculosis y otras enfermedades. Es necesario actuar cuanto antes con mayor inversión para ponernos de nuevo en marcha.”

Las personas que viven con el VIH tienen 18 veces más posibilidades de enfermar de tuberculosis. A pesar de que el 85 % de las personas que contraen tuberculosis son tratadas con éxito, esta cifra es más baste baja entre personas que viven con el VIH, se sitúa en torno al 77 %. Esto demuestra la importancia de aumentar los esfuerzos de prevención y el tratamiento de ambas enfermedades.

La actuación colectiva y coordinada en este ámbito ha salvado vidas en los últimos años. Entre 2018 y 2020, 7,5 millones de personas que viven con el VIH recibieron tratamiento preventivo contra la tuberculosis, superando el objetivo mundial de 6 millones. Pero aún queda mucho por hacer para acabar con las desigualdades de fondo que contribuyen a la propagación del VIH y la tuberculosis.

Concretamente, los refugiados y las personas desplazadas tienen un riesgo muy alto de contraer tuberculosis. A finales de 2020, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados informó que alrededor de 82,4 millones de personas tuvieron que abandonar su hogar. La guerra en Ucrania ha forzado a 3,5 millones de personas abandonen el país, y hay muchas más que se han desplazado dentro de las propias fronteras. Es crucial que Ucrania y los países colindantes reciban apoyo urgente para poder proporcionar servicios sanitarios esenciales a las personas afectadas por la guerra, incluidos los relacionados con la tuberculosis y el VIH.   

“En este momento de crisis, tenemos la oportunidad de crear un futuro resiliente a la pandemia, siempre que nuestros líderes trabajen juntos para acabar con las desigualdades que nos ponen a todos en peligro”, declara Byanyima. “Mientras que el sida, la tuberculosis y la COVID-19 se propagan cada una de una forma distinta, nosotros somos testigo de como la desigualdad socio-económica facilita este proceso y hace que ciertas comunidades sean más vulnerables, lo que pone al mundo entero en peligro. Podemos abordar estas desigualdades, o podemos permitir que estas pandemias prosigan. Depende de nosotros.”

El Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria (Fondo Mundial) es el principal financiador de programas relativos a la tuberculosis. Sin embargo, la COVID-19 ha tenido consecuencias devastadoras. Entre 2019 y 2020 el numero de personas que recibían tratamiento por tuberculosis en países donde el Fondo Mundial actúa se redujo en 1 millón. Este año, tras su séptimo reabastecimiento, el Fondo Mundial pide 18 mil millones de dólares americanos adicionales para poder salvar 20 millones de vidas y así retomar los esfuerzos para acabar con el VIH, la tuberculosis y la malaria. Para exterminar estas tres enfermedades en 2030 y construir sistemas sanitarios que puedan responder ante futuras pandemias es esencial que el Fondo Mundial esté preparado económicamente.

ONUSIDA continúa trabajando con sus asociados para poder alcanzar los objetivos relacionados con VIH y tuberculosis fijados para 2025. Estos incluyen garantizar que el 90% de las personas que viven con el VIH reciben tratamiento preventivo para la tuberculosis, además de reducir el número de muertes relacionadas de con la tuberculosis entre este colectivo en un 80%, en comparación con el año 2010. Para que esto sea posible el Fondo Mundial necesita financiación, además de que se invierta en investigación y desarrollo, en la mejora de los servicios, y en la adopción de estrategias nuevas e innovadoras para ayudar a todo el que lo necesite.

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

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