CERO DISCRIMINACIÓN CONTRA LAS MUJERES Y LAS NIÑAS
En el Día de la Cero Discriminación que celebramos este año, ONUSIDA se plantea como reto poner fin a la discriminación a la que se enfrentan las mujeres y las niñas en toda su diversidad. Con el propósito de concienciar y llamar a la acción para promover la igualdad y el empoderamiento de mujeres y niñas.
Si bien algunos países han avanzado mucho en su camino hacia una mayor igualdad de género, la discriminación contra las mujeres y las niñas sigue existiendo en todos los rincones del globo. Entrecruzada con otras formas de discriminación basadas, por ejemplo, en los ingresos, la raza, la etnia, la discapacidad, la orientación sexual o la identidad de género, las violaciones de estos derechos afectan desproporcionadamente a las mujeres y las niñas. A la larga, la desigualdad de género mina la salud y el bienestar de todo el mundo. En muchos países siguen en vigor las leyes que discriminan a las mujeres y a las niñas, mientras la legislación para reconocer los derechos básicos de las mujeres y protegerlas del daño y el tratamiento desigual está lejos de convertirse en norma.
ONUSIDA insta a la cero discriminación contra las mujeres y las niñas
GINEBRA, 1 de marzo de 2020—En el Día de la Cero Discriminación, el cual se celebra el 1 de marzo de cada año, ONUSIDA llama a poner fin a la discriminación contra las mujeres y las niñas y a conseguir los mismos derechos, trato y oportunidades.
A pesar del progreso alcanzado en algunas áreas, las prácticas coercitivas, la legislación discriminatoria, y la violencia de género son solo algunas de las violaciones de los derechos humanos que continúan impactando de manera desproporcionada en las vidas de las mujeres y las niñas de todo el mundo. ONUSIDA está destacando áreas en las que impera la necesidad de cambio: igual participación en la vida política; derechos humanos y leyes que empoderen; justicia económica: igual salario por igual trabajo; poner fin a la violencia de género; brindar atención médica sin estigma ni barreras; acceso igualitario y gratuito a la educación primaria y secundaria; y justicia climática.
Como Directora Ejecutiva de ONUSIDA, lidero la gran labor que realizan las Naciones Unidas para poner fin al sida. Al mismo tiempo, soy también alguien que ha perdido a miembros de su familia como consecuencia del sida, por lo que vivo el sida de manera personal.
Tanto mi propia experiencia familiar como nuestra experiencia colectiva en las Naciones Unidas han puesto de manifiesto la misma enseñanza clave: la lucha para derrotar al sida es inseparable de la lucha por los derechos de las mujeres y de la lucha contra todas las formas de discriminación existentes.
Se puede vencer al sida, pero solo lo venceremos si acabamos con todas las injusticias económicas y sociales que lo perpetúan, y fomentamos la consecución de más innovaciones científicas para satisfacer las verdaderas necesidades de las mujeres y de las niñas que viven con el VIH y que son vulnerables a la infección.