Reportaje
Marcando la diferencia: ONUSIDA en el Irán
13 de mayo de 2008
13 mayo 200813 mayo 2008HamidReza Satayesh obtuvo el puesto de coordinador de ONUSIDA en el momento en el que se estableció la delegación de ONUSIDA en el Irán, en marzo de 2005. Al igual que la mayoría de quienes tienen su mismo puesto en otros países, la coordinación de la respuesta nacional de las Naciones Unidas al sida le ocupa todo su tiempo. En el Irán, 13 delegaciones de las Naciones Unidas conforman el Equipo conjunto de las Naciones Unidas sobre el sida, que él preside. Además, la delegación de ONUSIDA también proporciona apoyo técnico al gobierno y a las organizaciones no gubernamentales (ONGs), puesto que, no en vano, se lo considera un socio fiable y de confianza.
“Nuestro mayor logro ha sido la armonización de la respuesta de las Naciones Unidas al sida”, afirma Setayesh. “Fuimos capaces de avanzar y estoy muy satisfecho de ello.” Otros logros importantes en estos tres años en su cargo están relacionados con la mejora de la información estratégica, área en la que el país carece de la suficiente capacidad. ONUSIDA ha ayudado al gobierno en el diseño de pequeños estudios que proporcionen los datos para llevar a cabo las intervenciones de manera satisfactoria.
El principal factor que está estimulando la expansión de la epidemia en el Irán es el uso de equipos de inyección infectados por parte de los consumidores de drogas, al igual que la transmisión sexual. En consecuencia, el trabajo del Equipo conjunto de las Naciones Unidas sobre el sida se centra en el consumo de drogas inyectables: "Nuestra prioridad es ayudar a que el gobierno destine recursos para paliar los daños", afirma Setayesh. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), existen en la actualidad 200.000 usuarios de drogas inyectables en el Irán, de los cuales una proporción considerable utiliza el “crack”, que es una forma cristalizada de la heroína.
El trabajo ha dado sus frutos, y ahora el gobierno iraní mantiene una de las políticas más progresistas de reducción del daño que se recuerda en un país en desarrollo. Hay más de 20.000 usuarios de drogas en el programa gubernamental de tratamiento de mantenimiento con metadona, que se inició hace tres años. Se han llevado a cabo importantes reformas que han ayudado al éxito de este programa: aunque el consumo de drogas es un delito, a las personas que se encuentran el tratamiento de desintoxicación no se les considera delincuentes. “Incluso los programas de intercambio de agujas y jeringas pueden considerarse tratamientos, lo que es un gran logro y un paso adelante para acabar con el estigma y facilitar los servicios a los usuarios de drogas inyectables", resalta Setayesh. Según los estudios disponibles más recientes, más del 90 por ciento de los usuarios de drogas de Teherán ha usado agujas limpias en su última inyección.
Hace dos años, el programa para el tratamiento de la droga se extendió a las cárceles en los lugares donde la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) era el principal asociado. “Se ha hecho mucho, pero todavía se puede mejorar”, dice Setayesh. “Los sistemas penitenciarios están intentando introducir tanto los preservativos como el intercambio de agujas, pero es difícil que los prisioneros los usen y, además, se precisaría una reforma que permita ampliar los servicios en las prisiones.”
Sin embargo, el Irán está pasando de tener una epidemia de VIH concentrada en los usuarios de drogas inyectables a una situación más generalizada: esta ya afecta a los compañeros y esposas de los hombres que se inyectan drogas y los antiguos reos. Aunque la reacción entre estos grupos de población clave ha sido notable y progresiva, la respuesta del país hacia otros grupos que asumen comportamientos de riesgo, como los profesionales del sexo o los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, no ha sido suficiente. La homosexualidad constituye un tema delicado en el Irán, y la prestación de servicios a los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres presenta un gran desafío para ONUSIDA, que es el principal programa de las Naciones Unidas en esta región.
Al igual que en otros países, en el Irán, el estigma constituye el principal obstáculo en la respuesta al sida. “Esto se da a diferentes niveles”, dice Setayesh, “y aunque tenemos el apoyo de las comunidades, conseguir el del gobierno y el de los asociados es todavía un reto.”
También está resultando difícil encontrar financiación para nuevas ideas que vayan surgiendo para hacer frente al estigma. “Aunque el gobierno está comprometido, ya gasta mucho dinero en los programas sustitutivos con metadona y en la reducción del daño. Si quieres trabajar con otros grupos, el gobierno está menos interesado y además no se encuenntran donantes que apoyen la iniciativa", afirma Setayesh. “Ni la radio ni la televisión están interesados en afrontar abiertamente la cuestión del estigma, particularmente en lo referido a la transmisión sexual. Para ellas, les resultan mejor las drogas.”
El Equipo conjunto de las Naciones Unidas ha trabajado en la identificación de las principales causas del estigma y poner en marcha un nuevo enfoque para luchar contra él. El Equipo se ha puesto en contacto con aquellos líderes religiosos más importantes que apoyan el principio de que no se debe discriminar a las personas que vivan con el VIH y que se deben destinar recursos públicos para mejorar su salud. “Esto ha ayudado a que las personas que viven con el VIH se expresen y a ponerle un rostro al virus”. Además, el Programa nacional sobre el sida está elaborando
una nueva estrategia, llamada "Prevención Positiva", que cuenta con el apoyo de ONUSIDA y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Setayesh se muestra optimista con respecto a las perspectivas de la respuesta al VIH en Irán. “Creo que todo es posible en este país”, dice. “Es muy progresista en muchos sentidos, y el trabajo del gobierno se basa en la evidencia. Esto nos brinda una gran oportunidad para convencer a los responsables de formular políticas que hagan más por la salud pública". Con estas posturas, Setayesh cree que sería posible acabar con la epidemia. Ya hay evidencia de que los programas sustitutivos con metadona están surtiendo efecto, al disminuir la prevalencia en las prisiones. “Esperamos ver resultados en el plazo de dos años" afirma. “Además, todo ello va a afectar considerablemente a la comunidad de fuera debido a los a los vínculos existentes entre drogas y el comercio sexual. De modo que se trata de una oportunidad de oro bien aprovechada, y espero que así siga."
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