Reportaje

Los proyectos liderados por la comunidad llegan a las poblaciones vulnerables en América Latina y el Caribe

15 de septiembre de 2021

«Hemos cambiado nuestra forma de pensar y nuestra actitud hacia las personas que viven con el VIH. En la selva no hablamos de ello y cada día vemos a más personas que viven con el virus», afirmó Aurora Coronado, miembro de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú.

Fenmucarinap, como se conoce por su acrónimo en español, es una de las 61 organizaciones que han recibido becas de ONUSIDA a través de una iniciativa llamada Soy Clave: de las Comunidades para las Comunidades desde su lanzamiento en mayo de 2020. Los fondos apoyan las soluciones lideradas por la comunidad en la respuesta al VIH durante la pandemia de la COVID-19. «El proyecto nos permitió compartir conocimientos y aprender más sobre el VIH. Ahora estamos transmitiendo todo ese conocimiento adquirido. Hoy hablamos con el corazón a los jóvenes que viven con el VIH, y muchos de ellos ya se ocupan de sí mismos y se preocupan de su tratamiento», añadió la Sra. Coronado.

A casi 5000 kilómetros del proyecto en la selva peruana, en el centro penitenciario de Santa Martha Acatitla, en México, también se puso en marcha otra iniciativa liderada por la comunidad en el primer año de la pandemia. «Básicamente podemos decir que salvamos la vida de esas personas que suelen caer en el olvido, sobre todo en momentos como estos», afirmó Georgina Gutiérrez, miembro del Movimiento Mexicano de Ciudadanía Positiva, cuyo proyecto se implementó en la misma institución en la que su marido había sido encarcelado durante ocho años. «A través de esta iniciativa, logramos brindar nuestro apoyo a una población que carece básicamente de todo, sobre todo de dignidad».

Estos proyectos constituyen el verdadero ejemplo de cómo los pequeños fondos catalíticos pueden marcar la diferencia y tener un impacto positivo en comunidades enteras, especialmente en momentos de extrema vulnerabilidad y desigualdades exacerbadas. Mediante la iniciativa Soy Clave, ONUSIDA y sus socios se centran en brindar apoyo a los proyectos liderados por la comunidad en torno a tres pilares: la prevención de la transmisión de la COVID-19, la continuación de la respuesta al VIH y el mantenimiento de los derechos humanos, así como la prevención del estigma, la discriminación y la violencia hacia las personas que viven con el VIH o están afectadas por el virus y la COVID-19.

De acuerdo con los últimos informes elaborados por el Banco Interamericano de Desarrollo y la oficina para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo  (PNUD), en la región latinoamericana y el Caribe existen desigualdades muy pronunciadas entre la población. Además, en estas zonas se sitúan países más desiguales que otros ubicados en regiones con niveles similares de desarrollo.

La primera fase de esta iniciativa de 300 000 dólares estadounidenses se lanzó en julio de 2020 como respuesta a los datos arrojados por varias encuestas regionales en línea llevadas a cabo por ONUSIDA desde el inicio de la pandemia de la COVID-19. Las subvenciones se distribuyeron inicialmente entre 31 proyectos, 10 de los cuales también fueron financiados con el apoyo de copatrocinadores de ONUSIDA a través de sus oficinas regionales: el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ayudó a financiar cuatro proyectos, mientras que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el PNUD financiaron dos proyectos cada uno.

Los datos de las 31 iniciativas de la primera ronda de subvenciones recopiladas hasta julio de 2021 por el equipo de apoyo regional de ONUSIDA para América Latina y el Caribe muestran que, gracias a las distintas actividades de los proyectos, ya se ha conseguido llegar a 700 000 personas en la región. En conjunto, los proyectos liderados por la comunidad han aportado más de 270 soluciones comunitarias que han tenido un impacto directo en, por ejemplo, el fortalecimiento de los servicios sanitarios, la formación de las comunidades y poblaciones vulnerables, la concienciación sobre cuestiones clave relacionadas con el VIH y la COVID-19, y la prevención y mitigación de la COVID-19.

Recientemente, ONUSIDA puso en marcha una segunda parte de financiación para 30 iniciativas lideradas por la comunidad. De este modo, se llegó a un total de 61 proyectos en 19 países (Argentina, Brasil, Bolivia [Estado Plurinacional de), Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, el Perú, Uruguay y Venezuela [República Bolivariana de]).

«En nuestros 40 años de experiencia en la respuesta al VIH, hemos aprendido que la sociedad civil y las iniciativas lideradas por la comunidad son esenciales para llegar a los más vulnerables. Acertamos por completo cuando decidimos invertir en estas organizaciones durante la pandemia de la COVID-19 porque han dado resultados y han demostrado que son cruciales para la respuesta a ambas pandemias», recalcó Alejandra Corao, directora adjunta del equipo de apoyo regional de ONUSIDA para América Latina y el Caribe. «Quiero transmitir mi enhorabuena a las organizaciones seleccionadas en 2020 y espero que las 30 elegidas para la segunda fase de financiación también cosechen el mismo éxito a la hora de llegar a las personas más vulnerables en estos tiempos difíciles para nuestra región».

La fase de implementación de estos nuevos proyectos seleccionados se llevará a cabo hasta diciembre de 2021. Todas las iniciativas fueron seleccionadas por un comité conjunto formado por el equipo de apoyo regional de ONUSIDA para América Latina y el Caribe y las oficinas regionales de UNICEF, el PMA, el PNUD, el UNFPA, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, y la Organización Panamericana de la Salud.

Más de 200 organizaciones hispanoparlantes y 70 de habla portuguesa participaron en talleres virtuales organizados por ONUSIDA para orientar a las organizaciones lideradas por la comunidad respecto a cómo presentar las solicitudes para la iniciativa Soy Clave, y crear proyectos y definir objetivos con el fin de optar a una subvención de 5000 dólares estadounidenses.

Impacto en las comunidades

La activista contra el VIH Marcela Alsina, que es de Honduras y ha puesto en marcha un proyecto regional con la Asociación para una Vida Mejor (APUVIMEH) y el Movimiento Latinoamericano de Mujeres Positivas (MLCM+), señaló que los fondos permitían a las organizaciones llevar a cabo una encuesta en línea en ocho países y recopilar datos para definir sus líneas de acción estratégicas.

«Descubrimos que el 35 % de las mujeres encuestadas en estos países fue víctima de algún tipo de violencia de género o institucional durante la pandemia de la COVID-19», reveló.

Al menos el 23 % de toda la financiación se destinó a mujeres. Asimismo, se repartieron fondos entre proyectos centrados en grupos de población clave y vulnerable, entre los que se incluían pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y personas en movimiento.

«Gracias a esta financiación, nuestro proyecto, Hablemos Positivo, hizo entrega de 450 kits de salud sexual y reproductiva, y organizó charlas sobre la promoción de la salud, la prevención del VIH, las infecciones de transmisión sexual y la COVID-19», subrayó Danilo Manzano, de Diálogo Diverso en Ecuador. «También difundimos una campaña de comunicación en las redes sociales para concienciar sobre los derechos humanos de las personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales en movimiento, así como de las personas que viven con el VIH».

«No es fácil obtener financiación para trabajar con mujeres, especialmente con mujeres que viven con el VIH en América Latina», apuntó Kattia López, de la Comunidad Internacional de Mujeres que Viven con el VIH/sida en Costa Rica, quien desarrolló grupos de trabajo virtuales con más de 60 mujeres que viven en condiciones vulnerables y que sufrieron violencia por parte de sus parejas durante las primeras etapas de la pandemia. «Nos dimos cuenta de que este proyecto nos permitía llegar a aquellas mujeres a las que nadie más llega, y nos daba luz verde para transformar sus realidades. No vamos a dejar a nadie atrás. Invertir en mujeres siempre es rentable».

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