Reportaje
La homofobia dificulta la prevención del VIH
13 de enero de 2009
13 enero 200913 enero 2009En el Brasil, dos o tres personas son asesinadas diariamente en actos de violencia relacionados con su sexualidad, según el Grupo Gay da Bahia (GGB), la organización de derechos homosexuales más antigua del país. En México, la cifra denunciada asciende a casi dos por semana.
La mayor parte de las víctimas son hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, ya sean homosexuales, bisexuales o transexuales.
Pero si el Brasil y México ocupan el primer lugar de la tabla de violencia contra los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres de América Latina, tal vez se deba a que los grupos de derechos humanos de dichos países vigilan la situación más de cerca que en ninguna otra parte de América Latina. Las organizaciones de activistas afirman que gran parte de la violencia sencillamente no se denuncia.
“El Brasil y México son los únicos países que llevan un registro que da cuenta de los asesinatos. Eso no significa que haya más violencia allí», dice Arturo Díaz Betancourt, del Consejo Nacional Mexicano para la Prevención de la Discriminación.
Cabe señalar que el Relator Especial de la Naciones Unidas sobre Ejecuciones Extrajudiciales, en misión oficial a Guatemala en 2006, prestó atención a una serie de asesinatos de personas homosexuales y transexuales y que su ulterior informe al Consejo de Derechos Humanos afirmaba: “Ha habido impunidad en los asesinatos motivados por el odio a las personas que se identifican como gays, lesbianas o transexuales. La información fiable indica que hubo por los menos 35 asesinatos de este tipo entre 1996 y 2006. Teniendo en cuenta la falta de estadísticas oficiales y la probable reticencia, si no ignorancia, de los familiares de las víctimas, existen razones para creer que el número real es significativamente más elevado”.
Muchos países latinoamericanos se jactan de una legislación socialmente avanzada cuando se trata de defender la libertad y orientación sexuales. Con la reforma legislativa de Nicaragua y Panamá llevada a cabo durante los últimos 12 meses, no hay Estado en América Latina que, por ejemplo, penalice las relaciones homosexuales.
Sin embargo, quizá por influencia de un persistente machismo, el prejuicio y la discriminación continúan creciendo, al margen de lo que diga la legislación. Se considera que América Latina aún tiene un largo camino que recorrer para contrarrestar satisfactoriamente la homofobia o “el miedo o el odio a los homosexuales”.
“Existe un contraste real entre realidad y teoría. Es la región en desarrollo con el mayor número de leyes contra la discriminación basada en la orientación sexual del mundo”, dice Rubén Mayorga, Coordinador de País de ONUSIDA para Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay.
Además del sufrimiento personal que las actitudes homofóbicas causan, el estigma permanente ligado a las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo dificulta enormemente la tarea de reducir la propagación del VIH en una región en que el sexo entre hombres es el principal modo de transmisión del VIH, dicen los expertos en salud.
El estigma y la homofobia aumentan el aislamiento de las personas homosexuales, bisexuales y transexuales y las hacen más reticentes a darse a conocer, identificarse y recibir asesoramiento.
“La homofobia representa una amenaza para la salud pública en América Latina”, afirmaba la Organización Panamericana de la Salud en un informe. “Esta forma de estigma y discriminación basada en la orientación sexual no sólo afecta la salud física y mental de la comunidad homosexual, sino que contribuye a la propagación de la epidemia de VIH”.
ONUSIDA hace campaña desde hace tiempo contra la discriminación de las personas infectadas por el VIH y por razón de su orientación sexual.
El impulsor principal del VIH
La urgencia en América Latina se ve reforzada por los informes oficiales sobre el estado de la epidemia de VIH en Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú, donde se reconoce que las relaciones sexuales entre hombres son la fuente principal de nuevas infecciones. La prevalencia del VIH es mucho más alta que en la población en general, con tasas de entre el 10 y el 20% en muchas grandes ciudades de América Latina.
En su informe de 2008 a la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) sobre el estado de la epidemia de VIH, el Brasil afirmó que los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres tienen 11 veces más probabilidades de ser VIH-positivos que el conjunto de la población.
En partes de América Central, donde existe una importante resistencia política y social a reconocer los derechos de las personas homosexuales, lesbianas y transexuales, las tasas de incidencia del VIH entre los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres son particularmente elevadas.
Y las repercusiones de estas altas tasas de incidencia del VIH van más allá de los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres en sí. En el Perú, por ejemplo, la mayor parte de las mujeres que se infectan por el virus, lo contraen a través de hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, según un estudio del Ministerio de Salud. Por lo tanto, la prevención entre los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres resulta fundamental para prevenir eficazmente la transmisión del VIH a las mujeres.
La prevención no tiene el nivel adecuado
Los gastos en prevención del VIH entre los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres en América Latina son muy inferiores a lo necesario dada la magnitud de la epidemia en dicho grupo. Como promedio, menos del 10% de los fondos que se destinan a prevención se gastan en campañas dirigidas específicamente a los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, según ONUSIDA.
En Bolivia, se estimaba que en 2005 menos del 3% de los hombres que tenían relaciones sexuales con hombres disponían de acceso a los servicios de prevención, comparado con una cobertura del 30% para los profesionales del sexo.
“Todos estos años, no se ha efectuado prevención donde hacía falta, que es donde está la epidemia”, explicó Díaz. “No se ha trabajado con gays ni con transexuales; al contario, ha habido rechazo y una profunda discriminación”, añadió refiriéndose a la situación en toda la región.
La explicación es una mezcla de factores políticos, culturales e incluso religiosos, dicen los activistas de derechos humanos y los funcionarios de salud.
“Políticamente, no se hace mucho ruido con el tema de los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. La mayoría de los países y muchas instituciones no lo consideran un activo político”, dice Mayorga.
Los grupos religiosos, ya sean católicos romanos o evangelistas, que consideran “pecaminosas” las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, se han opuesto enérgicamente a los intentos de prestar especial atención a los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres.
“Los gobiernos están muy influenciados por los sectores religiosos que se movilizan contra las políticas que benefician a gays, bisexuales o transexuales”, dice Orlando Montoya, que trabaja en el Ecuador con ASICAL, una organización que promueve la salud de gays y lesbianas y de los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres en América Latina.
Sin embargo, es difícil generalizar. Algunas iglesias han estado a la vanguardia de las actividades de divulgación entre los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y muchas organizaciones religiosas de América Latina han respondido al VIH con tolerancia y compasión, incluso en las poblaciones más marginadas.
El olvido internacional
Pero no se trata sólo de que los gobiernos nacionales no presten atención a los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. América Latina no ha atraído el nivel de inversión internacional para frenar las epidemias de VIH que se ha visto en otras partes del mundo como Asia y África.
Hasta cierto punto, la región ha sido víctima de los tres “noes” cuando se trata de recibir financiación internacional para sus iniciativas relacionadas con el VIH, dice Mayorga. “No” está muy poblada, “no” es muy pobre y “no” tiene una epidemia muy grande.
Las reglas que rigen la asistencia del Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, el brazo financiero principal de lucha contra estas enfermedades, han funcionado en contra de la región porque tienden a excluir a los países de ingresos medianos y medianos-altos, como la Argentina y Chile.
No obstante, últimamente el Fondo ha accedido a estudiar propuestas de ayuda a programas en países de mejor situación que se enfrentan a epidemias concentradas con tasas de prevalencia del VIH superiores al 5% en grupos de riesgo tales como los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, los consumidores de drogas, las personas transexuales o los profesionales del sexo.
Renovar el enfoque
Ante la persistente evidencia de descuido, hay algunos signos positivos en la región que indican que se responderá a las epidemias que se registran entre los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres con medidas y políticas más adecuadas.
En los últimos cuatro o cinco años, el Brasil y México, y en menor medida la Argentina y Colombia, han llevado a cabo campañas contra la homofobia. Estos países, junto con otros, también han procurado incorporar medidas especiales con respecto a los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres en programas para contener la propagación del VIH.
En 2004, se lanzó el programa oficial “El Brasil sin homofobia” con el objetivo de mejorar la prestación de servicios a las personas homosexuales y transexuales y a los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres en las instituciones sanitarias del Estado, lo que además ampliará a cobertura y la respuesta a la epidemia de VIH en estos grupos.
El Perú ha puesto en marcha un plan nacional que da prioridad a los programas de prevención para aquellos grupos definidos como “más afectados”, que incluyen a los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, los profesionales del sexo y los reclusos. Con financiación del Fondo Mundial, el plan se propone ampliar la cobertura de prevención a por lo menos el 25% de los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y al 50% de los profesionales del sexo.
Asimismo, Bolivia ha preparado un plan nacional para reducir a la mitad las tasas de infección por el VIH para 2015, lo que incluye campañas para reforzar los derechos de los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y las personas transexuales, así como combatir la discriminación y el estigma.
A pesar de estos prometedores avances, América Latina aún debe recorrer un largo camino para tener bajo control a las epidemias registradas en hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, y la homofobia y el estigma siguen siendo escollos importantes para lograrlo.