Reportaje

OPINIÓN: El silencio acerca de la reducción del daño no es una opción

11 de marzo de 2009

Methadone
En la actualidad, de los 16 millones estimados de personas que se inyectan drogas en el mundo entero, tres millones son VIH-positivas. Cualquier análisis sobre la cuestión de las dogas no puede pasar por alto las necesidades y los derechos humanos de las personas que las consumen.
Photo: ONUSIDA

En 1998, la Asamblea General de las Naciones Unidas celebró un periodo especial de sesiones sobre el problema mundial de las drogas. En aquellos momentos prácticamente no se debatía la relación entre el VIH y las drogas. En la actualidad, de los 16 millones estimados de personas que se inyectan drogas en el mundo entero, tres millones son VIH-positivas. Cualquier análisis sobre la cuestión de las dogas no puede pasar por alto las necesidades y los derechos humanos de las personas que las consumen.
Con el paso del tiempo, el problema del VIH y el consumo de drogas (particularmente  de drogas inyectables) se ha agravado. A pesar de ello, la respuesta mundial no ha seguido la constatación científica y la reducción del daño no se ha tenido prácticamente en cuenta. 

Los programas de reducción del daño incluyen el acceso a equipo de inyección estéril, terapias de sustitución con opioides, distribución de preservativos, tratamiento de las infecciones de transmisión sexual, información sobre la transmisión sexual del VIH y actividades de divulgación basadas en la comunidad. Estos son los medios más eficaces en función del costo para reducir los comportamientos de riesgo relacionados con el VIH. No solo previenen la transmisión del VIH, sino también la de la hepatitis C y otros virus transmitidos por la sangre.


La palabra “solo” no ha dado resultado para los programas de prevención, tratamiento, atención y apoyo relacionados con el VIH. Y los datos ponen de manifiesto que los programas que “solo” se centran en un área del consumo de drogas tampoco funcionarán.

 

Con demasiada frecuencia los países han adoptado el enfoque unidimensional de reducir la demanda o el suministro de drogas. La palabra “solo” no ha dado resultado para los programas de prevención, tratamiento, atención y apoyo relacionados con el VIH. Y los datos ponen de manifiesto que los programas que “solo” se centran en un área del consumo de drogas tampoco funcionarán.

Los países que han adoptado un planteamiento integral del VIH y el consumo de drogas han observado una ralentización y un retroceso en la propagación del VIH entre las personas que se inyectan drogas. Entre esos países figuran Australia, Reino Unido, Francia, Italia, España y Brasil, y algunas ciudades en Bangladesh, la Federación de Rusia y Ucrania. En años recientes, países como Indonesia y China han ampliado el acceso a los programas de reducción del daño destinados a los consumidores de drogas inyectables.
No se han observado pruebas de consecuencias negativas no deliberadas tales como unos mayores inicio, duración o frecuencia del consumo de drogas inyectables. Al contrario, se ha puesto de manifiesto que los países que han adoptado este enfoque de salud pública para prevenir la transmisión del VIH entre las personas que se inyectan drogas han obtenido resultados más satisfactorios en hacer retroceder la epidemia de VIH.

En contraposición con los claros efectos positivos de la reducción del daño, los enfoques basados solamente en hacer cumplir la ley contribuyen escasamente a reducir el consumo de drogas y los delitos relacionados con las drogas, y a menudo están asociados con abusos graves de los derechos humanos y unos niveles deficientes de salud entre las personas que se inyectan drogas. Esos enfoques incluyen las detenciones arbitrarias y prolongadas, los registros obligatorios de drogas y el uso injustificado de la fuerza y el acoso por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. La legislación relativa a las drogas puede tipificar como delito la posesión y distribución de agujas y jeringas estériles, y los sustitutos de los opioides pueden ser considerados como ilícitos a pesar de que la metadona y la buprenorfina figuran en la lista modelo de medicamentos esenciales de la OMS.


No debería considerarse un delito acceder a agujas estériles. No debería considerarse un delito accede a la terapia de sustitución.

 

Estas medidas refuerzan el estigma contra las personas que se inyectan drogas, disuaden de acceder a los servicios (incluidos los tratamientos para la drogodependencia o el VIH) y pueden hacer que los profesionales de la salud y la asistencia social se resistan a ofrecer servicios a dichas personas. Pero cuando los esfuerzos para hacer cumplir la ley y las iniciativas de salud pública coinciden, los resultados son muy satisfactorios: por ejemplo, en Gran Bretaña y Australia, donde los grupos de acción de la policía que trabajan en el área de las drogas se centran en luchar contra el crimen y derivan con éxito a los usuarios de drogas a los servicios de salud y bienestar social. Ha llegado el momento de ir juntos, y no de trabajar descoordinados los unos contra los otros.

No debería considerarse un delito acceder a agujas estériles. No debería considerarse un delito accede a la terapia de sustitución. El problema mundial de las drogas es complejo y no se puede resolver de forma aislada. Se necesita urgentemente que las organizaciones que trabajan en la,lucha contra las drogas y el sida estrechen su colaboración. Si trabajamos juntos, el mundo tendrá más posibilidades de poner en práctica soluciones que salvan vidas.

Las cifras más elevadas de personas VIH-positivas que se inyectan drogas corresponden a Europa oriental, Asia meridional y sudoriental, y América Latina. Se estima que la prevalencia del VIH entre algunos grupos en esas regiones excede del 40%. En África subsahariana también están emergiendo nuevas epidemias de consumo de drogas inyectables. Una vez que ha alcanzado a la población que se inyecta drogas, el VIH puede propagarse sumamente deprisa. En algunos lugares, en un año se ha observado un aumento en la prevalencia del VIH del 5% al 50% entre personas que se inyectan drogas, y el VIH también se puede propagar de las personas que se inyectan drogas a sus parejas sexuales y a otras poblaciones con alto riesgo de exposición al VIH.