Actualidad
Cientos de personas que viven con el VIH reanudan el tratamiento en la República Centroafricana
17 de marzo de 2015
17 marzo 201517 marzo 2015Más de 540 personas que viven con el VIH en Bangui, la capital de la República Centroafricana, ha
Más de 540 personas que viven con el VIH en Bangui, la capital de la República Centroafricana, han podido reanudar el tratamiento antirretrovírico gracias a un proyecto conjunto llevado a cabo por ONUSIDA y el Gobierno de la República de Corea.
La reciente inestabilidad en el país obligó a muchas personas a abandonar sus hogares e instalarse en campamentos para desplazados internos, donde los servicios sanitarios son limitados. Además, durante la crisis muchos centros sanitarios se destruyeron o quedaron inaccesibles o sin personal. Aproximadamente una tercera parte de las personas que estaban con terapia antirretrovírica en todo el país no pudieron continuar con el tratamiento.
Los servicios sociales y los voluntarios comunitarios localizaron a 544 de las 1500 personas que habían abandonado los programas de tratamiento en Bangui y les dieron la oportunidad de reanudar el acceso a los medicamentos que les pueden salvar la vida. ONUSIDA, junto con el Gobierno de la República de Corea, pretenden ampliar el proyecto a otras provincias y empezar a reconstruir algunas de las instalaciones de atención sanitaria del país que fueron destruidas.
En 2013, un total de 120 000 personas vivían con el VIH en la República Centroafricana y aproximadamente 16 500 recibían tratamiento antirretrovírico.
Citas
"La reanudación del tratamiento antirretrovírico para las personas que viven con el VIH facilitará, sin duda, alcanzar los objetivos 90–90–90 para el año 2020".
"Estas medidas encajan perfectamente con la estrategia de ONUSIDA de Respuesta Rápida en relación con el sida en las ciudades y la movilización de las comunidades locales para acelerar la respuesta al VIH y acabar con la epidemia de sida para 2030".
"Cuando empezó la guerra, tuve que huir a un campamento para desplazados. Una vez allí, no tenía acceso a mis medicamentos y mi salud empeoró. Sentí que me iba a morir. Cuando llegaron los trabajadores sociales al campamento para decirnos que podíamos ir a una clínica para reanudar el tratamiento, lo tuve claro. Ahora he recuperado fuerzas y tengo esperanza".