Reportaje

Entrevistas a los candidatos al cargo de Director general de la OMS

16 de mayo de 2017

En la próxima Asamblea mundial de la salud, que tendrá lugar en Ginebra, Suiza, del 22 al 31 de mayo, se elegirá al nuevo Director general de la Organización Mundial de la Salud. Por primera vez, y tras un proceso de selección que comenzó en septiembre de 2016, todos los Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud emitirán su voto a favor de uno de los tres candidatos finalistas.

Desde que se les designó para el puesto, los tres candidatos han estado presentando sus ideas y su visión sobre cuestiones relacionadas con la salud. David Nabarro, Sania Nishtar y Tedros Adhanom Ghebreyesus, los tres candidatos finalistas, han hablado con unaids.org acerca de la epidemia del sida y la salud mundial.

Pregunta: Cómo Director general de la OMS, ¿cuáles serán sus tres prioridades para promover el progreso en la erradicación del sida antes de 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible?

DAVID NABARRO

La principal prioridad será dejar de tratar el VIH/sida como un problema aislado y convertir los servicios para los afectados por dicha enfermedad en una parte integral de la cobertura de salud universal y, además, vincular dichos servicios con los ofrecidos a los afectados por otras enfermedades crónicas.

La segunda es repasar las lecciones aprendidas de la labor realizada para capacitar a las personas en riesgo de contraer VIH/sida desde la óptica de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y después utilizar la información extraída de este repaso como base para incorporar medidas relacionadas con el VIH a todos los ODS (véase más adelante).

Del mismo modo que el movimiento contra el sida redefinió la salud pública entre 2000 y 2015, ahora este movimiento debe ayudar a incorporar la salud pública a los ODS con un argumento totalmente nuevo. Este argumento debe hacer hincapié en la interrelación entre los ODS y la necesidad de no excluir a nadie, y demostrar que la salud es vital para conseguirlo.

SANIA NISHTAR

Para erradicar la epidemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) debe continuar trabajando en asociación con otras partes y promover el ambicioso programa aprobado en la reunión de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas para la erradicación del sida. A fin de lograr un acceso universal a una atención segura en las primeras fases de la enfermedad —aún se requiere mucho trabajo para conseguir una cobertura universal—, los países necesitan apoyo para poder determinar cómo ofrecer un tratamiento de por vida. La OMS se asegurará de mantenerse al tanto de las evidencias y actuar de inmediato a medida que las nuevas pruebas arrojen luz sobre cómo llegar a la gente y continuar proporcionándoles tratamiento para reducir la carga vírica comunitaria.

Solo entonces podremos aspirar a frenar la transmisión. En cuanto a la prevención, si bien en este momento hay algunas intervenciones eficaces por planificar, todavía tenemos que mejorar nuestro conjunto de herramientas, y la OMS velará por que se incorporen nuevas evidencias y experiencia a los programas lo antes posible. La erradicación del VIH requiere una cobertura de salud universal para el principal paquete de medidas basadas en pruebas, un enfoque basado en derechos y un entendimiento del papel crucial que desempeñan los determinantes sociales.

En este sentido, debemos centrarnos en acabar con la transmisión. Este objetivo implica continuar promoviendo un acceso universal al tratamiento y la realización de pruebas con un énfasis en los grupos más vulnerables, incluidas las adolescentes y los usuarios de drogas, entender el valor de la profilaxis previa a la exposición y, obviamente, a la larga conseguir una vacuna.  

La función de la OMS para lograr este objetivo es continuar proporcionando directrices normativas basadas en pruebas y reforzar su conjunto de herramientas para avanzar hacia una cobertura de salud universal. Sabemos que algunos países están teniendo dificultades para aplicar las directrices actuales. La OMS debe continuar aportando rigor, evidencias y un enfoque de la respuesta basado en la salud pública, de modo que podamos proporcionar directrices claras y prácticas sobre cómo ofrecer servicios en diferentes contextos (rural y urbano) y a aquellas personas que suelen carecer de acceso al sistema de salud.

La OMS también debe brindar apoyo a los países para que cuenten con los datos y sistemas de gestión necesarios para dar una respuesta instantánea en el terreno de la salud pública con miras a prevenir la transmisión de manera eficaz. 

TEDROS ADHANOM GHEBREYESUS

En los últimos 20 años, hemos conseguido avances considerables en la lucha contra el sida. Aplaudo el papel de defensa y liderazgo desempeñado por ONUSIDA para conseguir estos resultados y coordinar y armonizar la respuesta del sistema de las Naciones Unidas a la epidemia del sida. Si resulto elegido Director general, tendré las siguientes tres prioridades como parte de la respuesta del sector de salud al sida.

En primer lugar, promoveré la labor de mantener el progreso que hemos conseguido hasta ahora sin caer en la pasividad y renovar nuestro compromiso de erradicar el sida como un problema de salud pública antes de 2030. El compromiso mundial por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible ofrece una importante oportunidad para abordar los cambios estructurales, sociales y económicos necesarios para erradicar el sida. Me aseguraré de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) sea parte integral de esta labor, en colaboración con ONUSIDA, el sistema de las Naciones Unidas, los Estados miembros, la sociedad civil y los grupos comunitarios.

En segundo lugar, mi principal prioridad como Director general de la OMS será la cobertura de salud universal, y lucharé por que cada persona afectada por el VIH pueda acceder a los servicios de prevención, tratamiento y atención que necesitan para luchar contra esta enfermedad. Haremos hincapié en prevenir el VIH y combatir las comorbilidades, como la tuberculosis asociada al virus, así como en la creciente preocupación por las enfermedades no transmisibles. La cobertura de salud universal también ayudará a las principales poblaciones afectadas por el VIH, como los profesionales del sexo, hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres, usuarios de drogas inyectables, personas transgénero, inmigrantes y adolescentes, a acceder a los servicios de prevención, tratamiento y atención necesarios para luchar contra la enfermedad. La OMS proporcionará a los Estados miembros el apoyo, las directrices y las herramientas normativas que necesitan para poner en práctica estas políticas.

Y, por último, daría prioridad a la creación de sistemas de salud comunitarios sólidos que puedan diseñar y poner en práctica programas de prevención y tratamiento adaptados a la región específica de que se trate. Este objetivo incluiría reforzar los sistemas de asistencia sanitaria primaria para ofrecer servicios de prevención, tratamiento y atención del VIH. Asegurar una inversión en los sistemas de salud no solo nos ayudará a controlar el VIH/sida, sino que también reforzará nuestra labor de prevenir y tratar otras enfermedades transmisibles y no transmisibles, así como de prevenir y responder a futuras urgencias en materia de salud.

Pregunta: ¿Hasta qué punto cree que son importantes las lecciones aprendidas de la respuesta al sida a la hora de definir el futuro de la salud mundial?

DAVID NABARRO

La respuesta al sida nos enseñó mucho, y resultó extremadamente importante a la hora de definir la salud mundial. En primer lugar, nos enseñó a centrarnos en las personas y los pacientes, y no en el virus o la enfermedad. Al cambiar el enfoque de esta manera, el movimiento resultó eficaz a la hora de implicar a la sociedad civil y a un amplio espectro de actores en la lucha contra la enfermedad y, en gran medida, el estigma asociado a esta. La segunda cuestión importante que puso de manifiesto la respuesta al sida fue velar por que todas las personas en riesgo —fuera cual fuera su lugar en la sociedad— dispusieran de pleno acceso a los servicios que necesitaban, sin excluir a nadie. Se trabajó arduamente por asegurar que la condición de infectada por VIH, el género, las preferencias sexuales o el consumo de sustancias de una persona nunca fueran una excusa para la discriminación, lo cual es, sin duda, crucial para todas las esferas de trabajo en el ámbito de la salud mundial. En tercer lugar, la respuesta al sida puso de manifiesto la importancia de los enfoques intersectoriales y de múltiples interesados, y sentó nuevas bases para crear un modelo eficaz que permitiera trabajar de manera integrada en todos los organismos para resolver cuestiones complejas de salud dentro de las Naciones Unidas.

SANIA NISHTAR

La respuesta al sida nos ha enseñado más que ninguna otra cuatro lecciones esenciales para el futuro de la salud mundial. El poder de la ambición, la influencia del compromiso de la comunidad, los beneficios de una respuesta multisectorial y las lecciones para reorientar los sistemas de salud de cuidados intensivos hacia un control de las enfermedades crónicas.  

En cuanto a lo primero, la comunidad de lucha contra el sida fue una de las primeras en abogar por un acceso universal. En su momento tildada de herética, la comunidad de lucha contra el sida dijo que todo el mundo podía y debería recibir tratamiento, estuviese donde estuviese. A través de la cooperación Sur-Sur, los antirretrovíricos se pusieron a disposición de aquellos que más los necesitaban, y millones de personas están vivas hoy en día gracias a ello.   

En cuanto al segundo punto, la respuesta al sida nos ha demostrado que los problemas y la salud de la comunidad son responsabilidad de todos. Los profesionales de la salud comunitarios con conocimientos sobre el tratamiento fueron clave a la hora de romper con el estigma social y motivar a la gente a someterse a pruebas y tratamiento.

Con respecto al tercer punto, la respuesta al sida nos ha demostrado el poder que tiene la colaboración y, si bien el desenlace de una enfermedad podría ser una consecuencia para la salud (p. ej., enfermar o fallecer), la prevención y el tratamiento a escala universal requieren el compromiso de todas las partes —gobierno, sector privado, entidades confesionales, organizaciones comunitarias, sociedad civil y mundo académico— y de todos los sectores —educación, seguridad alimentaria, agua y saneamiento, y transportes.

En cuarto lugar, la intensificación de los servicios en países de bajos ingresos ha dado como resultado los primeros programas de atención continuada a gran escala. Si bien se cree que el VIH y las enfermedades no transmisibles (ENT) crónicas plantean retos diferentes, comparten numerosas características en lo que respecta a la respuesta de los sistemas de salud, ya que la disponibilidad del tratamiento ha convertido el VIH en una enfermedad crónica. Los programas de lucha contra el VIH han desarrollado los sistemas, herramientas y enfoques necesarios para promover la continuidad de la atención. Estas lecciones pueden ayudar a incorporar el control de las ENT a los planes de los sistemas de salud nacionales.

En general, también hemos aprendido que no podemos concebir ningún aspecto de la enfermedad como algo aislado: para combatir el VIH/sida necesitamos un sistema sólido y eficaz, lo que abarca personal, financiación, hardware, liderazgo y datos para guiar la toma de decisiones.

Nuestra experiencia con el VIH nos ha revelado las carencias de los sistemas basados en una atención episódica puntual y que el éxito solo se puede conseguir cuando beneficiario y proveedor se embarcan juntos en un viaje como parte de la continuidad de la atención. A medida que los países se enfrentan a una reducción de la carga de las enfermedades transmisibles y un incremento de las ENT, nos vemos en la necesidad de crear sistemas de salud sólidos que sean sostenibles y más receptivos. Para hacerlo, se requiere una perspectiva a largo plazo centrada tanto en las personas como en los sistemas.

TEDROS ADHANOM GHEBREYESUS

No me cabe duda de que las lecciones que aprendimos en la respuesta al sida han sido esenciales para definir el futuro de la salud mundial no solo con respecto a lo que debemos hacer, sino también en cuanto a cómo debemos hacerlo. La principal lección que aprendimos de la respuesta al sida fue la importancia de la incidencia política, la movilización de la comunidad y la determinación por superar el desánimo con ambición y solidaridad. La respuesta al sida nos enseñó el valor y el poder del compromiso de múltiples partes interesadas y que no podemos resolver un problema de salud desde su raíz si nos limitamos a centrarnos en el sector de salud. Asimismo, la solidaridad a escala mundial nos enseñó que podemos innovar y movilizar una considerable cantidad de recursos de salud nacionales e internacionales, lo que influyó profundamente no solo en el VIH, sino también en el sistema de salud en general. Por ejemplo, cuando fui Ministro de salud de Etiopía, creé un Fondo de solidaridad para el VIH del 2% (un fondo común financiado a partir de aportaciones salariales de funcionarios del 2%) para poner en marcha nuestro programa de tratamiento del VIH. En concreto, a la luz de los cambios que han tenido lugar en los panoramas políticos, necesitamos este tipo de creatividad, compromiso y respuesta multisectorial, ya que debemos dar prioridad a la cobertura de salud universal a la hora de cumplir todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Pregunta: A medida que la respuesta al sida se ha intensificado para llegar a millones de personas, uno de los principales desafíos ha sido la falta de profesionales de la salud comunitarios y la capacidad del sistema de salud de prestar servicios a escala. ¿Cómo abordará el reto de fortalecer el sistema de salud para prepararlo para el próximo brote de la enfermedad y dar respuesta a los actuales desafíos en materia de salud como el sida y las enfermedades no transmisibles?

DAVID NABARRO

Los gobiernos se centran cada vez más en cómo desarrollar mejor la infraestructura de asistencia sanitaria y la dotación de personal para que todos los pacientes puedan acceder a cuidados médicos esenciales y, al mismo tiempo, velar por que existan instalaciones adecuadas en las que se pueda ofrecer asistencia a las personas afectadas por el VIH/sida o en riesgo de contraer la enfermedad, ofreciéndoles servicios de salud e información sobre el estilo de vida. Los gobiernos intentan asegurarse de que los mecanismos de adquisición de medicamentos contra el sida funcionen bien y permitan a las personas que lo necesiten acceder a la medicación y tomarla siguiendo las indicaciones. También trabajan arduamente por conseguir el apoyo político necesario para que la infraestructura de salud se amplíe de modo que se dé respuesta a las necesidades de los afectados por el VIH. Los servicios ofrecidos deben tener en cuenta la realidad de que las personas que viven con el VIH podrían terminar desarrollando enfermedades no transmisibles. En este sentido, las autoridades nacionales de varios países están buscando formas de incorporar el tratamiento del sida a los programas de enfermedades crónicas. Todos los gobiernos desearán fomentar la colaboración regional y mundial para promover la financiación, la asistencia técnica, el acceso a los medicamentos y diagnósticos, y el acceso a las vacunas a medida que se hagan disponibles.

SANIA NISHTAR

En este sentido, usted plantea tres cuestiones distintas pero importantes: la falta de profesionales de la salud, la necesidad de prestar servicios a escala y el reto de fortalecer los sistemas de salud, y cómo prepararse mejor para el próximo brote de la enfermedad.

En primer lugar, los profesionales de la salud comunitarios constituyen la red troncal de los servicios de salud en numerosos países —en muchos casos, los profesionales de la salud son mujeres. Debemos mejorar a la hora de retribuir el trabajo de estas mujeres dentro del plazo establecido, ya que un modelo basado puramente en el voluntariado no es sostenible a largo plazo, si queremos retener a esta parte de la mano de obra. En general, la puesta en práctica de las recomendaciones de la Comisión de Alto Nivel sobre el Empleo en el Ámbito de la Salud y el Crecimiento Económico funcionará bien no solo a la hora de abordar la escasez de trabajadores de la salud sino también para impulsar el desarrollo económico y reforzar los sistemas de salud en su conjunto.

Siempre he creído que los sistemas de salud sólidos pueden cumplir cualquier objetivo de lucha contra una enfermedad específica. De hecho, este ha sido el mensaje de mi libro, Choked Pipes. Además de los objetivos de lucha contra enfermedades específicas, los sistemas sólidos y eficaces también pueden ser cruciales para responder a las pandemias. Me aseguraré de que la OMS se enfile en un rumbo que permita reforzar el marco internacional para coordinar y consolidar su labor por la consecución de la cobertura de salud universal, de la que el fortalecimiento de los sistemas de salud es un elemento clave. Este objetivo también incluirá medidas para superar las barreras sistémicas y dar respuesta a la colusión en los sistemas de salud, además de ofrecer apoyo técnico a los países para desarrollar nuevos mecanismos de protección encaminados a aprovechar el potencial de los proveedores de servicios en los sectores privados, que desempeñan una función de prestación de servicios predominante en numerosas regiones del mundo. Bajo mi dirección, la OMS promoverá una cobertura de salud universal como un objetivo normativo en materia de salud para todos los países, y ayudará a los ministerios de salud a impulsar el compromiso a nivel de jefaturas de Estado. Adoptar una cobertura de salud universal significa tomar como base los compromisos previos de inversión en la asistencia sanitaria primaria e incluir un compromiso de política social a largo plazo, la asignación de recursos nacionales y una medida que vincule la cobertura para servicios esenciales a la protección contra el riesgo financiero.

Por último, en cuanto a los brotes de la enfermedad, hay medidas por adoptar tanto en los países como dentro de la OMS. La OMS debe colaborar de manera más eficaz con los Estados miembros para mejorar sus capacidades básicas en materia de salud pública, como exige el Reglamento Sanitario Internacional. La mejora del control de la enfermedad optimizará los planes de salud, y la rapidez en la detección de los brotes y respuesta a los mismos salvará vidas. Dentro de la OMS, se ha puesto en marcha un nuevo Programa de Urgencias de Salud, que apoyo firmemente y cuyo refuerzo será una de mis prioridades. 

TEDROS ADHANOM GHEBREYESUS

Intensificar los esfuerzos de los profesionales de la salud comunitarios y la capacidad de los sistemas de salud debe ser un componente fundamental de nuestra labor por conseguir una cobertura de salud universal, que será mi principal prioridad si resulto elegido Director general. Esta labor se puede basar en el importante progreso conseguido y las experiencias obtenidas en las últimas dos décadas de respuesta al VIH, la tuberculosis, la malaria, las enfermedades tropicales desatendidas y la mortalidad infantil y materna. Como parte de esta labor, también necesitamos fortalecer los sistemas de asistencia sanitaria primaria con un compromiso comunitario integrado de lucha contra las enfermedades transmisibles y no transmisibles, como el cáncer, las cardiopatías, las enfermedades respiratorias crónicas, la diabetes y las lesiones. Estas medidas no solo ayudarán a prestar servicios de promoción de la salud, prevención, tratamiento y rehabilitación basados en pruebas, sino que además mejorarán las labores de prevención, detección, respuesta y recuperación en el caso de las urgencias de salud.

Como Director general, tomaré como referencia mi experiencia personal al intentar resolver esta carencia de capacidades en Etiopía para apoyar los esfuerzos de los Estados miembros y las autoridades de salud nacionales por desarrollar y aplicar políticas encaminadas a conseguir una asistencia sanitaria universal. Por ejemplo, en Etiopía, como parte de nuestro Programa de Ampliación de Personal de Salud se desplazaron casi 40 000 profesionales de la salud comunitarios a cada población del país. La prevención del VIH fue una de sus medidas principales, un enfoque gracias al cual se redujeron en un 90% las nuevas infecciones por VIH entre 2001 y 2012. La OMS tiene un papel crucial a desempeñar a fin de compartir estos tipos de lecciones aprendidas en cada país. La organización también necesita establecer y mantener alianzas entre las diversas partes implicadas en la salud mundial —gobiernos, donantes, sector privado, sociedad civil y mundo académico— para superar las barreras que impiden conseguir una cobertura de salud universal, incluida una mejora del acceso a diagnósticos y tratamientos de calidad, medicamentos básicos y protecciones financieras. Por último, también lucharé por que la cobertura de salud universal forme y continúe formando parte del programa en las más altas instancias políticas, y por que se mantenga el compromiso político y los recursos necesarios para alcanzar estos resultados.

Pregunta: ¿Cómo velará por que las personas afectadas por el VIH, especialmente las poblaciones clave, como los profesionales del sexo, hombres homosexuales y otros hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres, personas que consumen drogas inyectables, personas transgénero e inmigrantes no queden excluidas de las labores por conseguir una cobertura de salud universal?

DAVID NABARRO

Hay muchos ejemplos de profesionales de la salud, miembros de la sociedad civil, grupos confesionales, las Naciones Unidas y otras partes interesadas en trabajar con gobiernos para acabar con el estigma asociado a las personas en riesgo de contraer VIH y reducir el grado en el que estas son susceptibles de discriminación, la cual les impide beneficiarse del acceso necesario a la atención. Para llevar mejor a cabo esta labor, los profesionales de la salud y otras partes interesadas precisan de apoyo para poder actuar de manera que puedan reducir el estigma y la discriminación, necesitan acceder a las pruebas y deben ser capaces de interaccionar con el público en general y de colaborar estrechamente los unos con los otros en un acto de solidaridad, ya que esta puede ser una labor difícil y complicada que lleva asociada tanto éxitos como fracasos.

SANIA NISHTAR

Todo el mundo tiene derecho a la salud. Como ocurre con todos los aspectos de su trabajo, si bien reconoce la criticidad de la soberanía nacional, para cumplir su mandato de acceso universal a la salud, la OMS también debe actuar de administradora y defensora tanto del derecho a la salud como de un enfoque de la salud basado en los derechos humanos.

El programa para el 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible reafirman la responsabilidad que tienen los Estados miembros de “respetar, proteger y promover los derechos humanos, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento, discapacidad o cualquier otra condición”, lo que indica un compromiso renovado en pro de los derechos humanos en el próximo programa de desarrollo y salud mundial.

Durante mi trabajo como médico, para el gobierno, la sociedad civil y el mundo académico, y colaborando con organismos internacionales, siempre he sustentado mi actividad en el fundamento de que todo el mundo tiene derecho a acceder a servicios de salud de calidad. Esta sólida base fue lo que me llevó a crear un innovador mecanismo de financiación en Pakistán que ayuda a las comunidades más pobres y marginadas a evitar gastos catastróficos cuando acceden a la salud. Como Directora general de la OMS, continuaré predicando con el ejemplo en lo que respecta al derecho a la salud.

TEDROS ADHANOM GHEBREYESUS

Nuestra labor por conseguir una cobertura de salud universal requiere dar prioridad a las necesidades de los más vulnerables y marginados. En concreto, creo que la OMS debe abogar por mecanismos para atraer y escuchar con atención a estos grupos y aprender de ellos. Esta interacción —y lo que aprendamos de ella— debe ser la prioridad en nuestra labor por movilizar recursos y exigir responsabilidades a las autoridades por la salud de todos, independientemente de la edad, el sexo, la posición económica, la orientación sexual o la religión. Asimismo, será esencial mejorar nuestra base empírica para lograr formas eficaces de llegar a los más vulnerables y marginados. Los nuevos estudios nos pueden ayudar a desarrollar soluciones basadas en datos y centradas en resultados, lo que nos permitirá maximizar el impacto de las intervenciones en las que invertimos. Parte de esta labor requerirá también construir y mejorar la infraestructura para la recopilación de datos y asegurar que los datos que recopilemos se utilicen para orientar las políticas. Por último, la OMS se halla en condiciones óptimas para abordar la desigualdad en la asistencia sanitaria y, si resulto elegido Director general, me erigiré en defensor comprometido y portavoz firme para asegurarme de que todo el mundo tenga derecho a la asistencia sanitaria.

Pregunta: ¿Qué significa ONUSIDA para usted? 

DAVID NABARRO

ONUSIDA es una expresión muy importante del espíritu y la solidaridad con la que todos necesitamos trabajar juntos para habilitar medidas que conlleven una reducción de las carencias y el sufrimiento experimentados por quienes se encuentran en riesgo de infección por el VIH y el sida, así como por aquellos ya afectados por la enfermedad. Ha influido considerablemente en el comportamiento no solo del sistema de las Naciones Unidas, sino en el de toda la comunidad de partes que intervienen en asegurar un acceso igualitario a los requisitos para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento del VIH/sida.

SANIA NISHTAR

ONUSIDA fue uno de los primeros ejemplos de asociación que sacó partido de los puntos fuertes y competencias fundamentales de todos los organismos de las Naciones Unidas. Bajo la dirección de ONUSIDA, las Naciones Unidas han promovido un ambicioso programa y, juntos, hemos llegado más lejos y avanzado más rápido para acabar con la epidemia —en algunos países se están alcanzando objetivos ambiciosos en cuanto al acceso al tratamiento y la prevención de la transmisión del VIH de madres a hijos y, por primera vez, controlar la epidemia y acabar con la transmisión parecen igual de posible en varios de los países africanos más afectados.

ONUSIDA siempre ha desempeñado un papel clave a la hora de mantener un enfoque de nuestra respuesta basado en los derechos humanos y velar por que el acceso a servicios de prevención y tratamiento básicos se extienda a poblaciones clave en riesgo, incluida la reducción del riesgo para adolescentes y consumidores de drogas inyectables por vía intravenosa. ONUSIDA también ha sido pionera a la hora de determinar cómo desde el sector de la salud podemos trabajar con múltiples partes —sociedad civil, comunidades, voluntarios y sector privado— para mejorar la coordinación y aprovechar mejor los recursos, habilidades y experiencias de los colaboradores.

TEDROS ADHANOM GHEBREYESUS

Empezaré con una observación personal. También ha sido un gran honor y placer haber tenido la oportunidad de presidir la Junta Coordinadora del Programa (JCP) durante mi mandato como Ministro de salud de Etiopía en 2009 y 2010, y considerar ONUSIDA un aliado con el que hemos mantenido una estrecha relación durante más de una década. Durante el periodo en que presidí la JPC, ONUSIDA incrementó su énfasis en el fortalecimiento de los sistemas de salud y la prevención del VIH, incluida la implicación nacional, lo que creó el marco para nuestra labor por una cobertura de salud universal. También trabajamos para poner en práctica la nueva declaración sobre la misión de ONUSIDA, que explicaba sus prioridades y su enfoque de cara al futuro.

Creo que el inspirador liderazgo de ONUSIDA ha sido fundamental a la hora de frenar la epidemia del sida y conseguir que esta enfermedad deje de ser una sentencia de muerte para convertirse en una afección crónica. Su función a nivel mundial no solo ha atraído el máximo apoyo político para la respuesta al sida, sino que además ha conseguido que las voces de aquellos afectados por el VIH y sus familias constituyan el eje central de la respuesta, lo que implica incorporar la sociedad civil a su estructura de gestión. Creo que consolidar estas experiencias servirá para gestionar los cambios estructurales, sociales y económicos necesarios para erradicar el sida como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. También tomo nota de las recientes recomendaciones del Grupo de Revisión Mundial sobre el Futuro del Modelo del Programa Conjunto de ONUSIDA.

Si resulto elegido Director general de la OMS, mi deseo sería continuar nuestro trabajo juntos y nuestra estrecha colaboración.

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