Reportaje

Acabar con el sida es asunto de todos

10 de septiembre de 2019

 

Durante las últimas tres décadas, el sida ha unido a la comunidad internacional de una forma como no lo ha conseguido ninguna otra crisis sanitaria. La enfermedad ha impulsado a los grupos de las bases a luchar por los derechos humanos de algunas de las personas más vulnerables de mundo. El sida ha generado nuevos niveles de solidaridad entre el Norte y el Sur. Además, ha logrado inspirar a la innovación médica.

Ahora el mundo ha llegado a una encrucijada. El número de personas que se infectan y mueren como consecuencia del VIH está descendiendo, pero no lo suficientemente rápido. A pesar de las enormes necesidades aún no satisfechas, los recursos necesarios para reforzar el progreso se redujeron en mil millones de dólares estadounidenses en 2018. Hoy en día hay más personas que nunca viviendo con el VIH. Hablamos de alrededor de 38 millones de mujeres, hombres y niños, lo que hace que el sida sea una de las mayores amenazas para la salud y el desarrollo de nuestra era.

La respuesta al VIH influye también en la economía. A diferencia de lo que pasa con otras crisis sanitarias, el VIH afecta fundamentalmente a las personas en el momento más importante de su vida. Y esto no supone solo un ingente coste para la sociedad, sino también es una barrera al crecimiento económico. Nueve de cada diez personas que viven con el VIH son adultos que se encuentran en sus años más productivos. En los países más afectados, el VIH se cobra un alto precio en los mercados, las inversiones, los servicios y la educación.

Sin la atención y el apoyo adecuados, las personas que viven con el VIH serán incapaces de trabajar, necesitarán un mayor tiempo alejadas del trabajo y a menudo incurrirán en importantes gastos, pues ellas mismas han de costearse su atención sanitaria. Las muertes relacionadas con el sida generan la trágica pérdida de una vida humana que, además, tiene un impacto en el sustento de la familia y reduce la productividad de los negocios. La epidemia enlentece el crecimiento económico y amenaza el futuro de trabajadores y empleadores.

Sin embargo, cuando las empresas que trabajan en países muy afectados por el VIH adoptan un papel activo y visible en la respuesta al sida, obtienen notables mejoras en su productividad, en su moral y en la retención del personal. Ser parte de una efectiva respuesta al sida multisectorial genera buena voluntad y demuestra los valores y el compromiso de una empresa para con su ciudadanía corporativa, así como para con el bienestar de sus empleados, clientes y comunidades. Las empresas progresistas son muy necesarias para ayudar al desarrollo de soluciones holísticas y contribuir a gestionar los riesgos, lo que logran, por ejemplo, al entender el VIH como una cuestión que afecta a la salud y el bienestar en el lugar de trabajo. Las pruebas demuestran que para muchas empresas es rentable invertir en programas para prevenir la infección por el VIH y proporcionar tratamiento a los empleados que viven con el VIH.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) proporcionan un importantísimo marco compartido dentro del cual las empresas pueden trabajar junto con los proveedores, los clientes, las comunidades y otras partes interesadas para poner fin al sida como amenaza para la salud pública de cara a 2030. Para lograr este objetivo, hemos de esforzarnos y plantar cara a una serie de desafíos interconectados que van desde el acceso a la salud (ODS 3), la igualdad de género (ODS 5), la erradicación de las prácticas discriminatorias (ODS 10), el buen gobierno (ODS 16) y el asociacionismo (ODS 17). Los derechos humanos están siempre presentes tras todos los objetivos.

Las empresas no lograrán el éxito si no tenemos sociedades sanas. Exitosos líderes del sector privado reconocen que el bienestar y la seguridad de las comunidades a las que sirven son esenciales para sus futuros compartidos. Del mismo modo, no podemos poner fin al sida sin la participación activa del sector privado. La innovación por parte de las empresas en productos y servicios; las relaciones con los empleados, los consumidores y los legisladores; las capacidades más importantes para la logística, el análisis de datos y el marketing, y los recursos financieros pueden ayudar a salvar la brecha en lo referente a las pruebas del VIH y los programas de prevención y tratamiento financiados con dinero público.

Los Gobiernos, las organizaciones intergubernamentales, la sociedad civil y las empresas poseen cada uno de ellos recursos importantes, únicos y complementarios, así como las destrezas necesarias para contribuir a la respuesta mundial al sida. Cuando los distintos sectores combinan sus activos con éxito, el potencial para lograr un mayor impacto aumenta significativamente.

ONUSIDA y GBCHealth instan a las empresas a unirse a la respuesta al sida e intensificar la colaboración intersectorial para salvar vidas. Te pedimos que te unas a nosotros para crear la oportunidad histórica de poner fin a una de las mayores crisis sanitarias de los últimos 100 años.