Opinion

La directora ejecutiva de ONUSIDA Winnie Byanyima ha sido nombrada doctora honoris causa por la Universidad del Estado Libre de Sudáfrica

30 de abril de 2022

A continuación, las declaraciones de la directora ejecutiva de ONUSIDA Winnie Byanyima durante el acto de graduación celebrado en el campus Qwaqwa de la Universidad del Estado Libre de Sudáfrica

Señor Vicerrector en funciones profesor Naidoo, distinguidos líderes de esta gran universidad, señoras y señores, compañeros de graduación,

Me gustaría dar las gracias a la Facultad de Ciencias de la Universidad del Estado Libre por el honor de ser nombrada doctora honoris causa por esta gran institución.  Sé que están reconociendo, a través de mí, el trabajo de todos aquellos que propician los avances en justicia social en el mundo, en concreto en relación con el derecho a la sanidad universal.  Me presento humildemente ante ustedes y ¡estoy orgullosa de unirme a la comunidad Kovsie!

La sala en la que nos encontramos lleva el nombre de un hombre sabio y valiente.  Madiba nos dijo, y cito, «La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo».  No puedo estar más de acuerdo.  Me sentí honrada cuando supe que esta universidad nombró también al Presidente Mandela doctor honoris causa en 2001.

Mis padres eran profesores. Uno era profesor de primaria y el otro, de secundaria.  Eran poco convencionales.  Nos motivaban y animaban, a nosotros, sus hijos.  Nos enseñaron que lo que más importa en el mundo es formar parte de tu comunidad y alzar la voz por la justicia.

Para mí, y para muchas personas de todo el continente africano, la lucha por la igualdad aquí en Sudáfrica—una lucha que, como podemos ver, no ha terminado—resulta inspiradora.  En la terrible era del apartheid incluso el nombre de su provincia, Estado Libre, era una amarga ironía.  Hoy, mientras seguimos recorriendo este largo camino, el destino que con trabajo y esfuerzo quieren alcanzar hace que el nombre Estado Libre sea tan hermoso como esas palabras merecen ser.

Quería compartir con ustedes tres reflexiones sobre la libertad.  Las inspiran en gran medida los puntos de vista de personas de este país, incluidos movimientos estudiantiles pasados y actuales.

La primera es que la libertad real es mucho más que la libertad de sufragio o, en caso de Sudáfrica, la libertad de que no se prohíba votar.  La verdadera libertad surge cuando todos y cada uno de nosotros podemos florecer.  En el centro de todo esto se encuentra la educación, que debe ser un derecho para todos y no un privilegio de unos pocos.  Cada vez que visito mi pueblo natal, Ruti, en Uganda, me encuentro con amigos y amigas que no tuvieron las mismas oportunidades que yo, que se vieron obligados a abandonar sus estudios por un matrimonio precoz, porque tenían que atender a un familiar enfermo o trabajar para que su familia sobreviviese, o porque no tenían para pagar las tasas escolares.  Todas las niñas y niños tienen que recibir apoyo para completar sus estudios y los colegios deben ser lugares seguros, con educación de calidad que fomente el empoderamiento. También deben ser lugares donde reine la felicidad, ¡para disfrutar de uno mismo y de la juventud!  El impulso que los estudiantes han dado para hacer más accesible la educación superior, para conseguir reformas y rechazar lo malo del pasado, para lograr la inclusión de todos, ha sido un reto para ustedes y para sus instituciones, pero se ha avanzado mucho y he de felicitarles por todo el progreso conseguido.  ¡Enhorabuena!  Sí, hemos estado siguiendo sus movimientos, Rhodes must fall, las tasas deben desaparecer. Han inspirado a muchos otros estudiantes del mundo para luchar por la inclusión y la igualdad.

La segunda reflexión es que nadie es libre mientras exista una persona que no lo sea.  Por esta razón, la lucha por la libertad siempre ha de ser interseccional.  En todo el continente y en todo el mundo, Sudáfrica se erige como ejemplo de movimientos unidos, que resisten contra la desigualdad racial, que abogan por la igualdad de género y por la igualdad del colectivo LGTBQ.  A través de estas inclusiones se logra un mundo libre.  Así que continúen dando ejemplo, como país y como comunidad de estudiantes y alumni.  Luchen contra la estigmatización, luchen contra la criminalización.  Cuando vean a alguien menospreciado por su etnia, por ser mujer, por ser gay o trans, alcen la voz en su nombre.  La tolerancia no es suficiente: hay que aliarse con todos los que están marginados, no solo estar a su lado sino de su lado.

La tercera reflexión es que la libertad nunca se regala, solo se gana.  Y nunca se gana del todo ni para siempre en un momento. Hay que ganarla día a día, una y otra vez.  Hemos realizado grandes avances gracias a movimientos colectivos, a través de la organización de personas normales pero extraordinarias.  He formado parte de los movimientos feministas de África y del mundo.  Hemos logrado grandes avances a través de la organización, del apoyo mutuo, todo dentro de nuestra diversidad. Los héroes más importantes no son los que están en los libros de historia o dan discursos desde un podio como yo, sino que son ustedes, trabajando juntos y formando colectivos.

Usen el poder que su educación les ha brindado.  Y úsenlo para reivindicar derechos y rendiciones de cuentas, para ustedes mismos y para los demás. La educación me permitió salir de ese pueblo en Ruti, Uganda, donde no había electricidad ni agua corriente y me llevó a formar parte de nuestro parlamento nacional. Fui parlamentaria.  Me llevó a dirigir una organización mundial emblemática, OXFAM Internacional y, ahora, me ha llevado a dirigir el trabajo de las Naciones Unidas a escala mundial para luchar contra el sida.  Todo ello desde mi pequeño pueblo.

Pero nunca podré enorgullecerme del poder que me ha dado la educación en sí mismo.  Me hace responsable de lo que tengo que hacer para que otros se alcen, para que en el mundo imperen la igualdad y la justicia.  Me enorgullezco de lo que soy capaz de hacer con otras personas para lograr un mundo más justo. Las cualificaciones son meras herramientas para conseguir un objetivo.

Hoy es su día.  Han conseguido tanto solo con haber llegado hasta este momento. Sé que van a celebrarlo y se lo merecen.  Pero déjenme desafiarles. Les reto a que cuando abandonen este hermoso campus y salgan al mundo exterior busquen marcar la diferencia:

Trabajen para construir una sociedad donde todos los niños y niñas tengan acceso a la educación completa y de calidad que merecen.

Construyan una sociedad que garantice la igualdad para todas las personas.  Nadie debe sufrir discriminación por su género, etnia o sexualidad.  Igualdad para todos.

Construyan poder colectivo. Yo creo en el poder de las personas.  El cambio solo se consigue a través del poder de las personas.  No esperen a que el líder adecuado venga y lidere, ustedes son el líder adecuado.

Una sociedad más igualitaria será mejor para todo el mundo: para los ricos, para los pobres, para los capaces y para los menos capaces. Una sociedad más igualitaria será mejor para todo el mundo: es más segura, más próspera, más sostenible, más sana. Es más feliz.

En realidad soy una persona optimista.  Me gustaría contarles una historia.  Este es mi último desafío.  La historia de su país forma parte de ustedes.  El resto de nosotros en África, en concreto personas de mi generación, se ven afectados por la historia de nuestro continente, incluida la historia de su país.  Seguíamos todo lo que pasaba en este país y esperábamos su independencia porque iba a ser la independencia del continente entero. Cuando se liberaron, todos viajamos a ver Sudáfrica y a los sudafricanos porque durante muchos, muchos años en nuestros pasaportes había un sello en el que ponía:  «Válido pata todos los países salvo la República de Sudáfrica». No podíamos poner un pie en el país durante el apartheid.  Esa era la resistencia del resto de África.  Así que cuando se liberaron vinimos corriendo a presenciar esa liberación de esta parte de nuestro continente.  Cuando llegué al aeropuerto de Johannesburgo, ni siquiera se llamaba todavía Aeropuerto O.R. Tambo, sino que tenía otro nombre. Cuando llegué vi muchas jóvenes en el mostrador de inmigración y le enseñé el pasaporte a una de ellas.  Y mientras me miraba con una gran sonrisa me dijo «Bienvenida a Sudáfrica». Y yo le di las gracias.  Luego me preguntó «¿Cómo está todo en África?» Y yo le dije «¿África?» «Sí, de donde viene, ¿cómo está todo en África?»  Y entonces me di cuenta de que esta joven todavía no percibía Sudáfrica como parte de África. Y, por supuesto, nos pusimos a debatir y le dije que esto es África, donde estamos ahora.  Y me contestó «Ok, lo sé, pero me refiero a allí, de donde usted viene».  Así que este es mi último desafío para ustedes, mis queridos compañeros de graduación. Tienen una historia que les separa del resto de su continente.  Pero les quiero dejar con la idea de que eso es un desafío y es una bendición: salgan al mundo y sean africanos orgullosos.  Acepten a todo su continente.  Salgan al mundo sabiendo que tenemos una historia como continente y un destino como continente.  Y sirvan a su continente y aprovéchenlo al máximo.

Así que es un honor para mí ser nombrada doctora honoris causa. Se lo agradezco mucho. También es un honor para mí compartir este día con ustedes, los graduados, y bendecirles como el futuro, o quizá mejor, como el presente de África.

Les doy las gracias.

Video

Descargar PDF