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Lento progreso en las muertes relacionadas con el sida entre adolescentes

04 Octubre 2021

Las actuales desigualdades en las pruebas y el tratamiento del VIH para los niños que viven con el VIH y las tendencias en la cobertura histórica de los servicios para prevenir la transmisión vertical (de madre a hijo) del VIH están impulsando las tendencias interanuales de la mortalidad relacionada con el sida.

Las reducciones en las muertes relacionadas con el sida entre niños y adolescentes son más pronunciadas entre los niños de 0 a 9 años (un 60 % menos desde 2010), lo que refleja tanto la mejora en los esfuerzos por prevenir nuevas infecciones verticales como los esfuerzos por diagnosticar y tratar a los niños en los meses posteriores al parto y durante la lactancia.

Sin embargo, entre los adolescentes (de entre 10 y 19 años), el progreso es más lento, y las muertes relacionadas con el sida se redujeron solo un 37 % en el mismo período.

El mayor reto para el tratamiento pediátrico es encontrar rápidamente a los niños que viven con el VIH y que pasaron desapercibidos durante el parto o la lactancia, y vincularlos con la atención. La ampliación del índice basado en los derechos humanos, las pruebas familiares y domésticas y las pruebas de autodiagnóstico, así como la integración de las pruebas de detección del VIH en otros servicios sanitarios infantiles, pueden ayudar a cerrar esta brecha. 

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Las personas que viven con el VIH se enfrentan a un doble peligro, el VIH y la COVID-19, mientras que los grupos de población clave y los niños siguen quedando atrás en lo referente al acceso a los servicios relacionados con el VIH

Las personas que viven con el VIH corren un riesgo mayor de padecer una complicación grave derivada de la COVID-19 e incluso de morir. Sin embargo, a la gran mayoría de ellas se les niega el acceso a las vacunas contra la COVID-19. Los grupos de población clave y sus parejas sexuales representan el 65 % de las nuevas infecciones por el VIH, pero la mayoría se queda al margen de las respuestas tanto al VIH como a la COVID-19. 800 000 niños que viven con el VIH no reciben el tratamiento que necesitan para seguir viviendo

GINEBRA, 14 de julio de 2021. El informe mundial de 2021 sobre el sida de ONUSIDA, presentado hoy, destaca el hecho de que las personas que viven con el VIH son más vulnerables a la COVID-19 y, sin embargo, cada vez son mayores las desigualdades que impiden a estos grupos de población acceder a las vacunas contra la COVID-19 y a los servicios para el VIH.

Los estudios realizados en Inglaterra y Sudáfrica han revelado que el riesgo de morir por la COVID-19 entre las personas que viven con el VIH era el doble que el de la población general. A fecha de julio de 2021, en el África subsahariana, donde residen dos tercios (67 %) de las personas que viven con el VIH, menos del 3 % de la población ha recibido como mínimo una sola dosis de la vacuna contra la COVID-19. Al mismo tiempo, los servicios de prevención y tratamiento del VIH parecen estar olvidando a los grupos de población clave, así como a los niños y adolescentes.

Las vacunas contra la COVID-19 lograrían salvar millones de vidas en los países en desarrollo, pero siguen sin llegar allí, ya que los países ricos y las grandes farmacéuticas conservan el monopolio de la producción y el suministro de las vacunas para así obtener beneficios. Esto está teniendo una gran repercusión en todo el mundo, ya que los sistemas sanitarios de los países en desarrollo se están colapsando. Triste ejemplo de ello es Uganda, donde los estadios de fútbol se están convirtiendo en hospitales improvisados.

«Mientras los países ricos de Europa se están preparando para disfrutar del verano, debido al fácil acceso de sus poblaciones a las vacunas contra la COVID-19, el Sur está inmerso en una profunda crisis», destaca Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA. «No hemos aprendido las grandes lecciones que nos dio el VIH, cuando a millones de personas se les negó el tratamiento que podía salvar sus vidas y murieron por la desigualdad para acceder a dichos medicamentos. Y esto es, sin duda, inaceptable».

El nuevo informe de ONUSIDA refleja de qué manera los confinamientos por la COVID-19 y otras restricciones han alterado gravemente las pruebas del VIH. En muchos países esto ha provocado caídas pronunciadas en los diagnósticos del VIH, las derivaciones a los servicios de atención sanitaria y el inicio de los tratamientos para el VIH. En KwaZulu-Natal, Sudáfrica, por ejemplo, ha habido una caída del 48 % en las pruebas del VIH después de que se impusiera el primer confinamiento nacional en abril de 2020. Asimismo, hubo menos nuevos diagnósticos del VIH y una marcada disminución en el inicio del tratamiento. Y todo ello debido a que 28 000 profesionales sanitarios de la comunidad del VIH pasaron de realizar pruebas del VIH a ocuparse de las pruebas de detección de la COVID-19.

El informe, Confronting inequalities (enfrentar las desigualdades), muestra que en 2020 los 1,5 millones de nuevas infecciones por el VIH se produjeron principalmente entre los grupos de población clave y sus parejas sexuales. Las personas que se inyectan drogas, las mujeres transgénero, los trabajadores sexuales, los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, así como las parejas sexuales de estas poblaciones clave, representaron el 65 % de las infecciones por el VIH en todo el mundo en el año 2020. Los grupos de población clave representaron el 93 % de las nuevas infecciones por el VIH fuera del África subsahariana y el 35 % en el África subsahariana. Sin embargo, siguen marginados y, en gran medida, fuera del alcance de los servicios para el VIH en la mayoría de los países.

Según el informe, muchos de los 19 países que lograron los objetivos 90-90-90 para 2020 han sido líderes en la prestación de servicios diferenciados, donde los servicios basados en instalaciones se complementan con aquellos otros liderados por la comunidad. La mayoría también han situado a los grupos de población clave como elemento central de sus respuestas. En Estonia, por ejemplo, a la ampliación de los servicios integrales de reducción del daño le siguió una reducción del 61 % en todo el país de las infecciones por el VIH y una disminución del 97 % en las nuevas infecciones por el VIH entre las personas que se inyectan drogas.

Las pruebas y el tratamiento del VIH han aumentado enormemente en los últimos 20 años. 27,4 millones de los 37,7 millones de personas que vivían con el VIH ya estaban en tratamiento en 2020. Sin embargo, las brechas en la prestación de servicios son mucho mayores para los niños que para los adultos. En 2020, unos 800 000 niños de entre 0 y 14 años que vivían con el VIH no recibían tratamiento para el VIH. La cobertura del tratamiento fue del 74 % para adultos, pero solo del 54 % para niños en 2020. A muchos niños no se le realizaron las pruebas del VIH al nacer y a día de hoy desconocen su estado serológico, lo que hace que sea un gran reto encontrarlos y brindarles los cuidados adecuados.

Confronting inequalities también pone de manifiesto que las mujeres y las niñas en el África subsahariana siguen teniendo un mayor riesgo de infección por el VIH: la desigualdad de género y la violencia de género son la causa principal de ese riesgo. Las desigualdades de género y la violencia de género privan a las mujeres y niñas de sus derechos humanos fundamentales, incluido el derecho a la educación, la salud y las oportunidades económicas. Esto aumenta su riesgo de infección por el VIH y bloquea el acceso a los servicios. En el África subsahariana, las adolescentes y las mujeres jóvenes concentran el 25 % de todas las nuevas infecciones por el VIH a pesar de representar solo el 10 % de la población.

La pobreza y la falta de escolaridad también impiden el acceso a los servicios para la salud y el VIH. El informe subraya que es mucho menos probable que personas que viven en la pobreza accedan a los servicios de planificación familiar para mujeres y a la circuncisión médica masculina voluntaria para hombres y niños. En 2020, el número de circuncisiones médicas masculinas voluntarias disminuyó en más de un 30 % en 15 países prioritarios de África oriental y meridional.

La pobreza también es un impulsor de la migración, que se ha demostrado que afecta gravemente al acceso a los servicios para el VIH y pone en peligro la vida de los migrantes que huyen de los conflictos y la pobreza con la esperanza de conseguir protección y disfrutar de seguridad económica.

«Los multimillonarios navegan en sus yates por las mismas aguas mediterráneas en las que se ahogan los migrantes», afirmó Winnie Byanyima. «¿Cómo podemos quedarnos de brazos cruzados y dejar que esta sea la "nueva normalidad"?». Debemos plantar cara a estas horribles desigualdades y volver a poner énfasis en el respeto por los derechos humanos más básicos y fundamentales.

Las desigualdades nunca se producen de forma natural. Son el resultado de acciones políticas y programáticas que dividen en vez de sumar. Por ejemplo, los grupos de población clave son marginados y criminalizados por sus identidades y expresión de género, su orientación sexual y sus medios de subsistencia. El nuevo análisis incluido en el informe muestra una correlación positiva entre mejores resultados en materia de VIH y la adopción de leyes que promuevan la no discriminación. Un estudio procedente del África subsahariana reveló que la prevalencia del VIH entre los trabajadores sexuales era del 39 % en países que criminalizaron el trabajo sexual, en comparación con el 12 % en aquellos países donde el trabajo sexual estaba parcialmente legalizado.

«Llevamos 40 años luchando contra el VIH. Tanto los éxitos como los fracasos nos han enseñado que no podemos ni prepararnos para una pandemia ni derrotarla a menos que acabemos con las desigualdades, promovamos enfoques centrados en las personas y basados en los derechos humanos, y trabajemos junto con las comunidades para llegar a todos los que lo necesitan», afirmó la Sra. Byanyima.

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Cuarenta años después, el nuevo informe de ONUSIDA nos demuestra que sí podemos poner fin al sida

ONUSIDA insta a los líderes mundiales a adoptar una audaz declaración política sobre el VIH en la Reunión de Alto Nivel sobre el Sida de la Asamblea General de las Naciones Unidas que se celebrará la próxima semana en Nueva York y podrá seguirse online. ONUSIDA tiene la certeza de que es la ocasión ideal para comprometerse a alcanzar un nuevo conjunto de objetivos de cara a 2025 con el fin de acabar con el sida para el año 2030

NUEVA YORK/GINEBRA, 3 de junio de 2021—Cuatro décadas después de que se conocieran los primeros casos de sida, los nuevos datos de ONUSIDA demuestran que docenas de países lograron o superaron los objetivos para 2020 fijados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2016, lo que pone de manifiesto que esas metas no eran meras aspiraciones, sino una realidad alcanzable.

El informe demuestra que los países con leyes y políticas progresivas y sistemas sanitarios sólidos e inclusivos han obtenido los mejores resultados contra el VIH. En esos países, las personas que viven con el VIH y están afectadas por el virus tienen más posibilidades de acceder a servicios eficaces para el VIH, incluidas las pruebas de detección, la profilaxis previa a la exposición (medicamento para prevenir el VIH), la reducción del daño, el suministro multimensual de tratamiento para el VIH y un seguimiento y una atención constantes y de calidad.

«Los países que mejores resultados han obtenido precisamente han sido los que nos han abierto el camino para que los demás lo sigan», resaltó Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. «Con su adecuada financiación, el compromiso auténtico de la comunidad, los enfoques multisectoriales basados en los derechos humanos y la ciencia como punto de partida para sus estrategias han logrado revertir sus epidemias y salvar vidas. Todos estos elementos son muy valiosos para estar preparados y responder eficazmente a la pandemia contra el VIH, la COVID-19 y muchas otras enfermedades».  

En todo el mundo, el informe muestra que el número de personas en tratamiento se ha triplicado con creces desde 2010. En 2020, 27,4 millones de los 37,6 millones de personas que vivían con el VIH estaban en tratamiento, frente a los 7,8 millones de 2010. Se calcula que, gracias a la aparición de un tratamiento asequible y de calidad, se han salvado 16,2 millones de vidas desde 2001.

Las muertes se han reducido en gran parte debido a la generalización conseguida de la terapia antirretroviral. Las muertes relacionadas con el sida han caído en un 43 % desde 2010, hasta llegar a 690 000 en 2020. También se ha avanzado en la reducción de nuevas infecciones por el VIH, aun cuando el progreso aquí ha sido notablemente más lento: se ha logrado una reducción del 30 % desde 2010, con 1,5 millones de nuevas infecciones por el VIH en 2020 en comparación con los 2,1 millones de 2010.

El informe subraya que los países que mantienen leyes punitivas y se niegan a adoptar un enfoque de la salud basado en los derechos no están sino castigando, ignorando, estigmatizando y dejando atrás a los grupos de población clave (que constituyen el 62 % de las nuevas infecciones por el VIH en todo el mundo), a quienes se niega el acceso a los servicios para el VIH. Por ejemplo, casi 70 países de todo el mundo penalizan las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. A los hombres gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, los trabajadores sexuales, las personas trans, las personas en prisión y los consumidores de drogas inyectables se les ofrece un acceso escaso o nulo a los servicios sanitarios o sociales, lo que actúa a favor del VIH, que consigue propagarse entre los más vulnerables de la sociedad.

Las mujeres jóvenes del África subsahariana también siguen siendo olvidadas. Seis de cada siete nuevas infecciones por el VIH entre adolescentes de 15 a 19 años en la región se producen en las niñas. Las enfermedades relacionadas con el sida siguen siendo la principal causa de muerte entre las mujeres de entre 15 y 49 años en el África subsahariana.

La COVID-19 ha demostrado la fragilidad del progreso en salud y desarrollo de las últimas décadas y ha puesto de manifiesto unas desigualdades que son evidentes. Con el fin de que el mundo siga avanzando para acabar con el sida para 2030, la comunidad mundial del sida y ONUSIDA han mirado desde el prisma de las desigualdades para desarrollar una estrategia ambiciosa y alcanzable con nuevos objetivos que alcanzar para 2025. Acabar con las desigualdades exige respuestas al VIH que puedan llegar a las poblaciones que actualmente se están dejando atrás.

Si se alcanzan, los objetivos acercarán los servicios para el VIH al 95 % de las personas que los necesitan, reducirán las infecciones anuales por el VIH a menos de 370 000 y las muertes relacionadas con el sida serán menos de 250 000 para 2025. Ello requerirá una inversión anual de 29 000 millones de dólares estadounidenses para 2025. Cada inversión adicional de 1 dólar estadounidense en la implementación de la estrategia mundial contra el sida supondrá un retorno de más de 7 dólares estadounidenses en beneficios para la salud.

ONUSIDA llama a la Asamblea General de las Naciones Unidas a comprometerse con los objetivos de una nueva declaración política sobre el VIH en la quinta Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Sida, que tendrá lugar del 8 al 10 de junio de 2021.

«El mundo no puede permitirse invertir menos en la preparación y las respuestas ante la pandemia», afirmó la Sra. Byanyima. «Insto encarecidamente a la Asamblea General de las Naciones Unidas a aprovechar el momento y comprometerse a adoptar las medidas necesarias para acabar con el sida».

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UNAIDS New York
Sophie Barton-Knott
tel. +41 79 514 68 96
bartonknotts@unaids.org

Informe

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El secretario general de las Naciones Unidas insta a centrarse más en acabar con las desigualdades para poner fin a la epidemia de sida

Cuarenta años después de que se registraran los primeros casos de sida y a pocas semanas de la reunión de alto nivel de la Asamblea General sobre el VIH y el sida, el secretario general de las Naciones Unidas ha publicado un nuevo informe con recomendaciones y objetivos para que el mundo vuelva a enderezar el rumbo para acabar con el sida 

NUEVA YORK, 30 de abril de 2021—El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha advertido de que, a pesar de las intensas medidas y los progresos realizados contra el VIH en algunos lugares y grupos de población, la epidemia del VIH sigue expandiéndose en otros, y ha publicado 10 recomendaciones clave.* Si todos los países las cumplen, se pondrá fin a la pandemia del sida como amenaza para la salud pública antes del fin de 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En un nuevo informe, Superar las desigualdades y enderezar el rumbo
para acabar con el sida de aquí a 2030
, el secretario general de las Naciones Unidas insta al mundo a abordar las desigualdades que están ralentizando el progreso. 

"Es imprescindible romper el ciclo insostenible y cada vez más costoso de avanzar tan despacio en la lucha contra el VIH, pero nunca lo suficiente para poner fin a la pandemia", afirmó Guterres en el informe. "La desigualdad es la razón principal de que no se cumplieran las metas mundiales fijadas para 2020. Para acabar con la desigualdad, hay que lograr resultados transformadores para las personas que viven con el VIH, las comunidades y los países".

Los objetivos mundiales establecidos en la Declaración Política sobre el VIH y el Sida de la Asamblea General de 2016 se incumplieron en gran medida, lo que permitió que la pandemia de sida creciera en muchas regiones y países. Los alarmantes 1,7 millones de nuevas infecciones por el VIH que se produjeron en 2019 son más de tres veces superiores al objetivo de 2020 de menos de 500 000 nuevas infecciones. Además, las 690 000 muertes relacionadas con el sida en 2019 superan considerablemente el objetivo de 2020 de reducir las muertes a menos de 500 000 al año.

"Poner fin a la epidemia de sida como amenaza para la salud pública para 2030 sigue estando a nuestro alcance: muchos países están demostrando que es posible avanzar rápidamente en la respuesta al VIH cuando se adoptan estrategias basadas en pruebas y enfoques basados en los derechos humanos", afirmó la directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima. "Pero requiere un liderazgo político audaz para desafiar y abordar las injusticias y desigualdades sociales que siguen convirtiendo a ciertos grupos de personas y comunidades enteras en altamente vulnerables a la infección por el VIH".

El informe muestra que la COVID-19 ha ocasionado contratiempos adicionales. El secretario general de las Naciones Unidas advirtió de que la COVID-19 no es una excusa para no alcanzar los objetivos en materia de sida, sino más bien una dura advertencia para los países de que no pueden permitirse seguir invirtiendo menos de lo debido en la preparación y las respuestas a la pandemia.

Al mismo tiempo, la pandemia de COVID-19 ha servido para destacar los numerosos beneficios indirectos de las inversiones relacionadas con el VIH en materia de salud y desarrollo. La prestación de servicios liderada por la comunidad, que debe su origen a la respuesta al VIH, está ayudando a superar los enormes impedimentos originados por la COVID-19.

El conjunto de 10 recomendaciones para volver a poner el mundo en marcha incluye: abordar las desigualdades y llegar a todas las personas que viven con el VIH o corren el riesgo de infectarse para reducir las nuevas infecciones anuales por el VIH a menos de 370 000 y las muertes anuales relacionadas con el sida a menos de 250 000 para 2025; dar prioridad a la prevención del VIH para garantizar que el 95% de las personas en riesgo de infectarse tengan acceso a opciones eficaces de prevención para 2025; y eliminar las nuevas infecciones por el VIH entre los niños.

El informe subraya que es fundamental abordar los factores sociales y estructurales que perpetúan las desigualdades. Destaca, por ejemplo, cómo la desigualdad de género, respaldada por unas normas de género perjudiciales, restringe el uso por parte de las mujeres de los servicios de VIH y de salud sexual y reproductiva al perpetuar la violencia de género y limitar el poder de decisión, incluida la capacidad de las mujeres y las niñas para rechazar las relaciones sexuales no deseadas, negociar unas relaciones sexuales más seguras y mitigar el riesgo de infectarse por el VIH.

También muestra cómo las comunidades vulnerables, marginadas y criminalizadas, como los hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas que consumen drogas, los trabajadores sexuales, las personas transgénero, los reclusos y los migrantes también siguen corriendo un mayor riesgo de infección por el VIH que la población general, puesto que no reciben información esencial ni servicios de tratamiento, prevención y atención del VIH.

El secretario general de las Naciones Unidas describe cómo las comunidades de personas que viven con el VIH, las que corren el riesgo de infectarse y las que están afectadas por el VIH son la columna vertebral de la respuesta al VIH. Las iniciativas lideradas por las personas que viven con el VIH, las mujeres, los grupos de población clave, los jóvenes y otras comunidades afectadas han identificado y abordado las principales desigualdades y deficiencias en los servicios, han defendido los derechos de sus integrantes y han ampliado el alcance, la escala y la calidad de los servicios sanitarios.

En el informe, el Sr. Guterres aplaude la reciente Estrategia Mundial sobre el Sida 2021-2026 adoptada por ONUSIDA. Poner fin a las desigualdades, poner fin a la epidemia de sida. "Las lecciones de los países, ciudades y comunidades que han acelerado con éxito sus respuestas al VIH en los últimos cinco años son imprescindibles para la Estrategia Mundial sobre el Sida 2021-2026 de ONUSIDA", dijo el Sr. Guterres. “La comunidad internacional del sida y ONUSIDA ha centrado el desarrollo de su estrategia en las desigualdades. Esta cuenta con nuevos objetivos ambiciosos, granulares y confeccionados para llegar primero a los más rezagados”.

El informe se publica 25 años después de la creación de ONUSIDA y explica la forma en que la COVID-19 ha puesto de manifiesto ciertas desigualdades sociales y deficiencias en el sistema sanitario. El secretario general de las Naciones Unidas señala que el mundo debería aprovechar la experiencia de la respuesta a la pandemia del sida para fortalecer los sistemas sanitarios de todo el mundo y mejorar la preparación de cara a una pandemia. También apela a una mayor solidaridad mundial que permita cerrar la brecha de recursos para el VIH y aumentar las inversiones anuales para el VIH en los países de renta media y baja a 29 000 millones de dólares para 2025. 

*Las 10 recomendaciones que se recogen en el informe del Secretario General de las Naciones Unidas:

  1. Reducir y eliminar las graves desigualdades interseccionales que impiden erradicar el sida.
  2. Priorizar la prevención del VIH y asegurarse de que el 95 % de las personas expuestas al riesgo de infección por el VIH puedan acceder y acogerse a distintos programas combinados de prevención adecuados, priorizados, centrados en las personas y eficaces de aquí a 2025.
  3. Subsanar las deficiencias en la detección, tratamiento y supresión del VIH que limitan la eficacia de la respuesta al virus y cumplir, de aquí a 2025, las metas 95–95–95 relativas a la detección y el tratamiento en todas las subpoblaciones, grupos de edad y entornos geográficos, incluidos los niños que viven con el VIH.
  4. Erradicar la transmisión vertical del VIH y acabar con el sida en los pacientes pediátricos.
  5. Colocar la igualdad de género y los derechos humanos de mujeres y niñas en toda su diversidad en el centro de las iniciativas para mitigar el riesgo y el impacto del VIH.
  6. Aplicar el MPPVS (mayor participación de las personas que viven con el VIH y el sida) y empoderar a las comunidades de personas que viven con el VIH, las mujeres, los adolescentes y los jóvenes y las poblaciones clave para que puedan participar de forma decisiva en la respuesta al VIH.
  7. Respetar, proteger y hacer valer los derechos humanos de las personas que viven con el VIH, en riesgo de contraerlo y afectadas por el virus, y garantizar, de aquí a 2025, que menos del 10 % de las personas que viven con el VIH y de las poblaciones clave sean estigmatizadas y discriminadas.
  8. Impulsar la solidaridad internacional para subsanar las carencias de recursos en la respuesta al VIH y aumentar la inversión anual en el VIH en los países de ingreso bajo y mediano hasta alcanzar los 29.000 millones de dólares de aquí a 2025.
  9. Avanzar rápidamente en pos de la cobertura sanitaria universal y afianzar los sistemas de atención primaria de salud, reconstruir mejor y de manera más justa después de la COVID-19 y las crisis humanitarias, y mejorar la seguridad sanitaria y la preparación de cara a futuras pandemias en todo el mundo.
  10. Aprovechar los 25 años de experiencia, conocimientos especializados y mandatos del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) para desarrollar una colaboración multisectorial y basada en derechos con múltiples interesados con miras a erradicar el sida y garantizar la salud de todas las personas como bien público mundial.

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Abordar las desigualdades puede disminuir la prevalencia del VIH

15 Marzo 2021

Las deficiencias en las respuestas al VIH y las consiguientes infecciones por el VIH y muertes relacionadas con el sida se asientan en las fallas de la desigualdad.

Información procedente de 46 países de África subsahariana muestra que existe una correlación entre la prevalencia del VIH y la disparidad salarial. Después de controlar la educación, la desigualdad de género y la renta per cápita, un aumento de un punto en la proporción 20:20 de un país, la cual compara la diferencia de riqueza entre el 20% superior y el 20% inferior de una población determinada, corresponde a un aumento de dos puntos en la prevalencia del VIH.

La prevalencia del VIH y la desigualdad salarial, países de África subsahariana, 2019

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Vencer a las pandemias priorizando a las personas — Informe del Día mundial de la lucha contra el sida

26 de noviembre de 2020

Cinco años después de un compromiso mundial para acelerar la respuesta al VIH y poner fin a la epidemia de sida para 2030, el mundo no va por buen camino. Muy pocos países han cumplido la promesa de aprovechar el impulso generado en la primera década del siglo XXI para anticipar las inversiones y acelerar la prestación de servicios relacionados con el VIH. Los importantes avances en las regiones más afectadas del África subsahariana y el Caribe se han visto contrarrestados por las crecientes epidemias en América Latina, Europa Oriental y Asia Central, y el Oriente Medio y África del Norte. Combinados, estos éxitos y fracasos dan como resultado un progreso global demasiado lento. Se han incumplido los hitos acordados para 2020. Casi 700 000 muertes por causas relacionadas con el sida y 1,7 millones de nuevas infecciones por el VIH en 2019 son inaceptables cuando las opciones terapéuticas y preventivas eficaces son asequibles y están fácilmente disponibles. Leer nota de prensa

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La respuesta al VIH en el Caribe — Actualización mundial sobre el sida 2020 — Aprovechando el momento

06 de julio de 2020

En el Caribe se ha avanzado mucho en lo referente a la reducción de las nuevas infecciones por el VIH y las muertes relacionadas con el sida. De hecho, así lo demuestra la incidencia: la tasa de prevalencia ha ido descendiendo progresivamente, y ha pasado de un 6.1 % en 2010 a un 3.9 % en el año 2019.

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Un estudio muestra los efectos de la COVID-19 en el acceso a la atención al VIH en la Federación de Rusia

27 Noviembre 2020

Un nuevo estudio pone de manifiesto el impacto negativo que está teniendo la pandemia de COVID-19 en el acceso a la atención al VIH en la Federación de Rusia y demuestra que las personas que viven con el VIH en este país son más vulnerables a la COVID-19, pero menos propensas a hacerse pruebas o someterse a un tratamiento.

Más de un tercio de las personas que viven con el VIH que fueron encuestadas informó sobre cierto impacto en los servicios para el VIH, incluyendo alrededor de un 4 % que informó de que no se había sometido a terapia antirretroviral porque no había podido conseguir las medicinas y aproximadamente un 9 % que informó de que no había tomado la medicación para la prevención contra la tuberculosis. Sin embargo, la mayoría de los los encuestados (alrededor del 70 % de las personas que viven con el VIH) no tuvo ningún problema para obtener terapia antirretroviral y cerca de un 22 % informó de que se le entregaban los medicamentos antirretrovirales a domicilio. En el estudio se encuestó a más de 900 personas de 68 regiones de la Federación de Rusia, incluyendo tanto a aquellos que viven con el VIH como a los que no.

«El estudio responde a algunas de las preguntas más importantes sobre el impacto de la COVID-19 en las personas que viven con el VIH en nuestro país», dijo Natalya Ladnaya, investigadora jefe y principal en el Instituto central de investigación sobre epidemiología del Servicio Federal Ruso para la Supervisión de la Protección de los Derechos y el Bienestar del Consumidor (Rospotrebnadzor).

Según la Sra. Ladnaya, el estudio confirmó que es crucial que las personas que viven con el VIH se protejan contra el nuevo coronavirus. Los autores del estudio también señalan la necesidad de proporcionar tratamiento contra el VIH ininterrumpido durante la pandemia de la COVID-19.

«Se obtuvieron resultados alentadores acerca de cómo la pandemia afectó al acceso al tratamiento del VIH: muchas instituciones especializadas han podido adaptarse a la nueva realidad», dijo Alexey Mikhailov, jefe del Departamento de Supervisión de la Coalición de Preparación para el Tratamiento, que también participó en el estudio.

Según el estudio, el número de personas que viven con el VIH y marcadores de COVID-19 era cuatro veces mayor que el de los encuestados seronegativos. Asimismo, había un 50 % menos de probabilidades, en comparación con los encuestados seronegativos, de que se les hiciera la prueba del coronavirus y también menos propensos a buscar asistencia médica, incluso teniendo síntomas.

La mayoría de los encuestados con una coinfección de VIH y COVID-19 tenía un mayor riesgo de contraer COVID-19 debido al número considerable de casos locales de COVID-19 y al escaso uso de medidas de protección personal, así como a la subestimación del riesgo personal real de la COVID-19.

Aunque más de dos tercios de los participantes en el estudio eran mujeres, de entre las personas encuestadas que viven con el VIH y que habían tenido COVID-19, la mayoría eran hombres que habían vivido con VIH durante más de diez años.

Los autores del estudio señalan la necesidad de investigar más a fondo las causas de la mayor incidencia de la COVID-19 y la escasa demanda de atención médica para tratar los síntomas de la COVID-19 entre las personas que viven con el VIH.

«La pandemia de la COVID-19 sigue afectando a todos los ámbitos de nuestras vidas. Necesitamos supervisar atentamente las pandemias simultáneas de la COVID-19 y el VIH y proporcionar apoyo para no perder los progresos alcanzados en la respuesta al VIH», dijo Alexander Goliusov, director a.i. del Equipo de Apoyo Regional de ONUSIDA para Europa oriental y Asia central.

El estudio fue realizado por el Instituto Central de Investigación sobre Epidemiología de Rospotrebnadzor junto con la Coalición de Preparación para el Tratamiento, con el apoyo de ONUSIDA y Rospotrebnadzor.

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Nuevo estudio (en ruso)

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Actualización del cuadro de mando permite diferenciar los servicios de pruebas del VIH

12 Noviembre 2020

La Organización Mundial de la Salud (OMS), en coordinación con ONUSIDA, ha actualizado su cuadro de mando de Servicios de Pruebas del VIH con nuevos datos para 2020, antes del Día Mundial del sida de este año.

El cuadro de mando interactivo proporciona a los usuarios una gran variedad de datos sobre las pruebas del VIH en países de todo el mundo. Ofrece información sobre, por ejemplo, la prevalencia del VIH, el número de personas que han dado positivo en una prueba del VIH y el número de personas que han dado positivo por primera vez o al repetir un test. Los datos se presentan en gráficos y tablas, y están clasificados por edad, sexo y otras características.

«Tener datos diferenciados de las pruebas del VIH resulta crucial en este momento de la pandemia», dijo Cheryl Johnson, oficial técnico de la OMS. «Este tipo de datos ayudará a distintos programas a poner en práctica las directrices de la Organización Mundial de la Salud, de manera que puedan llegar a las personas que viven con el VIH que aún no conocen su estado. Esperamos orientar a países acerca de cómo pueden usar sus datos para proveer servicios de pruebas del VIH eficientes y efectivos».

Los países necesitan tener una variedad de formas de abordar las pruebas para llegar a personas que viven con el VIH que no conocen su estado y otros con riesgo de contraer el VIH. El cuadro de mando ayudará a los países a desarrollar la mejor combinación de servicios de pruebas posible para su contexto, como pruebas de autodiagnóstico, pruebas derivadas del conocimiento de un caso índice y varias formas de servicios de pruebas basados en la comunidad y en las instalaciones. Los países podrán también monitorear el progreso del grupo de personas que acaben de conocer su estado serológico.

«Estamos usando los datos para intensificar nuestros esfuerzos por llegar a las personas que viven con el VIH que aún no conocen su estado y facilitarles la conexión con atención sanitaria priorizando y diferenciando las pruebas, de manera que podamos llegar a zonas y poblaciones marginadas en Uganda. El cuadro de mando es una herramienta útil para ayudar a guiar la toma de decisiones y nuestra estrategia nacional de ahora en adelante», dijo Geoffrey Taasi, oficial de programas, Servicios de Pruebas del VIH, Ministerio de Salud, Uganda.

La información del cuadro de mando es una mezcla de los datos de la OMS y ONUSIDA, datos de programas nacionales, estimaciones basadas en modelos y datos de estudios de población (también incluye el estado de implementación de los servicios de pruebas y políticas nacionales). Los datos empleados fueron seleccionados en consulta con los representantes de los ministerios de salud, investigadores asociados, asociados en la ejecución locales e internacionales y donantes.

Además de la página web, se puede acceder al cuadro de mando a través de la aplicación WHO HTS Info con un smartphone o una tableta.

«La expansión de enfoques de pruebas del VIH relevantes es crucial para que Viet Nam alcance los objetivos 90–90–90. Con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud y otros asociados, hemos puesto a prueba con éxito pruebas del VIH de base comunitaria, incluyendo pruebas realizadas por testadores no profesionales y de autodiagnóstico. Actualmente estamos trabajando para ampliar estos enfoques a nivel nacional», dijo Nguyen Hoang Long, director general de la Autoridad para el Control del VIH/Sida de Viet Nam, Ministerio de Salud, Viet Nam.

CUADRO DE MANDO DE SERVICIOS DE PRUEBAS DEL VIH

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Nuevas infecciones por el VIH: los hombres superan en número a las mujeres

12 Octubre 2020

Los hombres que viven con el VIH tienen menos posibilidades de acceder a las pruebas del VIH y a la terapia antirretrovírica , y también experimentan mayores niveles de nuevas infecciones por el VIH.

En el año 2019, los 1,7 millones de personas que se calcula que adquirieron el VIH en todo el mundo supusieron un descenso de un 23 % en el número de nuevas infecciones por el VIH desde 2010, si bien el progreso en la prevención del VIH sigue siendo demasiado lento, con un número aproximado de nuevas infecciones en 2019 que está cerca de cuadruplicar la meta de 500 000 establecida para 2020.

En 2019 hubo menos infecciones en todo el mundo entre mujeres y chicas jóvenes (48 % de las infecciones totales) que entre hombres y chicos (52 %) ese mismo año. En todo el mundo el número actual de nuevas infecciones ha caído más rápidamente entre las mujeres y las chicas (un descenso de un 27 % desde 2010) que entre los hombres y los chicos (un descenso de un 18 %). 

Número de nuevas infecciones por el VIH por sexo, mundial, 2019-2019. Fuente: Estimaciones epidemiológicas de ONUSIDA, 2020

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