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Press Release
Asamblea Mundial de la Salud: ONUSIDA insta a los líderes mundiales a abordar las desigualdades y respetar los derechos humanos para acabar con las pandemias emergentes
24 Mayo 2022 24 Mayo 2022GINEBRA, 24 de mayo de 2022. En la septuagésima quinta Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en Ginebra (Suiza), ONUSIDA ha instado a los líderes mundiales a abordar las desigualdades a nivel mundial que alimentan pandemias como la del VIH o la COVID-19. ONUSIDA destacó que el respeto hacia los derechos humanos de todos es esencial para conseguir una buena salud en todo el planeta.
En el discurso que pronunció hoy ante la Asamblea Mundial de la Salud la Directora Ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, instó a los líderes mundiales a establecer como prioridad urgente la inversión necesaria para acabar con la pandemia de sida, así como para preparar el mundo mejor para pandemias futuras y garantizar la seguridad sanitaria de toda la población.
«Es preocupante lo poco preparado que sigue estando el mundo para frenar las pandemias actuales o prevenir las futuras porque no disponemos de planes eficaces para garantizar el acceso a las tecnologías de la salud ni para otorgar financiación a organizaciones de respuesta a las pandemias lideradas por la comunidad», señaló Byanyima. «Podemos combatir las pandemias y proteger la salud de todos si somos atrevidos y afrontamos las desigualdades; si ponemos los derechos humanos en el centro de nuestra respuesta».
El discurso de Byanyima trató las tres áreas centrales de la preparación para pandemias: el acceso, la financiación y las comunidades.
Comunidades. Para combatir las pandemias y proteger la salud de todas las personas, necesitamos organizaciones lideradas por la comunidad que dispongan de financiación suficiente para proporcionar servicios, divulgación e información fiable como parte esencial de la respuesta de la salud pública. Las comunidades, que conocen mejor la situación sobre el terreno y tienen relaciones fundamentales de confianza, deben disponer de los recursos y el espacio necesarios para trabajar.
Acceso. Para poner fin a la epidemia de sida, vencer a la COVID-19 y frenar las pandemias del futuro, es fundamental que todo el mundo tenga acceso a las tecnologías de la salud que salvan vidas y pueden combatir las pandemias. Necesitamos sustituir las normas de propiedad intelectual actuales, que restringen el acceso a medicamentos que salvan vidas para las personas del hemisferio sur, por otras que obliguen a compartir las tecnologías. Esto garantizaría el acceso a las vacunas y a los tratamientos para la COVID-19 y a nuevos medicamentos emergentes de acción prolongada para la prevención y tratamiento del VIH, así como a medicinas necesarias para prevenir otras pandemias.
Financiación. Nuestra seguridad sanitaria colectiva y la eficacia de las respuestas mundiales a las pandemias requieren que les proporcionemos una financiación adecuada. Esto incluye proporcionar financiación íntegra al Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. Supone, además, que los países de renta media y baja puedan aumentar su inversión en salud a través de la movilización progresiva de recursos domésticos y de la solidaridad internacional, en lugar de verse perjudicados por la deuda pública o marginados en la asignación de derechos especiales de giro en el Fondo Monetario Internacional.
Durante la Asamblea Mundial de la Salud, ONUSIDA celebró el progreso que se ha logrado en el desarrollo de un nuevo instrumento de preparación y respuesta a las pandemias y señaló que esta debería incluir los siguientes elementos fundamentales:
- Situar los derechos humanos en el núcleo de la respuesta a las pandemias.
- Poner a las comunidades en el centro, incluida su participación en la arquitectura de la preparación y respuesta a las pandemias a escala nacional, regional y mundial.
- Garantizar el acceso a las tecnologías de la salud y a contramedidas sanitarias como bienes de salud pública, de modo que se garantice el acceso equitativo para aquellos que lo necesitan.
- Construir sistemas de datos basados en la población que sean capaces de poner en relieve las desigualdades.
- Apoyar al personal sanitario, incluidos los trabajadores comunitarios de la salud que trabajan en la primera línea de las pandemias.
ONUSIDA también felicitó afectuosamente a Tedros Adhanom Ghebreyesus por su reconfirmación como Director General de la Organización Mundial de la Salud durante la Asamblea Mundial de la Salud. “¡Felicidades Tedros, hermano mío! Tenemos muchas ganas de seguir trabajando juntos para garantizar la salud de todos”, dijo Byanyima.
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Opinion
La directora ejecutiva de ONUSIDA Winnie Byanyima ha sido nombrada doctora honoris causa por la Universidad del Estado Libre de Sudáfrica
30 Abril 2022
30 Abril 2022 30 Abril 2022A continuación, las declaraciones de la directora ejecutiva de ONUSIDA Winnie Byanyima durante el acto de graduación celebrado en el campus Qwaqwa de la Universidad del Estado Libre de Sudáfrica
Señor Vicerrector en funciones profesor Naidoo, distinguidos líderes de esta gran universidad, señoras y señores, compañeros de graduación,
Me gustaría dar las gracias a la Facultad de Ciencias de la Universidad del Estado Libre por el honor de ser nombrada doctora honoris causa por esta gran institución. Sé que están reconociendo, a través de mí, el trabajo de todos aquellos que propician los avances en justicia social en el mundo, en concreto en relación con el derecho a la sanidad universal. Me presento humildemente ante ustedes y ¡estoy orgullosa de unirme a la comunidad Kovsie!
La sala en la que nos encontramos lleva el nombre de un hombre sabio y valiente. Madiba nos dijo, y cito, «La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo». No puedo estar más de acuerdo. Me sentí honrada cuando supe que esta universidad nombró también al Presidente Mandela doctor honoris causa en 2001.
Mis padres eran profesores. Uno era profesor de primaria y el otro, de secundaria. Eran poco convencionales. Nos motivaban y animaban, a nosotros, sus hijos. Nos enseñaron que lo que más importa en el mundo es formar parte de tu comunidad y alzar la voz por la justicia.
Para mí, y para muchas personas de todo el continente africano, la lucha por la igualdad aquí en Sudáfrica—una lucha que, como podemos ver, no ha terminado—resulta inspiradora. En la terrible era del apartheid incluso el nombre de su provincia, Estado Libre, era una amarga ironía. Hoy, mientras seguimos recorriendo este largo camino, el destino que con trabajo y esfuerzo quieren alcanzar hace que el nombre Estado Libre sea tan hermoso como esas palabras merecen ser.
Quería compartir con ustedes tres reflexiones sobre la libertad. Las inspiran en gran medida los puntos de vista de personas de este país, incluidos movimientos estudiantiles pasados y actuales.
La primera es que la libertad real es mucho más que la libertad de sufragio o, en caso de Sudáfrica, la libertad de que no se prohíba votar. La verdadera libertad surge cuando todos y cada uno de nosotros podemos florecer. En el centro de todo esto se encuentra la educación, que debe ser un derecho para todos y no un privilegio de unos pocos. Cada vez que visito mi pueblo natal, Ruti, en Uganda, me encuentro con amigos y amigas que no tuvieron las mismas oportunidades que yo, que se vieron obligados a abandonar sus estudios por un matrimonio precoz, porque tenían que atender a un familiar enfermo o trabajar para que su familia sobreviviese, o porque no tenían para pagar las tasas escolares. Todas las niñas y niños tienen que recibir apoyo para completar sus estudios y los colegios deben ser lugares seguros, con educación de calidad que fomente el empoderamiento. También deben ser lugares donde reine la felicidad, ¡para disfrutar de uno mismo y de la juventud! El impulso que los estudiantes han dado para hacer más accesible la educación superior, para conseguir reformas y rechazar lo malo del pasado, para lograr la inclusión de todos, ha sido un reto para ustedes y para sus instituciones, pero se ha avanzado mucho y he de felicitarles por todo el progreso conseguido. ¡Enhorabuena! Sí, hemos estado siguiendo sus movimientos, Rhodes must fall, las tasas deben desaparecer. Han inspirado a muchos otros estudiantes del mundo para luchar por la inclusión y la igualdad.
La segunda reflexión es que nadie es libre mientras exista una persona que no lo sea. Por esta razón, la lucha por la libertad siempre ha de ser interseccional. En todo el continente y en todo el mundo, Sudáfrica se erige como ejemplo de movimientos unidos, que resisten contra la desigualdad racial, que abogan por la igualdad de género y por la igualdad del colectivo LGTBQ. A través de estas inclusiones se logra un mundo libre. Así que continúen dando ejemplo, como país y como comunidad de estudiantes y alumni. Luchen contra la estigmatización, luchen contra la criminalización. Cuando vean a alguien menospreciado por su etnia, por ser mujer, por ser gay o trans, alcen la voz en su nombre. La tolerancia no es suficiente: hay que aliarse con todos los que están marginados, no solo estar a su lado sino de su lado.
La tercera reflexión es que la libertad nunca se regala, solo se gana. Y nunca se gana del todo ni para siempre en un momento. Hay que ganarla día a día, una y otra vez. Hemos realizado grandes avances gracias a movimientos colectivos, a través de la organización de personas normales pero extraordinarias. He formado parte de los movimientos feministas de África y del mundo. Hemos logrado grandes avances a través de la organización, del apoyo mutuo, todo dentro de nuestra diversidad. Los héroes más importantes no son los que están en los libros de historia o dan discursos desde un podio como yo, sino que son ustedes, trabajando juntos y formando colectivos.
Usen el poder que su educación les ha brindado. Y úsenlo para reivindicar derechos y rendiciones de cuentas, para ustedes mismos y para los demás. La educación me permitió salir de ese pueblo en Ruti, Uganda, donde no había electricidad ni agua corriente y me llevó a formar parte de nuestro parlamento nacional. Fui parlamentaria. Me llevó a dirigir una organización mundial emblemática, OXFAM Internacional y, ahora, me ha llevado a dirigir el trabajo de las Naciones Unidas a escala mundial para luchar contra el sida. Todo ello desde mi pequeño pueblo.
Pero nunca podré enorgullecerme del poder que me ha dado la educación en sí mismo. Me hace responsable de lo que tengo que hacer para que otros se alcen, para que en el mundo imperen la igualdad y la justicia. Me enorgullezco de lo que soy capaz de hacer con otras personas para lograr un mundo más justo. Las cualificaciones son meras herramientas para conseguir un objetivo.
Hoy es su día. Han conseguido tanto solo con haber llegado hasta este momento. Sé que van a celebrarlo y se lo merecen. Pero déjenme desafiarles. Les reto a que cuando abandonen este hermoso campus y salgan al mundo exterior busquen marcar la diferencia:
Trabajen para construir una sociedad donde todos los niños y niñas tengan acceso a la educación completa y de calidad que merecen.
Construyan una sociedad que garantice la igualdad para todas las personas. Nadie debe sufrir discriminación por su género, etnia o sexualidad. Igualdad para todos.
Construyan poder colectivo. Yo creo en el poder de las personas. El cambio solo se consigue a través del poder de las personas. No esperen a que el líder adecuado venga y lidere, ustedes son el líder adecuado.
Una sociedad más igualitaria será mejor para todo el mundo: para los ricos, para los pobres, para los capaces y para los menos capaces. Una sociedad más igualitaria será mejor para todo el mundo: es más segura, más próspera, más sostenible, más sana. Es más feliz.
En realidad soy una persona optimista. Me gustaría contarles una historia. Este es mi último desafío. La historia de su país forma parte de ustedes. El resto de nosotros en África, en concreto personas de mi generación, se ven afectados por la historia de nuestro continente, incluida la historia de su país. Seguíamos todo lo que pasaba en este país y esperábamos su independencia porque iba a ser la independencia del continente entero. Cuando se liberaron, todos viajamos a ver Sudáfrica y a los sudafricanos porque durante muchos, muchos años en nuestros pasaportes había un sello en el que ponía: «Válido pata todos los países salvo la República de Sudáfrica». No podíamos poner un pie en el país durante el apartheid. Esa era la resistencia del resto de África. Así que cuando se liberaron vinimos corriendo a presenciar esa liberación de esta parte de nuestro continente. Cuando llegué al aeropuerto de Johannesburgo, ni siquiera se llamaba todavía Aeropuerto O.R. Tambo, sino que tenía otro nombre. Cuando llegué vi muchas jóvenes en el mostrador de inmigración y le enseñé el pasaporte a una de ellas. Y mientras me miraba con una gran sonrisa me dijo «Bienvenida a Sudáfrica». Y yo le di las gracias. Luego me preguntó «¿Cómo está todo en África?» Y yo le dije «¿África?» «Sí, de donde viene, ¿cómo está todo en África?» Y entonces me di cuenta de que esta joven todavía no percibía Sudáfrica como parte de África. Y, por supuesto, nos pusimos a debatir y le dije que esto es África, donde estamos ahora. Y me contestó «Ok, lo sé, pero me refiero a allí, de donde usted viene». Así que este es mi último desafío para ustedes, mis queridos compañeros de graduación. Tienen una historia que les separa del resto de su continente. Pero les quiero dejar con la idea de que eso es un desafío y es una bendición: salgan al mundo y sean africanos orgullosos. Acepten a todo su continente. Salgan al mundo sabiendo que tenemos una historia como continente y un destino como continente. Y sirvan a su continente y aprovéchenlo al máximo.
Así que es un honor para mí ser nombrada doctora honoris causa. Se lo agradezco mucho. También es un honor para mí compartir este día con ustedes, los graduados, y bendecirles como el futuro, o quizá mejor, como el presente de África.
Les doy las gracias.


Press Statement
Las consecuencias del COVID-19 se hacen notar: el número de muertes por tuberculosis entre personas que viven con el VIH aumenta por primera vez desde 2006
23 Marzo 2022 23 Marzo 2022En el Día Mundial de la Tuberculosis 2022, ONUSIDA recalca la necesidad de diagnosticar y tratar la tuberculosis, ya que por primera vez las muertes entre personas que viven con el VIH a causa de esta enfermedad aumentan tras años de descenso progresivo
GINEBRA, 23 de marzo 2022 — La tuberculosis es la principal causa de muerte entre las personas que viven con el VIH; aproximadamente, una de cada tres muertes relacionadas con el sida se deben a dicha enfermedad. Entre 2006 y 2019, se produjo un descenso del 68 % en el número de muertes por tuberculosis entre personas que viven con el VIH, gracias a planes de acción colectiva de alto alcance para prevenir, diagnosticar y tratar ambas enfermedades. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud anunció en su Informe Mundial sobre la Tuberculosis de 2021 que esta cifra había aumentado por primera vez en 13 años, de 209 000 muertes en 2019 a 214 000 en 2020.
“El aumento en el número de muertes por tuberculosis entre personas que viven con el VIH es alarmante, y pone de manifiesto la fragilidad del progreso conseguido durante la pandemia”, afirma Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. “Con la aparición de la COVID-19, se ha dejado de lado al VIH y a la tuberculosis, y el mundo se ha centrado en enfrentarse a la nueva pandemia. Esto ha implicado que se han perdido vidas sin necesidad, y no se han cumplido objetivos importantes relacionados con el VIH, la tuberculosis y otras enfermedades. Es necesario actuar cuanto antes con mayor inversión para ponernos de nuevo en marcha.”
Las personas que viven con el VIH tienen 18 veces más posibilidades de enfermar de tuberculosis. A pesar de que el 85 % de las personas que contraen tuberculosis son tratadas con éxito, esta cifra es más baste baja entre personas que viven con el VIH, se sitúa en torno al 77 %. Esto demuestra la importancia de aumentar los esfuerzos de prevención y el tratamiento de ambas enfermedades.
La actuación colectiva y coordinada en este ámbito ha salvado vidas en los últimos años. Entre 2018 y 2020, 7,5 millones de personas que viven con el VIH recibieron tratamiento preventivo contra la tuberculosis, superando el objetivo mundial de 6 millones. Pero aún queda mucho por hacer para acabar con las desigualdades de fondo que contribuyen a la propagación del VIH y la tuberculosis.
Concretamente, los refugiados y las personas desplazadas tienen un riesgo muy alto de contraer tuberculosis. A finales de 2020, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados informó que alrededor de 82,4 millones de personas tuvieron que abandonar su hogar. La guerra en Ucrania ha forzado a 3,5 millones de personas abandonen el país, y hay muchas más que se han desplazado dentro de las propias fronteras. Es crucial que Ucrania y los países colindantes reciban apoyo urgente para poder proporcionar servicios sanitarios esenciales a las personas afectadas por la guerra, incluidos los relacionados con la tuberculosis y el VIH.
“En este momento de crisis, tenemos la oportunidad de crear un futuro resiliente a la pandemia, siempre que nuestros líderes trabajen juntos para acabar con las desigualdades que nos ponen a todos en peligro”, declara Byanyima. “Mientras que el sida, la tuberculosis y la COVID-19 se propagan cada una de una forma distinta, nosotros somos testigo de como la desigualdad socio-económica facilita este proceso y hace que ciertas comunidades sean más vulnerables, lo que pone al mundo entero en peligro. Podemos abordar estas desigualdades, o podemos permitir que estas pandemias prosigan. Depende de nosotros.”
El Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria (Fondo Mundial) es el principal financiador de programas relativos a la tuberculosis. Sin embargo, la COVID-19 ha tenido consecuencias devastadoras. Entre 2019 y 2020 el numero de personas que recibían tratamiento por tuberculosis en países donde el Fondo Mundial actúa se redujo en 1 millón. Este año, tras su séptimo reabastecimiento, el Fondo Mundial pide 18 mil millones de dólares americanos adicionales para poder salvar 20 millones de vidas y así retomar los esfuerzos para acabar con el VIH, la tuberculosis y la malaria. Para exterminar estas tres enfermedades en 2030 y construir sistemas sanitarios que puedan responder ante futuras pandemias es esencial que el Fondo Mundial esté preparado económicamente.
ONUSIDA continúa trabajando con sus asociados para poder alcanzar los objetivos relacionados con VIH y tuberculosis fijados para 2025. Estos incluyen garantizar que el 90% de las personas que viven con el VIH reciben tratamiento preventivo para la tuberculosis, además de reducir el número de muertes relacionadas de con la tuberculosis entre este colectivo en un 80%, en comparación con el año 2010. Para que esto sea posible el Fondo Mundial necesita financiación, además de que se invierta en investigación y desarrollo, en la mejora de los servicios, y en la adopción de estrategias nuevas e innovadoras para ayudar a todo el que lo necesite.
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Mensaje del Día Mundial del Sida de 2021, por la directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima
01 Diciembre 2021 01 Diciembre 2021Queridos amigos:
En este Día Mundial del Sida, les hago llegar mis saludos y mi solidaridad con todas las personas de todo el mundo, precisamente en este momento en el que hacemos frente al impacto de dos pandemias colindantes.
Este año, el mundo ha acordado un plan audaz que, si los líderes lo cumplen, pondrá fin al sida para 2030. Es una noticia fantástica.
Sin embargo, hoy, nosotros, como Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida, no podemos sino haceros llegar una importante advertencia. El sida sigue siendo una pandemia, la luz roja continúa parpadeando, y solo podremos salir de ella actuando sin demora para acabar con las desigualdades que avivan dicha pandemia.
Allí donde los líderes trabajan de forma audaz y conjunta, haciendo hueco a los últimos adelantos científicos, prestando servicios que satisfacen todas las necesidades de las personas, protegiendo los derechos humanos y manteniendo una financiación adecuada, las muertes relacionadas con el sida y las nuevas infecciones por el VIH son cada vez menos frecuentes.
Pero esto solo es así en algunos lugares y para algunas personas.
Si no adoptamos ese enfoque de lucha contra las desigualdades tan necesario para poner fin al sida, el mundo también tendrá difícil poner fin a la pandemia de la COVID-19 y seguirá sin estar preparado para las pandemias del futuro. Esto sería tremendamente peligroso para todos nosotros.
Si bien ya antes estábamos lejos del camino para poner fin al sida, los obstáculos ahora son mucho mayores, puesto que la COVID-19 sigue azotando al mundo con fuerza, lo que obliga a interrumpir los servicios de prevención y tratamiento del VIH, la escolarización, los programas de prevención de la violencia y mucho más.
En nuestra trayectoria actual, no estamos siendo capaces de doblegar la curva lo suficientemente rápido y corremos el riesgo de arrastrar esta pandemia de sida durante décadas. Urge avanzar más rápido en un conjunto de acciones concretas acordadas por los Estados miembros de las Naciones Unidas para abordar todas esas desigualdades que impulsan el VIH.
Nuestra lucha contra la pandemia de sida nos ha enseñado un sinfín de cosas sobre lo que más necesitamos de cara a acabar tanto con la pandemia de sida como con todas las demás.
Necesitamos ya mismo infraestructuras lideradas por la comunidad y basadas en la comunidad como parte de un sistema de salud pública fuerte, respaldado por la sólida responsabilidad de la sociedad civil.
Necesitamos políticas que garanticen el acceso justo y asequible a la ciencia.
Todas las nuevas tecnologías deberían llegar de forma inmediata allí donde se las necesita.
Necesitamos proteger a nuestros trabajadores sanitarios y contratar más para satisfacer nuestras necesidades urgentes.
Debemos proteger los derechos humanos y generar confianza en los sistemas sanitarios.
Son estos justamente los que harán que salvemos las brechas en materia de desigualdad y consigamos acabar con el sida. Sin embargo, a menudo se aplican de forma desigual, se infrafinancian y no se valoran lo suficiente.
Desde aquí doy las gracias a las comunidades de primera línea que han sido pioneras en los enfoques que han demostrado ser más efectivos, que han impulsado el cambio y que están empujando a los líderes a ser audaces. Les insto a seguir adelante.
Los líderes mundiales deben trabajar juntos desde ya para afrontar todos estos desafíos que tenemos ante nosotros. Les insto a ser valientes a la hora de acompañar las palabras con acciones.
No hay que elegir entre acabar con la pandemia de sida que hoy está devastando el mundo y prepararse para las pandemias del mañana. Con un único enfoque exitoso lograremos ambos objetivos. Pero, tal y como estamos ahora, no vamos bien.
Si acabamos de una vez por todas con las desigualdades que frenan el progreso, podremos cumplir nuestra promesa de poner fin al sida para 2030. Está en nuestras manos.
Por cada minuto que pasa, el sida nos arrebata una vida muy valiosa. No tenemos tiempo que perder.
Pongamos fin a las desigualdades. Pongamos fin al sida. Pongamos fin a las pandemias.
Gracias.
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Palabras de Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA, con motivo del comienzo de la Reunión de Alto Nivel sobre el Sida
08 Junio 2021
08 Junio 2021 08 Junio 2021Excelencias, distinguidos delegados, compañeros, amigos.
Gracias, presidente de la Asamblea General, Sr. Bozkir; vicesecretaria general, Dña. Amina Mohammed; coorganizadores, embajador Gertze, de Namibia, y embajador Fifield, de Australia. Gracias a todos los Estados miembros. Juntos habéis logrado redactar, negociar y sacar adelante esta declaración política. Precisamente este documento será la base de nuestro trabajo para poner fin a esa pandemia que lleva 40 años arrasando comunidades enteras.
El sida sigue ahí, aún no lo hemos erradicado. Sin duda, es una de las pandemias más letales de la era moderna. Desde el comienzo de la epidemia, el VIH ha conseguido infectar a 77,5 millones de personas. El sida se ha cobrado la vida de casi 35 millones de personas. Cada minuto, una persona muere de sida. ¿Acaso no es eso una emergencia? Las tasas del VIH no siguen la trayectoria que todos juntos prometimos. De hecho, azotados por las negativas consecuencias que la crisis de la COVID-19 ha tenido en la respuesta al sida, hemos visto incluso que la pandemia del VIH ha vuelto a resurgir con más fuerza.
Sin embargo, nuestro destino no puede ser el de una pandemia de sida interminable. Pese a todos los contratiempos que puedan surgir, SÍ podemos acabar con el sida como amenaza para la salud pública. Unidos, juntos, podremos hacer realidad nuestra promesa para 2030.
Como en todo, las cosas no siempre salen como uno quiere. Los programas que hasta ahora nos han garantizado un progreso sustancial ya no nos permitirán finalizar el viaje porque en nuestra carretera han surgido obstáculos. La evidencia y el análisis son claros. Las desigualdades imperantes en el poder, el estado, los derechos y la voz están impulsando la pandemia del VIH. Las desigualdades matan. Tal y como se señala en la estrategia mundial contra el sida: para acabar con el sida, primero debemos poner fin a las desigualdades que lo perpetúan.
Este enfoque ofrece otra enorme ventaja. Las mismas leyes, unas políticas idénticas y los sólidos servicios sanitarios centrados en las personas y necesarios para poner fin al sida también ayudarán al mundo a superar la COVID-19, a estar preparados para hacer frente a futuras pandemias y a apoyar el crecimiento económico inclusivo y los derechos humanos de todos. Yendo a una, todos lo haremos mejor.
Os presento aquí los tres grandes cambios que hemos de realizar juntos:
- Urge acabar con las desigualdades en el acceso a las tecnologías de la salud. Para ello, debemos fomentar aún más la gran labor de la ciencia y tratar de que llegue a todo el mundo.
La COVID-19 nos ha demostrado algo importante: la ciencia avanza a la velocidad impuesta por la política. Debemos ganar tiempo y acelerar la investigación en materia de sida. Para ello, hay que invertir en innovaciones en tratamiento, prevención, atención y vacunas. Todo ello debe considerarse un bien público mundial.
Y tenemos que aplicar la ciencia de manera que minimice las desigualdades en vez de exacerbarlas.
¿Cómo? Por ejemplo, esforcémonos para que, desde ya mismo, y no años después respecto a los países ricos, las regiones del sur puedan acceder a los nuevos medicamentos antirretrovirales de acción prolongada que facilitarán la adherencia al tratamiento y lograrán la prevención del VIH entre las mujeres en toda su pluralidad y los grupos de población clave.
Asegurémonos de que todos los medicamentos que pueden salvar la vida de las personas que viven con el VIH sean fabricados de manera asequible por distintos laboratorios, especialmente en el sur, donde la enfermedad se empeña en concentrarse.
Necesitamos financiación, pero también necesitamos reformar todas esas leyes que rigen la propiedad intelectual y que nos impiden avanzar en la respuesta. Debemos apoyar una producción distribuida mundialmente, de manera que el acceso a la ciencia que salva vidas deje de depender, por fin, del pasaporte que nos identifique a cada uno. - Necesitamos poner fin a las desigualdades en lo referente al acceso a los servicios esenciales. Para conseguirlo, debemos garantizar la salud y la educación de todas las personas. En muchas comunidades, apenas se registran ya nuevas infecciones por el VIH. En ellas lo habitual ahora es vivir con el VIH durante mucho tiempo y disfrutar de una vida plena. No obstante, entre los diferentes países y, dentro de cada país, en las distintas regiones, sí es evidente una brecha cada vez mayor: mientras unos tienen acceso a los servicios de prevención, tratamiento y cuidado, otros aún están muy lejos de ello. Mientras que en los primeros se respetan los derechos, en los segundos todavía hay personas excluidas.
Hoy nos estamos fijando objetivos audaces y ambiciosos con el fin de acercar al 95 % de las personas que más lo necesitan los servicios relacionados con el tratamiento y la prevención del VIH: para lograrlo, necesitamos reinventar los servicios para el VIH, para así facilitar el acceso a ellos y adaptarlos a la vida de las personas.
Necesitamos cerciorarnos de que todas las niñas completen la educación secundaria y conozcan realmente los servicios que tienen a su disposición y los derechos que las amparan.
Necesitamos suprimir las tasas de usuario por los servicios esenciales y proporcionar estos mismos servicios a través de sistemas públicos financiados mediante impuestos. Necesitamos integrar los servicios proporcionados por la comunidad. Necesitamos combatir la evasión fiscal, pues nos priva de recursos nacionales para la salud y la educación.
Tengamos presente que la mayoría de los países en desarrollo se enfrentan a una grave crisis económica: en el año 2020 tuvieron una pérdida de ingresos superior al 20 % y sus presupuestos sanitarios están aún hoy amenazados. De entre todos ellos, preocupa especialmente la situación de África.
Ya es hora de aumentar el volumen de ingresos. Y para ello, lo primero que hemos de hacer es mostrarnos firmes para luchar contra la evasión de impuestos y la competencia fiscal, dos prácticas que vacían rápidamente las arcas públicas.
También necesitamos una reestructuración de la deuda para superar el impacto de la COVID-19. Asimismo, debemos tratar de establecer un mecanismo justo de resolución de crisis de deuda. Tenemos que dar un paso al frente, nunca atrás, en el compromiso de los países desarrollados de ayudar con un 0,7 % de sus ingresos nacionales brutos. Debemos garantizar que más de los 650 mil millones de USD de los derechos especiales de giro del FMI vayan directamente a los países de bajos y medianos ingresos. - Debemos acabar con las desigualdades en el respeto a los derechos, especialmente de las personas que viven con el VIH y de aquellas que son vulnerables o están afectadas por el VIH.
Aplaudo llena de satisfacción el compromiso de los Estados miembros de reformar las leyes y proteger los derechos. La realidad nos demuestra que, al reforzar las leyes para apoyar la igualdad de género y los derechos de los grupos de población clave, y al plantarle cara al estigma, los países cosechan un éxito mucho mayor en los programas de tratamiento y prevención, lo cual beneficia a todo el mundo. Solo así se consigue hacer retroceder al VIH.
Tenemos que seguir avanzando en nuestro viaje común, siempre lejos de las leyes dañinas, punitivas y anticuadas, a menudo coloniales, y de todas las formas de discriminación.
El momento actual nos obliga a trabajar juntos en todos los sectores, en todos los países. Las falsas promesas del populismo no cuadran en absoluto con la biología: como bien se ha encargado de recordarnos la COVID-19, no es que estemos interconectados, es que somos inseparables.
No podemos poner fin al sida en un solo país o continente. Para erradicar el sida, debemos poner fin al virus en todos los rincones del globo.
Quiero rendir un gran homenaje a todos esos grupos de la sociedad civil de todo el mundo cuya lucha contra las desigualdades ha sido nuestro motor para la acción. Todos y cada uno de vosotros, comunidades, grupos de mujeres y movimientos de base, os merecéis este tributo porque no habéis dejado de empujarnos. En ocasiones hemos de confesar que vuestra incansable fuerza nos ha resultado incómoda. Sin embargo, grabaos estas palabras: seguid empujándonos. Nunca dejéis de hacerlo. ¡Sigamos luchando! La presión procedente del poder de las personas es clave para acabar con las desigualdades y lograr poner fin al sida.
Como en su día ya dijo Martin Luther King, el arco moral del universo es largo, pero se inclina hacia la justicia. Con ello no quiso decir que este proceso fuera automático. Muy al contrario, insistió en que «el progreso humano no discurre nunca sobre ruedas de inevitabilidad; se produce gracias al esfuerzo incansable de las personas». La trayectoria de las nuevas infecciones por el VIH y las muertes por el sida no se invertirá de un día a otro, pero nosotros sí podemos empujarla para allanarle el camino.
Ante las desigualdades, jamás debemos ser neutrales. Para volver al buen camino que nos llevará a poner fin al sida, debemos reflexionar con atención sobre cómo afrontarlas. La única alternativa con que nos topamos es un círculo vicioso de injusticia, enfermedad y emergencia. El mayor error que podemos cometer ahora es imaginar que con solo cambios minúsculos superaremos las crisis que nos amenazan. Pero eso ahora no basta.
Está en nuestra mano el que pasemos a la historia y nos recuerden bien por faltar a nuestra palabra, bien por cumplir nuestras promesas; por ser unos fracasados o por demostrarnos vencedores. Podemos elegir si queremos que las siguientes generaciones se refieran a nosotros como aquellos que lograron derrotar al sida o como aquellos que pudieron haberlo hecho.
Las epidemias magnifican nuestras peores características: desigualdades, injusticias y miedo. Pero también sacan a relucir nuestras fortalezas: ingenio, resiliencia y coraje.
Estoy convencida de que juntos venceremos. Gracias.




Feature Story
El mundo solo conseguirá poner fin al sida si acabamos con las desigualdades que impulsan la epidemia
21 Mayo 2021
21 Mayo 2021 21 Mayo 2021Por Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA; y Tomas Tobé MEP, presidente de la Comisión de Desarrollo del Parlamento Europeo
Ya han pasado cuarenta años desde que se diagnosticaron los primeros casos de sida. Sin embargo, aún seguimos librando la batalla contra el VIH. Pese a que la ciencia y la medicina han evolucionado y a día de hoy ya permiten, por un lado, que las personas que viven con el VIH puedan estar sanas y, por otro, que se reduzca el número de nuevas infecciones por el VIH, lo cierto es que aún no estamos en el camino correcto para acabar con la epidemia de sida como amenaza para la salud pública en el año 2030.
Solo en 2019, casi 700 000 personas murieron por enfermedades relacionadas con el sida. Por asombroso que aún parezca, 1,7 millones de personas se infectaron recientemente por el VIH, cifra que es más de tres veces el objetivo establecido en 2016, el cual habría conseguido ponernos en marcha para poner fin a la epidemia de sida.
Constatamos que los medicamentos, la información y las herramientas de prevención simplemente no llegan a las personas que más los necesitan. Es necesario un nuevo enfoque que reduzca las desigualdades que impulsan la epidemia de sida y ponga a las personas en el centro. Tenemos que priorizar los derechos humanos, el respeto y la dignidad.
Las injusticias sociales y las desigualdades no hacen sino alimentar las epidemias. Por ejemplo, la epidemia de sida está teniendo un impacto devastador en toda una generación de mujeres y niñas jóvenes en el África subsahariana. Alrededor de 4500 chicas adolescentes y mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años contraen el VIH cada semana en esta región. Aquí ellas tienen el doble de probabilidades de infectarse por el VIH que sus homólogos masculinos.
Al mismo tiempo, las niñas y las mujeres jóvenes hacen frente a la violencia sexual y de género, y a embarazos no deseados. Por si fuera poco, en muchos casos pueden verse obligadas a abandonar la escuela. Sin embargo, el adquirir una educación secundaria, incluida la educación integral sobre sexualidad, es una de las formas más seguras de evitar el VIH en mujeres jóvenes y niñas.
Preocupa también enormemente el hecho de que más del 60 % de las nuevas infecciones por el VIH se produzcan en todo el mundo entre los grupos de población clave (gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, personas que consumen drogas, trabajadores sexuales, personas transgénero, prisioneros y migrantes) y sus parejas sexuales. Comunidades enteras y grandes grupos de personas están siendo excluidos del derecho a la salud, el bienestar y la dignidad por ser marginados y criminalizados.
Mas esto puede (y debe) cambiar.
La Estrategia Mundial sobre el Sida 2021-2026 de ONUSIDA proporciona una orientación clara y eficaz con respecto a lo que hay que hacer para crear sociedades más justas. El objetivo es claro: conseguir que el mundo vuelva a estar en la senda que nos lleve a acabar con la epidemia de sida como amenaza para la salud pública para el año 2030.
La estrategia tiene como objetivo situar a las personas en el centro. Para ello, en primer lugar, se deben eliminar las barreras sociales y estructurales que impiden que las personas accedan a los servicios para el VIH. Además, se ha de capacitar a las comunidades para que sean ellas las que lideren el camino. Del mismo modo, se deben fortalecer y adaptar los sistemas para que funcionen para las personas más afectadas por las desigualdades, y se han de movilizar completamente los recursos para poner fin al sida.
Sin duda, la Unión Europea tiene el peso político, la clave financiera y las herramientas políticas para contribuir significativamente a la lucha mundial contra el VIH/sida. De hecho, y en este sentido, el Parlamento Europeo acaba de adoptar una resolución sobre la aceleración del progreso y la lucha contra las desigualdades para poner fin al sida como amenaza para la salud pública para 2030 en respuesta a la estrategia mundial contra el sida.
Dicho texto describe las acciones concretas que la UE debería adoptar para, por fin, acabar con el sida. Entre ellas se incluyen el apoyo a los esfuerzos de los países socios para construir sistemas sanitarios sólidos y resilientes capaces de proporcionar una cobertura sanitaria universal sensible al VIH, priorizar la salud como parte de las relaciones entre la UE y África, y ampliar las inversiones en ONUSIDA y el Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria.
Asimismo, la resolución pretende movilizar el liderazgo de la UE para abordar los derechos humanos y los factores de desigualdad de género del VIH/sida, y garantizar que la UE apoye las respuestas lideradas por la comunidad como componentes clave en una respuesta eficaz al VIH/sida.
Precisamente el próximo mes, los países se reunirán para la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida, en la que se espera que apoyen un nuevo plan audaz para poner fin a la epidemia de sida y se fijen los nuevos objetivos para 2025.
De lograrse estos objetivos, el número de nuevas infecciones por el VIH se reduciría hasta 370 000 para 2025, y el número de personas que mueren por enfermedades relacionadas con el sida caería hasta 250 000. Abordar las desigualdades que alimentan la epidemia de VIH será crucial para el éxito.
La pandemia de la COVID-19 ha sacado a la luz las profundas desigualdades sociales y económicas que existen, así como la infrafinanciación de los sistemas de salud pública y la fragilidad de las respuestas mundiales. Es obvio que la COVID-19 está amenazando con obligarnos a desandar los pasos ya dados en la respuesta al VIH/sida. Y aún más, impide el progreso para poner fin al sida para 2030.
Al mismo tiempo, los países están aprovechando la infraestructura del VIH y las lecciones aprendidas al abordar la epidemia del VIH para obtener una respuesta más sólida a ambas pandemias. De hecho, tenemos ante nosotros una oportunidad única para convertir el derecho a la salud en sistemas igualitarios basados en los derechos humanos y centrados en las personas.
Debemos utilizar esta ventana para intensificar la solidaridad mundial, especialmente las inversiones sostenidas en desarrollo, para construir así sociedades más resilientes que refuercen la seguridad de todos.
La UE y ONUSIDA comparten los valores fundamentales de la humanidad y la igualdad para garantizar que nadie quede atrás. El poner fin a la epidemia de sida para 2030 sigue estando al alcance del mundo, pero no puede hacerse sin crear sociedades más fuertes basadas en los principios de la igualdad de género, la justicia social y el reconocimiento de los derechos humanos universales, incluidos los derechos y la salud sexual y reproductiva.
De no hacerlo, se pondrán en riesgo las vidas de millones de personas y se socavará la misión común de lograr la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, la cual recoge, entre otras cosas, el fin del sida como amenaza para la salud pública.
Este artículo de opinión se publicó por primera vez en theparliamentmagazine.eu


Press Statement
Declaración de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, sobre la decisión de los Estados Unidos de América de apoyar la exención de los ADPIC para las vacunas COVID-19
06 Mayo 2021 06 Mayo 2021Aplaudo el anuncio de la Representante de Comercio de los Estados Unidos, Katherine Tai, de apoyar la exención de la protección de la propiedad intelectual para las vacunas COVID-19.
Este es el tipo de liderazgo global que el mundo necesita desesperadamente, ya que somos testigos de escenas terribles en países como la India, donde solo nueve de cada 100 personas han sido vacunadas. Hasta la fecha, se han administrado más de 1100 millones de dosis de vacunas en todo el mundo, pero más del 80 % de ellas se administraron en países de renta alta y media-alta, mientras que solo el 0,3 % en países de renta baja.
Estamos intentando vacunar a la mayoría de la población mundial para frenar el número de muertes, y antes de que aparezcan variantes más letales de la COVID-19 que hagan ineficaces las vacunas actuales. Cuanto más rápido podamos ampliar el suministro de vacunas a nivel mundial, más rápido podremos contener el virus y menos posibilidades tendremos de enfrentarnos a un día en el que las variantes resulten resistentes a las vacunas existentes. Como ha declarado el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, "nadie está a salvo hasta que todo el mundo esté a salvo".
La exención de los ADPIC permitiría compartir tecnologías, datos, conocimientos técnicos, patentes y otros derechos de propiedad intelectual en todo el mundo. El anuncio de la administración de Estados Unidos envía una señal clara al resto del G7, y a la Unión Europea, para que también apoyen la exención de los ADPIC de la Organización Mundial del Comercio e inspiren a otros países a adoptar una postura firme a favor de las personas antes que de los beneficios. Esta posición sobresaliente del gobierno de Estados Unidos es un paso fundamental hacia una Vacuna Universal.
Para garantizar que todos, en todas partes, tengan acceso a una vacuna que les salve la vida, también necesitamos que se pongan en común los medios técnicos a través de la tecnología contra la COVID-19 (C- TAP) de la Organización Mundial de la Salud, así como la financiación para ayudar a crear una red de fabricación de vacunas en los países en desarrollo. Estas tres acciones pueden construir conjuntamente un sistema sostenible para vacunar al mundo, alcanzar la inmunidad de grupo necesaria y abrir caminos para que el mundo esté mejor preparado para futuras pandemias.
Como hemos aprendido en 40 años de lucha contra el sida, el acceso equitativo a las tecnologías médicas es fundamental tanto para salvar vidas como para disminuir el impacto de las enfermedades infecciosas en las personas, las comunidades y las naciones.
Agradecemos al Presidente Biden y a su Administración las generosas promesas de ayuda humanitaria realizadas en el marco de la COVID-19 y por el anuncio.
Nuestra acción


Press Release
El secretario general de las Naciones Unidas insta a centrarse más en acabar con las desigualdades para poner fin a la epidemia de sida
30 Abril 2021 30 Abril 2021Cuarenta años después de que se registraran los primeros casos de sida y a pocas semanas de la reunión de alto nivel de la Asamblea General sobre el VIH y el sida, el secretario general de las Naciones Unidas ha publicado un nuevo informe con recomendaciones y objetivos para que el mundo vuelva a enderezar el rumbo para acabar con el sida
NUEVA YORK, 30 de abril de 2021—El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha advertido de que, a pesar de las intensas medidas y los progresos realizados contra el VIH en algunos lugares y grupos de población, la epidemia del VIH sigue expandiéndose en otros, y ha publicado 10 recomendaciones clave.* Si todos los países las cumplen, se pondrá fin a la pandemia del sida como amenaza para la salud pública antes del fin de 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En un nuevo informe, Superar las desigualdades y enderezar el rumbo
para acabar con el sida de aquí a 2030, el secretario general de las Naciones Unidas insta al mundo a abordar las desigualdades que están ralentizando el progreso.
"Es imprescindible romper el ciclo insostenible y cada vez más costoso de avanzar tan despacio en la lucha contra el VIH, pero nunca lo suficiente para poner fin a la pandemia", afirmó Guterres en el informe. "La desigualdad es la razón principal de que no se cumplieran las metas mundiales fijadas para 2020. Para acabar con la desigualdad, hay que lograr resultados transformadores para las personas que viven con el VIH, las comunidades y los países".
Los objetivos mundiales establecidos en la Declaración Política sobre el VIH y el Sida de la Asamblea General de 2016 se incumplieron en gran medida, lo que permitió que la pandemia de sida creciera en muchas regiones y países. Los alarmantes 1,7 millones de nuevas infecciones por el VIH que se produjeron en 2019 son más de tres veces superiores al objetivo de 2020 de menos de 500 000 nuevas infecciones. Además, las 690 000 muertes relacionadas con el sida en 2019 superan considerablemente el objetivo de 2020 de reducir las muertes a menos de 500 000 al año.
"Poner fin a la epidemia de sida como amenaza para la salud pública para 2030 sigue estando a nuestro alcance: muchos países están demostrando que es posible avanzar rápidamente en la respuesta al VIH cuando se adoptan estrategias basadas en pruebas y enfoques basados en los derechos humanos", afirmó la directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima. "Pero requiere un liderazgo político audaz para desafiar y abordar las injusticias y desigualdades sociales que siguen convirtiendo a ciertos grupos de personas y comunidades enteras en altamente vulnerables a la infección por el VIH".
El informe muestra que la COVID-19 ha ocasionado contratiempos adicionales. El secretario general de las Naciones Unidas advirtió de que la COVID-19 no es una excusa para no alcanzar los objetivos en materia de sida, sino más bien una dura advertencia para los países de que no pueden permitirse seguir invirtiendo menos de lo debido en la preparación y las respuestas a la pandemia.
Al mismo tiempo, la pandemia de COVID-19 ha servido para destacar los numerosos beneficios indirectos de las inversiones relacionadas con el VIH en materia de salud y desarrollo. La prestación de servicios liderada por la comunidad, que debe su origen a la respuesta al VIH, está ayudando a superar los enormes impedimentos originados por la COVID-19.
El conjunto de 10 recomendaciones para volver a poner el mundo en marcha incluye: abordar las desigualdades y llegar a todas las personas que viven con el VIH o corren el riesgo de infectarse para reducir las nuevas infecciones anuales por el VIH a menos de 370 000 y las muertes anuales relacionadas con el sida a menos de 250 000 para 2025; dar prioridad a la prevención del VIH para garantizar que el 95% de las personas en riesgo de infectarse tengan acceso a opciones eficaces de prevención para 2025; y eliminar las nuevas infecciones por el VIH entre los niños.
El informe subraya que es fundamental abordar los factores sociales y estructurales que perpetúan las desigualdades. Destaca, por ejemplo, cómo la desigualdad de género, respaldada por unas normas de género perjudiciales, restringe el uso por parte de las mujeres de los servicios de VIH y de salud sexual y reproductiva al perpetuar la violencia de género y limitar el poder de decisión, incluida la capacidad de las mujeres y las niñas para rechazar las relaciones sexuales no deseadas, negociar unas relaciones sexuales más seguras y mitigar el riesgo de infectarse por el VIH.
También muestra cómo las comunidades vulnerables, marginadas y criminalizadas, como los hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas que consumen drogas, los trabajadores sexuales, las personas transgénero, los reclusos y los migrantes también siguen corriendo un mayor riesgo de infección por el VIH que la población general, puesto que no reciben información esencial ni servicios de tratamiento, prevención y atención del VIH.
El secretario general de las Naciones Unidas describe cómo las comunidades de personas que viven con el VIH, las que corren el riesgo de infectarse y las que están afectadas por el VIH son la columna vertebral de la respuesta al VIH. Las iniciativas lideradas por las personas que viven con el VIH, las mujeres, los grupos de población clave, los jóvenes y otras comunidades afectadas han identificado y abordado las principales desigualdades y deficiencias en los servicios, han defendido los derechos de sus integrantes y han ampliado el alcance, la escala y la calidad de los servicios sanitarios.
En el informe, el Sr. Guterres aplaude la reciente Estrategia Mundial sobre el Sida 2021-2026 adoptada por ONUSIDA. Poner fin a las desigualdades, poner fin a la epidemia de sida. "Las lecciones de los países, ciudades y comunidades que han acelerado con éxito sus respuestas al VIH en los últimos cinco años son imprescindibles para la Estrategia Mundial sobre el Sida 2021-2026 de ONUSIDA", dijo el Sr. Guterres. “La comunidad internacional del sida y ONUSIDA ha centrado el desarrollo de su estrategia en las desigualdades. Esta cuenta con nuevos objetivos ambiciosos, granulares y confeccionados para llegar primero a los más rezagados”.
El informe se publica 25 años después de la creación de ONUSIDA y explica la forma en que la COVID-19 ha puesto de manifiesto ciertas desigualdades sociales y deficiencias en el sistema sanitario. El secretario general de las Naciones Unidas señala que el mundo debería aprovechar la experiencia de la respuesta a la pandemia del sida para fortalecer los sistemas sanitarios de todo el mundo y mejorar la preparación de cara a una pandemia. También apela a una mayor solidaridad mundial que permita cerrar la brecha de recursos para el VIH y aumentar las inversiones anuales para el VIH en los países de renta media y baja a 29 000 millones de dólares para 2025.
*Las 10 recomendaciones que se recogen en el informe del Secretario General de las Naciones Unidas:
- Reducir y eliminar las graves desigualdades interseccionales que impiden erradicar el sida.
- Priorizar la prevención del VIH y asegurarse de que el 95 % de las personas expuestas al riesgo de infección por el VIH puedan acceder y acogerse a distintos programas combinados de prevención adecuados, priorizados, centrados en las personas y eficaces de aquí a 2025.
- Subsanar las deficiencias en la detección, tratamiento y supresión del VIH que limitan la eficacia de la respuesta al virus y cumplir, de aquí a 2025, las metas 95–95–95 relativas a la detección y el tratamiento en todas las subpoblaciones, grupos de edad y entornos geográficos, incluidos los niños que viven con el VIH.
- Erradicar la transmisión vertical del VIH y acabar con el sida en los pacientes pediátricos.
- Colocar la igualdad de género y los derechos humanos de mujeres y niñas en toda su diversidad en el centro de las iniciativas para mitigar el riesgo y el impacto del VIH.
- Aplicar el MPPVS (mayor participación de las personas que viven con el VIH y el sida) y empoderar a las comunidades de personas que viven con el VIH, las mujeres, los adolescentes y los jóvenes y las poblaciones clave para que puedan participar de forma decisiva en la respuesta al VIH.
- Respetar, proteger y hacer valer los derechos humanos de las personas que viven con el VIH, en riesgo de contraerlo y afectadas por el virus, y garantizar, de aquí a 2025, que menos del 10 % de las personas que viven con el VIH y de las poblaciones clave sean estigmatizadas y discriminadas.
- Impulsar la solidaridad internacional para subsanar las carencias de recursos en la respuesta al VIH y aumentar la inversión anual en el VIH en los países de ingreso bajo y mediano hasta alcanzar los 29.000 millones de dólares de aquí a 2025.
- Avanzar rápidamente en pos de la cobertura sanitaria universal y afianzar los sistemas de atención primaria de salud, reconstruir mejor y de manera más justa después de la COVID-19 y las crisis humanitarias, y mejorar la seguridad sanitaria y la preparación de cara a futuras pandemias en todo el mundo.
- Aprovechar los 25 años de experiencia, conocimientos especializados y mandatos del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) para desarrollar una colaboración multisectorial y basada en derechos con múltiples interesados con miras a erradicar el sida y garantizar la salud de todas las personas como bien público mundial.
Contacto
UNAIDS GenevaSophie Barton-Knott
tel. +41 79 514 6896
bartonknotts@unaids.org
UNAIDS Geneva
Michael Hollingdale
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hollingdalem@unaids.org


Press Statement
Declaración de Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA, con motivo del Día Mundial de la Salud
07 Abril 2021 07 Abril 2021Winnie Byanyma, Directora Ejecutiva de ONUSIDA y Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas
7 de abril de 2021
Tisha (nombre ficticio), una joven de los barrios marginales del este de África, había cumplido tres semanas de retraso en la fecha de parto cuando fue remitida urgentemente al centro de maternidad de la capital.
Bajo atención médica especializada, Tisha dio a luz a un niño sano, al que llamó Okello. Sin embargo, en lugar de ser un momento de alegría para Tisha y su familia, cuando no pudo pagar los 30 dólares por los gastos de parto, el hospital se negó a darle el alta.
Fue trasladada de inmediato a un pabellón especial de retención que albergaba a otras 42 madres pobres y se le asignó una cama que ya compartían dos mujeres y sus bebés. A Tisha y Okello no se les permitía irse hasta que ella pagara la factura, que, según le dijeron las enfermeras, aumentaría cada día. Ambos fueron retenidos hasta que ella pudo encontrar el dinero para pagar la factura.
Esta trágica historia es, en realidad, muy común. Pagar por la salud es la forma más regresiva de financiar la atención sanitaria. Sin embargo, según el Banco Mundial, dos tercios de los países africanos cobran tasas a los pacientes en todos los servicios de atención.
Diez mil personas mueren cada día porque no pueden acceder a la atención sanitaria y el coste de los servicios sanitarios supone que cada año 100 millones de personas se vean abocadas a la pobreza extrema al tener que pagar por ellos. Eso equivale a tres personas cada segundo.
Estas enormes desigualdades en la atención sanitaria siguen aumentando a medida que los sistemas sanitarios de todo el mundo se vuelven cada vez más lucrativos. Muchos de los países más pobres del mundo intentan vender la sanidad a través de los seguros médicos y las tarifas a los pacientes. Sin embargo, ¿cómo se puede vender la sanidad a alguien que no tiene ni siquiera lo básico para sobrevivir, a alguien que no tiene trabajo y que sufre para poder comer?
Muchos gobiernos afirman que no pueden costear la sanidad, pero la realidad es que pueden hacerlo si aplican impuestos progresivos para que todo el mundo pague su parte justa, impiden que las empresas escondan sus beneficios en el extranjero y acaban con las exenciones fiscales. Esto contribuiría en gran medida a equilibrar las patentes desigualdades en el acceso a los servicios públicos, incluida la atención sanitaria.
Estos modelos con ánimo de lucro han fragmentado unos sistemas sanitarios ya de por sí débiles que excluyen a muchas personas: personas pobres, lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersexuales, reclusos, trabajadores sexuales, personas que se inyectan drogas y numerosos grupos marginados. La financiación de la sanidad no es equitativa. Además, la privación de los derechos humanos de los grupos marginados les niega el acceso a una atención sanitaria de calidad.
Las desigualdades en los derechos humanos desencadenan desigualdades también en la sanidad. El derecho a la salud y a la sanidad para TODOS es parte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Aquí se establece lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, la ropa, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad“.
Los mayores avances en el ámbito de la sanidad se han producido a menudo en respuesta a una gran crisis: pensemos en los sistemas sanitarios de Europa y Japón después de la Segunda Guerra Mundial, o en el hecho de que el sida propiciara la atención sanitaria universal en Tailandia.
Ahora, en medio de la crisis de COVID-19, los líderes de todo el mundo tienen la oportunidad de construir los sistemas sanitarios que siempre fueron necesarios y que no pueden posponerse por más tiempo. No podemos hacer pequeños ajustes, necesitamos cambios radicales y significativos. La respuesta a la COVID-19 nos brinda la oportunidad de cambiar las reglas y garantizar la igualdad.
En el Día Mundial de la Salud de 2021, hagamos ese llamamiento para garantizar que la vida de las personas esté por encima de los intereses lucrativos. Consigamos que los gobiernos se comprometan a garantizar que todos, sin discriminación, tengan acceso a una atención sanitaria de calidad. El derecho a la sanidad es un derecho humano inalienable.
Esta crisis del coronavirus en la que nos encontramos hoy podría, como otras crisis mundiales anteriores, propiciar las soluciones globales y nacionales en materia de atención sanitaria que tanto necesitamos. ¡Aprovechemos el momento!


Press Statement
Mensaje de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA en el Día de la Cero Discriminación 2021
01 Marzo 2021 01 Marzo 2021Este año el Día de la Cero Discriminación resulta especialmente conmovedor.
Al principio de esta pandemia nos hartamos de escuchar que los virus no discriminan. Sin embargo, una vez más estamos siendo testigos de que las crisis y las sociedades sí lo hacen.
La COVID-19 ha hecho aún más grandes las fisuras ya presentes en la sociedad. Hemos visto que las comunidades marginadas, ya al límite, son las que están sufriendo los mayores reveses económicos. Son las últimas a las hora de recibir los servicios que salvan vidas y, casi siempre, son los chivos expiatorios de la crisis.
Aun así, esta crisis nos ha demostrado una vez más que las comunidades excluidas son las que primero dan un paso al frente para ayudar. Con su experiencia por lo vivido, su empatía y su ingente insistencia, no se cansan de demostrar que la salud y la recuperación para todos sí son posibles.
ONUSIDA se une a las comunidades de todo el mundo para exigir un mundo igualitario. Decimos un NO rotundo a todas las desigualdades, ya sean por razón de género, ingresos, raza, discapacidad, orientación sexual, etnia o religión. Cualquier desigualdad no hace sino desfigurar nuestra sociedad y minar la justicia y la dignidad.
Pedimos poner fin a la discriminación, acabar con el estigma y hacer desaparecer la criminalización.
Retamos a todas las instituciones y a todas las personas influyentes no solo a no mostrar conductas discriminatorias, sino a adoptar un enfoque totalmente antidiscriminatorio.
La discriminación mata. Exacerba las situaciones de emergencia y perpetúa las pandemias.
El mundo aún está lejos de acabar con el sida para 2030 y no por falta de conocimiento, capacidad o medios, sino por las desigualdades estructurales que se interponen en el camino. Por ejemplo, cada vez más estudios nos demuestran que las leyes punitivas con relación a la orientación sexual duplican las posibilidades de contraer el VIH para los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. Derogar estas leyes es fundamental para acabar con la pandemia del VIH.
Asimismo, la discriminación contra los migrantes y otros grupos de población excluidos y estigmatizados está obstruyendo su acceso a las pruebas, el tratamiento y los cuidados que exige la COVID-19. Y esto perjudica a todo el mundo.
Somos testigos de cómo la discriminación que afecta a nuestros países está también ensombreciendo el panorama internacional. Al tiempo que empezamos a disponer de nuevas vacunas contra la COVID-19, la desigualdad que nos rodea es enorme. Únicamente 10 países han administrado más del 75 % de todas las vacunas contra la COVID-19. Por el contrario, aún hay 130 países que no han recibido una sola dosis. Sudáfrica ya habla del apartheid vacunal. Tal y como ha defendido el Secretario General de las Naciones Unidas, «la igualdad en lo referente a las vacunas es, en definitiva, una cuestión de derechos humanos... Mas el nacionalismo vacunal la niega». En todo el mundo, y en todos y cada uno de los países, hemos de valorar a todas las personas por igual: todas son igual de valiosas.
Acabar con las desigualdades nos permitirá avanzar en el respeto a los derechos humanos de todas las personas. Permitirá construir sociedades mejor preparadas para acabar con la COVID-19 y otras pandemias futuras. Nos permitirá apoyar la recuperación y la estabilidad económicas.
Hemos de garantizar el acceso de todas las personas a la atención sanitaria. Para ello, debemos proporcionar y financiar la sanidad pública. Y debemos acercarla a todo el mundo con respeto, sin exclusiones ni juicios.
Todos debemos denunciar cualquier forma de discriminación que observemos a nuestro alrededor. Todos debemos servir de ejemplo a los demás.
El disfrutar de un mundo más saludable, más seguro, más igualitario y más próspero depende solo de nosotros.
Me conmueve y me llena de orgullo el liderazgo mostrado por las comunidades a la hora de plantarle cara a la discriminación. Su determinación, su valor y su visión son nuestra guía. Iluminan nuestros pasos. Las Naciones Unidas están siempre ahí, en la retaguardia, como ese aliado inquebrantable para la igualdad.
Pongamos fin a las desigualdades. Pidamos para el mundo la cero discriminación.
Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA