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Mensaje de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA en el Día de la Cero Discriminación y el Día Internacional de la Mujer

Como Directora Ejecutiva de ONUSIDA, lidero la gran labor que realizan las Naciones Unidas para poner fin al sida. Al mismo tiempo, soy también alguien que ha perdido a miembros de su familia como consecuencia del sida, por lo que vivo el sida de manera personal.

Tanto mi propia experiencia familiar como nuestra experiencia colectiva en las Naciones Unidas han puesto de manifiesto la misma enseñanza clave: la lucha para derrotar al sida es inseparable de la lucha por los derechos de las mujeres y de la lucha contra todas las formas de discriminación existentes.

Se puede vencer al sida, pero solo lo venceremos si acabamos con todas las injusticias económicas y sociales que lo perpetúan, y fomentamos la consecución de más innovaciones científicas para satisfacer las verdaderas necesidades de las mujeres y de las niñas que viven con el VIH y que son vulnerables a la infección.

En todo el mundo el sida continúa siendo la principal causa de muerte de las mujeres entre 15 y 49 años. Si queremos erradicar el sida para 2030, debemos acabar con la violencia de género, la desigualdad y la inseguridad, y garantizar que las mujeres y las niñas puedan acceder en igualdad al sistema educativo, la sanidad y el mercado laboral.

Tenemos que transformar nuestras sociedades para que no haya ciudadanos de segunda clase y para que se respeten los derechos humanos de todas las personas. No podremos ganarle la batalla al sida mientras las comunidades marginadas, incluyéndose aquí las lesbianas, los gais, los transgénero, las personas intersexuales, los consumidores de drogas inyectables y los trabajadores sexuales, vivan con miedo por la actuación del Estado o por la violencia y los abusos sancionados socialmente.

Para vencer al sida, hemos de acabar antes con todas las formas de discriminación.

Desde aquí quiero dar las gracias a todos esos grandes y valientes movimientos de justicia social, pues ellos son los verdaderos líderes de este trabajo.

Les felicito.

El feminismo, los derechos humanos y la cero discriminación son valores muy profundamente arraigados en todo el mundo: expresan nuestra humanidad, el reconocimiento de que yo soy porque tú eres. Y desempeñan un papel central en la lucha contra el sida.

Venzamos al sida. Es posible. Podemos hacerlo.

Winnie Byanyima

Directora Ejecutiva de ONUSIDA

Cero discriminación contra las mujeres y las niñas

Datos destacables ⁠— Cero discriminación relacionada con el VIH contra las mujeres y las niñas

Campaña

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La sanidad no debería ser un privilegio de los ricos. El derecho a la atención sanitaria nos pertenece a todos

Las brechas existentes en los fondos públicos destinados a la sanidad se pueden salvar eliminando la evasión fiscal y poniendo en marcha impuestos de manera progresiva. La sanidad y el desarrollo deben protegerse frente al creciente impacto generado por la deuda.

DAVOS/GINEBRA, 21 de enero de 2020—ONUSIDA insta a los Gobiernos a garantizar que el derecho a la sanidad sea una realidad para todos y defendida por todos, para lo que anima a priorizar las inversiones públicas en salud. Hoy en día al menos la mitad de la población mundial no puede acceder a los servicios de salud básicos. Cada dos minutos una mujer fallece al dar a luz. Entre las personas dejadas al margen están las mujeres, los adolescentes, las personas que viven con el VIH, los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, los trabajadores  sexuales, las personas que se inyectan drogas, personas transgénero, migrantes, refugiados y las personas sin recursos.

«El derecho a la sanidad está eludiendo a personas sin recursos y la gente que está intentando salir de la pobreza se ve oprimida por los costes inaceptablemente elevados de la atención sanitaria. El 1 % que más riquezas acumula se beneficia de la ciencia más puntera, mientras que las personas sin recursos luchan por, al menos, poder recibir atención sanitaria», señala Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA.

Casi 100 millones de personas se ven abocadas a la pobreza extrema (definida como un presupuesto para subsistir de 1,9 dólares o menos al día), porque tienen que pagar por la atención sanitaria, y más de 930 millones de personas (alrededor de un 12 % de la población mundial) gastan, al menos, un 10 % de su presupuesto familiar en atención sanitaria. En muchos países, se niega la atención sanitaria a la gente o esta recibe una atención sanitaria de mala calidad, por no poder permitirse las cuotas de usuarios. El estigma y la discriminación niegan el derecho a la sanidad a las personas pobres y vulnerables, sobre todo a las mujeres.

Cada semana, aproximadamente 6000 chicas jóvenes se infectan por el VIH. En el África subsahariana, cuatro de cada cinco nuevas infecciones por el VIH entre adolescentes se producen entre chicas, y las enfermedades relacionadas con el sida suponen la mayor causa de mortalidad para las mujeres en edad reproductiva de la región. A pesar del enorme progreso alcanzado en cuanto a la reducción de las muertes relacionadas con el sida y las nuevas infecciones por el VIH, en 2018 hubo 1,7 millones de nuevas infecciones por el VIH y casi 15 millones de personas están todavía a la espera de recibir su tratamiento antirretroviral.

«La atención sanitaria públicamente financiada es el mayor igualador de la sociedad», apunta la Sra. Byanyima. «Cuando la inversión en la sanidad sufre recortes o resulta inadecuada, son las personas pobres y quienes viven al margen de la sociedad, sobre todo mujeres y chicas, las que primero pierden el derecho a la atención sanitaria y, además, son ellas las que han de soportar la carga de cuidar de sus familias».

El suministrar atención sanitaria para todos es una decisión política que demasiados Gobiernos aún no han tomado. Tailandia ha reducido las tasas de mortalidad de niños de menos de cinco años hasta 9,1 por cada 1000 nacimientos vivos, mientras que en los Estados Unidos de América dicha cifra se sitúa en 6,3 por cada 1000 nacimientos vivos. Sin embargo, el producto interior bruto per cápita de Tailandia es una décima parte del de Estados Unidos. Los tailandeses han progresado gracias a su sistema de salud financiado con fondos públicos, el cual permite que cada ciudadano tailandés tenga derecho a acceder a todos los servicios sanitarios básicos en cualquier etapa de su vida y hace que nadie quede atrás.

En Sudáfrica, en el año 2000, solo 90 millones de personas estaban recibiendo una terapia antirretroviral, pero en 2019 ya había más de cinco millones de personas en tratamiento para el VIH. El país sudafricano tiene ahora el programa de tratamiento del VIH de mayor envergadura del mundo. Países como Canadá, Francia, Kazajstán y Portugal tienen sólidos sistemas sanitarios públicos, aunque hay otros países ricos que carecen de ellos.

Las inversiones en sanidad en muchos países continúan siendo muy bajas en comparación con su producto interior bruto. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo calcula que los países en desarrollo pierden entre 150 mil millones  y 500 mil millones de dólares estadounidenses al año debido a la evasión en el pago de los impuestos corporativos y el trasvase de los beneficios por parte de las grandes empresas. Si este dinero perdido se invirtiera en sanidad, el gasto sanitario podría triplicarse en los países de bajos ingresos, y duplicarse en los de bajos y medianos ingresos. La carrera hacia el abismo en lo concerniente a los fraudes fiscales corporativos priva a los países en desarrollo de ingresos muy necesarios, a la vez que roba a la gente normal servicios sanitarios vitales para todas las personas. Los países de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental pierden en torno a 9,6 mil millones de dólares estadounidenses al año en numerosos incentivos fiscales.

«Es intolerable que las personas ricas y las grandes empresas estén evitando pagar impuestos, y que la gente normal esté pagando por ello con su precaria sanidad», enfatiza la Sra. Byanyima. «Las grandes empresas tienen que pagar su parte justa de la carga fiscal, proteger los derechos de los empleados, pagar lo mismo por igual trabajo y garantizar unas condiciones profesionales seguras para todos, sobre todo para las mujeres».

La deuda supone una enorme amenaza para la economía, la salud y el desarrollo de África, puesto que lleva a grandes recortes en el gasto social para garantizar el pago de la deuda. Según el Fondo Monetario Internacional, hacia abril de 2019, la mitad de los países africanos de bajos ingresos estaban, bien en una situación de endeudamiento grave, bien  con un alto riesgo de estarlo. Aparte de los países de bajos ingresos, en Zambia se produjo una caída de un 27 % en las inversiones en atención sanitaria y un aumento en el servicio de la deuda de alrededor de un 790 % entre 2015 y 2018. En Kenia, la tendencia fue similar. Allí el servicio de la deuda aumentó en torno a un 176 % y las inversiones en sanidad  se redujeron aproximadamente un 9 % entre 2015 y 2018. «Existe la imperiosa necesidad de gestionar la deuda de tal manera que proteja la salud de la gente. Eso supone garantizar nuevos enfoques financieros en lo que respecta a inversiones sociales, el pago de la deuda (el cual se debe detener durante un tiempo si es necesario para permitir la recuperación económica) y la reestructuración de la deuda bajo un mecanismo coordinado, para proteger el gasto en VIH, salud y desarrollo», incide la Sra. Byanyima.

Un factor aún mayor que influye en el débil estado de la sanidad es el incumplimiento de los derechos humanos. A tenor de las cifras que maneja el Banco Mundial, más de mil millones de mujeres carecen de una protección legal contra la violencia de género, y alrededor de 1,4 mil millones de mujeres no cuentan con una protección legal que las mantenga a salvo de la violencia económica doméstica. En al menos 65 países, el mantener una relación sexual con una persona del mismo sexo constituye un delito. En los últimos años, en algunos países, las medidas represivas y las restricciones sobre las personas lesbianas, gais, bisexuales, los transgénero y los intersexuales han aumentado. El trabajo sexual se considera un hecho delictivo en 98 países. Hasta la fecha, 48 países y territorios aún mantienen algún tipo de restricción relacionada con el VIH para la entrada, la estancia y la residencia en el país. De acuerdo con un estudio reciente sobre políticas relacionadas con el trabajo sexual en 27 países, aquellos que descriminalizaron algunos aspectos del trabajo sexual tienen una prevalencia del VIH considerablemente más baja.

En 91 países, los adolescentes necesitan el consentimiento de sus padres para realizarse una prueba del VIH y en 77 países requieren el consentimiento paterno también para acceder a los servicios de salud sexual y reproductiva, lo cual crea barreras que impiden proteger  a las personas jóvenes de la infección del VIH. Una de las consecuencias derivadas de ello es que la tasa de incidencia del VIH entre las mujeres jóvenes y las chicas  en África oriental y meridional es el doble de la de sus homólogos masculinos.

«En la próxima década, podemos acabar con el sida como amenaza para la salud pública y lograr la cobertura sanitaria universal. Los Gobiernos han de gravar con justicia, ofrecer una atención sanitaria de calidad financiada con fondos públicos y garantizar la igualdad de género para todos. Es posible, podemos hacerlo», declara la Sra. Byanyima.

ONUSIDA está participando en muchos actos dentro de la Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, con el fin de subrayar la necesidad de que los Gobiernos cumplan sus compromisos para hacer realidad la cobertura sanitaria universal y garantizar que nadie quede atrás.

Contacto

ONUSIDA para América Latina y el Caribe
Eduardo Batista
batistadevicentee@unaids.org

Press centre

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Feature Story

La Directora Ejecutiva de ONUSIDA insta a Uganda a ampliar su acción en el país

09 Enero 2020

La nueva Directora Ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, ha visitado su país de nacimiento, Uganda, durante un viaje oficial.

En su reunión con la ministra de la presidencia, Esther Mbayo, la Sra. Byanyima elogió los esfuerzos del presidente de Uganda, Yoweri Museveni, en la respuesta al VIH. Además, subrayó la brecha de financiación de siete mil millones de dólares estadounidenses en la respuesta mundial al sida, e insistió en que se debe hacer aún más en el país. «Hoy en día, Uganda tiene el 93 % de la respuesta al sida financiada externamente», señaló. «Son nuestros amigos los que nos están ayudando a seguir vivos, pero no podemos depender siempre de ellos».

Añadió, asimismo, que muchos países africanos, incluida Uganda, pronto se convertirán en economías de medianos ingresos y que, por tanto, recibirán menos ayuda internacional. A lo largo de todo el día insistió en el mismo mensaje dirigido al personal de las Naciones Unidas, a las partes interesadas y a los socios: es fundamental superar el estancamiento en lo referente a la financiación y hay que reducir el derroche financiero, las deficiencias y la corrupción.

La Sra. Byanyima puso también de manifiesto la necesidad de centrarse en las mujeres y en las niñas africanas. «Hemos de hacer más para corregir las desigualdades de género y acabar con la violencia de género», destacó.

En las regiones de África oriental y meridional, las chicas y las mujeres jóvenes tienen dos veces más probabilidades de contraer el VIH que los hombres. En Uganda, la prevalencia total del VIH se sitúa en el 5,7 % y el 34 % de las nuevas infecciones se producen entre las personas jóvenes de entre 15 y 24 años.

Subrayó también que Uganda no  debería renunciar a velar por los derechos humanos de nadie, y que, por tanto, debería abolir la actual ley que rige las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Defendió que los gobiernos no deberían discriminar, al denunciar que los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y los trabajadores sexuales fueran negados su acceso a la atención sanitaria.

Durante una reunión con la sociedad civil, la Sra. Byanyima animó a todas las personas a alzar la voz, exhortándolos: «Vosotros sois la voz de los ciudadanos y deberíais trasladar esa responsabilidad al Gobierno y a los demás».

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Mensaje de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA con motivo del Día de la Cobertura Sanitaria Universal

En este Día de la Cobertura Sanitaria Universal, alzo la voz en solidaridad con todas aquellas personas que carecen de acceso a los servicios sanitarios que precisan. Hoy, 10 000 de esas personas morirán. Cada dos minutos una mujer fallecerá dando a luz. Y cada segundo, tres personas serán empujadas a caer en la pobreza extrema por tener que sufragarse su atención sanitaria. Hoy en día quienes más necesitan la atención sanitaria son precisamente quienes menos posibilidades tienen de recibirla. Esto ha de cambiar, y debe hacerlo enseguida.

La cobertura sanitaria universal es un derecho humano de todas y cada una de las personas que habitan este planeta. Sin importar quiénes sean o dónde vivan, todo el mundo tiene derecho a recibir servicios sanitarios de calidad sin enfrentarse a la crudeza económica. Este no es sino un compromiso histórico adquirido por los Estados miembros de las Naciones Unidas en la declaración política firmada en la primera reunión de alto nivel sobre la cobertura sanitaria universal que se celebró el pasado mes de septiembre.

La cobertura sanitaria universal es clave en nuestro tiempo y en la respuesta al sida, porque los mejores resultados de salud se deben, en primer lugar y sobre todo, a abordar las injusticias. La demostración de que la cobertura sanitaria se torne verdaderamente universal estará tanto en una salud mejorada, como en la eliminación de una desigualdad inaceptable en cuanto a resultados sanitarios para la mayoría de las poblaciones marginadas. Llegará el día en que los padres no tendrán que escoger entre a qué hijo salvar porque el tratamiento tiene un coste demasiado caro.

Cada año 100 millones de personas son obligadas a caer en la pobreza extrema y 900 millones se enfrentan a una gravísima dificultad económica por tener que pagar de su bolsillo la atención médica. A pesar de todos los esfuerzos por reducir estas cifras, alarmantemente siguen en aumento. El incremento más rápido tiene lugar en África, donde dos tercios de los países todavía tienen que pagar tasas por utilizar cualquier nivel de atención. Y esto ha de cambiar. Las tasas de usuario atrapan a las personas, sobre todo a las mujeres y a los niños, en ciclos de pobreza, enfermedad e impotencia. Es una enorme injusticia obligar a las personas a escoger entre pagar por la comida, la educación o los servicios sanitarios que precisan. Constituye toda una violación de los derechos humanos el hecho de detener a los pacientes en los hospitales cuando no pueden permitirse abonar la factura. La cobertura sanitaria universal ha de levantar las barreras económicas que impiden el acceso a la atención sanitaria. Para garantizar el respeto a los derechos humanos y lograr salvar vidas, el acceso a una atención sanitaria de calidad debería estar disponible para todos.

Sin embargo, la cobertura sanitaria universal tiene también que ir más allá del sector sanitario, para lidiar asimismo con los determinantes sociales, económicos y estructurales de la salud, como son la pobreza, la falta de educación formal, la desigualdad de género y la violencia de género. Del mismo modo, debe asegurarse de que los grupos de población clave y vulnerables no queden excluidos del acceso a los servicios sanitarios debido a las barreras legales, al estigma y a la discriminación por ser quienes son.

La respuesta al sida nos ha enseñado que las organizaciones lideradas por las comunidades constituyen la parte central de cualquier sistema sanitario eficaz. Hace tan solo unos días celebramos el Día Mundial del Sida haciendo un llamamiento a todo el mundo para que en todos los rincones se reconozca que son las comunidades quienes marcan la diferencia. Si en la actualidad más de 24 millones de personas tienen acceso al tratamiento para el VIH, ello se debe primeramente y, ante todo, a la labor de todas esas comunidades que abogan por los servicios, los defienden, los acercan a las personas y hacen que los sistemas asuman su responsabilidad.

Para que la cobertura sanitaria universal consiga resultados de salud cuantificables, debe financiar e incluir los servicios liderados por la comunidad. Las comunidades necesitan estar en el centro, implicarse en cada paso de la gobernanza sanitaria, la planificación, la implementación, la monitorización, la comunicación y la investigación.

Haciendo mío el lema de este año del Día de la Cobertura Sanitaria Universal, «Cumplamos nuestra promesa», insto a todos los Gobiernos y comunidades a aprovechar y dar aún más fuerza al dinamismo generado por el compromiso en la declaración política, para trabajar juntos y avanzar hacia servicios sanitarios de calidad e iguales para todos, que lleguen a las personas más necesitadas y mejoren su bienestar. Esto será fundamental tanto para acabar con el sida como para logar los Objetivos de Desarrollo Sostenibles.

Winnie Byanyima

Directora Ejecutiva de ONUSIDA

Secretaria general adjunta de las Naciones Unidas

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La Directora Ejecutiva de ONUSIDA transmite una idea general de su visión a la Junta de ONUSIDA

GINEBRA, 13 de diciembre de 2019—Winnie Byanyima, en la primera reunión de la Junta Coordinadora del Programa de ONUSIDA (JCP) que se celebra desde su nombramiento como Directora Ejecutiva de ONUSIDA, ha señalado sus prioridades para 2020. Además de resaltar que «la respuesta global al VIH y el Programa Conjunto proporcionan uno de los mayores y más sólidos ejemplos del valor del multilateralismo y la solidaridad mundial», añadió que «el año 2020 nos brinda la gran oportunidad de reflexionar sobre una fórmula de trabajo todavía mejor para el Programa Conjunto».

La Directora Ejecutiva de ONUSIDA dijo que ONUSIDA seguiría avanzando en cuatro áreas: trabajará por las mujeres y las niñas en África; defenderá los derechos humanos de todas las personas; pondrá la ciencia, la innovación y la tecnología en manos de las personas, y financiará la respuesta global al sida.

La Sra. Byanyima puso de manifiesto el enorme progreso alcanzado en la respuesta al sida, pero dijo a los allí congregados que, a pesar de los grandes logros de varios países y regiones, el mundo en general no conseguirá alcanzar para finales de 2020 el objetivo de una reducción de un 75 % en el número de nuevas infecciones por el VIH. La 45.ª reunión de la Junta Coordinadora del Programa, la cual terminó ayer, subrayó la importancia que tiene el que los países aumenten sus inversiones en la prevención del VIH, e insistió en que no menos de una cuarta parte de la partida para el VIH se destina a los programas de prevención.

Durante la reunión, la Junta Coordinadora del Programa solicitó una revisión de la Estrategia de ONUSIDA para 2016-2021, así como su implementación y los resultados obtenidos. Los resultados de dicha revisión se someterán a un amplio proceso de consulta y se presentarán en la siguiente reunión de la Junta Coordinadora del Programa, en junio de 2020, como parte del desarrollo de la próxima estrategia de ONUSIDA.

«El proceso de desarrollo de esta estrategia futura se apoyará fundamentalmente en los datos y tendrá carácter consultivo. Se implicará en él a la plantilla de ONUSIDA; a nuestros copatrocinadores; a la sociedad civil; a las personas que viven con el VIH o que están afectadas por el virus; a la gente joven; a las instituciones de fe; a los ministros de salud, finanzas y cuestiones de género; y a los parlamentarios, a los científicos, a los donantes y al sector privado», apuntó la señora Byanyima. En su primera intervención ante la Junta Coordinadora del Programa, la Sra. Byanyima se refirió a los desafíos y las oportunidades que hay por delante en los menos de 13 meses que quedan hasta finales de 2020, fecha en que deberían alcanzarse, entre otros, un conjunto de objetivos referentes a la prevención y el tratamiento para el VIH.

Se refirió, asimismo, a los menos de 11 años que quedan hasta 2030, año en el que el mundo se ha comprometido a acabar con el VIH.

La Sra. Byanyima fue tajante al afirmar que su prioridad sería el mayor activo que tiene ONUSIDA, su plantilla. «Se ha hecho mucho, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Se ha de continuar trabajando para restaurar la confianza entre la plantilla y los socios externos, y para cambiar nuestra cultura, de manera que ONUSIDA nunca jamás vuelva a tolerar ningún tipo de abuso de poder, ya sea acoso, mala conducta sexual o bullying. De ahora en adelante, ONUSIDA anima a su personal a sentirse seguro y alzar la voz cuando sea necesario».

La Junta Coordinadora del Programa, tras la reciente revisión de la gestión y la administración en ONUSIDA llevada a cabo por la Unidad de Inspección Conjunta, recibió con gran agrado el compromiso de la Sra. Byanyima de establecer un apartado de la agenda anual de la JCP para cubrir cuestiones de auditorías internas y externas, ética y otros temas relacionados con la rendición de cuentas.

Como homenaje a Gunilla Carlsson, Directora Ejecutiva Adjunta de ONUSIDA, responsable de gestión y buen gobierno, quien se despedirá del Programa a principios de 2020, la Sra. Byanyima aprovechó la ocasión para agradecerle su buen trabajo llevando el timón de ONUSIDA tras su reciente crisis reputacional y facilitando la transición del liderazgo. Además de desearle mucha suerte para sus futuras hazañas profesionales, la Sra. Byanyima elogió la gran labor de la Sra. Carlsson, sobre todo por emprender reformas críticas respecto de la gestión y el buen gobierno, con el fin de garantizar la protección y prestar apoyo a los miembros del personal que fueron víctimas de acoso y abuso de autoridad. Tampoco pasó por alto el éxito logrado por la Sra. Carlsson al poner en marcha el Plan de acción sobre la igualdad de género y el Plan de acción sobre la gestión.

La delegación de organizaciones no gubernamentales de la JCP dio a conocer un informe sobre la cobertura sanitaria universal en el que se resaltaba el papel desempeñado por las comunidades como socios e interesados claves en el diseño y la puesta en marcha de la cobertura sanitaria universal. Por ello, la Junta Coordinadora del Programa pidió a ONUSIDA que continuara apoyando a los países para asegurar que siguieran vigentes los programas integrales del VIH y que estos estuvieran disponibles, o resultaran accesibles, dentro del programa de la cobertura sanitaria universal.

El último día de la reunión consistió en una sesión temática que duró todo el día y que se centró en cómo reducir el impacto del sida tanto en los niños como en los jóvenes. Durante dicho encuentro saltaron todas las alarmas al ver que se han enlentecido preocupantemente tanto el progreso alcanzado en cuanto a la eliminación de nuevas infecciones por el VIH entre los niños como el número de niños de entre 0 y 14 años que viven con el VIH y que han iniciado un tratamiento eficaz para combatir el virus. La

JCP participó en paneles en los que se puso de manifiesto la importancia del liderazgo de la juventud para dar forma a la respuesta al VIH hacia enfoques holísticos.

Representantes de los Estados miembros de las Naciones Unidas, organizaciones internacionales, sociedad civil y organizaciones no gubernamentales asistieron a la reunión de tres días, presidida por China, que tuvo a los Estados Unidos de América como vicepresidente y a Belarús como ponente.

Las decisiones de la JCP se encuentran disponibles en https://www.unaids.org/en/whoweare/pcb/45 (en inglés).

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45a reunión Junta Coordinadora del Programa

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Mensaje de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA con motivo del Día de los Derechos Humanos

10 de diciembre de 2019

Los derechos humanos son claves para poner fin al sida y son el alma de cada una de las batallas y de cada uno de los éxitos desde el comienzo de la epidemia.

Si no exigiéramos incansablemente el respeto de los derechos humanos y no nos esforzáramos por asegurar que los derechos humanos continúan en el centro de la respuesta al sida, no tendríamos hoy en día a más de 24 millones de personas en tratamiento y cuatro de cada cinco personas que viven con el VIH desconocerían su estado serológico. Las poblaciones más vulnerables y marginadas, y las personas que viven con el VIH no tendrían acceso a una atención sanitaria sin estigma ni lograrían que los Gobiernos asumieran su responsabilidad.

Sin embargo, la respuesta al sida aún no ha concluido y todavía quedan barreras a los derechos humanos. El VIH sigue siendo una epidemia de desigualdad, estigma, discriminación y violencia. En aquellos lugares en que se violan los derechos humanos, las personas corren mayor riesgo de infección y tienen menos posibilidades de hacerse una prueba del VIH o iniciar un tratamiento.

Los grupos de población clave concentran el 54 % de las nuevas infecciones en todo el mundo, un 75 % de las nuevas infecciones fuera del África subsahariana. Mundialmente, en 2018, 6000 chicas adolescentes y mujeres jóvenes se infectaron por el VIH cada semana. Permítanme ser clara, estas comunidades no son dejadas atrás; estas comunidades son obligadas a quedarse atrás por las leyes, las políticas y las prácticas que se crean, se ejecutan y se instauran.

Formas cruzadas de discriminación y desigualdad llevan a las mujeres de los grupos de población clave a experimentar vulnerabilidades y barreras únicas. Sabemos, por ejemplo, que las mujeres que consumen drogas son encarceladas de manera desproporcionada y que corren mayor riesgo de contraer el VIH que los hombres.

Los trabajadores sexuales, los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas transgénero y los consumidores de drogas se enfrentan a barreras crudas e imperdonables que adoptan la forma de leyes penales. Estas leyes incrementan el estigma y la discriminación, y evitan que las personas puedan acceder a la reducción del daño y a los servicios de pruebas, tratamiento y prevención del VIH.

Impiden a las comunidades coordinarse y trabajar juntas, aíslan y llevan a las comunidades a volverse invisibles, y, al tiempo, aumentan los niveles de violencia.

Todas estas leyes afectan a las vidas y los derechos de las personas y de las comunidades, a la igualdad, la salud, la privacidad, la familia e incluso a la propia vida.

Sin embargo, de un plumazo podríamos darle la vuelta a la situación. La descriminalización del trabajo sexual en diez años podría evitar entre el 33 y el 46 % de las nuevas infecciones por VIH entre trabajadores sexuales y clientes. Los nuevos datos hallados en el África subsahariana sugieren que el conocimiento del estado serológico entre los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres que estaban viviendo con el VIH era tres veces más elevada en los países que tienen más leyes que apoyan a las personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales, y en aquellos otros que descriminalizan el consumo de drogas y ponen en marcha medidas para la reducción del daño con las que ver desplomarse los números referentes a las nuevas infecciones por el VIH entre las personas que consumen drogas.

No se trata ya de la necesidad de pruebas. Es momento de liderazgo, de valor político, de acción.

La primera obligación que tiene un país para con sus derechos humanos es el respeto, la obligación de respetar, y no violar, los derechos humanos. Al mantener vigentes dichas leyes penales, no estamos sino cayendo en el primer obstáculo.

La ley debería proteger, y no perseguir, a los más vulnerables. Ha de apoyar, y no sabotear, los esfuerzos por preservar la salud pública y los derechos humanos.

En este Día de los Derechos Humanos, insto a todo el mundo a revisar sus leyes, con el fin de crear un sistema judicial que proteja, y no infrinja, los derechos humanos de las personas dejadas atrás.

Winnie Byanyima

Directora Ejecutiva de ONUSIDA

Secretaria general adjunta de las Naciones Unidas

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Bélgica celebra el Día Mundial del Sida

05 Diciembre 2019

Gunilla Carlsson, directora ejecutiva adjunta de ONUSIDA y responsable de gestión y buen gobierno, conmemoró el Día Mundial del Sida en Bruselas, Bélgica, para celebrar el poder de las comunidades junto con la sociedad civil. A su lado estaba también Barbara Trachte, secretaria de Estado de la región de Bruselas capital.

La Sra. Carlsson presentó algunos de los mensajes clave de Power to people, el nuevo informe de ONUSIDA, el cual muestra que, cuando la gente tiene el poder de elegir, saber, crecer, pedir y trabajar juntos, es posible salvar vidas, evitar las injusticias y restaurar la dignidad.

«La respuesta al sida muestra que, cuando las comunidades están capacitadas y empoderadas, el cambio se hace realidad. Ahora más que nunca necesitamos una respuesta comunitaria plenamente financiada», insistió con rotundidad la Sra. Carlsson.

Además, aprovechó la ocasión para agradecer al Gobierno regional de Bruselas y al Gobierno federal de Bélgica su enorme apoyo a las personas que viven con el VIH y a las organizaciones que trabajan por el virus, las enfermedades sexuales relacionadas, la salud reproductiva y los derechos humanos. Durante muchos años, Bélgica ha invertido energía y recursos para satisfacer las necesidades de los más vulnerables y de las comunidades afectadas por el VIH en todo el mundo. Su principal preocupación han sido siempre los derechos humanos, la igualdad de género, los grupos de población clave, el fortalecimiento de los sistemas sanitarios, y la salud y los derechos sexuales y reproductivos.

«Hoy, 1 de diciembre, es importante reforzar la idea de que indetectable = intransmisible, para así cambiar el punto de vista de la sociedad sobre las personas que viven con el VIH», recalcó Thierry Martin, director de Plataforme Prévention Sida.

Durante su visita a Bélgica, la Sra. Carlsson también se encontró con el ministro-presidente del Gobierno flamenco, Jan Jambon, quien firmó un nuevo acuerdo de colaboración con ONUSIDA para los dos años siguientes. Flandes ha sido un socio muy valorado y prominente desde la fundación de ONUSIDA y ha invertido tanto recursos como energía para lograr satisfacer las necesidades de las comunidades afectadas por el VIH. Durante todo este tiempo, sus esfuerzos se han centrado sobre todo en las poblaciones vulnerables y en las chicas de Sudáfrica.

El Sr. Jambon expresó su gran confianza respecto a la renovación de su colaboración a largo plazo con ONUSIDA. «Desde sus comienzos, ONUSIDA ha estado trabajando hacia un enfoque multisectorial basado en los derechos humanos y centrado en las personas, desde el que se han abordado las cuestiones determinantes de salud y bienestar para la respuesta al sida, especialmente en el caso de las poblaciones más vulnerables, incluyéndose aquí las comunidades de personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales, entre otras, y esto es ahora más importante que nunca», señaló.

El Sr. Jambon también dio la bienvenida a las reformas que se han producido dentro de ONUSIDA para reforzar una cultura positiva en el lugar de trabajo. «Estoy convencido de que las nuevas políticas y el nuevo liderazgo permitirán a la plantilla llegar al mayor número de personas posible y maximizar sus resultados colectivos», dijo.

En su viaje, la Sra. Carlsson asistió a un panel de discusión con los miembros del parlamento, los representantes de la sociedad civil y las Naciones Unidas. Allí se proporcionaron datos actualizados respecto al estado de la epidemia y la respuesta del VIH, y se pusieron de manifiesto las acciones de apoyo clave llevadas a cabo por el Parlamento Europeo y la Unión Europea. Del mismo modo, alabó el importantísimo papel desempeñado por los parlamentarios en la respuesta mundial al VIH.

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Discurso de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA Winnie Byanyima durante la presentación del informe del Día Mundial del Sida

26 Noviembre 2019

INTRODUCCIÓN

James Nyoro, secretario de gabinete y gobernador en funciones, compañeros del sistema de las Naciones Unidas. ¡Hola! ¡Jambo!

Voluntarios de la comunidad que dedicáis vuestro tiempo a la atención sanitaria, sois mis héroes. Me siento muy feliz por estar hoy aquí, en el condado de Kiambu, en Kenia.

Y estoy muy agradecida por la gran y sincera acogida que vuestra comunidad ha dado a la publicación del informe de ONUSIDA, Power to the people.

Gracias, miles de gracias, jóvenes. Sobre todo a esa persona joven con discapacidad que acaba de hablarnos y que nos ha recordado que todas las personas que viven con el VIH no son iguales. Todas y cada una de ellas es diferente, y hemos de llegar a todas, sin excepción. Lo tendremos muy presente. Actuaremos en consecuencia.

Quiero, asimismo, expresar mis condolencias y transmitir mi solidaridad a todas las personas de Pokot Occidental por las trágicas pérdidas de vidas y propiedades de las que han sido víctimas debido a las lluvias torrenciales y los desprendimientos de tierras. Vuestro dolor es el nuestro.

Lanzamiento del informe Power to the people

Estoy aquí porque África es el continente más afectado por la epidemia del VIH.

Más de 25 millones de personas viven con el VIH en el África subsahariana, una cifra que representa más de dos terceras partes del total de todo el mundo, que está en 37,9 millones de personas que viven con el virus.

Estoy también aquí porque muchos países africanos están liderando la estrategia para poner fin al sida. Somos héroes, luchamos contra la epidemia.

En Kenia, las muertes relacionadas con el sida se han reducido en más del 50 % desde 2010, y las nuevas infecciones por el VIH también han descendido en torno a un 30 %. Eso es un logro. Un gran logro. Un logro gigante. Hemos conseguido un gran progreso en poco tiempo.

Hoy puedo anunciaros que 24,5 millones de personas que viven con el VIH en todo el mundo ya tienen acceso a un tratamiento que va a salvarles la vida. Tenemos grandes noticias y hemos sido testigos de un gran progreso.

Unámonos a la maratón para erradicar el sida

Es un día muy especial para mí.

Estoy presentando mi primer informe de ONUSIDA.

Con este nuevo informe, no pretendo sino rendir un homenaje a todas las familias y las comunidades devastadas por el sida, y también a los grupos y las comunidades de mujeres que han movilizado y transformado la respuesta al sida. Os felicito. Mi más sincera enhorabuena. Os debemos muchísimo.

En mi país, las mujeres se reúnen en los pueblos, compran cazuelas y mantas, se cuidan las unas a las otras, entierran a los muertos y no permiten que nadie sufra en soledad. Fueron las mujeres de nuestras comunidades las que consiguieron todo eso.

Hoy muestro mi compromiso con ONUSIDA, para dar con ella grandes pasos en una nueva dirección.

Lucharemos contra la desigualdad y la pobreza.

El primer paso ha de ser ocuparnos de la desigualdad y de las injusticias que alimentan la epidemia del VIH.

El sida hiere a las personas que viven en la pobreza. Supone un problema para todos, pero, en el caso de las personas sin recursos, es un gran problema. Con mayúsculas.

Tenemos que acabar con la desigualdad. No hay derecho a que haya gente que pueda seguir un tratamiento y vivir muchos años, mientras que otros ni tan siquiera disponen de atención sanitaria y su destino inmediato es la muerte.

Tenemos que enfrentarnos a la desigualdad, debemos sacar a todo el mundo de la pobreza.

Necesitamos proveer a la gente de más servicios: educación, salud y protección social. Solo así acabaremos con el sida.

La clave está en la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.

Si queremos decir adiós al sida, debemos fomentar los derechos de las mujeres. Por ello, nuestro segundo gran paso debe ir dirigido a abordar la desigualdad de género.

A pesar de los logros alcanzados en materia de prevención y tratamiento, el VIH sigue siendo la principal causa de muerte en todo el mundo de las mujeres en edades comprendidas entre los 15 y los 49 años.

Cada semana aproximadamente 6000 chicas jóvenes de entre 15 y 24 años se infectan por el VIH.

En toda la región del África subsahariana, las mujeres jóvenes y las chicas se enfrentan a tasas de VIH mucho más elevadas que los hombres y los chicos.

Las mujeres jóvenes del África subsahariana de entre 15 y 24 años tienen el doble de probabilidades de vivir con el VIH que los hombres de la misma edad.

Son cifras que nos avergüenzan a todos.

Estamos ante una injusticia de género cuyas repercusiones son trágicas. ¿Por qué las mujeres jóvenes son más vulnerables?

Si vamos a cumplir nuestras promesas, tenemos que acabar con las desigualdades de poder entre hombres y mujeres que solo llevan al riesgo y la vulnerabilidad por el VIH.

Hemos de defender la igualdad de género y capacitar a las mujeres jóvenes y a las chicas para transformar nuestras sociedades.

En todo el mundo, una de cada tres mujeres sufrirá algún tipo de violencia física o sexual a lo largo de su vida.

En muchísimas de nuestras comunidades, la primera experiencia sexual de una mujer es forzada y violenta. Eso es una realidad.

Ayer lanzamos 16 días de activismo contra la violencia de género. Cada día deberíamos comprometernos a conseguir la igualdad para las mujeres y las chicas, pues será así como acabaremos con su vulnerabilidad a la violencia.

Aquí en Kenia me preocupan muchísimo las tasas de feminicidio.

No hay una semana en la que no veamos en los medios de comunicación la noticia de que una mujer, casi siempre joven, ha sido asesinada por su pareja.

Alcemos la voz por esas mujeres, reclamemos justicia y peleemos por acabar con la impunidad. El mundo ha de ser un lugar seguro para todos.

ONUSIDA prestará más atención para luchar contra estas leyes, tradiciones, culturas y prácticas que permiten y perpetúan la violencia de género. El cuerpo de una mujer es su cuerpo. Solo suyo.

Tenemos el deber prioritario de garantizar que todas las mujeres y las chicas, de todas las edades, tengan despejado el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva.

Es inaceptable que millones de mujeres aún no tengan acceso a anticonceptivos, porque todos nosotros sabemos que su derecho a los métodos anticonceptivos es una parte esencial de su capacitación en todos los aspectos de la vida.

Estamos cometiendo una injusticia contra millones de jóvenes que todavía no pueden acceder a los servicios sanitarios básicos que precisan: preservativos gratuitos, pruebas del VIH sin consentimiento paterno y profilaxis previa a la exposición.

El velar por la escolarización de las chicas y su permanencia en los colegios reduce el riesgo del VIH. Tenemos que asegurarnos de que toda la gente joven siga en las escuelas, y que las escuelas ofrezcan una educación integral sobre sexualidad. Han de conocer su cuerpo, su salud.

ONUSIDA, junto con sus copatrocinadores (el Fondo de Población de las Naciones Unidas, la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), dará un paso al frente por las mujeres y las chicas, sobre todo en África.

Derechos humanos

El tercer paso que pido que demos tiene que ver con los derechos humanos.

En muchos lugares no se reconocen los derechos humanos y ciudadanos de las mujeres y las chicas, de los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, de las personas transgénero, de los trabajadores sexuales, de las personas que consumen drogas y de las que están en prisión.

Es indudable que hemos de garantizar que todas estas personas puedan tener acceso a los servicios del VIH, pues así acabaremos con la enfermedad. Debemos tratarlas como ciudadanos con los mismos derechos, por lo que tendrán que disfrutar de su derecho a la atención sanitaria y a los servicios que las protegen del sida, a ellas y a sus parejas.

Un tercio de los grupos de población clave desconoce su estado serológico.

En muchos países todavía a día de hoy nos topamos con leyes que criminalizan a los grupos de población clave o discriminan a las personas que viven con el VIH. Por este motivo, es gente que se oculta y se esconde y, en consecuencia, que no ejerce su derecho a la salud.

Las ofensivas, las restricciones y las campañas contra las personas gais, bisexuales y transgénero, y los grupos intersexuales son, sencillamente, inaceptables.

La gente joven es juzgada y castigada por ser quien es y amar a quien ama.

No seremos capaces de acabar con el VIH si no garantizamos el respeto a los derechos humanos de todas las personas, especialmente de los grupos de población clave.

Financiación y recursos

A pesar del progreso alcanzado en los últimos años, todavía no tenemos a nuestro alcance los recursos suficientes para acabar con la epidemia de sida. Los países pobres están librando una auténtica batalla para pagar lo que necesitan: salud, educación, carreteras, agua y servicios sanitarios.

La salud ha de encabezar nuestra lista de prioridades. Sin personas sanas, nunca alcanzaremos el progreso.

Dos terceras partes de los países africanos todavía cobran tasas por acceder a la atención sanitaria, y millones de personas se encuentran a tan solo una enfermedad de caer en la más absoluta pobreza.

A pesar de que todos los países se comprometieron a hacer realidad la cobertura sanitaria universal, el porcentaje de personas que están pagando de su propio bolsillo la atención sanitaria no ha hecho más que aumentar en los últimos cinco años. La salud no puede ser en ningún caso un privilegio de los ricos. Ha de ser un derecho para todos.

La deuda pública ha subido por encima del 50 % del producto interior bruto en la mitad de los países del África subsahariana. Inmersos en una situación económica tan complicada, los Gobiernos han de hallar la manera de obtener una financiación sostenible a largo plazo para su respuesta al sida. Queremos trabajar con los Gobiernos para ver con ellos cómo crear ese ámbito fiscal y cómo gestionar las prioridades dentro de sus reducidísimos presupuestos como consecuencia del pago de la deuda.

Durante la última reposición del Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, los países y las fundaciones aportaron una cantidad histórica para avanzar en la respuesta al sida. No obstante, hemos de seguir trabajando para garantizar que cada dólar, cada euro y cada chelín se empleen de manera efectiva.

En muchos países de medianos ingresos, los Gobiernos aún están pagando miles de dólares de más por medicinas de igual calidad que están a disposición de los países de bajos ingresos a cambio de unos cuantos centavos. Es inaceptable. Nos esforzaremos para conseguir bajar los precios.

El acceso universal a una atención sanitaria de calidad no es un lujo. Es un derecho de todos los seres humanos.

Conclusión

No infravaloro los retos que tenemos por delante, pero siento mucha emoción por todo lo que podemos conseguir para la gente. Estamos sobre los hombros de personas que luchan, ¿cómo vamos a dejarlo aquí?

Lo que he tratado de haceros llegar hoy son algunos de los cambios más urgentes que hemos de empezar a llevar a cabo ya.

Cambios en cuanto a lo que pensamos que es posible.

La atención sanitaria para todas y cada una de las personas no es imposible.

Cambios en cuanto a la rapidez con que actuamos.

Cambios en cuanto a nuestra labor y compromiso con ONUSIDA. Nosotros también hemos de mirarnos en un espejo.

Pero, lo más importante de todo, no tengamos ni una sola duda de que podremos derribar al sida.

He perdido seres queridos.

Ahora podemos adentrarnos en un futuro en el que haya salud para todos.

Secretario de gabinete y activistas aquí reunidos hoy, les deseo todo lo mejor en este camino, ONUSIDA está con todos ustedes.

Press Release

Para acabar con el VIH, la clave está en garantizar que las personas y las comunidades tengan poder para elegir, saber, prosperar y exigir

Los enfoques innovadores respecto a los tratamientos para prevenir el VIH (profilaxis preexposición), la integración de los servicios de planificación familiar con las pruebas del VIH, la supresión de la carga vírica (I = I), la reducción del daño y una salud sexual integral otorgan a las personas en general el poder para protegerse del VIH, y a quienes ya viven con el virus les permiten crecer y desarrollarse

NAIROBI/GINEBRA, 26 de noviembre de 2019—Según un nuevo informe de ONUSIDA, Power to the people (el poder a las personas), publicado antes del Día Mundial del Sida, las personas y las comunidades que viven con el VIH o que están afectadas por el virus participan en la toma de decisiones y en la prestación de servicios relacionados con el VIH. Así mismo, se observa cómo se han reducido los casos de nuevas infecciones y cómo cada vez más personas tienen acceso al tratamiento. Cuando las personas tienen el poder de escoger, de saber, de prosperar y de exigir, cuando la gente trabaja codo con codo, se consigue salvar vidas, acabar con las injusticias y restaurar la dignidad.

«Cuando las personas y las comunidades cuentan con poder y con medios, se logra el cambio», apuntó Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. «La solidaridad de las mujeres, de los jóvenes, de los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, de los trabajadores sexuales, de los consumidores de drogas y de las personas transgénero ha logrado transformar la epidemia de sida, al capacitarlos a todos ellos para poner fin a la epidemia».

El informe fue lanzado el 26 de noviembre en Kenia por la Directora Ejecutiva de ONUSIDA, la secretaria del gabinete del ministerio de salud de Kenia y los representantes de la comunidad. En él se pone de manifiesto el enorme progreso alcanzado, sobre todo en lo concerniente a la expansión del acceso al tratamiento. Hacia mediados de 2019, aproximadamente 24,5 millones de personas de los 37,9 millones de personas que viven con el VIH lograron acceso al tratamiento. Al continuar la adherencia al tratamiento, cada vez es menor el número de gente que fallece por enfermedades relacionadas con el sida.

«El trabajo conjunto del Gobierno con la sociedad civil, al que se suma la importantísima implicación de las comunidades, nos ha permitido reducir de manera significativa las nuevas infecciones por el VIH y el número de muertes relacionadas con el sida», insistió Sicily Kanuki, secretaria del gabinete del ministerio de salud keniata. «Las comunidades están en el mismísimo centro de la respuesta al sida y son imprescindibles para erradicarlo».

No obstante, el progreso alcanzado con respecto a la reducción de las infecciones por el VIH se entremezcla con la cifra de 1,7 millones de personas que se vieron afectadas por el virus en 2018. Las nuevas infecciones por el VIH se redujeron un 28 % de 2010 a 2018 en África oriental y meridional, la región más afectada por el VIH. Como señal prometedora y alentadora, la tasa de incidencia del VIH entre las chicas adolescentes y las mujeres jóvenes de la región con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años pasó de 0,8 % en 2010 a un 0,5 % en 2018, lo que supone un descenso de un 42 %. Sin embargo, las chicas y las mujeres jóvenes todavía son las más castigadas por las nuevas infecciones del VIH. Así, cuatro de cinco nuevas infecciones por el VIH entre adolescentes del África subsahariana tienen lugar entre chicas.

Fuera de África oriental y meridional, las nuevas infecciones por el VIH se han reducido únicamente un 4 % desde 2010. De mayor preocupación es el aumento de nuevas infecciones por el VIH en algunas regiones. La cifra anual de nuevas infecciones por el VIH aumentó un 29 % en Europa oriental y Asia central, un 10 % en Oriente Medio y África del Norte, y un 7 % en América Latina.

«En muchos lugares del mundo se ha logrado un espectacular progreso en lo concerniente a la reducción de nuevas infecciones por el VIH, muertes relacionadas con el virus y actitudes discriminatorias, sobre todo en África oriental y meridional. Pero, desgraciadamente, la desigualdad de género y el rechazo a los derechos humanos siguen dejando a mucha gente atrás», afirmó la Sra. Byanyima. «Las injusticias sociales, la desigualdad, el no reconocimiento de los derechos de las personas, y el estigma y la discriminación están impidiendo avanzar en la lucha para acabar con el VIH y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible».

Con poder y juntos

Como defiende el informe, cuando las personas y las comunidades gozan de poder y de medios, se logra el cambio. Las comunidades han apostado por programas del VIH que se basen en los derechos humanos y que tengan a las personas en el centro, pues así se garantiza que las respuestas al sida aborden las desigualdades y las injusticias que alimentan la epidemia.

Las mujeres y las chicas son la columna vertebral en cuanto a la atención a sus familias y a sus comunidades, y desempeñan un trabajo que no se paga, ni a menudo se valora, al ocuparse de atender a los niños, los enfermos, los ancianos y las personas con discapacidad. Son ellas quienes sustentan los frágiles sistemas de apoyo social. Y esto ha de cambiar. La implicación y el liderazgo de las comunidades de mujeres son esenciales en la respuesta al VIH.

«Como líder de la comunidad, soy capaz de relacionarme con las personas y de comprender lo que hay tras ellas mucho mejor que alguien de fuera. Llevo 25 años conviviendo con el VIH, así que la gente viene a mí a contarme sus problemas, por ejemplo, los que tienen que ver con el estigma relacionado con el VIH, la revelación y la adherencia. Nunca me he echado para atrás en este papel que he asumido, puesto que soy parte de esta comunidad», confiesa Josephine Wanjiru, activista en una comunidad del VIH en Kiandutu, Thika (Kenia).

Con poder para escoger

Las mujeres y las chicas piden métodos anticonceptivos integrados, pruebas tanto del VIH como de otras infecciones de transmisión sexual, así como opciones de prevención y cuidados. Casi el 40 % de las mujeres adultas y el 60 % de las chicas adolescentes (de entre 15-19 años) del África subsahariana no ven satisfechas sus necesidades con relación a los métodos anticonceptivos modernos.

En muchos países del África subsahariana, de acuerdo con el informe, el número de mujeres jóvenes que toman su medicina para evitar el VIH (profilaxis preexposición) es elevado en aquellos proyectos que integran la profilaxis previa a la exposición en servicios de atención sanitaria dedicados a la juventud y en clínicas de planificación familiar, y siempre y cuando la provisión de esta profilaxis preexposición esté al margen de los servicios de tratamiento.

Desde 2016 se han realizado también once millones de circuncisiones masculinas médicas voluntarias, 4 millones solo en 2018 en los 15 países prioritarios.

Con poder para saber

El poder para saber permite a las personas librarse del VIH o, cuando ya viven con el virus, mantenerse sanas. Sin embargo, la gente descubre su estado serológico positivo demasiado tarde, en ocasiones incluso años después de haberse infectado, lo que lleva a un retraso en el comienzo del tratamiento y facilita la transmisión del VIH. En Mozambique, por ejemplo, el tiempo medio para el diagnóstico tras la infección, en el caso de los hombres, estaba en cuatro años.

La adherencia a un tratamiento efectivo logra suprimir el virus hasta niveles indetectables, lo que hace que la gente lleve una vida sana y evita la transmisión del virus. El saber esto da a las personas que viven con el VIH la oportunidad de llevar vidas normales. También les hace tener la confianza de que están protegiendo a sus seres queridos y las ayuda a plantarles cara al estigma y la discriminación.

Las pruebas caseras del VIH actualmente están ayudando cada vez a más personas a conocer su estado serológico en privacidad, con lo que se están rompiendo las barreras del estigma y la discriminación, y se está facilitando el acceso al tratamiento.

El conocimiento del VIH entre la gente joven es alarmantemente bajo en muchas regiones. En países que tienen a su disposición datos recientes de la encuesta, se ve que solo el 23 % de las mujeres jóvenes y el 29 % de los hombres jóvenes (ambos entre los 15-24 años) tiene un conocimiento completo y adecuado del VIH. Los estudios nos muestran cómo la educación integral sobre sexualidad no nos lleva ni a una mayor actividad sexual, ni a correr más riesgos sexualmente hablando, ni a mayores tasas de infección ni por el VIH ni por otro tipo de infección de transmisión sexual.

Con poder para prosperar

El poder para prosperar consiste en garantizar que las personas tengan derecho a la salud, el tratamiento, la educación, el trabajo y un estándar de vida adecuado para su salud y bienestar.

Las nuevas infecciones por el VIH entre los niños se han reducido en un 41 % desde 2010, y aproximadamente el 82 % de las mujeres embarazadas que viven con el VIH está tomando ya un tratamiento antirretrovírico. Sin embargo, aún hay miles de niños sin acceso a estas medidas. La mitad de todos los niños nacidos con el VIH y cuyo diagnóstico no llega pronto morirá antes de cumplir los dos años. Sin embargo, en todo el mundo, al 59 % de los niños expuestos al VIH se les realizaron las pruebas antes de cumplir dos meses.

En 2018, 160 000 niños (de entre 0 y 14 años) se infectaron por el VIH y 100 000 pequeños fallecieron como consecuencia de una enfermedad relacionada con el sida. Murieron bien por no ser diagnosticados, bien por carecer de tratamiento, prueba impactante de que los niños son dejados atrás.

Las desigualdades de género, las normas y las prácticas patriarcales, la violencia, la discriminación, las violaciones de los derechos y el acceso limitado a los servicios de salud sexual y reproductiva exacerban el riesgo de infección por el VIH entre las chicas adolescentes y las mujeres jóvenes, sobre todo en el África subsahariana. Cada semana aproximadamente 6000 chicas jóvenes (de entre 15 y 24 años) se infectan por el VIH. 

En Eswatini, un estudio reciente mostró que las chicas adolescentes y las mujeres jóvenes que habían sido víctimas de violencia de género tenían 1,6 veces más posibilidades de contraer el VIH que aquellas que no habían vivido los abusos. Según el mismo estudio, la capacitación económica de las mujeres y de las chicas ayudó a reducir las nuevas infecciones entre las mujeres más de un 25 % y aumentó las opciones de que las mujeres jóvenes y las chicas pudieran volver a la escuela y concluir sus estudios.

Los grupos de población clave son dejados atrás

Los grupos de población clave y sus parejas concentran al menos el 75 % de las nuevas infecciones por el VIH fuera del África subsahariana y tienen menos oportunidades de acceder al tratamiento que otras personas. Más de un tercio de los grupos de población clave desconoce su estado serológico. El apoyo de las comunidades entre los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres es efectivo y está ayudando a aumentar la toma de profilaxis previa a la exposición, promover relaciones sexuales más seguras, aumentar la práctica de pruebas del VIH y apoyar la adherencia al tratamiento.

Las personas transgénero son víctimas de la discriminación en cada una de las esferas de su vida, incluyéndose aquí la educación y el empleo, y solo el 10 % trabaja en la economía formal. Sin embargo, el activismo de la comunidad nos ha llevado a ser capaces de atender los derechos y las realidades de las personas transgénero, algo que se llevaba mucho tiempo esperando.

Algunos estudios también señalan que las actividades de capacitación de la comunidad llevadas a cabo entre los trabajadores sexuales pueden triplicar el uso de los preservativos con los clientes y reducir en más de un 30 % las posibilidades de infección por el VIH.

Con poder para exigir

El poder para exigir y pedir da a las comunidades y a las personas poder para participar en todas decisiones que las afectan. Hay constancia de medidas enérgicas, restricciones y hasta ataques contra los grupos y las campañas que muestran su apoyo a los grupos de población clave. Algunos Gobiernos se niegan a reconocer, apoyar y participar en las organizaciones de la comunidad como parte de sus respuestas nacionales al VIH, y, por consiguiente, se pierden el ingente potencial que tienen las comunidades para llegar a las personas más afectadas por el VIH.

Las personas y las comunidades pondrán fin al sida

El trabajo de las organizaciones lideradas por las comunidades es único y poderoso, y puede impactar de un modo muy sustancial en cómo el mundo siga avanzando para erradicar el sida. ONUSIDA insta a todos los países a apoyar plenamente y permitir la gran labor de las organizaciones lideradas por las comunidades, a garantizar que estas tengan su sitio y ocupen su lugar en las reuniones en las que se toman decisiones respecto de la salud y el bienestar de los miembros de la comunidad, y a eliminar toda barrera que obstaculice su implicación en la respuesta al VIH. Solo financiando plenamente y apoyando por completo el trabajo de las organizaciones de las comunidades se logrará hacer realidad el deseo de acabar con el sida.

Contacto

UNAIDS Geneva
Sophie Barton-Knott
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bartonknotts@unaids.org
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Informe (en inglés)

Discurso de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA Winnie Byanyima durante la presentación del informe del Día Mundial del Sida

Mensaje de Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA, para el Día Mundial del Sida de 2019

Press Statement

Mensaje de Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA, para el Día Mundial del Sida de 2019

1 de diciembre de 2019

Creo firmemente en las comunidades.

Las comunidades son las que pueden hacer realidad el cambio.

Las comunidades son nuestra mayor esperanza para erradicar el sida, porque son ellas quienes llevan luchando contra el VIH desde el principio.

Mientras la epidemia causaba estragos en nuestros países, en nuestras ciudades y en nuestros pueblos, las mujeres formaban comunidades y se apoyaban para soportar juntas la carga del cuidado de sus familias.

Desde hace muchísimo tiempo hemos dado por sentado su voluntariedad.

Ante la adversidad, las comunidades de hombres gais, trabajadores sexuales y personas consumidoras de drogas se han organizado para reivindicar su derecho a la salud como ciudadanos en condiciones de igualdad.

Por ello, sabemos que las comunidades han demostrado su gran valía. No cabe debate alguno al respecto.

Sin las comunidades, 24 millones de personas de todo el mundo hoy no tendrían acceso al tratamiento. Sin las comunidades lideradas por mujeres que viven y están afectadas por el VIH, no estaríamos hoy cerca de poner fin a las nuevas infecciones entre los niños, así como tampoco seríamos capaces ni de criar huérfanos ni de cuidar de los enfermos.

Hace 25 años, una mujer de Burundi llamada Jeanne fue la primera persona que hizo público su estado serológico positivo. Actualmente Jeanne se encarga de hacer que los líderes asuman su responsabilidad y de luchar por el derecho a la atención sanitaria.

A pioneras como Jeanne se han unido líderes jóvenes como Yana, una joven ucraniana de 20 años que nació con el VIH. Yana fundó Teenergizer, un grupo que reúne a jóvenes de todas las partes del este de Europa. En un mundo en el que los hombres mayores tienen el mando, su único objetivo es que jóvenes como ella puedan alzar la voz y elegir.

Pensemos en Fiacre. Vive en la República Centroafricana y, como otros miles de jóvenes, llegó allí desplazado por el conflicto. Fiacre va en bicicleta a una clínica y pasa todas las barreras y controles con el objeto de recoger sus medicinas antirretrovíricas y las de los miembros de su grupo. De no ser por él, todas y cada una de esas personas tendrían que enfrentarse solas a un viaje que es peligroso. Es simplemente sorprendente.

Como pueden ver, las comunidades marcan la diferencia en todo el mundo.

Sin embargo, debe cambiar nuestra actitud de dar por sentado el esfuerzo de las comunidades.

En este Día Mundial del Sida, ONUSIDA quiere elogiar y rendir homenaje a los logros que los activistas y las comunidades han cosechado en la lucha contra el VIH. Queremos recordar y honrar a todos los que se han ido quedando por el camino. Fueron ellos y ellas quienes desafiaron el silencio y acercaron a las comunidades los servicios que salvan vidas. Sin embargo, y por sólidas que resultan, las infinitas contribuciones realizadas por las mujeres y por muchos otros no podrán reemplazar nunca la responsabilidad de los Gobiernos.

Recordemos que los Gobiernos se han comprometido a que, al menos, el 30 % de los servicios del VIH sean liderados por las comunidades.

También han acordado que el 6 % de toda la financiación para el VIH irá destinada a la movilización de las comunidades, la promoción de los derechos humanos y el cambio de leyes dañinas que no hacen sino obstaculizar nuestro camino para erradicar el sida.

Seamos claros: hoy por hoy defender los derechos humanos y plantar cara a la discriminación, la criminalización y el estigma constituye un trabajo arriesgado.

Hagamos, por tanto, un llamamiento a los Gobiernos para que abran los espacios, con el fin de que los activistas puedan llevar a cabo su trabajo de la mejor manera que saben.

Con las comunidades al frente y los Gobiernos cumpliendo sus promesas, lograremos acabar con el sida.

Winnie Byanyima

Directora Ejecutiva de ONUSIDA

Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas

Día Mundial del Sida 2019

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