Reportaje

El Presidente de Sudáfrica anuncia una nueva era en la respuesta al sida

01 de noviembre de 2009

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Desde la izquierda:
el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma; el director ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé y el ministro de salud de Sudáfrica el Dr. Aaron Motsoaledi se reúnen con motivo de la inauguración de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York el 24 de septiembre de  2009.
Fotografía: ONUSIDA

La respuesta al sida de Sudáfrica recibió un gran impulso con el discurso que el Presidente Jacob Zuma pronunció ante el Consejo Nacional de Provincias el 29 de octubre de 2009. El discurso anuncia el comienzo de un nuevo movimiento para acelerar el acceso universal a la prevención, el tratamiento, la atención y el apoyo relacionados con el VIH en el país que tiene el mayor número de personas que viven con el VIH. En su discurso, el Presidente hizo un llamamiento a todos los líderes para que trabajen juntos y utilicen los datos disponibles como base para la respuesta nacional al sida.

Felicitando al Presidente por su sólido liderazgo, el director ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé, afirmó “el Presidente Zuma ha mostrado una visión extraordinaria al dar prioridad al sida como problema de importancia nacional. Su llamamiento para acabar con la negación e iniciar una campaña de movilización mundial salvará miles de vidas”.

En su discurso, el Presidente pidió que se amplíe el movimiento para reducir a la mitad las nuevas infecciones por el VIH y alcanzar al menos un 80% en el acceso al tratamiento antirretrovírico. ONUSIDA respaldará al Gobierno de Sudáfrica para cumplir esta promesa.

A continuación se pueden ver algunos extractos del discurso que el Presidente Zuma pronunció ante el Consejo Nacional de Provincias. Puede consultar el discurso completo en línea.

El Presidente Zuma ha mostrado una visión extraordinaria al dar prioridad al sida como problema de importancia nacional. Su llamamiento para acabar con la negación e iniciar una campaña de movilización mundial salvará miles de vidas.

Michel Sidibé, director ejecutivo de ONUSIDA

“Nuestra joven democracia se enfrenta a retos significativos. Aunque hemos avanzado considerablemente, todavía queda mucho por hacer. De la misma manera que no podemos dejar que estos retos nos abrumen, no debemos subestimarlos. Si deseamos construir la nación próspera por la que tanto hemos trabajado, y por la que muchos han sacrificado tanto, debemos apreciar la magnitud y la naturaleza de estos retos.

Me gustaría resaltar dos retos esenciales, los cuales, de manera diferente, tienen el potencial de socavar nuestros esfuerzos para conseguir una vida mejor para nuestro pueblo.

El primero de estos problemas está relacionado con nuestra economía. La economía mundial está atravesando una gran crisis. Su impacto se ha sentido en cada sector de nuestra sociedad. Empresas, tanto grandes como pequeñas, han cerrado. Miles de trabajadores han perdido su empleo. Cuando las familias pierden su medio de vida y los negocios corren el riesgo de colapsar, acuden a la ayuda del gobierno…”

“El segundo problema que me gustaría resaltar no es menos grave. De hecho, si no respondemos a él urgentemente y lo resolvemos, posiblemente veamos como nuestra visión de una nación próspera se nos escapa de las manos.

Las últimas estadísticas del Departamento de Salud, el Consejo de Investigación en Ciencias Humanas, el Consejo de Investigación Médica, Statistics SA y otras fuentes, dibujan un cuadro realmente preocupante de la salud de nuestra nación. Muestran que cerca de 6 de cada 10 fallecimientos producidos en 2006 en nuestro país fueron de personas menores de 50 años. Si consideramos los patrones de mortalidad de la última década, vemos que la edad en la que la gente fallece ha cambiado dramáticamente. Cada vez muere gente más joven, amenazando incluso con superar proporcionalmente a aquellos que fallecen a una edad avanzada.

Honorables miembros, el índice de fallecimientos en Sudáfrica crece cada vez más. El número de muertes registradas en 2008 alcanzó las 756.000 personas, una cifra muy superior a las 573.000 del año anterior.

A este ritmo, existe un peligro real de que el número de fallecimientos supere pronto el de nacimientos. Los nacimientos registrados durante este periodo fueron 1.205.111. La Comisión Electoral Independiente tuvo que borrar a 396.336 votantes fallecidos de la lista de votantes durante septiembre del año pasado y agosto de este año.

Lo que es incluso más preocupante es el número de mujeres jóvenes que están falleciendo en la flor de su vida, en sus años de edad fértil. Se estima que en 2006 la esperanza de vida en el momento de nacer para los hombres sudafricanos era de 51 años. En contraste, la esperanza de vida en Argelia era de 70 años y la de Senegal de 60. Estas son algunas de las estadísticas escalofriantes que demuestran el devastador impacto que el VIH y el sida tienen en nuestra nación.

Ni siquiera los jóvenes están a salvo. Algunos estudios sugieren que el 57% de las muertes de niños menores de cinco años durante 2007 fueron consecuencia del VIH. Esta situación se ve agravada por la alta prevalencia de la tuberculosis. La tasa de coinfección por el VIH y la tuberculosis ha alcanzado un alarmante 73%. Las estadísticas indican que el número de ciudadanos con tuberculosis es 481.584. Sin embargo, estas estadísticas no consiguen transmitir completamente las repercusiones humanas de la enfermedad. Es necesario visitar los hospitales, las clínicas o los centros de enfermos terminales de nuestro país para ver los efectos del VIH y el sida en aquellos que deberían estar en la flor de su vida.

Es necesario acudir a los hogares de las personas para ver cómo las familias luchan contra la triple carga de la pobreza, la enfermedad y el estigma. En cualquier parte del país a la que vayas escuchas cómo las personas lamentan la frecuencia con la que tienen que enterrar a familiares o amigos.

Permítanme enfatizar que aunque contamos con una estrategia integral para responder al VIH y al sida que ha sido reconocida internacionalmente, y aunque tenemos el mayor programa antirretrovírico del mundo, todavía no estamos ganando esta batalla. Debemos aceptar esta realidad como sudafricanos.

Debemos aceptar que tenemos que trabajar más, y con una atención renovada, para implantar la estrategia que hemos desarrollado conjuntamente. Debemos hacer más y mejor, juntos. Debemos actuar con urgencia y propósito para confrontar este grandísimo desafío.

Si pretendemos detener la propagación de esta enfermedad en nuestra sociedad necesitamos poner en práctica medidas extraordinarias. Tendremos que movilizar a todos los sudafricanos para que se hagan responsables de su salud y bienestar, así como de los de sus parejas, familias y comunidades.

Todos los sudafricanos deben saber que corren un riesgo y que deben adoptar decisiones informadas para reducir su vulnerabilidad ante la infección o, si ya están infectados, ralentizar el avance de la enfermedad. Y lo que es más importante, todos los sudafricanos deben conocer su estatus serológico, así como ser conscientes de las opciones de tratamiento de las que disponen. Aunque suponga una grave amenaza para el bienestar de nuestra nación, el VIH y el sida deben ser tratados como cualquier otra enfermedad. No hay sitio para la vergüenza, la discriminación ni la recriminación. Debemos acabar con el estigma que rodea al sida.

En tan solo un mes, nos uniremos a personas de todo el mundo para celebrar el Día Mundial del Sida. Establezcamos ahora que este debería ser el día en el que comencemos a cambiar completamente la trayectoria de la epidemia del sida. Resolvamos ahora que este debería ser el día en el que definamos estas medidas adicionales que tendremos que adoptar para mejorar nuestros esfuerzos.

Hagamos que el Día Mundial del Sida, celebrado el 1 de diciembre de 2009, marque el comienzo de una campaña de movilización masiva que llegue a todos los sudafricanos y que les impulse a actuar para salvaguardar su salud y la salud de la nación. A pesar de que es una empresa considerable, está en nuestras manos, y debemos comenzar ahora, hoy, y prepararnos para este ataque renovado a la epidemia.

Los niveles de sensibilización en nuestro país son impresionantes, superiores al 95%. Ahora debemos trabajar con seriedad para convertir este conocimiento en un cambio de conductas. Ya hemos demostrado en el pasado, trabajando unidos como nación, que podemos superar incluso el mayor desafío. Podemos y conseguiremos superar este.

Pero debemos comenzar por reconocer la naturaleza real de aquello a lo que nos enfrentamos. No podemos dejar que lo que nos encontramos nos desanime, sino que debería alentarnos a actuar con mayor energía y motivación para superarlo.

He pedido al Ministerio de Salud que, durante la preparación del Día Mundial del Sida, ofrezca más información a la nación sobre el impacto del VIH y del sida en nuestro pueblo. Lo hará durante la próxima semana.

El factor importante es que nuestra gente debe poseer información. El conocimiento nos ayudará a hacer frente a la negación y al estigma que rodean la epidemia. Partiendo de esta comprensión, esperamos que el Consejo Nacional de Sida de Sudáfrica, bajo el liderazgo del vicepresidente de la República, Kgalema Motlanthe, desarrolle un conjunto de medidas que ayuden a fortalecer los programas que ya se están desarrollando. No podemos perder de vista los objetivos clave que nosotros mismos hemos establecido en nuestro plan estratégico nacional.

Estos incluyen la reducción de la tasa de nuevas infecciones en un 50% y la ampliación del programa antirretrovírico para el 80% de aquellos que lo necesitan para 2011. La prevención sigue siendo una parte esencial de nuestra estrategia. Necesitamos un cambio de conductas y actitud masivo, especialmente entre los jóvenes. Debemos trabajar unidos para conseguir este objetivo.

Según nos preparamos para el Día Mundial del Sida, y para emprender los programas que se realizarán necesariamente tras este día, debemos utilizar nuestra experiencia en la movilización en masa y el compromiso social. La energía renovada en la lucha contra el sida y en la movilización para el Día Mundial del Sida deben comenzar ahora, y por parte de todos los sectores de la sociedad. Trabajando juntos, no podemos fracasar.

Superaremos cualquier reto que se nos plantee. Prevaleceremos ante cualquier contratiempo que surja. Porque trabajando unidos podremos y conseguiremos construir una nación próspera.