Reportaje

Educación integral sobre sexualidad en Zambia

09 de noviembre de 2016

Se estima que en todo el mundo sólo 3 de cada 10 mujeres jóvenes y adolescentes de entre 15 y 24 años tienen un conocimiento correcto y amplio sobre el VIH.

Con un conocimiento insuficiente, los jóvenes están mal preparados para tomar decisiones sanas y seguras sobre su salud sexual. Sin embargo, pese a que el conocimiento constituye una base fundamental, no es suficiente para modificar por sí mismo los patrones de comportamiento ni de reducir el riesgo de infección por el VIH. Se debe combinar dicho conocimiento con las destrezas y actitudes adecuadas, que pueden enseñarse y desarrollarse a través de una educación integral de alta calidad sobre sexualidad.

Esta educación no sólo desempeña un papel importante en la prevención de resultados negativos en la salud sexual y reproductiva, sino que también ofrece una plataforma para tratar las cuestiones de género y los derechos humanos, así como para promover las relaciones infundadas en el respeto y en la no violencia. Sin embargo, la educación sobre sexualidad y el VIH con perspectiva de género y basado en la preparación para la vida solo se incluye en el plan nacional del 15% de los 78 países analizados en el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo. Este ha sido creado recientemente por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Los programas de educación integral sobre sexualidad tendrán mayor probabilidad de contribuir a la reducción de infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados cuando se centran en las relaciones de género y poder que los programas que hacen caso omiso de este vínculo.

Un programa de este tipo con perspectiva de género se ha aplicado en Zambia, que es un signatario del Compromiso Ministerial de 2013 sobre la educación integral sobre sexualidad y servicios de salud sexual y reproductiva para adolescentes y jóvenes en África oriental y meridional.

El plan de acción en Zambia se centra en la pubertad, la prevención del VIH, la igualdad de género, la salud sexual y reproductiva, las relaciones y los derechos humanos. El objetivo es que los adolescentes y jóvenes de Zambia disfruten de una salud sexual y reproductiva más adecuada, así como de mejores resultados con respecto a su salud general.

Zambia cuenta actualmente con la mayor población de jóvenes de toda su historia; el 52,5% de ellos son menores de 18 años. Durante la etapa escolar de los jóvenes, los profesores y expertos en salud sexual tienen una oportunidad única para hacer llegar a los estudiantes información adecuada en materia de educación sanitaria. El inicio de la adolescencia no solo conlleva cambios físicos, sino que también expone a los jóvenes a posibles violaciones de los derechos humanos, en particular en los ámbitos de la sexualidad, el matrimonio y la maternidad.

Harriet Lilanda, estudiante de 13 años de la escuela primaria de Twalumba, en Lusaka (Zambia), considera que un nuevo programa de educación sexual es fundamental para los jóvenes. "No era fácil hablar abiertamente sobre sexualidad, pues los chicos podrían pensar que soy una chica fácil. En casa, los padres también son muy reservados al respecto; creo que la educación que estamos recibiendo en clase ahora me ayudará", afirmó.

Tanto los profesores como los estudiantes en Zambia han acogido con satisfacción la educación integral sobre sexualidad en las escuelas y valoran el impacto que tendrá en la actitud de los jóvenes.

"Tuve la necesidad de involucrarme más en la educación integral sobre sexualidad a raíz de ver cómo nuestra sociedad oculta este tipo de información", declara Agather Shindende, profesora de la escuela primaria de Kabulonga. "Recuerdo que, cuando era pequeña, nos decían que si nos sentábamos al lado de un niño nos quedaríamos embarazadas. No quiero que esta generación tenga que pasar por lo que nosotros pasamos".

Los colegios tienen el potencial necesario para contribuir a un comportamiento individual saludable, así como para impartir mejores normas sociales sobre la igualdad de género y la no violencia, pero esto no podrá llevarse a cabo si al mismo tiempo son escenario de desigualdades de género y violencia. El acceso a un entorno de aprendizaje seguro debe combinarse con la educación sobre la igualdad de género, el comportamiento no violento y la salud sexual y reproductiva universal.

"De todo lo que he aprendido, el género es lo más interesante", afirma Harriet Lilanda. "Me gusta porque nos enseña a ser igualitarios. Los niños y las niñas pueden hacer las mismas cosas: matemáticas, ciencias, economía doméstica y dibujo técnico. He aprendido que debemos respetarnos los unos a los otros y que las tareas del hogar deben realizarlas tanto los niños y como las niñas".

Las diferentes prácticas relacionadas con el género, las normas y los valores influyen en las relaciones, la reproducción y la sexualidad. Las relaciones desiguales de género hacen que sea difícil para las mujeres y las niñas tomar decisiones sobre su sexualidad, además de aumentar su vulnerabilidad a la violencia, al matrimonio precoz y a resultados adversos en lo que respecta a su salud sexual y reproductiva.

Agather Shindende valora los beneficios de la educación integral sobre sexualidad y poco a poco comienza a ver los resultados. "La actitud y el comportamiento de los alumnos con respecto a las normas de género están mejorando lentamente, especialmente entre los niños", afirma. "Antes, los niños nunca querían cursar asignaturas como economía doméstica porque consideraban que era sólo para niñas. Hoy en día, sin embargo, de un total de 45 alumnos, 20 son varones y fueron ellos mismos los que escogieron voluntariamente economía doméstica como una de sus asignaturas optativas. Esto pone de manifiesto que la enseñanza de la educación integral sobre sexualidad desde una edad temprana puede abrir las mentes de nuestros jóvenes. También tenemos muchas niñas que van a clases de arte y diseño, incluyendo el dibujo técnico, que antes eran exclusivamente para niños".

Si las mujeres jóvenes y adolescentes, antes de ser sexualmente activas, tienen acceso a una educación integral sobre sexualidad apropiada para su edad, es más probable que tomen decisiones fundamentadas sobre su sexualidad y que enfoquen sus relaciones con más confianza en sí mismas. Se ha comprobado además que la educación integral sobre sexualidad está vinculada a un mayor uso del preservativo entre las adolescentes, a un incremento en el número de mujeres jóvenes que realizan voluntariamente las pruebas del VIH y a una reducción de embarazos adolescentes. Estos beneficios son particularmente visibles cuando la educación integral sobre sexualidad se suma a servicios sanitarios no relacionados con el centro educativo ofrecidos en un entorno libre de estigma donde los jóvenes se encuentren cómodos.