Reportaje

Instan a que se aprovechen las adaptaciones de emergencia a la COVID-19, se aborden las barreras estructurales y se garantice que los programas nacionales se recuperen completamente de las interrupciones de la COVID-19 y pongan fin al sida

03 de febrero de 2022

Puesto que la variante ómicron no cesa de avanzar entre las comunidades y los sistemas sanitarios están a punto del colapso tras dos años haciendo frente a la COVID-19, los directores y representantes de las comunidades celebraron una reunión virtual para revisar los esfuerzos por mantener la respuesta al sida en el buen camino y proponer formas de superar mejor los desafíos a los que nos enfrentamos como consecuencia de las dos pandemias colindantes. 

«La pandemia de la COVID-19 ha supuesto la interrupción de los servicios sanitarios en todo el mundo, en diferentes momentos y de diferentes maneras, y hoy por hoy aún sigue sucediendo lo mismo», destacó Eamonn Murphy, director ejecutivo adjunto de programas de ONUSIDA, en su primera intervención durante el acto de inauguración de la consulta. «No obstante, al mismo tiempo estamos observando grandes éxitos. Cada vez se documentan e investigan más las historias y los datos que nos demuestran una resiliencia impresionante y un gran repunte programático».

Los participantes identificaron las innovaciones más eficaces que en este tiempo han permitido a los servicios para el VIH continuar llegando a quienes más los necesitan. Además, propusieron una investigación y acciones de seguimiento que pueden ayudarnos a estar protegidos contra futuras olas de infecciones por COVID-19. 

«Es mucho lo que hemos aprendido durante estos dos últimos años de la pandemia de la COVID-19. Al anticipar lo peor, los países y las comunidades se pusieron en marcha eficazmente para adaptar y mantener la mayoría de los servicios para el VIH. Gracias a estos encomiables esfuerzos mundiales, aunque se han producido brechas e interrupciones en los servicios, y pese a que se necesitará cierta recuperación, la mayoría de las personas que viven con el VIH lograron mantener con éxito su adherencia al tratamiento», afirmó Meg Doherty, directora de programas mundiales para el VIH, la hepatitis y las ETS de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las redes de personas que viven con el VIH y los grupos de población clave con un mayor riesgo de infección por el VIH advirtieron de que las adaptaciones a los servicios para el VIH, que a menudo salvan vidas, no han abordado el estigma, la discriminación ni las barreras estructurales a las que se enfrentan en su vida diaria. Por si fuera poco, la COVID-19 ha dejado a muchas más personas vulnerables a la depresión, la violencia y otros daños.

«Muchas personas están trabajando duro para garantizar que el tratamiento siga estando disponible y siendo accesible, pero mucha gente también ha visto desaparecer sus medios de subsistencia durante la COVID-19, y se ha visto obligada a asumir responsabilidades comunitarias y familiares adicionales», recalcó Florence Anam, directora de programas en la Red mundial de personas que viven con el VIH (GNP+). «Hoy son más importantes que nunca tanto el fortalecimiento de los sistemas comunitarios de salud como la integración de la salud mental y el apoyo psicosocial. Debemos centrarnos en reducir las desigualdades y garantizar que las personas tengan la capacidad económica suficiente para, en la medida de lo posible, satisfacer sus necesidades básicas».

Los datos de los países recopilados por ONUSIDA, la OMS, el Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria (Fondo Mundial) y el Plan de emergencia del presidente de los Estados Unidos para el alivio del sida (PEPFAR) reflejan que las interrupciones en los servicios para el VIH fueron más graves durante los primeros confinamientos que muchos países pusieron en marcha a principios y mediados del año 2020. La combinación de las restricciones al movimiento y los sistemas sanitarios colapsados por los casos de COVID-19 hizo que muchas personas que viven con el VIH se vieran obligadas a interrumpir los medicamentos diarios que necesitan para mantenerse sanas. Las pruebas del VIH, el registro de las personas recién diagnosticadas en el tratamiento y la provisión de herramientas de prevención del VIH, como los preservativos y la profilaxis previa a la exposición, son prácticamente la base para lograr un alto en el aumento del número de casos. La circuncisión médica masculina voluntaria, los servicios sanitarios para las personas trans y otros procedimientos médicos electivos quedaron suspendidos por completo en muchos países.

Las interrupciones prolongadas del servicio pueden haber provocado una ola de enfermedades y muertes relacionadas con el sida, lo que socavaría décadas de esfuerzos para contener el virus. Los programas en todo el mundo se esforzaron por encontrar nuevas formas de llegar a las personas que viven con el VIH y a los grupos de población clave que tienen un mayor riesgo de infección por el VIH.

Entre las medidas se incluía trabajar con las comunidades afectadas para suministrar medicamentos antirretrovirales a domicilio y aumentar la cantidad de medicamentos suministrados durante cada visita con el fin de reducir la frecuencia de las citas médicas. Desde 2016, la OMS recomienda esta dispensación multimensual de medicamentos antirretrovirales, ya que les facilita las cosas a los pacientes y reduce la carga de trabajo del sistema sanitario.  

La mayoría de los programas de tratamiento del VIH se recuperaron rápidamente tras la puesta en marcha de las adaptaciones.

«Los datos muestran que la mayoría de los programas nacionales de tratamiento del VIH en los países de bajos y medianos ingresos respondieron con una extraordinaria resiliencia a través de la rápida adopción de las adaptaciones a la COVID-19, para proteger 20 años de logros obtenidos con mucho esfuerzo», resaltó Siobhan Crowley, directora de los programas para el VIH del Fondo Mundial. «La sólida plataforma de servicios para el VIH y la sociedad civil comprometida con el VIH están bien preparadas para servir como una base importante para los servicios integrados, con el fin de hacer frente a la COVID-19 y otras amenazas para la salud pública. Sin embargo, se necesita una mayor inversión de todas las partes interesadas para mantener y seguir alcanzando logros así de impresionantes».

Irum Zaidi, coordinadora adjunta de la Oficina del coordinador mundial de los Estados Unidos para el sida, subrayó que el fortalecimiento de los sistemas de información sanitaria y la adopción de enfoques centrados en las personas en los años anteriores a la COVID-19 han resultado fundamentales para la rápida reacción a los desafíos creados por la nueva pandemia.

«En los últimos cuatro años, el PEPFAR y los Gobiernos de los países socios colaboraron para poner en marcha las políticas y adaptaciones de la OMS con el fin de proporcionar servicios clínicos centrados en las personas para el VIH", detalló la Sra. Zaidi. «Estas adaptaciones se ampliaron rápidamente durante la COVID-19 y se llegó a establecer un entorno de prestación de servicios flexible para mantener a las personas en tratamiento antirretroviral de por vida durante los picos de la COVID-19. Los datos detallados en tiempo real junto con el compromiso de PEPFAR abrieron el camino que se debería seguir para apoyar a los Gobiernos y beneficiarios durante este período sin precedentes».

Los esfuerzos por ampliar el acceso a una opción de prevención del VIH relativamente nueva y prometedora (medicamentos antirretrovirales tomados de forma preventiva por personas con un mayor riesgo de infección, lo que se conoce como profilaxis previa a la exposición o PrEP) también se ajustaron rápidamente para superar los desafíos de la COVID-19. Estas adaptaciones han incluido el cambio de las consultas clínicas a la telemedicina y los espacios al aire libre, el uso de las redes sociales para el apoyo virtual a la adherencia y la entrega a domicilio de pastillas de profilaxis previa a la exposición. La expansión de las pruebas de autodiagnóstico del VIH ha contribuido a mantener la expansión tanto de la profilaxis previa a la exposición como del tratamiento del VIH. 

«Tenemos que seguir desarrollando la resiliencia que los servicios para el VIH han demostrado dando prioridad a la prestación de servicios diferenciados centrados en las personas en respuesta a los desafíos planteados por la COVID-19», afirmó Adeeba Kamarulzaman, presidenta de la Sociedad Internacional del Sida.

La consulta preveía un futuro en el que la respuesta a la COVID-19 pasara de una fase aguda durante la pandemia a un programa de control más sostenido, similar a las respuestas al VIH, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas.

Los participantes estuvieron de acuerdo en que, incluso en el mejor de los casos, será importante aprovechar las adaptaciones de emergencia estableciendo un entorno más propicio para las poblaciones que actualmente tienen dificultades para acceder a los servicios, y garantizar que los programas para el VIH puedan recuperarse por completo de los impactos de la COVID-19 y alcanzar el objetivo mundial de poner fin a la pandemia de sida para 2030.

«Quizás uno de los pilares de la pandemia de la COVID-19 es cómo desencadenó la innovación e inspiró su rápida adopción por parte de los países y las comunidades. Todo esto no solo tendrá un efecto positivo y duradero en la respuesta al VIH, sino que también ofrecerá modelos para que otros se adapten a la hora de hacer frente a otros desafíos sanitarios», afirmó Wafaa El-Sadr, fundadora y directora de ICAP.

La consulta, celebrada los días 1 y 2 de febrero, fue organizada conjuntamente por ONUSIDA, la OMS, el Fondo Mundial, PEPFAR, la Sociedad Internacional del Sida e ICAP en la Universidad de Columbia.

Desiguales, no preparados, amenazados

Differentiated service delivery for HIV during COVID-19: lessons and opportunities