«Yo soy Jonathan. Hoy no voy a hablaros de cómo me contagié de la viruela del mono. Simplemente quiero haceros comprender lo difícil que es convivir con esta enfermedad», relata Jonathan Albinagorta, activista y travesti. Jonathan también es conocido como Samantha Braxton, uno de los influencers que brinda su apoyo al Ministerio de Sanidad en su campaña de vídeos para la prevención de la viruela del mono en Perú.
Con más de 2300 casos confirmados de viruela del mono a finales de septiembre, Perú alcanzó la tasa de infección más alta del mundo por millón de personas, según Our World in Data, una plataforma colaborativa en línea dirigida por investigadores de la Universidad de Oxford.
La respuesta al brote en Perú se llevó a cabo bajo el liderazgo del equipo nacional de estrategia contra el VIH, que desarrolló un plan para concienciar sobre la enfermedad. Su panel de datos público en tiempo real, inspirado en la respuesta a la COVID-19, proporcionó pruebas concretas para la rápida campaña de concienciación. Sin embargo, los mismos datos, principalmente de centros especializados en el VIH, también tuvieron el efecto secundario no deseado de aumentar el estigma y la discriminación hacia algunos grupos de personas.
«Los datos crearon una muestra sesgada al principio. Las pruebas demostraron que las personas que viven con el VIH y algunos grupos de población clave, como los gais, se encontraban entre los más afectados en Perú», recuerda Andrea Boccardi, directora de ONUSIDA para Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia. «Pero lo cierto es que estas son las personas que acostumbran a acudir a los servicios relacionados con el VIH para hacer sus consultas, realizarse chequeos periódicos y recibir su tratamiento para el VIH».
Los Centros de referencia para infecciones de transmisión sexual, conocidos como Cerits, y las Unidades Periódicas de Atención Sanitaria acercan los servicios para el VIH a los grupos de población clave y más vulnerables de Perú. «Estos grupos de personas no suelen ir a los hospitales, ya que allí acostumbran a ser víctimas de una gran discriminación. Por el contrario, se dirigen a estos centros, de donde procede el mayor número de casos de viruela del mono diagnosticados al comienzo», explica Boccardi.
La experiencia con la pandemia del VIH nos dice que los datos deben ir acompañados de una información adecuada, y que se han de compartir con el público y los grupos afectados de una forma que no alimente el estigma. El enfoque inclusivo y el uso correcto del lenguaje son claves para interactuar con las comunidades, de modo que, en lugar de ser apartadas, se conviertan en una parte integral de la respuesta.
ONUSIDA apoyó al país para establecer rápidamente una estrategia que incluía encuentros entre los funcionarios sanitarios y los representantes de la sociedad civil. Los líderes comunitarios también contribuyeron revisando los mensajes procedentes del Ministerio de Sanidad. La gente también recibió formación para actuar como portavoces en entrevistas con los medios de comunicación.
«A menudo, la comunicación que llega del Ministerio de Sanidad acostumbra a ser muy institucional o bastante distante. Un mensaje que la comunidad no es capaz de asimilar», advierte Mauricio Guitierrez, activista de la red GayLatino. «Hemos elaborado materiales visuales fáciles de usar para la difusión. Es importante traducir y personalizar la información para que llegue a las personas, y eso fue lo que intentamos hacer cuando decidimos prestar nuestro apoyo al Ministerio en estas campañas».
«Además de informar y diagnosticar clínicamente a las poblaciones con mayor riesgo en saunas, hoteles y otros centros, el grupo de trabajo en relación con la viruela del mono convenció a los alcaldes para que mantuvieran estos establecimientos abiertos y los utilizaran como plataformas críticas para la difusión de información relevante sobre la viruela del mono, con el fin de acercar a la gente a la información y poner a su disposición los servicios existentes».
En Perú, las personas LGBTIQ+ y las personas que viven con el VIH son las más discriminadas, ya que el 71 % y el 70 % de ellas, respectivamente, afirman haber sufrido discriminación en algún nivel, según la Encuesta Nacional de Derechos Humanos publicada en 2021 por el Ministerio de Justicia e Ipsos Perú.
«Por miedo al estigma y al qué dirán, muchos de nosotros evitamos preguntar y caemos en la trampa de la ignorancia», confiesa Albinagorta. «Fue estupendo que el Ministerio colocara códigos QR en establecimientos LGBT, por ejemplo».
Las alianzas con empresas de telecomunicaciones y aplicaciones de redes sociales, como Grindr, hicieron posible informar a las poblaciones más vulnerables a través de aproximadamente 40 millones de mensajes centrados en la prevención y el tratamiento de la viruela del mono. Los antiguos espacios empleados para la COVID-19 también se utilizaron para el periodo de aislamiento de 21 días de las personas que no tenían donde guardar cuarentena, incluidos los migrantes y refugiados.
Pese a que sí ha habido algún primer signo de estabilización, la Organización Panamericana de la Salud (PAHO) avisó recientemente de que es demasiado pronto para proclamar victoria. Así, instó a los países a «intensificar las acciones de respuesta, priorizando la detección, la vigilancia y el compromiso de la comunidad para reducir nuevos casos y poner fin al brote en la región». Los Estados Unidos siguen albergando más de la mitad de todos los casos, pero en el último mes se han observado aumentos rápidos en Brasil, Perú, Colombia, México y Chile.
El Ministerio de Salud del Perú está comprando vacunas a través del Fondo Estratégico de la PAHO, pero el número total de vacunas disponibles para toda la región es de 100 000. De esta forma, los principales retos a los que nos enfrentamos son los criterios de priorización, ya que el número previsto de vacunas por país no será superior a 5000.
«Fueron muchas las personas que se pusieron en contacto conmigo después del primer vídeo que hice para el Ministerio de Sanidad de Perú. A quienes son más reacios, les inspira más confianza conocer a alguien como yo, que se ha contagiado de la viruela del mono y habla libremente al respecto, que acudir a un hospital, una institución o al propio ministerio», destaca Samantha. «Por supuesto, también hay detractores. De hecho, hay quienes creen que, cuando un hombre gay comparte que ha tenido la viruela del mono, se está estigmatizando a sí mismo. Pero no es así, en absoluto es así».