Eastern Europe and Central Asia


Feature Story
La activista ucraniana Anastasiia Yeva Domani habla con ONUSIDA sobre cómo la comunidad transgénero está afrontando la guerra en Ucrania
30 Marzo 2022
30 Marzo 2022 30 Marzo 2022Anastasiia Yeva Domani es la directora de Cohort, experta en el Grupo de Trabajo de Personas Trans sobre el VIH y la Salud en Europa oriental y Asia central, y representante de la comunidad transgénero del Consejo Nacional Ucraniano sobre el VIH/sida y la Tuberculosis.
ONUSIDA se comunicó con ella para ver cómo la comunidad transgénero y ella están afrontando el ataque ruso a Ucrania.
Háblenos sobre usted y sobre la comunidad transgénero en Ucrania
Soy la directora de Cohort, una organización para las personas transgénero. Cohort se creó hace dos años, aunque soy activista desde hace más de seis. Según el Centro de Salud Pública del Ministerio de Salud de Ucrania, antes de la guerra había unas 10 000 personas trans en el país, aunque probablemente sea un número mayor, pues muchas personas transgénero deciden no comunicar su identidad de género. Muchos solo buscan ayuda en tiempos de crisis—esto es lo que ocurrió durante la pandemia de COVID-19 y es lo que está pasando ahora, durante la guerra. Hoy en día, recibimos peticiones de ayuda de personas que desconocíamos, personas que necesitan urgentemente ayuda humanitaria, financiera o médica.
Ucrania creó el entorno más favorable para las personas transgénero de los países de la antigua Unión Soviética con respecto al cambio de documentación y los aspectos legales y médicos de la transición de género. Aunque no es perfecto, nosotros y otras organizaciones hemos hecho todo lo que hemos podido por mejorarlo. Desde 2019, las personas trans han tenido representación en el Consejo Nacional Ucraniano sobre VIH/sida y Tuberculosis.
¿Cómo era la situación de las personas transgénero al comienzo de la guerra?
En 2016, se adoptó un nuevo protocolo clínico para la disforia de género en Ucrania, que facilitó en gran medida la parte médica de la transición de género. Gracias a este protocolo, al año siguiente, las personas afectadas recibieron certificados de cambio de género.
Sin embargo, muchas personas trans todavía tienen que modificar toda su documentación. Algunas no cambiaron nada, otras solo algunos documentos y muy pocas los modificaron todos, incluidos el carné de conducir, los documentos relativos a la educación y los propios de registro y reclutamiento militar. Les advertimos sobre esto y ahora hay una guerra. Muchas personas transgénero no se habían dado cuenta de que tenían que darse de baja en la oficina de registro y reclutamiento militar.
Por la ley marcial, los hombres de 18 a 60 años no pueden salir del territorio de Ucrania si no cuentan con el permiso de la oficina de registro y reclutamiento militar. Tenemos a muchas personas no binarias en cuya documentación aparece que son hombres y no pueden salir.
Con el estallido de la guerra, muchas personas transgénero se trasladaron al oeste de Ucrania. Pero si su documentación establece que es un hombre, no puede salir de Ucrania.
¿En qué situación están ahora y en qué se centra su trabajo?
Debido a la guerra, algunas ciudades están completamente vacías. Kharkiv contaba con el mayor número de activistas transgénero después de Kiev, incluidos muchos que trasladaron allí desde las regiones ocupadas de Lugansk y Donetsk en 2014. Y ahora tienen que volver a desplazarse. No nos ha llegado información sobre la muerte de ninguna persona transgénero, pero creo que se debe a que no hay conexión con algunas ciudades, como Mauripol. Muchos ni siquiera tuvieron tiempo de salir de la ciudad, y luego resultó imposible. Me temo que las estadísticas serán terribles, tardaremos un tiempo en entender qué ha ocurrido allí.
Ahora se está trabajando mucho en Odessa—tenemos allí a dos Yulias, mujeres transgénero que apoyan fuertemente a la comunidad. Se encargan de muchos temas de apoyo y financiación. En Odessa, la situación es mejor con hormonas, con medicinas. También tenemos todavía una coordinadora en Dnipro, que también es de gran ayuda.
Ahora nuestro trabajo se centra en la asistencia financiera, médica y legal para las personas trans que están en Ucrania, sin importar dónde, en el oeste del país en refugios o apartamentos, o en las ciudades que están siendo bombardeadas. Todo el mundo tiene miedo, pero hay que ser fuerte por dentro e intentar vencerlo. No creo que deba marcharse todo el mundo. Entiendo que muchas personas se sienten resentidos frente a la sociedad, frente al estado. Durante muchos años, décadas incluso, han sido víctimas. No hay nada que les ate aquí—no hay trabajo ni acceso a una vivienda.
¿Quién les aporta apoyo financiero?
Teníamos proyectos planeados para 2022, y justo el primer o el segundo día de guerra los representantes de nuestros donantes nos dijeron que podíamos utilizar el dinero no solo para los proyectos planeados, sino también para ayuda humanitaria. Esto incluía a la RFSL, la Federación Sueca para los Derechos LGBTQI+, que trató este tema de la manera más flexible posible y nos permitió no solo utilizar el dinero del proyecto sino también enviar dinero directamente a nuestros coordinadores, para que pudieran pagar las viviendas, viajes, etc. de las personas.
Inmediatamente después, GATE (Acción Global por la Igualdad Trans) nos comunicó que su financiación también podía utilizarse para ayuda humanitaria, y prometió aumentarla. La Alianza Europea de Salud Pública, a través del Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, permitió los cambios en el presupuesto y en la naturaleza de las actividades planificadas.
Ahora haremos lo que podamos en el contexto de la guerra, y la movilización de la comunidad continuará en Dnipro, Odessa, Lviv y Chernivtsi. Aparecieron nuevos socios que respondieron inmediatamente a nuestras necesidades.
Utilizo a diario la financiación de OutRight Action para las necesidades humanitarias de las personas transgénero, y también la financiación de LGBT Europe. Asimismo hay donaciones privadas, no muy cuantiosas, por supuesto, pero las hay.
¿Cómo es un día normal de su vida?
Mi día a día está repleto de comunicaciones con periodistas de medios importantes. También voy al supermercado a comprar alimentos y los distribuyo entre quienes los necesitan—tengo un formulario de Google en el que veo las peticiones de ayuda.
Administro las consultas con un psicólogo y un endocrino, que siguen trabajando en Ucrania. Recibo muchas preguntas sobre el cruce de la frontera y proporciono información sobre cómo comunicarse con la oficina de registro y reclutamiento militar y sobre qué documentos necesitan para darse de baja.
Hacemos tantas llamadas que tengo que cargar el móvil cinco veces al día. Tengo dos cuentas de Instagram, dos de Facebook, tres direcciones de correo, Signal, WhatsApp, etc. Hemos de estar en contacto constantemente. También necesito tiempo para hacer colas de dos horas en la oficina de correos—se pierde mucho tiempo, pero las personas necesitan los medicamentos que les envío. Además, tengo que dejar un hueco para estar al tanto de las noticias: necesito saber lo que ocurre en el frente, en las ciudades.
¿Qué le da fuerzas?
Hasta que mi familia y mi hijo salieron de la ciudad, no pude trabajar en paz.
Ahora estoy en Kiev. Los primeros 10 días de guerra sentí conmoción y miedo—vivíamos hora a hora. Ahora nos hemos acostumbrado al peligro y ya no tengo miedo. Decidí dejarlo en manos del destino: si tenía que ser, sería. Ya no voy al refugio: hay demasiado trabajo, demasiadas peticiones de ayuda, llamadas, consultas cada minuto.
Nací aquí, en Kiev; es mi ciudad natal. Me di cuenta de que cuando tu país va mal, tienes que quedarte. No puedo huir, mi consciencia no me lo permitiría. No puedo porque sé que mi ciudad necesita protección. No se necesita estar en el ejército para ayudar—hay defensa militar, pero también trabajo voluntario, la ayuda humanitaria da mucho trabajo.
¿Qué me mantiene con fuerza? Como este es mi país, entiendo que todo el que puede hacer algo, desde cualquier frente, está aquí. Podemos hacerlo en cualquier sitio, todo el mundo puede contribuir, hacer algo útil, y eso hace que sienta que me necesitan, un sentimiento de que todos conseguimos más si permanecemos juntos.
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«Con los miles de millones que se han gastado en esta guerra sin sentido, podríamos encontrar la cura del VIH, acabar con la pobreza y solucionar otras crisis humanitarias»
23 Marzo 2022
23 Marzo 2022 23 Marzo 2022Yana Panfilova es ucraniana y nació con VIH. Cuando tenía 16 años creó Teenergizer, una organización de la sociedad civil para apoyar a los adolescentes y jóvenes que viven con el VIH en Ucrania. Desde 2016, Teenergizer ha estado trabajando internacionalmente promoviendo los derechos de los adolescentes y los jóvenes en Ucrania y en siete ciudades de cinco países en Europa oriental y Asia central. En 2019, la organización empezó a facilitar asesoramiento inter pares y apoyo psicológico a adolescentes y ha formado a más de 120 consultores-psicólogos online para ayudar a los jóvenes de la región. En junio de 2021, participó en la apertura de la Reunión de alto nivel sobre el sida en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Cuando estalló la guerra en Ucrania, ella y su familia abandonaron Kiev y se trasladaron a Berlín, Alemania. Desde allí continúa trabajando para apoyar a los jóvenes que viven con el VIH en Ucrania.
¿Por qué y cómo saliste de Kiev?
Cuando vi a personas patrullando las calles con metralletas a los pocos días del comienzo de la invasión rusa, me di cuenta de que teníamos que tomar una decisión que nos iba a cambiar la vida. Tuve que convencer a mi madre de que teníamos que irnos porque no quería marcharse. Hicimos las maletas en menos de una hora, condujimos hasta la estación de tren de Kiev, dejamos allí nuestro coche y nos montamos en el primer tren que encontramos. Había mucha gente, madres, niños, padres y hermanos despidiéndose de sus familias. Todo el mundo estaba aterrorizado. Estuvimos 12 horas de pie en el tren, con las maletas y nuestro gato. Cuando nos reunimos con nuestra abuela y su perro en la primera parada, viajamos juntas desde Ucrania, cruzamos la frontera a Polonia y seguimos hasta Berlín. El viaje duró siete días. Fue el viaje más arduo y difícil de mi vida —no quería irme de mi hermosa Kiev sin saber dónde acabaríamos. Ahora estamos aquí en Berlín como refugiadas, sanas y salvas, pero aún no asimilo todo lo que hemos pasado y estoy muy preocupada por todo lo que está pasando el pueblo ucraniano. Pero al menos estamos a salvo y juntas —mi madre, mi abuela y su perro y mi gato y yo. He tenido suerte de haber traído suficiente tratamiento antirretroviral para unos dos meses.
¿Estás asentada en Berlín?
Sigo en un limbo, como millones de mujeres y niños ucranianos que han hecho este viaje. Pero todas las personas que hemos conocido han sido muy amables y acogedoras. Ahora estamos aclarando algunos aspectos legales sobre cómo residir en Berlín durante las próximas semanas y cómo podemos acceder a los servicios sociales y médicos locales. Tampoco sabemos todavía cómo podemos alquilar un apartamento. Hemos pedido cita online en el Ayuntamiento de Berlín para aclarar algunos detalles con ellos. Están trabajando para proporcionarme un seguro médico y así conseguir atención médica y acceso ininterrumpido al tratamiento del VIH.
También estoy en contacto con Berliner Aids-Hilfe, una de las organizaciones no gubernamentales dedicadas al VIH más antiguas de Europa; desde la guerra en la antigua Yugoslavia tienen mucha experiencia trabajando con migrantes que viven con el VIH. Han sido maravillosos, dispuestos a ayudar proporcionando acceso a terapia antirretroviral, así como a otras necesidades que los ucranianos que viven con VIH pueden tener aquí en Berlín.
Así que estás más o menos a salvo ahora. ¿Cómo les va a los otros jóvenes de Teenergizer?
La mayoría de nuestros adolescentes que viven con VIH ya han abandonado Ucrania y ahora están en Estonia, Alemania, Lituania, Polonia y otros países. Estamos en contacto con la mayoría de ellos todos los días. Algunos de nuestros activistas han elegido permanecer con sus padres en Kiev y otras ciudades que están siendo atacadas. Ahora estamos esclareciendo la información más reciente e intentando localizar a todo el mundo y comprobar si están a salvo. Pero este proceso no es ni fácil ni rápido. Todo el mundo está intentando sobrevivir y mantener el contacto en estos momentos. Nuestro personal, educadores inter pares y clientes se encuentran ahora repartidos entre distintos países, cada uno con sus propias leyes, pautas de administración del tratamiento y acceso a Internet. Los que permanecen en Kiev están conectados con nuestros asociados, que les siguen proporcionando acceso a terapia antirretroviral y asistencia humanitaria de emergencia. La mayoría de nuestros consultores-psicólogos continúan proporcionando asistencia online a aquellos que más lo necesitan.
¿Cuáles son las dificultades con las que tienes que lidiar para permanecer en Berlín?
Las personas de Berlín y todos los alemanes que hemos conocido desde que hemos llegado han sido muy amables y acogedores. Estamos muy agradecidas. Sé que las ciudades de toda Europa están esforzándose para apoyar a millones de ucranianos, pero dudo que hubiésemos podido encontrar un lugar más seguro y tolerante que Berlín.
Por supuesto, nuestras dudas más urgentes son de naturaleza legal, relacionadas con el estatus temporal aquí y, en segundo lugar, con el acceso a la atención médica y a la terapia antirretroviral. En tercer lugar, el acceso a una vivienda. Nunca pensé que buscar alojamiento pudiera ser tan importante y tan estresante. Voluntarios locales están ayudando sin cesar y millones de europeos han ofrecido sus viviendas. Pero para los cientos de miles de ucranianos que todavía están viviendo en almacenes, refugios y otros alojamientos temporales, la ausencia de un lugar al que puedas llamar hogar temporalmente es desmoralizador.
¿Qué crees que es fundamental que sigamos haciendo ahora?
Independientemente de lo que suceda con la guerra, tenemos que continuar apoyándonos entre nosotros en la familia de Teenergizer. En Ucrania, luchamos durante años para que se protegieran los derechos y la salud de los jóvenes que vivimos con el VIH. Y ahora parece que todo lo que nos ha costado tanto lograr ha desaparecido de la noche a la mañana. En plena crisis, tenemos que seguir luchando por nuestros derechos y centrarnos en las necesidades urgentes a las que se enfrentan los miembros más vulnerables de la red de Teenergizer. Tengo mucha suerte de estar viva y a salvo aquí en Alemania. Pero muchos de nuestros amigos siguen en Kiev y en otras ciudades de Ucrania, luchando por sus vidas y por nuestro país. Algunos no tienen forma de escapar y otros no quieren abandonar sus hogares ni a sus familias. Ahora más que nunca necesitan que les respaldemos y les aseguremos que continuaremos haciendo todo lo que esté en nuestras manos para apoyarlos cuando más lo necesiten.
En primer lugar, debemos guiarlos en esta nueva crisis y continuar con los servicios de emergencia: tratamiento contra el VIH para aquellos que lo necesiten urgentemente y servicios de prevención y pruebas. En segundo lugar, durante esta crisis, debemos continuar proporcionando a los jóvenes servicios de salud mental, especialmente asesoramiento inter pares. En nuestra región, el VIH es más un problema social que médico. Hoy en día, los jóvenes ucranianos que viven con el VIH se enfrentan a una triple crisis: de salud, de seguridad y de depresión y estrés grave provocado por la guerra. Los psicólogos lo llaman TEPT. Este trauma persistirá durante toda una generación completa de ucranianos. Los jóvenes que necesitan apoyo psicológico profesional empezarán a consumir drogas y algunos contraerán el VIH, pero estarán demasiado asustados o avergonzados como para pedir ayuda en la crisis actual. Lo mismo sucede con las adolescentes y las mujeres que no pueden ejercer sus derechos sexuales y reproductivos, o los jóvenes que no utilizan preservativo durante los actos sexuales, o los millones de mujeres ucranianas que corren el riesgo de ser explotadas al estar solas en Europa, lejos de sus familias y amigos. Actualmente, miles de adolescentes que siguen en Ucrania y que viven con el VIH tienen miedo de revelar su estado. Muchos todavía no saben ni cómo protegerse del VIH ni de la violencia de la guerra. Millones de jóvenes ucranianos tienen que lidiar solos con su ansiedad y sus miedos, y una generación al completo va a enfrentarse a trastornos de estrés postraumático. Esto requiere atención inmediata. Estoy segura de que si proporcionamos aunque sea solo servicios básicos de asesoramiento y apoyo, los jóvenes que se enfrentan a múltiples crisis tendrán más herramientas para lidiar con sus problemas en el futuro.
Pase lo que pase tenemos que presionar a los políticos para que escuchen a los jóvenes y les permitan formar parte de los procesos de toma de decisiones sobre su propia salud y su futuro. La voz de los jóvenes, especialmente de las mujeres jóvenes, debe alzarse para acabar con la guerra y reconstruir Ucrania.
¿Cómo se presenta el futuro de Teenergizer?
Ahora mismo, mi país, mi familia y yo nos enfrentamos a la mayor crisis de nuestras vidas. Así que si no estoy segura de lo que ocurrirá mañana, es muy difícil ver lo que nos depara el futuro. A lo largo de los años, hemos construido una familia de verdad: equipos de jóvenes líderes de Teenergizer en diversas ciudades de Europa oriental y Asia central —en Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Ucrania e incluso en Rusia. Pero ahora estamos divididos. Tras la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill afirmó que se levantaría un muro. Y creo que un nuevo muro se está alzando ahora.
¿Qué dirías hoy si volvieras a estar en el podio de la Asamblea General de las Naciones Unidas?
Estamos viviendo una guerra entre el viejo mundo y el nuevo mundo.
Somos jóvenes que quieren vivir en un nuevo mundo, donde no existan las guerras, donde se erradiquen las pandemias como el VIH, la tuberculosis y la COVID-19, donde la pobreza y el cambio climático sean algo del pasado. En este nuevo mundo, todas las personas, independientemente de quiénes sean o a quién amen, del idioma que hablen o el pasaporte que tengan, pueden disfrutar de la libertad, vivir su vida con dignidad, viajar y desplazarse en un mundo en paz con países que abran sus fronteras. Hemos aprendido lo importante y valioso que esto es en los últimos años cuando los ucranianos podían viajar. Hemos visto cómo las personas pacíficas vivían en otros lugares del mundo y nos ha hecho valorar la belleza y la libertad que tenemos en Ucrania. Hoy más que nunca, solo entendemos lo que queremos reconstruir en nuestro país cuando lo comparamos con los valores de otros países.
Y es el viejo mundo el que está financiando y manteniendo esta guerra. Esto es un camino a ninguna parte.
Con los miles de millones que se han gastado en esta guerra sin sentido, podríamos encontrar la cura del VIH, acabar con la pobreza y solucionar otras crisis humanitarias.
El nuevo mundo consiste en desarrollo, no en destrucción. Se trata de ser capaz de mejorarte a ti mismo y la calidad de tu vida apoyando a los demás para que hagan lo mismo.
Todo tiene un final. Y la guerra acabará en algún momento. ¿Qué harás el primer día después del fin de la guerra?
Empezaré a leer Guerra y paz de Leo Tolstoy.
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Trabajando juntos para ayudar a los refugiados en la República de Moldova
24 Marzo 2022
24 Marzo 2022 24 Marzo 2022Al comienzo de la invasión de Ucrania, el gobierno de la vecina República de Moldova estimó que podría haber unas 300 000 personas huyendo hacia el país desde Ucrania. Ese estimado ha aumentado a 1 millón de refugiados —una gran suma para un país que tiene una población de sólo 2,6 millones y es uno de los más pobres en Europa.
Poco después del inicio de la guerra, una serie de organizaciones humanitarias, los organismos de las Naciones Unidas y miembros de la sociedad civil, coordinados por el gobierno, formaron grupos de coordinación de la respuesta y empezaron a atender las necesidades más urgentes de las personas que huyen de la guerra, como el alojamiento, la alimentación, la salud, la protección social, la prevención de la violencia de género y el apoyo a la salud mental.
“Primero, debemos centrarnos en las necesidades básicas. Queda mucho por hacer en cuanto a la coordinación con las numerosas organizaciones humanitarias que se unen a la respuesta. Como también es la primera vez que los moldavos se enfrentan a una crisis de esta magnitud, estamos aprendiendo mediante la práctica y la experiencia”, comentó Iurie Climasevschi, coordinadora nacional del sida en el Hospital de Dermatología y Enfermedades Transmisibles de la República de Moldova.
Svetlana Plamadeala, directora regional de ONUSIDA para la República de Moldavia, visitó varios centros para desplazados cerca de la frontera entre Ucrania y la República de Moldova. “Las personas son bien recibidas allí, el gobierno garantiza el alojamiento y la comida e intenta que los niños asistan a la escuela y a la guardería, ya que cerca del 75 % de los refugiados son mujeres y niños— hay alrededor de 40 000 menores de 18 años en los centros”, indica.
Según la Sra. Plamadeala, casi la mitad de los refugiados son acogidos por las familias en sus hogares. “Vemos una extraordinaria movilización de la gente corriente, quienes están brindando un apoyo notable a las personas que huyen de la guerra", afirmó.
La política del gobierno es que los refugiados ucranianos reciban los mismos servicios que los moldavos, entre ellos los relacionados con el VIH. “Si alguno de los refugiados solicita terapia antirretroviral, se la proporcionamos. No rechazaremos a nadie si podemos ayudarlos”, garantizó el Sr. Climasevschi.
“ONUSIDA formó parte del proceso de planificación desde el principio de la crisis para garantizar que los refugiados tuvieran acceso a todos los servicios relacionados al VIH que tienen los moldavos, entre ellos la terapia antirretroviral, la terapia de sustitución de opiáceos y las pruebas del VIH y la tuberculosis”, señaló la Sra. Plamadeala. “El estigma y la discriminación hacia las personas que viven con el VIH sigue siendo alta. Quizás no todas las personas que viven con el VIH han podido acceder a los servicios, por lo que estamos colaborando con nuestros miembros de la sociedad civil para proporcionar información de manera proactiva a las personas, de forma que sepan a dónde acudir para recibir apoyo”.
Ruslan Poverga, de la organización no gubernamental Initiativa Pozitiva, dijo que la organización ya está identificando a los refugiados que necesitan terapia antirretroviral y los está refiriendo hacia el apoyo. “Hemos comenzado a informar de manera proactiva a las personas, y, de ser necesario, proporcionando un paquete integrado de servicios de prevención del VIH, entre ellos pruebas de detección del VIH, la tuberculosis y la hepatitis, y la provisión de reducción de daños y preservativos. En un futuro cercano comprenderemos mejor la necesidad de dichos servicios.”
La delegación nacional de ONUSIDA para la República de Moldova ha reasignado fondos para las necesidades urgentes de la respuesta humanitaria. Esto aumentará la capacidad del programa nacional sobre el sida para proporcionar terapia antirretroviral a un mayor número de refugiados que viven con el VIH. La pruebas de carga viral están disponibles para comprobar la carga vírica si un cambio de tratamiento es necesario.
"La situación está evolucionando. Vigilamos la situación con mucha atención para entender cuándo y cómo buscar más apoyo. El Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria está dispuesto a hacer reasignaciones si son necesarias, y la República de Moldavia puede acceder a recursos del fondo de emergencia del Fondo Mundial. En el caso de que el programa nacional sobre el sida no pueda cubrir las necesidades, buscaremos más apoyo del Fondo Mundial, ONUSIDA, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la Organización Mundial de la Salud”, añadió la Sra. Plamadeala.




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Una funcionaria de ONUSIDA habla sobre la invasión de Ucrania
18 Marzo 2022
18 Marzo 2022 18 Marzo 2022El pasado 24 de febrero, a Olena Sherstyuck, responsable de la difusión mundial de ONUSIDA en Ucrania, no le quedó otra alternativa que huir de Kiev. Pudimos hablar con ella desde su nueva ubicación en Ucrania occidental.
El 24 de febrero, ¿cuáles fueron sus primeras impresiones?
Bueno, mi día empezó muy temprano. Mi hijo me envió un mensaje a las 5 de la mañana que decía “Parece que la guerra ha comenzado”. Cuando salí al balcón, escuché unos fuertes ruidos que sonaban como bombas.
¿Fue entonces cuando decidió irse de Kiev?
Al principio, me senté en el coche con mis gatos y, después de hablar con el director nacional y el resto del personal, decidí irme fuera de la ciudad, a mi casa del campo, que tiene un jardín, donde me reuní con mi hijo y su mujer.
¿Aquel lugar era suficientemente seguro?
Cuando llegué allí, me di cuenta de que era peor que la ciudad. Resulta que mi casa está cerca del aeropuerto de Hostómel, por lo que es un blanco para los misiles. Casi no dormimos. El cielo estaba rojo, y lo que me encanta de la casa son los ventanales, pero aquella vista no era nada agradable; las ventanas no dejaban de temblar.
¿Y qué hizo después?
El 25 de febrero, a medianoche, decidimos salir hacia Ucrania occidental. Había trabajado en la región 5 años con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y había vuelto alguna vez, así que aquella región montañosa me pareció una buena opción.
Supuso conducir 28 horas porque fuimos zigzagueando para evitar los enfrentamientos y encontrar alternativas a las carreteras cerradas o los puentes bombardeados. Teníamos que cambiar de ruta constantemente; fue todo un reto.
Le pedí ayuda a unos amigos de la zona para encontrar un sitio donde quedarnos y al final estamos en una casa de madera con cinco habitaciones y una cocina compartida.
¿Seguía en contacto con su equipo y su supervisor?
En Ucrania somos una delegación de ONUSIDA pequeña y, debido a la COVID-19, teníamos muchas maneras de seguir en contacto, por WhatsApp, Viber, etc. Hablamos cada mañana, lo cual me ha ayudado mucho a seguir conectada. También se han puesto en contacto conmigo compañeros de la región y del centro mundial, lo que me ayuda a sentir que todo es normal.
¿Normal? ¿De veras?
No puedo dormir ni comer, pero el trabajo, las reuniones y la coordinación de esfuerzos me ayudan a seguir con los pies en la tierra. Es lo que me hace seguir adelante.
Sin embargo, me he vuelto adicta a las noticias. Me es imposible dejar de verlas y de leer sobre lo que está ocurriendo. No dejo de pensar en mi apartamento en la ciudad y mi jardín, y en cuándo podremos volver todos a Kiev.
No me arrepiento de haberme ido. No soy una luchadora ni estoy en el ejército, así que ¿por qué estorbar a los que sí luchan? La primera semana estuve en shock y pensaba que acabaría pronto, pero ya llevamos tres semanas.
Supongo que se llevó su pasaporte y su teléfono, pero, ¿y ropa y comida?
Me llevé la documentación más importante, mi pasaporte y mi ordenador de trabajo, pero solo tenía ropa de jardinería de mi casa, así que llevo puesta una chaqueta multiusos de hombre desde entonces. Digamos que parezco un poco desaliñada, ¡pero no soy la única! (Risas).
En cuanto a la comida, hay mercados pequeños y, de momento, no hemos sufrido escasez de ningún tipo. Intentamos mantenernos ocupados ayudando a las mujeres de aquí a hacer pan, y hay otras actividades colectivas organizadas por la localidad.
(Interrupción) Charlotte, ¿oyes eso? ¿Escuchó el sonido de la alarma antiaérea? Ya ha parado.
Para los que no hemos vivido una situación así, ¿qué consejo nos daría?
Primero que todo, tener relaciones personales con la gente resulta realmente útil en situaciones como esta. No solo pude contactar con mis actuales compañeros, sino también con mis antiguos amigos del trabajo.
Y desde el primer día pude ponerme en contacto con las numerosas redes de personas que viven con el VIH y otras organizaciones no gubernamentales con las que trabajo para ver cómo les va. Esto supuso hacer y recibir muchas llamadas, pero se trata de relaciones personales y profesionales que he ido estableciendo con los años, y quería saber si todos estaban a salvo.
Debo decir que en ONUSIDA hicimos un gran trabajo compartiendo y haciendo llegar información clave sobre qué servicios están disponibles y dónde, y actualizando dicha información; servicios como la reposición de terapia antirretroviral o la terapia de sustitución de opiáceos. Antes de la guerra, yo era miembro del comité de supervisión y el comité de programación que supervisa las concesiones del Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, por lo que mis compañeros y yo estamos tratando de hacer un seguimiento de los aspectos relacionados con la programación. No es fácil y, en lo que respecta a la monitorización, muchas personas siguen refugiadas en sótanos, lo que complica las cosas.
En segundo lugar, es muy difícil planear estratégicamente. Al principio, todos toman buenas decisiones ad hoc. Nuestros asociados, otras organizaciones internacionales y básicamente todo el mundo se esforzaba por ayudar, pero, desafortunadamente, faltó coordinación. Un día se me pedía buscar colchones, otro día alguien necesitaba gas; ahora todo parece más organizado.
Aprendí que lleva tiempo comprender cómo actuar y reaccionar y que es importante encontrar tu nicho. No intentes abarcar demasiado.
Buen consejo. En resumen, asignar roles y/o aprovechar los puntos fuertes de cada organización para trabajar mejor en conjunto, ¿no?
Exacto. Otra cosa que ha sido de ayuda es recibir el aporte del centro mundial. Yo trabajo el 90% del tiempo con homólogos regionales y, debido a todo el ajetreo y la situación tan cambiante, ha sido de gran utilidad tener a la sede central informando sobre el panorama general.
¿En qué manera?
Es alentador saber que países como Polonia y la República de Moldova, así como la gente se han comprometido a ayudar a Ucrania. Ahora sé lo que están haciendo nuestros compañeros de la región en relación con las existencias de terapia antirretroviral y el uso de la ayuda internacional. En Ucrania, adoptamos estándares más europeos, así que, por ejemplo, nuestras disposiciones sobre medicamentos y propiedad intelectual se acercan más a los estándares europeos y no se parecen a las de otros antiguos Estados satélite soviéticos. Nuestras legislaciones contienen capítulos sobre los grupos clave de población y prohíben la discriminación, y el Gobierno ucraniano financió servicios básicos de prevención del VIH para cientos de miles de personas de estos grupos clave. También promovimos los servicios de reducción de daños, pues el VIH en Ucrania afecta mayormente a las personas que se inyectan drogas, y hay miles de personas en terapia de sustitución de opiáceos y profilaxis pre-exposición. Los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales también han sido un componente integral de la estrategia por los derechos humanos del país. Difícilmente puedo imaginar tales avances en muchos países de Europa oriental.
¿Algún último comentario?
Es muy importante para mí sentir que tengo contacto humano, así que poneos en contacto conmigo. Y debo decir que me ha impresionado la unidad de las personas; siento a Ucrania más unida. Esa es mi nota de optimismo en todo esto; ha habido un apoyo fantástico entre la gente. ¡Gloria a Ucrania!
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Mantener disponible la paliación de daños en Ucrania
09 Marzo 2022
09 Marzo 2022 09 Marzo 2022Diez días después del inicio de la invasión rusa en Ucrania, ONUSIDA habló con Oleksii Kvytkovskyi, el director del Centro de Recursos de Volna Donbás de la Asociación Ucraniana de Personas con Drogadicción, una organización no gubernamental que trabaja con personas que se inyectan drogas en Ucrania.
¿Cómo se encuentra, Oleksii?
Estoy cansado del miedo y de huir. He decidido que seguiré haciendo lo que llevo haciendo los últimos 14 años: defender los derechos de las comunidades clave, sobre todo, de las personas que se inyectan drogas y de las que están en situación de necesidad.
¿No es la primera vez que se topa con la guerra?
Hace ocho años, estaba allí cuando la Federación de Rusia atacó la parte oriental de Ucrania y, como sabe, ahora son repúblicas autoproclamadas. Tengo tres hijos y dos nacieron durante ese conflicto, uno en 2014 y el otro en 2019.
Sigo trabajando en cuatro ciudades en el óblast (región) de Lugansk, controladas por el Gobierno ucraniano, localizadas casi en la primera línea de combate: Severodonetsk, Lysychansk, Rubizhne y Kreminna.
¿Qué hace actualmente en su trabajo?
En la organización no gubernamental recibimos y repartimos terapias de sustitución de opiáceos (TSO) y alimentos y agua a los que lo necesitan. La cantidad de TSO que tenemos solo nos llega hasta final de mes. Son solo unos 28 días, y después no sé qué haremos.
También es difícil acceder a terapia antirretroviral en algunas ciudades. Básicamente, vemos a quién le falta qué y si hay riesgos de interrupción.
¿Se han ido muchas personas de su zona?
Muy pocas personas pueden marcharse porque no tienen suficiente dinero para hacerlo. Hasta ahora, la prioridad ha sido evacuar a mujeres, a niños pequeños y a personas mayores.
Nuestra organización no gubernamental se dirigió a las organizaciones internacionales y hemos recibido asistencia de la Red de Reducción de Daños de Eurasia, la Red de Personas que Consumen Drogas de Eurasia y Volna, y eso nos ha ayudado mucho para proporcionar asistencia con carácter urgente.
¿Y usted?
Supliqué a mi mujer que se fuera con los niños a Lviv. Incluso encontré un lugar en el que podrían haber vivido, pero ella dijo que no me abandonaría, así que se han quedado aquí.
Pero tengo miedo. Estoy nervioso por mis hijos y mi querida esposa.
¿Qué le hace seguir adelante?
Voy a trabajar todos los días. Las personas me preguntan si temo perder la vida. Mi respuesta es la siguiente: «cuando se resuelven los problemas de alguien, uno se olvida del miedo y de la guerra sin ser consciente. Entonces, resolver el problema de una persona de la comunidad se convierte en un objetivo clave, así que uno se prepara para ayudar como sea».
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Opinion
No podemos permitir que la guerra en Ucrania paralice el tratamiento del VIH, la TB y la COVID-19 en Europa del Este
09 Marzo 2022
09 Marzo 2022 09 Marzo 2022Por Michel Kazatchkine — Este artículo se publicó originalmente en The Telegraph
No es ninguna sorpresa que la Organización Mundial de la Salud (OMS) esté pidiendo que oxígeno y suministros médicos esenciales lleguen de forma segura a quienes los necesitan en Ucrania, a la vez que está tratando de garantizar el buen tránsito de los envíos que pasan por Polonia. Pero esta petición tampoco es una novedad. Esto ya había ocurrido antes.
La anexión de Crimea por parte de Rusia y el conflicto en los óblast de Donetsk y Lugansk del este de Ucrania en 2014 pusieron en peligro el suministro de medicamentos para el VIH y la tuberculosis. A pesar de los enfrentamientos vividos durante los últimos ocho años, gracias a los precarios esfuerzos transfronterizos y a la financiación del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria fue posible evitar el desabastecimiento de los fármacos en los territorios separatistas.
Cabe suponer que, si Rusia ocupa nuevos territorios de Ucrania, los retos para garantizar el acceso de las personas con tuberculosis y VIH a esos medicamentos serán igual de importantes y de alto riesgo o incluso imposibles.
Las autoridades separatistas del Dombás y la administración rusa en Crimea también interrumpieron bruscamente la terapia con agonistas opiáceos (TAO) para los usuarios de drogas inyectables, lo cual provocó mucho sufrimiento y muertes por sobredosis y suicidio.
Las ONG que trabajaban con las comunidades afectadas en el Dombás fueron clausuradas. Décadas de lucha contra el VIH y la tuberculosis nos han enseñado lo importantes que son la sociedad civil, el liderazgo comunitario y los derechos humanos para acabar con estas enfermedades.
La Federación de Rusia se niega a aceptar la TAO como una medida de reducción de daños que disminuye el riesgo de transmisión del VIH por compartir agujas.
En cambio, Ucrania es una importante defensora de la reducción de daños y cuenta con programas de TAO e intercambio de agujas. Esto es muy importante en Europa oriental y Asia central, donde aún se registra el crecimiento más rápido de la epidemia de VIH en el mundo.
En esta región, unas 1,6 millones de personas viven con el VIH (el 70 % en Rusia) y alrededor de 146 000 contraen la infección cada año. El consumo de drogas representa aproximadamente el 50 % de las nuevas infecciones, pero las relaciones sexuales sin protección se convertirán en la principal causa en los próximos años.
Sin embargo, Ucrania ha sido uno de los países de la región con más éxito a la hora de garantizar el acceso a los medicamentos antirretrovirales: 146 500 personas en el último año.
Estos logros peligraban antes de las hostilidades, ya que las restricciones de COVID-19 provocaron el descenso de una cuarta parte del total de personas que se sometieron a las pruebas en 2020. Las próximas semanas y meses de guerra harán que esta iniciativa se derrumbe por completo.
Europa del Este también sigue siendo el epicentro mundial de la tuberculosis multirresistente. A pesar de los avances conseguidos en los últimos diez años, la prevalencia de la tuberculosis, los niveles de mortalidad y, sobre todo, la incidencia de la tuberculosis multirresistente siguen siendo elevados en Ucrania, que es el país con el segundo mayor número de casos de la región.
La tuberculosis farmacorresistente representa alrededor del 27,9 % de los nuevos pacientes con tuberculosis y el 43,6 % de los pacientes tratados previamente, y el éxito del tratamiento de la tuberculosis multirresistente es de un 50 %.
Si en 2020 la COVID-19 redujo a la mitad la detección de casos, es posible que la actual guerra la elimine por completo.
A medida que los sistemas sanitarios se colapsan y los servicios de tratamiento y prevención se ven paralizados, la mortalidad por VIH, tuberculosis, tuberculosis multirresistente y COVID-19 aumentará rápidamente en Ucrania. Cientos de miles de personas han sido desplazadas internamente y en ciudades como Leópolis se están agotando los medicamentos y los suministros médicos.
Desafortunadamente, las consecuencias de la invasión no sólo afectarán a Ucrania: más de un millón de refugiados ya han huido para salvar sus vidas. Esto tendrá consecuencias en las ciudades fronterizas y en zonas de Europa central, cuya respuesta a la tuberculosis, el VIH y, más recientemente, la COVID-19, ha sido deficiente.
Las localidades y países vecinos tendrán que anticiparse y hacer frente a una avalancha de nuevas necesidades sanitarias. Estamos en una encrucijada: la cooperación y la solidaridad internacionales con Europa del Este no han sido protagonistas en la respuesta global a la pandemia durante los dos últimos años.
La llegada de los suministros sanitarios de la OMS y la apertura de un corredor seguro para el paso de refugiados son retazos de buenas noticias dentro de esta tragedia en curso, pero necesitamos mucho más.
Hay que proteger los sistemas e instalaciones sanitarios, los cuales deben ser funcionales, seguros y accesibles para todos los que necesitan servicios médicos esenciales, así como a los trabajadores de la salud.
Michel Kazatchkine es director de curso en el Graduate Institute for International Affairs and Development en Ginebra, Suiza, y antiguo enviado especial del secretario general de las Naciones Unidas y de ONUSIDA para el VIH y el sida en Europa oriental y Asia central. Anteriormente fue director ejecutivo del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.
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Pensar y planificar rápido es fundamental para la red del VIH en Ucrania
08 Marzo 2022
08 Marzo 2022 08 Marzo 2022Cuando los bombardeos despertaron a Valeriia Rachynska en Kiev el 24 de febrero, el primer día del conflicto, se dio la vuelta y trató de seguir durmiendo. Como nativa de Lugansk, ya había vivido el conflicto de 2014.
“Creo que mi cerebro analizó el ruido y se dio cuenta de que estaba fuera de peligro”, dijo por videoconferencia desde un pequeño pueblo del oeste de Ucrania. “Pero cuando vi a mis hijas llorando y asustadas, supe que tenía que volver a trasladarme”.
La noche siguiente, ella y sus dos hijos permanecieron en un refugio antibombas y luego dejaron su casa en la capital con su hermano y su familia.
Como directora de Derechos Humanos, Género y Desarrollo Comunitario de 100% Life, la mayor red de personas que viven con el VIH en Ucrania, subrayó que, para seguir ayudándolas, necesitaba trasladarse a un lugar más seguro.
“Es como cuando estás en un avión y te falta oxígeno”, explicó Rachynska. “Primero te pones tú la máscara y luego se la pones a los demás”.
La clave para ella y para su organización fue poder tener acceso a Internet, un servicio de telefonía móvil estable, bancos abiertos y una relativa sensación de seguridad. Estos días se sentía como si estuviera manejando una centralita.
“Respondo a todas las llamadas e intento redirigirlas a las personas adecuadas”, dijo. “Ha sido un sin parar y, como hay tantos ataques y tanta imprevisibilidad, solo puedo avanzar paso a paso”.
Agradece al responsable de 100% Life, Dmytro Sherembey, por haber hecho una planificación previa.
«Mucha gente nos dijo: “Están locos por entrar en pánico”, pero en 100% Life trasladamos nuestros servidores informáticos, documentos y todo lo que se consideraba sensible al oeste de Ucrania e incluso a Polonia y a Alemania».
Algunos de sus colegas se quedaron en Kiev diciendo que aguantarían, pero 10 días después muchos de ellos también se fueron.
“Ahora nos centramos en evacuar y ubicar a las personas que viven con el VIH y sus familias, así como en los grupos marginados, contratando autobuses para ellos”, dijo Rachynska, enfundada en una sudadera azul con capucha. “A los que no viven en Kiev, les estamos enviando dinero a través de transferencias bancarias para que compren alimentos y otros artículos de primera necesidad”.
El país cuenta con suficientes reservas de medicamentos contra el VIH hasta el mes de abril, pero con la ayuda de los socios internacionales y la coordinación de ONUSIDA, 100% Life ha planificado urgentemente la entrega de más medicamentos que salvan vidas en Polonia. El gobierno polaco ha conseguido un almacén y ha aceptado ayudar con la logística, haciendo llegar la terapia antirretroviral a las personas que viven con el VIH en Ucrania.
Ucrania sufre la segunda mayor epidemia de sida de la región. Se calcula que 250 000 personas viven con el VIH en Ucrania, y más de la mitad en terapia antirretroviral, medicación que deben tomar las personas que viven con el VIH diariamente para mantenerse sanas.
“Nuestro mayor reto ahora mismo es salvar vidas, proporcionar seguridad y hacer que la gente siga el tratamiento”, dijo. La red 100% Life ya ha rediseñado aspectos clave de su programa con el objetivo de conseguir financiación del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria para satisfacer las necesidades inmediatas.
Tras incorporarse a 100% Life en 2011, la Sra. Rachynska ha sido testigo de los avances que ha realizado Ucrania para revertir la epidemia de sida. Está especialmente orgullosa del impacto positivo que han tenido en Ucrania los programas de reducción del daño, así como la terapia de sustitución de opiáceos y el intercambio de agujas y jeringuillas, para reducir las nuevas infecciones por el VIH. El VIH en el país sigue afectando de forma desproporcionada a las personas que se inyectan drogas y la actual ofensiva militar puede dificultar las opciones de terapia de sustitución. Dijo que 100% Life estaba trabajando activamente para evitarlo.
Su otra preocupación era proteger a las trabajadoras del sexo, a las lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales y a las personas que se inyectan drogas. Basándose en la violencia y el estigma que sufrieron estos grupos durante el conflicto en el este de Ucrania, teme que las poblaciones clave sean el blanco de la violencia.
“Nuestra próxima tarea será iniciar y supervisar las violaciones de los derechos humanos”, dijo. “Esto es muy importante para mí”.
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“Un diagnóstico de VIH no debería ser una condena: solo es un diagnóstico”
01 Marzo 2022
01 Marzo 2022 01 Marzo 2022Nargis nació en Dusambé, Tayikistán, en el seno de una familia grande. La vida no era fácil y la enviaron a un internado para familias con ingresos bajos. Su asignatura favorita era educación física y destacaba especialmente en natación y baloncesto. Esperaba, tras graduarse con un título en educación física en 1991, poder continuar sus estudios de formación profesional.
Sin embargo, como consecuencia de la agitación política en su país, no pudo continuar sus estudios. “Lloré durante seis meses: era muy importante para mí seguir estudiando, pero, en lugar de llevarme a un centro de formación profesional, mis padres concertaron mi matrimonio. No tenía ni 16 años entonces”, relata Nargis. Cuando tenía 17 años, dio a luz a su primer hijo. Cinco años después, cuando estaba embarazada del segundo, se enteró de que su marido estaba involucrado en tráfico de drogas y este acabó en prisión.
Desde entonces, Nagris ha tenido que cuidarse a sí misma y a toda su familia. Encontró trabajo en un casino. Estaba bien pagado, pero allí empezó a consumir drogas. “Era tímida, así que, para relajarme, tomaba drogas. A partir de entonces, me volví adicta. Ni siquiera soy consciente de cómo sucedió”, recuerda.
Finalmente la echaron del trabajo por su drogadicción y tuvo que buscar otras formas de sobrevivir.
Nargis estuvo drogándose durante 14 años, pero comenzó la terapia de sustitución de opiáceos tan pronto como estuvo disponible en su país. “Cuando tomaba metadona, me contrataron como consultora. Trabajaba con consumidores de drogas y con personas que vivían con el VIH. Trabajaba como asesora en varios proyectos de prevención del VIH”, dijo Nargis.
Nargis siguió tomando metadona hasta mayo de 2021. “El año pasado tuve que dejar de tomar metadona porque entré en prisión y ahí no podía conseguirla. Fue muy duro, pasé ahí varios meses, pero gracias a ello salí de la metadona y, por ahora, no he recaído.”
Nargis fue condenada en virtud del artículo 125 del Código Penal de Tayikistán, que señala que es un delito contagiar o poner a alguien en riesgo de infección por el VIH. De conformidad con este artículo, las fuerzas del orden inician procesos penales contra personas que viven con el VIH simplemente sobre la base del peligro potencial de transmisión del VIH o simplemente por su estado seropositivo.
“Llevo en terapia antirretroviral desde 2013. Nunca la he dejado. Tengo una carga viral indetectable. Nadie me denunció. Ni he infectado a nadie. La acusación se basó en la nota de un hombre que conocía porque estábamos saliendo”, dijo Nargis.
La ley no tiene en cuenta el consentimiento informado de la pareja sexual, el riesgo de transmisión del VIH ni si la persona que vive con el VIH toma precauciones contra su transmisión. Además, la legislación no determina cómo las personas que viven con el VIH deberían declarar su estado serológico. Como consecuencia, todas las personas que viven con el VIH y mantienen relaciones sexuales pueden tener que responder penalmente.
Nargis explicó la vergüenza que le hicieron sentir. Las fuerzas del orden llamaron a todo el mundo: mis médicos, compañeros, parientes... les contaron mi diagnóstico de VIH, les preguntaron qué tipo de relación teníamos y me deshonraron.
“El artículo 162 del Código de Salud da a los médicos el derecho a revelar información sobre el estado de los pacientes seropositivos cuando así se lo soliciten las autoridades, sin que exista para ello ninguna justificación. Algunos de los casos penales iniciados de acuerdo con el artículo 125.1 comenzaron después de que las clínicas revelaran información sobre el VIH a las autoridades. Durante la investigación y el juicio, no se garantizaron los derechos de intimidad de la defensa en relación con su estado serológico, ya que los investigadores, funcionarios, letrados y magistrados pudieron solicitar información médica sin garantías de acuerdo con lo establecido en el Código de Salud”, señala Larisa Aleksandrova, abogada.
Nargis es libre ahora, pero señala que ha tenido suerte. “Me dejaron el libertad por una amnistía que se aprobó en celebración del trigésimo aniversario de la república.”
Ha salido de prisión, pero aún hay decenas de personas condenadas por el artículo 125. Ahora que todo el mundo sabe que vive con el VIH, Nargis está dispuesta a luchar sin descanso por el derecho a vivir, trabajar y amar, con independencia de su estado serológico.
Nargis sigue trabajando como asesora voluntaria sobre prevención del VIH. Tiene muchos planes, pero la causa por la que lucha fundamentalmente es la revisión de los artículos que criminalizan la transmisión del VIH en Tayikistán.
“Siempre digo que tendría que haber más información sobre el VIH y la gente que vive con él, para que no nos tengan miedo como hasta ahora. Ahora todo ha cambiado: hay tratamiento y prevención. “Un diagnóstico de VIH no debería ser una condena: solo es un diagnóstico”
La mayoría de países de Europa oriental y Asia central tienen tipos penales y diferentes tipos de castigo, entre ellos la pena de prisión, por ocultar el origen de una infección por el VIH, por poner a alguien en riesgo de infección por el VIH o por transmitirlo. La criminalización del VIH afecta enormemente a las poblaciones marginadas, especialmente a las mujeres. Las mujeres tienen más probabilidades de conocer su estado serológico cuando acceden a la atención sanitaria, por ejemplo, por el embarazo, y tienen más posibilidades de verse criminalizadas y castigadas.
“Estamos seguros de que las leyes que criminalizan el VIH son contraproducentes y, en lugar de ayudar, afectan negativamente a los esfuerzos por prevenir nuevas infecciones por el VIH. Esperamos que pronto, con la consolidación de los esfuerzos de los gobiernos y administraciones públicas, sea posible revisar estas leyes retrógradas teniendo en cuenta los últimos datos sobre el VIH, que permiten que las personas que viven con el VIH o aquellas que se encuentran en riesgo de infección puedan tener una relación más abierta con sus organizaciones médicas, informarles sobre su estado serológico y usar servicios médicos asequibles”, señala Eleanora Hvazdziova, directora a.i. del Equipo de Apoyo Regional de ONUSIDA en Europa oriental y Asia central.
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ONUSIDA insta a que se proteja y se mantengan los servicios de salud y del VIH para las personas que viven con este virus y están afectadas por él en Ucrania
25 Febrero 2022 25 Febrero 2022GINEBRA, 25 de febrero de 2022— En medio de la de la ofensiva militar contra Ucrania, ONUSIDA pide que se proteja a los trabajadores sanitarios y se mantengan de forma ininterrumpida los servicios de salud y del VIH para todas las personas, especialmente, aquellas afectadas por el VIH y que viven con el virus. Ucrania sufre la segunda mayor epidemia de sida de la región. Se estima que 260 000 personas viven con el VIH en este país, de las cuales 152 000 reciben terapia antirretroviral, un tipo de medicación que debe tomarse todos los días para mantenerse sano y en plena forma.
«A las personas que viven con el VIH en Ucrania solo les quedan unas semanas de tratamiento antirretroviral y sin acceso a él, sus vidas corren peligro», ha asegurado Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. «Los cientos de miles de afectados por el VIH en Ucrania deben tener un acceso ininterrumpido a los servicios relacionados con el VIH que permiten salvar vidas, entre ellos, la prevención del VIH, las pruebas y el tratamiento».
Hasta la fecha, el Gobierno de Ucrania, junto con la sociedad civil y las organizaciones internacionales, ha puesto en marcha una de las mayores y más eficaces respuestas al VIH de Europa oriental y Asia central. Sin embargo, con la incesante ofensiva militar, el esfuerzo y el progreso alcanzado en la respuesta al VIH están en grave riesgo de reversión, lo que hace peligrar muchas más vidas.
El derecho a la sanidad y el acceso a los servicios del VIH han de protegerse siempre, y los trabajadores sanitarios, los representantes de la sociedad civil y sus clientes nunca deben ser los objetivos en un conflicto. El conflicto militar actual ha afectado a todos en Ucrania, pero puede serr incluso peor para las personas que viven con el VIH y los grupos de población clave, entre ellos, las personas que consumen drogas, los trabajadores sexuales, los hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y las personas transgénero.
Como ha señalado el secretario general de las Naciones Unidas, esta organización se compromete a apoyar a las personas en Ucrania, que ya han sufrido «muchas muertes, destrucción y desplazamientos» por la ofensiva militar, en estos momentos de necesidad.
Con el apoyo del Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida y ONUSIDA, el Gobierno de Ucrania y los asociados con la sociedad civil han brindado servicios de prevención del VIH y tratamiento a las personas que viven con el VIH y a los grupos de población clave por todo el país durante muchos años y siguen al pie del cañón para prestar un mayor apoyo durante esta crisis.
El personal de ONUSIDA sigue sobre el terreno en Ucrania, trabajando para asegurarse de que las personas que viven con el VIH y los grupos de población clave tengan acceso continuo a los servicios que permiten salvar vidas, centrados sobre todo en los civiles más vulnerables. ONUSIDA seguirá apoyando la prevención del VIH, las pruebas, el tratamiento, la atención y el apoyo para las personas de toda Ucrania que se están viendo afectadas por esta crisis.
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Un grupo de mujeres kazajas que viven con el VIH cuentan sus historias desde el escenario: “Actuad con el corazón”
14 Febrero 2022
14 Febrero 2022 14 Febrero 2022El Teatro ARTiSHOCK de Almatý (Kazajstán) ha estrenado hace poco una obra sin precedentes: todas las actrices son mujeres que viven con el VIH, son ex-reclusas, o consumen drogas. Interpretaron el papel de mujeres que han sido víctimas de violencia, estigma o discriminación y que reflejan la historia de sus propias vidas.
La obra, que fue escrita por mujeres activistas, surgió gracias a una idea del Centro Revanche de Atención Integral (Revanche Center for Comprehensive Care), también conocido como la Fundación Revanche (Revanche Foundation), así como al apoyo de la oficina nacional de ONUSIDA en Kazajstán, y la Red de Mujeres que Viven con VIH de Eurasia (Eurasian Network of Women Living with HIV).
“La idea deuna obra de teatro social es un sueño hecho realidad”, afirmó Anna Kozlova, trabajadora social de la Fundación Revanche . “Queríamos hablar sobre la violencia. No siempre es física y sexual. Ser víctima de rechazo y de discriminación también es violencia, aunque sea psicológica.
Nadezhda Plyaskina, la directora de la obra, confiesa que no fue fácil trabajar con las aspirantes a actriz. “Me daba miedo. Estas mujeres tenían experiencias vitales muy intensas; ¿qué podía enseñarles? Además, había que enseñarles a actuar sin hacerles daño. Todas ellas son vulnerables. En cada ensayo descubría que eran personas reales, sorprendentes y maravillosas. Les dije: 'Actuad con el corazón'”.
Y eso es precisamente lo que hicieron: contaron sus historias sobre la vida en prisión, el abuso, el estigma, la soledad y la esperanza. La obra fue todo un éxito y llegó a los medios de comunicación kazajos.
La señora Kozlova empezó a consumir drogas cuando tenía 17 años, por lo que fue condenada a 17 años de prisión. “Todas las mujeres que salen de la cárcel ya son víctimas. Están rotas, son vulnerables, no saben cómo vivir o a dónde ir. Necesitan ayuda para ser fuertes.” Hace cuatro años acudió a la Fundación Revanche en busca de ayuda; allí encontró trabajo, una familia y una causa a la que dedicarse. “Sé por experiencia que el cambio es posible,” afirma.
Zulfiya Saparova vive con VIH desde hace 15 años; recibe terapia antirretroviral y trabaja como asesora para Equal to Equal Plus. Ha sido víctima de abuso y violencia y así lo cuenta desde el escenario. “La heroína que interpreto aparece en el escenario con una sartén en la mano. Esta historia está grabada a fuego en mi memoria: mi vecina siempre tenía los ojos morados. Su marido le propinaba palizas cuando estaba borracho. Una vez su hija vino a visitarla y entonces fue él quien apareció con un ojo morado. La hija pegó al marido con una sartén para proteger a su madre.
Natalya Kovaleva, trabajadora social para la Fundación Revanche, pasó ocho años en la cárcel. Su última condena fue a tres años y tratamiento obligatorio para la drogadicción. Hoy en día se dedica a la prevención del VIH entre jóvenes que consumen drogas. “Si no fuese por la Fundación Revanche, estaría o entre rejas o muerta,” afirma. “Aquí tengo una misión.”
La heroína a la que interpreta se enfrenta a la violencia física y psicológica, a palizas, a prohibiciones y al control. “No quiero dar pena, así que interpreté a una mujer fuerte e independiente que se niega a soportar el acoso. Esta es la historia de mi vida”, dice Kovaleva.
La Fundación Revanche ayuda a mujeres en situaciones complicadas, entre ellas mujeres que viven con VIH, que consumen drogas, niñas que viven en orfanatos y antiguas reclusas.
Elena Bilokon, directora de la Fundación Revanche, afirma que su trabajo está orientado a las mujeres más vulnerables y con el menor amparo social, ya que no hay programas estatales de apoyo para ellas. “Sí, el estado proporciona medicamentos a las personas que viven con VIH, pero no hay apoyo social o psicosocial. Tan solo este año, 285 mujeres que viven con VIH solicitaron nuestra ayuda”, añade.
“Hay una relación evidente entre la violencia contra la mujer y el VIH. Existen estudios que muestran que las mujeres que viven con el virus son más propensas a haber sido víctimas de violencia, y viceversa,” informa Gabriela Ionescu, Directora Nacional de ONUSIDA en Kazajstán. “Por eso, desde ONUSIDA se destaca la necesidad de tratar la violencia contra la mujer como una violación de los derechos humanos, así como de dar a las mujeres más vulnerables apoyo que incluya ayuda social y psicológica.”
La siguiente representación tendrá lugar el 1 de marzo, el día de la Cero Discriminación. La intención de las activistas es llevar la obra algunos centros penitenciarios de Kazajstán.