HIV integration

ONUSIDA aplaude a Argentina por la aprobación de su nueva ley de VIH basada en los derechos humanos

04 de julio de 2022

4 de julio de 2022—ONUSIDA felicita al Congreso argentino por la aprobación de una nueva ley de respuesta integral al VIH, las hepatitis virales, la tuberculosis y las infecciones de transmisión sexual (ITS). El proyecto de ley, que ha contado con el aporte de varias organizaciones de la sociedad civil, reemplaza la legislación de 30 años y cambia el rumbo de salud del país de un enfoque biomédico a un enfoque más centrado en el género y los derechos humanos. La nueva ley exige el fin del estigma y la discriminación contra las personas que viven con el VIH o las ITS y tiene como objetivo detener la criminalización de la exposición o transmisión del VIH.

Al prohibir las pruebas obligatorias de VIH y otras ITS como parte de los exámenes previos al empleo, la nueva ley también busca proteger contra la discriminación en todas las áreas (con énfasis en el lugar de trabajo) y garantiza la privacidad del diagnóstico.

“Nos unimos a la sociedad civil y movimientos comunitarios en esta importante celebración. La nueva ley está basada en evidencia y escrita desde la perspectiva de los derechos humanos”, celebra Alberto Stella, director de país de ONUSIDA para Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. “La respuesta al VIH en el país ahora cuenta con un amplio marco de protección social, muy en línea con la Estrategia Mundial de Sida (2021-2026), que se centra en terminar con las desigualdades para terminar con la epidemia de sida”.

Además de erradicar las prácticas discriminatorias, la nueva legislación también incluye la posibilidad de jubilación anticipada a los 50 años para las personas que lleven diez años conviviendo con el virus y hayan cotizado al menos 20 años de pensión. También permite acceder a una pensión no contributiva vitalicia en casos de vulnerabilidad social.

El nuevo proyecto de ley restituye una deuda histórica a decenas de activistas que ocuparon los balcones del Congreso en las últimas votaciones y a las miles de personas que viven con el VIH que representan. “Estamos un paso más cerca de eliminar las barreras para la implementación del autodiagnóstico y promover estrategias de prevención como la Profilaxis Pre-Exposición (PrEP)”, celebró la Fundación Huesped, una organización argentina con alcance regional que ha abogado por el derecho a la salud desde 1989.

La nueva ley también reconoce derechos específicos de las mujeres, garantiza el derecho a la salud de sus hijos y vela por el cumplimiento de los derechos reconocidos en la Ley de Protección Integral a la Mujer.

“Este es el resultado del trabajo articulado de la sociedad civil que no solo lideró su elaboración sino que también hizo un excelente y arduo trabajo de defensa”, dice Stella. “Junto con el Departamento Nacional de VIH, TB, Hepatitis e ITS del Ministerio de Salud, ONUSIDA pudo contribuir con los esfuerzos de promoción y facilitación de diálogos, proporcionando pruebas e informando sobre las directrices internacionales”.

El nuevo proyecto de ley también propone la producción nacional de medicamentos y suministros.

Las últimas estimaciones del Informe Mundial sobre el Sida de 2021 indican que 140 000 personas viven con el VIH en Argentina y de ellas el 65% están en tratamiento antirretroviral. Cada año, 5600 personas se infectan con el VIH y 1400 mueren de enfermedades relacionadas con el SIDA.

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

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UNAIDS Latin America
Daniel de Castro
decastrod@unaids.org

Consideraciones clave para integrar las intervenciones sobre el VIH y la salud mental

28 de abril de 2022

Una nueva publicación de ONUSIDA y la Organización Mundial de la Salud (OMS) enfatiza la importancia de integrar los servicios relacionados con el VIH con los de la salud mental y otras intervenciones, incluidas las vinculaciones a los servicios de protección social, para las personas que viven con el VIH y demás poblaciones vulnerables.

Los trastornos mentales aumentan el riesgo de infección por el VIH. Además, las personas que viven con el VIH tienen más probabilidades de padecer un trastorno mental, lo que está asociado con una menor permanencia en la atención para el VIH, un aumento de los comportamientos de riesgo y una menor participación en la prevención.

Cada vez existen más pruebas que demuestran que existen métodos de prevención, detección, diagnóstico y tratamiento de los trastornos mentales comunes (incluidas la depresión y la ansiedad), y que, además, pueden implementarse en países de renta media y baja. A pesar de esto, los servicios relacionados con la salud mental, los trastornos neurológicos y el uso de sustancias a menudo no están integrados en los paquetes de servicios y atención básicos, incluidos los del VIH.

“Sabemos que la integración de la detección, el diagnóstico, el tratamiento y la atención para los trastornos de la salud mental y el apoyo psicosocial con los servicios del VIH no tiene por qué suponer un coste elevado”, ha dicho Eamonn Murphy, director ejecutivo adjunto, a.i., del Programa. “Las soluciones integrales, centradas en las personas y específicas para los contextos locales aseguran mejores resultados en lo referente al VIH y la salud en general, así como al bienestar y la calidad de vida”.

La publicación está dirigida, principalmente, a los legisladores nacionales y locales; a los ejecutores de programas a nivel global, nacional, regional y local; a las organizaciones y proveedores de servicios relacionados con la salud, el VIH, la salud mental y otros; a la sociedad civil; y a las organizaciones y promotoras comunitarias y lideradas por la comunidad.

Aunque el foco se encuentra en la integración de los servicios para la salud mental con los del VIH y otras intervenciones, las consideraciones de la publicación pueden ser relevantes para otros servicios, incluidos aquellos para las comorbilidades del VIH como la tuberculosis, la hepatitis viral y las infecciones de transmisión sexual.

“Nuestra publicación reúne en un mismo documento y proporciona una compilación de numerosas herramientas, prácticas óptimas, directrices (incluidas las de la OMS) y análisis casuísticos que pueden inspirar a los países y facilitar la integración de las intervenciones y los servicios, con el objetivo de abordar sobre el terreno los problemas interconectados de la salud mental y el VIH”, afirmó Meg Doherty, directora de los programas mundiales de VIH, hepatitis e infecciones de transmisión sexual de la OMS.

“Con esta publicación conjunta de ONUSIDA y la OMS esperamos poder apoyar a los países, los proveedores de servicios y otros profesionales de la salud, así como a los legisladores, ejecutores de programas y comunidades, en sus esfuerzos para enfrentarse de manera eficaz al VIH y a los trastornos de la salud mental, los neurológicos y los causados por el uso de sustancias, de cara a las personas afectadas” , dijo Devora Kestel, directora del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS.

La integración del apoyo psicosocial y para la salud mental con los servicios e intervenciones relacionados con el VIH, incluidos los liderados por las comunidades, es una de las acciones prioritarias clave de la Estrategia Mundial sobre el Sida 2021-2026: Poner fin a las desigualdades, poner fin al sida, y de la Declaración política de 2021 de la Asamblea General de las Naciones Unidas: Acabar con las desigualdades y estar en condiciones de poner fin al sida para 2030. Ambos documentos piden que se aborden los problemas interconectados del VIH y la salud mental a través de servicios integrales a base de inversiones en sistemas para la protección social robustas, resilientes, justas y financiadas públicamente, así como de la eliminación de las desigualdades, el estigma y la discriminación.

La nueva publicación recalca que la epidemia de sida no puede acabar sin antes tratar la salud mental de las personas que viven con el VIH, las que tienen riesgo de infectarse o las afectadas por él. Esto aseguraría el acceso a los servicios del VIH para las personas con problemas y trastornos de la salud mental, y lograría la cobertura sanitaria universal.

Integration of mental health and HIV interventions — Key considerations

40 años de la respuesta al sida

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Declaración de Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA, con motivo del Día Mundial de la Salud

07 de abril de 2021

Winnie Byanyma, Directora Ejecutiva de ONUSIDA y Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas

7 de abril de 2021

Tisha (nombre ficticio), una joven de los barrios marginales del este de África, había cumplido tres semanas de retraso en la fecha de parto cuando fue remitida urgentemente al centro de maternidad de la capital.

Bajo atención médica especializada, Tisha dio a luz a un niño sano, al que llamó Okello. Sin embargo, en lugar de ser un momento de alegría para Tisha y su familia, cuando no pudo pagar los 30 dólares por los gastos de parto, el hospital se negó a darle el alta.

Fue trasladada de inmediato a un pabellón especial de retención que albergaba a otras 42 madres pobres y se le asignó una cama que ya compartían dos mujeres y sus bebés. A Tisha y Okello no se les permitía irse hasta que ella pagara la factura, que, según le dijeron las enfermeras, aumentaría cada día. Ambos fueron retenidos hasta que ella pudo encontrar el dinero para pagar la factura.

Esta trágica historia es, en realidad, muy común. Pagar por la salud es la forma más regresiva de financiar la atención sanitaria. Sin embargo, según el Banco Mundial, dos tercios de los países africanos cobran tasas a los pacientes en todos los servicios de atención.

Diez mil personas mueren cada día porque no pueden acceder a la atención sanitaria y el coste de los servicios sanitarios supone que cada año 100 millones de personas se vean abocadas a la pobreza extrema al tener que pagar por ellos. Eso equivale a tres personas cada segundo.

Estas enormes desigualdades en la atención sanitaria siguen aumentando a medida que los sistemas sanitarios de todo el mundo se vuelven cada vez más lucrativos. Muchos de los países más pobres del mundo intentan vender la sanidad a través de los seguros médicos y las tarifas a los pacientes. Sin embargo, ¿cómo se puede vender la sanidad a alguien que no tiene ni siquiera lo básico para sobrevivir, a alguien que no tiene trabajo y que sufre para poder comer?

Muchos gobiernos afirman que no pueden costear la sanidad, pero la realidad es que pueden hacerlo si aplican impuestos progresivos para que todo el mundo pague su parte justa, impiden que las empresas escondan sus beneficios en el extranjero y acaban con las exenciones fiscales. Esto contribuiría en gran medida a equilibrar las patentes desigualdades en el acceso a los servicios públicos, incluida la atención sanitaria.

Estos modelos con ánimo de lucro han fragmentado unos sistemas sanitarios ya de por sí débiles que excluyen a muchas personas: personas pobres, lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersexuales, reclusos, trabajadores sexuales, personas que se inyectan drogas y numerosos grupos marginados. La financiación de la sanidad no es equitativa. Además, la privación de los derechos humanos de los grupos marginados les niega el acceso a una atención sanitaria de calidad.

Las desigualdades en los derechos humanos desencadenan desigualdades también en la sanidad. El derecho a la salud y a la sanidad para TODOS es parte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Aquí se establece lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, la ropa, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad“.

Los mayores avances en el ámbito de la sanidad se han producido a menudo en respuesta a una gran crisis: pensemos en los sistemas sanitarios de Europa y Japón después de la Segunda Guerra Mundial, o en el hecho de que el sida propiciara la atención sanitaria universal en Tailandia.

Ahora, en medio de la crisis de COVID-19, los líderes de todo el mundo tienen la oportunidad de construir los sistemas sanitarios que siempre fueron necesarios y que no pueden posponerse por más tiempo. No podemos hacer pequeños ajustes, necesitamos cambios radicales y significativos. La respuesta a la COVID-19 nos brinda la oportunidad de cambiar las reglas y garantizar la igualdad.

En el Día Mundial de la Salud de 2021, hagamos ese llamamiento para garantizar que la vida de las personas esté por encima de los intereses lucrativos. Consigamos que los gobiernos se comprometan a garantizar que todos, sin discriminación, tengan acceso a una atención sanitaria de calidad. El derecho a la sanidad es un derecho humano inalienable.

Esta crisis del coronavirus en la que nos encontramos hoy podría, como otras crisis mundiales anteriores, propiciar las soluciones globales y nacionales en materia de atención sanitaria que tanto necesitamos. ¡Aprovechemos el momento!

ONUSIDA

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Un nuevo Laboratorio de políticas para el VIH recurre a los datos referentes a leyes y políticas en la respuesta al VIH

29 de septiembre de 2020

WASHINGTON, D.C./GINEBRA, 29 de septiembre de 2020—Pese a las décadas de avances científicos en la respuesta al VIH, el progreso en el mundo sigue siendo desigual. Mientras que algunos países están reduciendo rápidamente las muertes relacionadas con el sida y las nuevas infecciones por el VIH, otros están siendo testigos del crecimiento acelerado de la epidemia. Las leyes y políticas que se están aprobando son, en parte, responsables de tal divergencia. 

Lanzado hoy mismo, el Laboratorio de políticas para el VIH consiste en una iniciativa única para agrupar y supervisar las leyes y políticas relacionadas con el VIH vigentes en todo el mundo. 

«Las leyes y políticas son cuestiones de vida o muerte cuando hablamos del VIH. Pueden bien garantizarnos el acceso a lo mejor que la ciencia puede ofrecernos y ayudar a las personas a hacer realidad sus derechos y vivir dignamente, bien convertirse en grandes obstáculos que impiden el bienestar de las personas. Al igual que con el resto de cuestiones importantes, en materia de sida debemos ser críticos con las políticas que nos rodean y aunar esfuerzos para transformarlas y convertirlas en un aspecto clave de la respuesta al sida», señala Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA.

El Laboratorio de políticas para el VIH es una herramienta que permite la comparación y la visualización de datos, y que facilita el seguimiento de las distintas políticas nacionales respecto a los 33 indicadores diferentes en 194 países de todo el mundo, lo que nos da una visión general de las políticas existentes. El objetivo es mejorar la transparencia, la capacidad para comprender y utilizar la información más fácilmente, y la habilidad para comparar países, con el fin de apoyar, por un lado, a los Gobiernos a la hora de aprender de sus vecinos y de la sociedad civil, todo ello para incrementar la responsabilidad, y, por otro, a los investigadores, para que puedan así estudiar el impacto que las leyes y las políticas ejercen sobre la pandemia del VIH. 

Según Matthew Kavanagh, director de Políticas Sanitarias Mundiales e Iniciativas Políticas en el Instituto O’Neill de la Universidad de Georgetown, «las políticas que se adoptan reflejan cómo los Gobiernos hacen avanzar la ciencia. Si queremos mejorar el modo en que las políticas se utilizan para mejorar los resultados en lo referente a la salud, es fundamental supervisar y evaluar las distintas políticas existentes».

«El reducir el estigma y el facilitar el acceso a los cuidados es fundamental para mejorar la existencia de las personas que viven con el VIH, y ambas cosas son consecuencia directa de las elecciones en cuanto a políticas que se hagan. El poder seguir dichas elecciones se torna una herramienta clave para mejorarlas y para garantizar la justicia y la igualdad para todas las personas que viven con el VIH», apunta Rico Gustav, director ejecutivo de la Red mundial de personas que viven con el VIH.

El Laboratorio de políticas para el VIH recaba información extraída de los Compromisos nacionales y el instrumento de políticas, de diversos documentos legales, de informes de los Gobiernos y de análisis independientes, para crear conjuntos de datos que se puedan comparar entre los distintos países y de acuerdo con diferentes temas. El propósito del Laboratorio de políticas para el VIH es ayudar a identificar y abordar las brechas existentes entre las pruebas y las políticas, y ayudar a construir una sólida responsabilidad para lograr una respuesta basada en políticas para el VIH que resulte más inclusiva y eficaz, y que parta de los derechos humanos y la ciencia.

El Laboratorio de políticas para el VIH nace de la colaboración entre la Universidad de Georgetown y el Instituto O’Neill para trabajar sobre las leyes nacionales y mundiales en materia sanitaria, ONUSIDA, la Red mundial de personas que viven con el VIH y Talus Analytics.

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Laboratorio de políticas para el VIH

El informe de ONUSIDA sobre la epidemia mundial de sida muestra que los objetivos de 2020 no se cumplirán debido a un éxito profundamente desigual; COVID-19 arriesga desviar los avances en VIH fuera de curso

06 de julio de 2020

Los objetivos no cumplidos han dado como resultado 3,5 millones más de infecciones por el VIH y 820.000 más muertes relacionadas con el sida desde 2015 en relación con lo que podría haberse logrado si el mundo estuviera en el camino planeado para alcanzar los objetivos establecidos para 2020. Además, la respuesta podría retrasarse en 10 años o más si la pandemia de COVID-19 provoca graves interrupciones en los servicios para el VIH.

GINEBRA, 6 de julio de 2020— Un nuevo informe de ONUSIDA muestra un progreso notable, pero muy desigual, especialmente en la expansión del acceso a la terapia antirretroviral. Debido a que los logros no se han compartido por igual dentro y entre los países, no se alcanzarán los objetivos globales de VIH establecidos para 2020. El informe, Aprovechando el momento, advierte que incluso los beneficios obtenidos podrían perderse y el progreso se estancaría aún más si no actuamos. Destaca cuán urgente es para los países duplicar los esfuerzos de respuesta al VIH y actuar con mayor urgencia para llegar a los millones de personas que aún quedan atrás.

“Se requiere de una acción decisiva todos los días en la próxima década, para que el mundo vuelva a su camino para poner fin a la epidemia de sida para 2030", dijo Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA. “Se han salvado millones de vidas, particularmente las vidas de mujeres en África. El progreso realizado por muchos debe ser compartido por todas las comunidades en todos los países. El estigma y la discriminación y las desigualdades generalizadas son barreras importantes para poner fin al sida. Los países necesitan orientarse por la evidencia y cumplir con sus responsabilidades con los derechos humanos.”

Catorce países han alcanzado las metas de tratamiento del VIH 90–90–90 (que 90% de las personas que viven con el VIH conozcan su estado serológico con respecto al VIH; que un 90% de los que conocen dicho estado tengan acceso a tratamiento; y que un 90% de las personas en tratamiento para el VIH tengan la carga viral suprimida). Entre ellos está Eswatini, que tiene una de las tasas de prevalencia de VIH más altas del mundo, con un 27% en 2019, y que, habiendo superado las metas para 2020, está en camino de alcanzar las metas 95-95-95, previstos para 2030.

Millones de vidas se han salvado y millones de nuevas infecciones por el VIH han sido prevenidas con la ampliación de la terapia antirretroviral. Sin embargo, 690.000 personas murieron de enfermedades relacionadas con el Sida el año pasado y 12,6 millones de los 38 millones de personas que viven con el VIH no tuvieron acceso al tratamiento que puede salvar sus vidas.

“No podemos descansar por nuestros éxitos, ni desanimarnos por los contratiempos. Debemos asegurarnos de que nadie se quede atrás. Debemos cerrar las brechas. Estamos apuntando a 100–100–100”, dijo Ambrose Dlamini, el Primer Ministro de Eswatini.

El mundo está muy atrasado en la prevención de nuevas infecciones por VIH. Unos 1,7 millones de personas se infectaron recientemente con el virus, más de tres veces la meta mundial. Ha habido progresos en África Oriental y Meridional, donde las nuevas infecciones por el VIH se han reducido en un 38% desde 2010. Esto está en marcado contraste con Europa Oriental y Asia Central, que ha visto un asombroso aumento del 72% en las nuevas infecciones por VIH desde 2010. Las nuevas infecciones por el VIH también han aumentado en un 22% en el Medio Oriente y África del Norte, y en un 21% en América Latina.

Aprovechando el momento muestra un progreso desigual, con demasiadas personas y poblaciones vulnerables que están quedando atrás. Alrededor del 62% de las nuevas infecciones por el VIH ocurrieron entre poblaciones clave y sus parejas sexuales, incluidos los hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, trabajadoras sexuales, personas que se inyectan drogas y personas privadas de libertad, a pesar de que constituyen una proporción muy pequeña de la población general

El estigma y la discriminación, junto con otras desigualdades sociales y exclusión, están demostrando ser barreras significativas. Las poblaciones marginadas que temen el juicio, la violencia o el arresto luchan por acceder a servicios de salud sexual y reproductiva, especialmente aquellos relacionados con la anticoncepción y la prevención del VIH. El estigma contra las personas que viven con el VIH sigue siendo común: al menos 82 países penalizan alguna forma de transmisión, exposición o no divulgación del VIH; el trabajo sexual está criminalizado en al menos 103 países; y al menos 108 países penalizan el consumo o la posesión de drogas para uso personal.

Las mujeres y las niñas en África subsahariana continúan siendo las más afectadas y representaron el 59% de todas las nuevas infecciones por VIH en esa región en 2019, con 4.500 niñas adolescentes y mujeres jóvenes entre 15 y 24 años infectadas con VIH cada semana. Las mujeres jóvenes representaron el 24% de las nuevas infecciones por el VIH en 2019, a pesar de representar solo el 10% de la población en África subsahariana.

Sin embargo, donde los servicios de VIH se brindan de manera integral, los niveles de transmisión del VIH se reducen significativamente. En Eswatini, Lesotho y Sudáfrica, una alta cobertura de opciones de prevención combinada, que incluyen apoyo social y económico para mujeres jóvenes y altos niveles de cobertura de tratamiento y supresión viral para poblaciones previamente no alcanzadas, han reducido las brechas de desigualdad y han reducido la incidencia de nuevas infecciones por el VIH. 

La pandemia de COVID-19 ha impactado seriamente la respuesta al Sida y podría deteriorarla aún más. Una interrupción completa de seis meses en el tratamiento del VIH podría causar más de 500.000 muertes adicionales en África subsahariana durante el próximo año (2020–2021), devolviendo a la región a los niveles de mortalidad por Sida de 2008. Incluso una interrupción del 20% podría causar 110.000 muertes adicionales.

“Aquellos de nosotros que sobrevivimos al VIH y luchamos por la vida y el acceso al tratamiento y la atención no podemos permitirnos perder las ganancias que nos demandaron tanto esfuerzo para obtenerlas. En algunos países latinoamericanos estamos viendo cómo los recursos, medicamentos, personal de salud y materiales para el VIH se están trasladando a la lucha contra la COVID-19”, dijo Gracia Violeta Ross, presidenta de la Red Boliviana de Personas que viven con el VIH. “Se ignoran algunas buenas lecciones y prácticas de la respuesta al VIH, como la participación significativa y la rendición de cuentas. No permitiremos que el VIH se quede atrás".

Para combatir las epidemias convergentes de VIH y COVID-19, ONUSIDA y sus socios lideran un llamado global para una vacuna universal contra la COVID-19, que ha sido firmado por más de 150 líderes mundiales y expertos que exigen que todas las vacunas, tratamientos y pruebas sean libre de patentes, producidos en masa y distribuidos de manera justa y gratuita para todos.

ONUSIDA también insta a los países a aumentar las inversiones para ambas enfermedades. En 2019, la financiación para el VIH cayó un 7% desde 2017, a US $ 18,6 mil millones. Este revés significa que la financiación es un 30% inferior a los US $ 26,2 mil millones necesarios para responder eficazmente al VIH en 2020.

“No podemos tener países pobres al final de la fila. Las personas no deben depender del dinero en su bolsillo o del color de su piel para protegerse contra estos virus mortales", dijo la Sra. Byanyima. “No podemos tomar dinero de una enfermedad para tratar otra. La respuesta tanto para el VIH como la COVID-19 deben estar totalmente financiados para evitar la pérdida masiva de vidas".

ONUSIDA

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Hoja informativa — Últimas estadísticas sobre el estado de la epidemia de sida

Diapositivas clave sobre epidemiología

Informe (inglés)

Data book (inglés)

Los kioscos sanitarios están logrando ampliar los servicios relacionados con el VIH en Zimbabwe

18 de diciembre de 2019

Al recorrer Zimbabwe en coche un sábado o domingo cualquiera, se descubren muchos lugares dedicados al culto religioso. En algunos casos se trata de estructuras fijas, mientras que en otros son móviles. Algunos servicios religiosos se celebran incluso bajo árboles o en espacios abiertos.

Son muchas las personas religiosas que habitan en Zimbabwe. La comunidad apostólica es una gran secta religiosa que disuadía a sus miembros de buscar ayuda médica, incluidos los servicios del VIH, y apostaba por la oración como cura. Como consecuencia de ello, muchas personas contrajeron enfermedades prevenibles que, sin embargo, las llevaron a la muerte. No obstante, desde la puesta en marcha de los llamados kioscos sanitarios, la comunidad está animando a sus miembros a acceder a la atención sanitaria.

David Adashe (nombre ficticio), un líder apostólico en Gokwe Norte, explicó que los servicios sanitarios prestados por voluntarios de la Iglesia formados por el ministerio de sanidad de Zimbabwe ayudaron a su congregación a acceder a la tan necesitada información referente a la prevención del VIH. Describió ese proceso como «un paso de la oscuridad más absoluta a una claridad total».

El Sr. Adashe comentó cómo había cambiado el punto de vista de su congregación respecto a la búsqueda de asistencia en materia de salud procedente de las instalaciones sanitarias. Ahora salen a buscar atención médica, reciben asesoramiento procedente de voluntarios preparados para ello y son derivados a centros sanitarios cuando requieren servicios adicionales. «Yo era muy ingenuo y me negaba a tomarme en serio las cuestiones relacionadas con la salud. Sin embargo, ahora, desde que apareció el programa de los kioscos sanitarios, me siento más capacitado. Ahora soy yo quien anima a mi familia a que acceda a los servicios sanitarios que le puede ofrecer la clínica», cuenta.

Desde marzo de 2018, World Vision Zimbabwe, en colaboración con el ministerio de salud y atención a la infancia, ha capacitado a los líderes confesionales como el Sr. Adashe y a los voluntarios de la Iglesia impartiendo cursos de formación y creando espacios seguros a través de los cuales acercar la información y los servicios sanitarios a sus congregaciones.

Un voluntario de un kiosco sanitario en Gwanda señalaba que «como voluntario, observé que, antes, para algunas personas resultaba difícil el viajar a la clínica de su localidad por sí mismos en busca de asistencia médica. Pero, ahora, desde el inicio del programa, resulta sencillo, ya que, con los kioscos sanitarios, tienen acceso a la información justo al salir de su casa».

Muchos de los centros de culto que participan en el programa de los kioscos sanitarios reconocen haber visto cómo, gracias a dicho programa, se ha triplicado el acceso al tratamiento del VIH y a la información sanitaria. La mitad de las personas que solicitó información referente al VIH se realizó la prueba y obtuvo sus resultados. Aquellos cuyos resultados fueron positivos iniciaron una terapia antirretrovírica y recibieron apoyo para ser atendidos por voluntarios de la Iglesia formados para ello.

Los líderes confesionales y los voluntarios de la Iglesia desempeñan un papel clave a la hora de controlar la epidemia del VIH. Atienden a sus miembros, crean espacios seguros para el intercambio de información y se ganan la confianza de las personas. El contacto periódico con las congregaciones permite a los voluntarios cubrir la brecha existente en los servicios para llegar a quienes más ayuda necesitan. Los kioscos sanitarios sirven asimismo como plataformas efectivas y sostenibles para acercar a las comunidades religiosas y no religiosas con el fin de abordar las necesidades sanitarias de sus miembros y proveer espacios seguros en los que tratar otras cuestiones relacionadas con la salud.

«Los hallazgos realizados por el programa de los kioscos sanitarios son prometedores en cuanto a la erradicación de la epidemia del VIH. Este es un ejemplo clave de respuestas lideradas por, para y dentro de las comunidades religiosas, en el que se ve cómo las comunidades proporcionan espacios seguros para sus miembros y les prestan apoyo. Estos tipos de respuestas son esenciales para acabar con las nuevas infecciones por el VIH y con las muertes relacionadas con el sida, y resultan vitales para hacer realidad el objetivo de la cobertura sanitaria universal», recalcó Laurel Sprague, responsable del departamento de movilización y apoyo a las comunidades, justicia e inclusión social de ONUSIDA.

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