International leadership


Press Release
Asamblea Mundial de la Salud: ONUSIDA insta a los líderes mundiales a abordar las desigualdades y respetar los derechos humanos para acabar con las pandemias emergentes
24 Mayo 2022 24 Mayo 2022GINEBRA, 24 de mayo de 2022. En la septuagésima quinta Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en Ginebra (Suiza), ONUSIDA ha instado a los líderes mundiales a abordar las desigualdades a nivel mundial que alimentan pandemias como la del VIH o la COVID-19. ONUSIDA destacó que el respeto hacia los derechos humanos de todos es esencial para conseguir una buena salud en todo el planeta.
En el discurso que pronunció hoy ante la Asamblea Mundial de la Salud la Directora Ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, instó a los líderes mundiales a establecer como prioridad urgente la inversión necesaria para acabar con la pandemia de sida, así como para preparar el mundo mejor para pandemias futuras y garantizar la seguridad sanitaria de toda la población.
«Es preocupante lo poco preparado que sigue estando el mundo para frenar las pandemias actuales o prevenir las futuras porque no disponemos de planes eficaces para garantizar el acceso a las tecnologías de la salud ni para otorgar financiación a organizaciones de respuesta a las pandemias lideradas por la comunidad», señaló Byanyima. «Podemos combatir las pandemias y proteger la salud de todos si somos atrevidos y afrontamos las desigualdades; si ponemos los derechos humanos en el centro de nuestra respuesta».
El discurso de Byanyima trató las tres áreas centrales de la preparación para pandemias: el acceso, la financiación y las comunidades.
Comunidades. Para combatir las pandemias y proteger la salud de todas las personas, necesitamos organizaciones lideradas por la comunidad que dispongan de financiación suficiente para proporcionar servicios, divulgación e información fiable como parte esencial de la respuesta de la salud pública. Las comunidades, que conocen mejor la situación sobre el terreno y tienen relaciones fundamentales de confianza, deben disponer de los recursos y el espacio necesarios para trabajar.
Acceso. Para poner fin a la epidemia de sida, vencer a la COVID-19 y frenar las pandemias del futuro, es fundamental que todo el mundo tenga acceso a las tecnologías de la salud que salvan vidas y pueden combatir las pandemias. Necesitamos sustituir las normas de propiedad intelectual actuales, que restringen el acceso a medicamentos que salvan vidas para las personas del hemisferio sur, por otras que obliguen a compartir las tecnologías. Esto garantizaría el acceso a las vacunas y a los tratamientos para la COVID-19 y a nuevos medicamentos emergentes de acción prolongada para la prevención y tratamiento del VIH, así como a medicinas necesarias para prevenir otras pandemias.
Financiación. Nuestra seguridad sanitaria colectiva y la eficacia de las respuestas mundiales a las pandemias requieren que les proporcionemos una financiación adecuada. Esto incluye proporcionar financiación íntegra al Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. Supone, además, que los países de renta media y baja puedan aumentar su inversión en salud a través de la movilización progresiva de recursos domésticos y de la solidaridad internacional, en lugar de verse perjudicados por la deuda pública o marginados en la asignación de derechos especiales de giro en el Fondo Monetario Internacional.
Durante la Asamblea Mundial de la Salud, ONUSIDA celebró el progreso que se ha logrado en el desarrollo de un nuevo instrumento de preparación y respuesta a las pandemias y señaló que esta debería incluir los siguientes elementos fundamentales:
- Situar los derechos humanos en el núcleo de la respuesta a las pandemias.
- Poner a las comunidades en el centro, incluida su participación en la arquitectura de la preparación y respuesta a las pandemias a escala nacional, regional y mundial.
- Garantizar el acceso a las tecnologías de la salud y a contramedidas sanitarias como bienes de salud pública, de modo que se garantice el acceso equitativo para aquellos que lo necesitan.
- Construir sistemas de datos basados en la población que sean capaces de poner en relieve las desigualdades.
- Apoyar al personal sanitario, incluidos los trabajadores comunitarios de la salud que trabajan en la primera línea de las pandemias.
ONUSIDA también felicitó afectuosamente a Tedros Adhanom Ghebreyesus por su reconfirmación como Director General de la Organización Mundial de la Salud durante la Asamblea Mundial de la Salud. “¡Felicidades Tedros, hermano mío! Tenemos muchas ganas de seguir trabajando juntos para garantizar la salud de todos”, dijo Byanyima.
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Opinion
No podemos permitir que la guerra en Ucrania paralice el tratamiento del VIH, la TB y la COVID-19 en Europa del Este
09 Marzo 2022
09 Marzo 2022 09 Marzo 2022Por Michel Kazatchkine — Este artículo se publicó originalmente en The Telegraph
No es ninguna sorpresa que la Organización Mundial de la Salud (OMS) esté pidiendo que oxígeno y suministros médicos esenciales lleguen de forma segura a quienes los necesitan en Ucrania, a la vez que está tratando de garantizar el buen tránsito de los envíos que pasan por Polonia. Pero esta petición tampoco es una novedad. Esto ya había ocurrido antes.
La anexión de Crimea por parte de Rusia y el conflicto en los óblast de Donetsk y Lugansk del este de Ucrania en 2014 pusieron en peligro el suministro de medicamentos para el VIH y la tuberculosis. A pesar de los enfrentamientos vividos durante los últimos ocho años, gracias a los precarios esfuerzos transfronterizos y a la financiación del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria fue posible evitar el desabastecimiento de los fármacos en los territorios separatistas.
Cabe suponer que, si Rusia ocupa nuevos territorios de Ucrania, los retos para garantizar el acceso de las personas con tuberculosis y VIH a esos medicamentos serán igual de importantes y de alto riesgo o incluso imposibles.
Las autoridades separatistas del Dombás y la administración rusa en Crimea también interrumpieron bruscamente la terapia con agonistas opiáceos (TAO) para los usuarios de drogas inyectables, lo cual provocó mucho sufrimiento y muertes por sobredosis y suicidio.
Las ONG que trabajaban con las comunidades afectadas en el Dombás fueron clausuradas. Décadas de lucha contra el VIH y la tuberculosis nos han enseñado lo importantes que son la sociedad civil, el liderazgo comunitario y los derechos humanos para acabar con estas enfermedades.
La Federación de Rusia se niega a aceptar la TAO como una medida de reducción de daños que disminuye el riesgo de transmisión del VIH por compartir agujas.
En cambio, Ucrania es una importante defensora de la reducción de daños y cuenta con programas de TAO e intercambio de agujas. Esto es muy importante en Europa oriental y Asia central, donde aún se registra el crecimiento más rápido de la epidemia de VIH en el mundo.
En esta región, unas 1,6 millones de personas viven con el VIH (el 70 % en Rusia) y alrededor de 146 000 contraen la infección cada año. El consumo de drogas representa aproximadamente el 50 % de las nuevas infecciones, pero las relaciones sexuales sin protección se convertirán en la principal causa en los próximos años.
Sin embargo, Ucrania ha sido uno de los países de la región con más éxito a la hora de garantizar el acceso a los medicamentos antirretrovirales: 146 500 personas en el último año.
Estos logros peligraban antes de las hostilidades, ya que las restricciones de COVID-19 provocaron el descenso de una cuarta parte del total de personas que se sometieron a las pruebas en 2020. Las próximas semanas y meses de guerra harán que esta iniciativa se derrumbe por completo.
Europa del Este también sigue siendo el epicentro mundial de la tuberculosis multirresistente. A pesar de los avances conseguidos en los últimos diez años, la prevalencia de la tuberculosis, los niveles de mortalidad y, sobre todo, la incidencia de la tuberculosis multirresistente siguen siendo elevados en Ucrania, que es el país con el segundo mayor número de casos de la región.
La tuberculosis farmacorresistente representa alrededor del 27,9 % de los nuevos pacientes con tuberculosis y el 43,6 % de los pacientes tratados previamente, y el éxito del tratamiento de la tuberculosis multirresistente es de un 50 %.
Si en 2020 la COVID-19 redujo a la mitad la detección de casos, es posible que la actual guerra la elimine por completo.
A medida que los sistemas sanitarios se colapsan y los servicios de tratamiento y prevención se ven paralizados, la mortalidad por VIH, tuberculosis, tuberculosis multirresistente y COVID-19 aumentará rápidamente en Ucrania. Cientos de miles de personas han sido desplazadas internamente y en ciudades como Leópolis se están agotando los medicamentos y los suministros médicos.
Desafortunadamente, las consecuencias de la invasión no sólo afectarán a Ucrania: más de un millón de refugiados ya han huido para salvar sus vidas. Esto tendrá consecuencias en las ciudades fronterizas y en zonas de Europa central, cuya respuesta a la tuberculosis, el VIH y, más recientemente, la COVID-19, ha sido deficiente.
Las localidades y países vecinos tendrán que anticiparse y hacer frente a una avalancha de nuevas necesidades sanitarias. Estamos en una encrucijada: la cooperación y la solidaridad internacionales con Europa del Este no han sido protagonistas en la respuesta global a la pandemia durante los dos últimos años.
La llegada de los suministros sanitarios de la OMS y la apertura de un corredor seguro para el paso de refugiados son retazos de buenas noticias dentro de esta tragedia en curso, pero necesitamos mucho más.
Hay que proteger los sistemas e instalaciones sanitarios, los cuales deben ser funcionales, seguros y accesibles para todos los que necesitan servicios médicos esenciales, así como a los trabajadores de la salud.
Michel Kazatchkine es director de curso en el Graduate Institute for International Affairs and Development en Ginebra, Suiza, y antiguo enviado especial del secretario general de las Naciones Unidas y de ONUSIDA para el VIH y el sida en Europa oriental y Asia central. Anteriormente fue director ejecutivo del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.
Region/country


Feature Story
Participación de la UE en la Alianza Mundial en el Día de la Cero Discriminación
03 Marzo 2022
03 Marzo 2022 03 Marzo 2022El 1 de marzo, Marc Angel, diputado del Parlamento Europeo y antiguo defensor de los objetivos 90-90-90 del tratamiento del VIH, organizó un acto parlamentario virtual con motivo del Día de la Cero Discriminación. El evento, coorganizado por la Alianza Mundial de Acciones para Eliminar Todas las Formas de Estigma y Discriminación Relacionadas con el VIH (Alianza Mundial), reunió a ponentes de alto nivel comprometidos con acabar con la discriminación en la Unión Europea (UE) y fuera de ella.
Los ponentes hablaron sobre las violaciones de derechos relacionadas con el VIH, las barreras sociales, entre ellas las leyes y políticas, y el estigma y la discriminación subyacentes que agravan la pandemia del sida. Basándose en su propio trabajo y experiencias, debatieron sobre cómo la UE y sus Estados miembros podrían impulsar el trabajo de la Alianza Mundial para acabar con las leyes, políticas y prácticas discriminatorias en la UE, así como en los países asociados.
"El estigma y la discriminación perjudican a la lucha contra el VIH/sida, pues suponen un importante obstáculo a la hora de solicitar pruebas y de acceder al tratamiento o de mantenerlo", dijo Helena Dalli, comisaria de Igualdad de la UE. "Podemos, y debemos, luchar contra el estigma y la discriminación relacionados con el VIH, hacernos oír, recopilar pruebas y difundir datos y conocimientos".
Las pruebas recogidas por las redes comunitarias y las organizaciones de la sociedad civil revelan niveles significativos de estigmatización y discriminación, así como otras violaciones de los derechos humanos que sufren las personas que viven y están afectadas por el VIH en la UE, situación que se ha visto agravada por la pandemia de COVID-19.
"En el ámbito de la UE, todavía existen desigualdades que van en aumento y que suponen un gran obstáculo para la respuesta al VIH", afirmó Ferenc Bagyinszky, Coordinador Ejecutivo de AIDS Action Europe. "La Estrategia mundial contra el sida ofrece una excelente oportunidad para que la UE y sus Estados miembros, junto con las comunidades, trabajen para acabar con estas desigualdades, especialmente en relación con los objetivos 10-10-10".
"La UE puede contribuir de forma decisiva a acabar con el estigma y la discriminación relacionados con el VIH mediante la creación de vínculos con sus diversos proyectos de derechos humanos e igualdad de género", afirmó Mandeep Dhaliwal, Directora del Grupo VIH, Salud y Desarrollo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
"Si utiliza su experiencia, sus recursos y su liderazgo político para ayudar a las comunidades y a los países asociados a poner fin al estigma y a la discriminación relacionados con el VIH allí donde existan, la UE puede contribuir enormemente a encarrilar la respuesta al VIH", dijo Matthew Kavanagh, director ejecutivo adjunto, a.i., de Política, Defensa y Conocimiento de ONUSIDA.
Hasta la fecha, 29 países, ninguno de los cuales es miembro de la UE, se han unido a la Alianza Mundial.
Franz Fayot, Ministro de Cooperación para el Desarrollo y Asuntos Humanitarios de Luxemburgo, anunció el apoyo de su país a la Alianza Mundial, convirtiéndose en el primer Estado miembro de la UE en hacerlo. "Apoyamos el trabajo de la Alianza Mundial y la aplaudimos por el papel que desempeña ayudando a que los países alcancen los objetivos 10-10-10, eliminando las leyes que perjudican y creando leyes que empoderan. El enfoque estratégico y la plataforma inclusiva de la Alianza Mundial, que permiten gestionar las diversas violaciones de los derechos humanos a las que se enfrentan las personas que viven con el VIH y las poblaciones marginadas, serán fundamentales para hacer frente a las prácticas discriminatorias contraproducentes", dijo el Sr. Fayot.
"La Alianza Mundial es una oportunidad única para que la UE y sus Estados miembros pongan fin a las injusticias y desigualdades interseccionales y así conseguir una Europa y un mundo resistentes frente a las pandemias", afirmó el Sr. Angel.
Catharina Rinzema, diputada del Parlamento Europeo, destacó la importancia de hablar abiertamente sobre el VIH, a fin de corregir ideas erróneas y ayudar al público a informarse. También habló del estigma y la discriminación que sufren las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales en la UE. "Deberíamos tener una política de donación de sangre en la que no importe con quién se tienen relaciones sexuales, sino si éstas son seguras", afirmó.
Maria Walsh, diputada del Parlamento Europeo, señaló los efectos que el estigma y la discriminación tienen en la salud mental y el bienestar de las personas que viven con el VIH e instó a elaborar una estrategia de salud mental en la UE que sea inclusiva y exhaustiva. "Para acabar con el estigma y empoderar a las personas seropositivas, es esencial que hablemos de manera abierta y honesta sobre las experiencias que han vivido", dijo.
El Sr. Angel se despidió instando a los Estados miembros de la UE a unirse a la Alianza Mundial y destacó la necesidad de una actuación global y conjunta para progresar de forma significativa en la lucha por acabar con el estigma relacionado con el VIH, la discriminación, las desigualdades y el sida antes del año 2030.


Feature Story
Las inversiones en VIH, sanidad y pandemias son vitales para la recuperación económica en África
15 Febrero 2022
15 Febrero 2022 15 Febrero 2022Líderes y expertos en sanidad y financiación mundial se reunieron en un evento virtual de alto nivel para abordar uno de los problemas más acuciantes del mundo actual: la seguridad sanitaria para todos. El evento, “Invertir en la sanidad es invertir en la recuperación económica: Financiación del VIH, fortalecimiento de los sistemas sanitarios públicos, y la preparación y respuesta ante pandemias” se celebró antes de la sexta Cumbre Unión Africana-Europea (UE) que se celebra los días 17 y 18 de febrero.
Aunque acoge al 16% de la población mundial y se enfrenta al 26% de la carga de morbilidad mundial, África sólo representa el 2% del gasto en salud mundial. A pesar del Compromiso de Abuya de 2001 de que los gobiernos destinen el 15% de su presupuesto a la sanidad, la media continúa siendo sólo del 7%.
Los ponentes hablaron de cómo África se ha quedado atrás en la respuesta ante la COVID-19, ya que menos de 12% de la población africana está totalmente vacunada en contra de la COVID-19. El acceso insuficiente a las vacunas, los medicamentos y las tecnologías, y los sistemas sanitarios deficientes han impedido la realización efectiva del derecho a la sanidad de todos los africanos durante la pandemia. Asimismo, las limitaciones fiscales y la insostenible carga de la deuda están obstaculizando el camino hacia la recuperación.
Copatrocinado por el Gobierno de Francia, el evento fue convocado por ONUSIDA, la Unión Africana, el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, el Banco Mundial, los Programas de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y la Organización Mundial de la Salud. Moderada por el Dr. Donald Kaberuka, Alto Representante para la Financiación, Unión Africana (UA), la sesión se esforzó por encontrar la manera de ampliar la base de ingresos de los países africanos para aumentar la financiación de la sanidad e impulsar la solidaridad mundial.
Los participantes subrayaron la necesidad general de invertir en el fortalecimiento de los sistemas sanitarios para la atención sanitaria universal, incluidos los servicios liderados por la comunidad, y evitar sobrecargar a los más vulnerables con gastos de bolsillo para superar la crisis de la COVID-19. Más allá, la lucha contra las actuales pandemias de VIH y COVID-19, y otras enfermedades infecciosas como la malaria y la tuberculosis, debe producirse simultáneamente para prevenir futuras pandemias y proteger la seguridad sanitaria mundial.
"Si continuamos como hasta el momento - si no tomamos las medidas necesarias para acelerar el acceso y eliminar las desigualdades en la respuesta al VIH - el mundo podría enfrentarse a 7,7 millones de muertes por sida en los próximos diez años - 4,7 millones de esas muertes se producirían en África"
Los líderes destacaron lo esenciales que son las inversiones en VIH, los sistemas sanitarios y la preparación ante pandemias para salvar vidas humanas y para la recuperación económica, y que no habrá una recuperación pronunciada para África sin seguridad sanitaria para todos.
“Menos de la mitad de las clínicas sanitarias en África disponen de agua y electricidad. Tenemos que hacer más, sabemos donde está la brecha de financiación: inversiones en la sanidad, recursos humanos e infraestructura"
La lucha contra las pandemias existentes, como el COVID-19 y el VIH, debe realizarse al mismo tiempo que los países refuerzan sus sistemas sanitarios y se fortalecen en la preparación ante pandemias.
“Las enfermedades no son una opción, pero las pandemias son algo que podríamos elegir evitar. En última instancia, la clave para proteger de forma sostenible a todo el mundo de las enfermedades infecciosas es por medio de la financiación nacional"
Los participantes elogiaron el aumento del liderazgo y la soberanía africana y pidieron una asociación renovada entre África y la UE que apoye a las instituciones africanas y se confíe en su liderazgo, en colaboración con las instituciones multilaterales. En concreto, solicitaron a la UE que siga dedicando mecanismos de financiación a la lucha contra el VIH, la sanidad y la preparación ante pandemias, incluyendo una asistencia oficial para el desarrollo (AOD) sostenida y aumentada.
“Invertir en la sanidad es una decisión política. La juventud de África puede ser su mayor ventaja. Una atención sanitaria de calidad es la base sobre la que florecerá la juventud africana. No podemos seguir tratando el gasto sanitario como algo secundario”
Los miembros del panel también reconocieron la importancia de la financiación nacional para la sostenibilidad a largo plazo. Sin embargo, las actuales limitaciones financieras son agobiantes para muchos países en la región. Será fundamental tomar medidas decisivas para erradicar la evasión y la elusión fiscal: cada año se pierden entre 25 y 50 mil millones que podrían destinarse a la sanidad y la educación de los africanos. El aumento de los ingresos nacionales requiere valientes reformas fiscales internacionales y nacionales. Entre las posibles vías que se debatieron para ampliar la base de ingresos figuran la lucha contra la evasión fiscal, la mejora de las condiciones en las que los países africanos obtienen financiación, las políticas de alivio y cancelación de la deuda y la reasignación de los Derechos Especiales de Giro.
El camino para lograr la seguridad sanitaria mundial de la humanidad es reforzar el apoyo africano para alcanzar la soberanía sanitaria.
Los ponentes destacaron que se necesita urgentemente una mayor asignación de ingresos, así como una mejor inversión y uso de los recursos sanitarios y de pandemias, aprovechando la infraestructura del sida y las lecciones aprendidas de la respuesta al sida basada en los derechos para prevenir futuras pandemias.
“La pandemia de COVID-19 ha creado una trágica oportunidad para revisar el pensamiento de manera fundamental, fortalecer los sistemas sanitarios de modo efectivo, y remodelar la movilización de recursos sanitarios, incluyendo la inversión nacional"
Los líderes pidieron una sólida financiación internacional, a través de la reasignación de los derechos especiales de giro, el alivio de la deuda, nuevas fuentes de financiación en condiciones favorables y una AOD adicional. Identificaron el reabastecimiento del Fondo Mundial en 2022 como un momento clave para asegurar un apoyo global a la lucha contra el sida, malaria y tuberculosis, para retomar el camino.


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Palabras de Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA, con motivo del comienzo de la Reunión de Alto Nivel sobre el Sida
08 Junio 2021
08 Junio 2021 08 Junio 2021Excelencias, distinguidos delegados, compañeros, amigos.
Gracias, presidente de la Asamblea General, Sr. Bozkir; vicesecretaria general, Dña. Amina Mohammed; coorganizadores, embajador Gertze, de Namibia, y embajador Fifield, de Australia. Gracias a todos los Estados miembros. Juntos habéis logrado redactar, negociar y sacar adelante esta declaración política. Precisamente este documento será la base de nuestro trabajo para poner fin a esa pandemia que lleva 40 años arrasando comunidades enteras.
El sida sigue ahí, aún no lo hemos erradicado. Sin duda, es una de las pandemias más letales de la era moderna. Desde el comienzo de la epidemia, el VIH ha conseguido infectar a 77,5 millones de personas. El sida se ha cobrado la vida de casi 35 millones de personas. Cada minuto, una persona muere de sida. ¿Acaso no es eso una emergencia? Las tasas del VIH no siguen la trayectoria que todos juntos prometimos. De hecho, azotados por las negativas consecuencias que la crisis de la COVID-19 ha tenido en la respuesta al sida, hemos visto incluso que la pandemia del VIH ha vuelto a resurgir con más fuerza.
Sin embargo, nuestro destino no puede ser el de una pandemia de sida interminable. Pese a todos los contratiempos que puedan surgir, SÍ podemos acabar con el sida como amenaza para la salud pública. Unidos, juntos, podremos hacer realidad nuestra promesa para 2030.
Como en todo, las cosas no siempre salen como uno quiere. Los programas que hasta ahora nos han garantizado un progreso sustancial ya no nos permitirán finalizar el viaje porque en nuestra carretera han surgido obstáculos. La evidencia y el análisis son claros. Las desigualdades imperantes en el poder, el estado, los derechos y la voz están impulsando la pandemia del VIH. Las desigualdades matan. Tal y como se señala en la estrategia mundial contra el sida: para acabar con el sida, primero debemos poner fin a las desigualdades que lo perpetúan.
Este enfoque ofrece otra enorme ventaja. Las mismas leyes, unas políticas idénticas y los sólidos servicios sanitarios centrados en las personas y necesarios para poner fin al sida también ayudarán al mundo a superar la COVID-19, a estar preparados para hacer frente a futuras pandemias y a apoyar el crecimiento económico inclusivo y los derechos humanos de todos. Yendo a una, todos lo haremos mejor.
Os presento aquí los tres grandes cambios que hemos de realizar juntos:
- Urge acabar con las desigualdades en el acceso a las tecnologías de la salud. Para ello, debemos fomentar aún más la gran labor de la ciencia y tratar de que llegue a todo el mundo.
La COVID-19 nos ha demostrado algo importante: la ciencia avanza a la velocidad impuesta por la política. Debemos ganar tiempo y acelerar la investigación en materia de sida. Para ello, hay que invertir en innovaciones en tratamiento, prevención, atención y vacunas. Todo ello debe considerarse un bien público mundial.
Y tenemos que aplicar la ciencia de manera que minimice las desigualdades en vez de exacerbarlas.
¿Cómo? Por ejemplo, esforcémonos para que, desde ya mismo, y no años después respecto a los países ricos, las regiones del sur puedan acceder a los nuevos medicamentos antirretrovirales de acción prolongada que facilitarán la adherencia al tratamiento y lograrán la prevención del VIH entre las mujeres en toda su pluralidad y los grupos de población clave.
Asegurémonos de que todos los medicamentos que pueden salvar la vida de las personas que viven con el VIH sean fabricados de manera asequible por distintos laboratorios, especialmente en el sur, donde la enfermedad se empeña en concentrarse.
Necesitamos financiación, pero también necesitamos reformar todas esas leyes que rigen la propiedad intelectual y que nos impiden avanzar en la respuesta. Debemos apoyar una producción distribuida mundialmente, de manera que el acceso a la ciencia que salva vidas deje de depender, por fin, del pasaporte que nos identifique a cada uno. - Necesitamos poner fin a las desigualdades en lo referente al acceso a los servicios esenciales. Para conseguirlo, debemos garantizar la salud y la educación de todas las personas. En muchas comunidades, apenas se registran ya nuevas infecciones por el VIH. En ellas lo habitual ahora es vivir con el VIH durante mucho tiempo y disfrutar de una vida plena. No obstante, entre los diferentes países y, dentro de cada país, en las distintas regiones, sí es evidente una brecha cada vez mayor: mientras unos tienen acceso a los servicios de prevención, tratamiento y cuidado, otros aún están muy lejos de ello. Mientras que en los primeros se respetan los derechos, en los segundos todavía hay personas excluidas.
Hoy nos estamos fijando objetivos audaces y ambiciosos con el fin de acercar al 95 % de las personas que más lo necesitan los servicios relacionados con el tratamiento y la prevención del VIH: para lograrlo, necesitamos reinventar los servicios para el VIH, para así facilitar el acceso a ellos y adaptarlos a la vida de las personas.
Necesitamos cerciorarnos de que todas las niñas completen la educación secundaria y conozcan realmente los servicios que tienen a su disposición y los derechos que las amparan.
Necesitamos suprimir las tasas de usuario por los servicios esenciales y proporcionar estos mismos servicios a través de sistemas públicos financiados mediante impuestos. Necesitamos integrar los servicios proporcionados por la comunidad. Necesitamos combatir la evasión fiscal, pues nos priva de recursos nacionales para la salud y la educación.
Tengamos presente que la mayoría de los países en desarrollo se enfrentan a una grave crisis económica: en el año 2020 tuvieron una pérdida de ingresos superior al 20 % y sus presupuestos sanitarios están aún hoy amenazados. De entre todos ellos, preocupa especialmente la situación de África.
Ya es hora de aumentar el volumen de ingresos. Y para ello, lo primero que hemos de hacer es mostrarnos firmes para luchar contra la evasión de impuestos y la competencia fiscal, dos prácticas que vacían rápidamente las arcas públicas.
También necesitamos una reestructuración de la deuda para superar el impacto de la COVID-19. Asimismo, debemos tratar de establecer un mecanismo justo de resolución de crisis de deuda. Tenemos que dar un paso al frente, nunca atrás, en el compromiso de los países desarrollados de ayudar con un 0,7 % de sus ingresos nacionales brutos. Debemos garantizar que más de los 650 mil millones de USD de los derechos especiales de giro del FMI vayan directamente a los países de bajos y medianos ingresos. - Debemos acabar con las desigualdades en el respeto a los derechos, especialmente de las personas que viven con el VIH y de aquellas que son vulnerables o están afectadas por el VIH.
Aplaudo llena de satisfacción el compromiso de los Estados miembros de reformar las leyes y proteger los derechos. La realidad nos demuestra que, al reforzar las leyes para apoyar la igualdad de género y los derechos de los grupos de población clave, y al plantarle cara al estigma, los países cosechan un éxito mucho mayor en los programas de tratamiento y prevención, lo cual beneficia a todo el mundo. Solo así se consigue hacer retroceder al VIH.
Tenemos que seguir avanzando en nuestro viaje común, siempre lejos de las leyes dañinas, punitivas y anticuadas, a menudo coloniales, y de todas las formas de discriminación.
El momento actual nos obliga a trabajar juntos en todos los sectores, en todos los países. Las falsas promesas del populismo no cuadran en absoluto con la biología: como bien se ha encargado de recordarnos la COVID-19, no es que estemos interconectados, es que somos inseparables.
No podemos poner fin al sida en un solo país o continente. Para erradicar el sida, debemos poner fin al virus en todos los rincones del globo.
Quiero rendir un gran homenaje a todos esos grupos de la sociedad civil de todo el mundo cuya lucha contra las desigualdades ha sido nuestro motor para la acción. Todos y cada uno de vosotros, comunidades, grupos de mujeres y movimientos de base, os merecéis este tributo porque no habéis dejado de empujarnos. En ocasiones hemos de confesar que vuestra incansable fuerza nos ha resultado incómoda. Sin embargo, grabaos estas palabras: seguid empujándonos. Nunca dejéis de hacerlo. ¡Sigamos luchando! La presión procedente del poder de las personas es clave para acabar con las desigualdades y lograr poner fin al sida.
Como en su día ya dijo Martin Luther King, el arco moral del universo es largo, pero se inclina hacia la justicia. Con ello no quiso decir que este proceso fuera automático. Muy al contrario, insistió en que «el progreso humano no discurre nunca sobre ruedas de inevitabilidad; se produce gracias al esfuerzo incansable de las personas». La trayectoria de las nuevas infecciones por el VIH y las muertes por el sida no se invertirá de un día a otro, pero nosotros sí podemos empujarla para allanarle el camino.
Ante las desigualdades, jamás debemos ser neutrales. Para volver al buen camino que nos llevará a poner fin al sida, debemos reflexionar con atención sobre cómo afrontarlas. La única alternativa con que nos topamos es un círculo vicioso de injusticia, enfermedad y emergencia. El mayor error que podemos cometer ahora es imaginar que con solo cambios minúsculos superaremos las crisis que nos amenazan. Pero eso ahora no basta.
Está en nuestra mano el que pasemos a la historia y nos recuerden bien por faltar a nuestra palabra, bien por cumplir nuestras promesas; por ser unos fracasados o por demostrarnos vencedores. Podemos elegir si queremos que las siguientes generaciones se refieran a nosotros como aquellos que lograron derrotar al sida o como aquellos que pudieron haberlo hecho.
Las epidemias magnifican nuestras peores características: desigualdades, injusticias y miedo. Pero también sacan a relucir nuestras fortalezas: ingenio, resiliencia y coraje.
Estoy convencida de que juntos venceremos. Gracias.


Press Release
El mundo adquiere un nuevo compromiso en su respuesta al sida: acabar con todas las desigualdades a las que se enfrentan las comunidades y las personas afectadas por el VIH, un paso crucial para poner fin al virus de la inmunodeficiencia humana
08 Junio 2021 08 Junio 2021Los líderes mundiales se fijan un nuevo hito en su camino hacia la erradicación del sida, el año 2025. Para entonces, acuerdan reducir el número anual de nuevas infecciones por el VIH a menos de 370 000 y las muertes relacionadas con el sida a 250 000, eliminar las nuevas infecciones por el VIH entre los niños, acabar con el sida pediátrico y desterrar todas las formas de discriminación relacionada con el VIH. Con ese año en mente, también se comprometieron a facilitar un tratamiento contra el VIH que puede salvar 34 millones de vidas.
NUEVA YORK, 8 de junio de 2021. Durante la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Sida, que se está celebrando estos días en la ciudad de Nueva York (en los Estados Unidos de América), los Estados miembros de las Naciones Unidas hicieron una declaración política en la que adoptaron una serie de objetivos nuevos y ambiciosos. Si la comunidad internacional logra cumplir sus objetivos, para 2030 se habrán evitado 3,6 millones de nuevas infecciones por el VIH y 1,7 millones de muertes relacionadas con el sida.
Se ha demostrado que existen distintas opciones combinadas para la prevención del VIH que son eficaces y están centradas en las personas. Por eso mismo, en la declaración política se insta a los países a poner dichas posibilidades a disposición del 95 % de las personas que están en riesgo de infección por el VIH en cualquier grupo epidemiológicamente relevante, con independencia de su edad y entorno geográfico. Asimismo, se llama a los países a garantizar que el 95 % de las personas que viven con el VIH conozca su estado serológico, que el 95 % de las personas que conozcan su estado serológico esté en tratamiento para el VIH y que el 95 % de las personas en tratamiento contra el VIH reciba supresión vírica.
«En esta década de acción, si queremos cumplir con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, todos los Estados miembros deben comprometerse una vez más a poner fin a la epidemia de sida para 2030», recordó Volkan Bozkir, presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
«Si albergamos el deseo de acabar con el sida, hemos de borrar de nuestro mundo las injusticias que se entrecruzan y no hacen sino impulsar las nuevas infecciones por el VIH e impedir que las personas puedan acceder a los servicios», insistió Amina J. Mohammed, secretaria general adjunta de las Naciones Unidas.
En la declaración política se recoge que los grupos de población clave (gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, trabajadores sexuales, consumidores de drogas inyectables, persona trans y personas en prisión y entornos cerrados) tienen más probabilidades de estar expuestos al VIH y a la violencia, el estigma, la discriminación y las leyes que restringen su movimiento o acceso a los servicios. Los Estados miembros se comprometieron a garantizar que menos del 10 % de los países cuenten con marcos jurídicos y políticos restrictivos que conduzcan a la denegación o limitación del acceso a los servicios para 2025. También se comprometieron a garantizar que, para el año 2025, menos del 10 % de las personas que viven con el VIH, que están en riesgo de contraerlo o que están afectadas por el virus, se enfrenten al estigma y la discriminación, para lo que acordaron conceder más fuerza al concepto de indetectable = intransmisible (las personas que viven con el VIH y que han logrado la supresión vírica no transmiten el VIH).
«Quisiera dar las gracias a los Estados miembros. Han adoptado una declaración política muy ambiciosa cuyo objetivo es que el mundo retome el rumbo para acabar con esta pandemia de sida que lleva 40 años devastando a las comunidades», resaltó Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA.
Visiblemente preocupados por el número de nuevas infecciones por el VIH entre adolescentes, sobre todo en el África subsahariana, los Estados miembros se comprometieron a reducir el número de nuevas infecciones por el VIH entre adolescentes y mujeres jóvenes a menos de 50 000 para 2025. Los Estados miembros se comprometieron también a eliminar todas las formas de violencia sexual y de género, incluida la violencia dentro de la pareja, mediante la adopción y aplicación de leyes que abordan las múltiples formas de discriminación y violencia a las que se enfrentan las mujeres que viven con el VIH, que corren el riesgo de padecerlo o que están afectadas por el virus. Igualmente, aseguraron que todos trabajarían duro para lograr que, en 2025, no más del 10 % de las mujeres, las niñas y las personas afectadas por el VIH sufran desigualdades de género y puedan ser víctimas de violencia sexual y de género. Además, se comprometieron a garantizar que todas las mujeres puedan ejercer su derecho a la sexualidad, también en lo concerniente a su salud sexual y reproductiva, sin ser objeto de coerción, discriminación y violencia.
También se instó a los países a utilizar los datos epidemiológicos nacionales para identificar a otras poblaciones prioritarias con mayor riesgo de exposición al VIH, entre las que se incluyen personas con discapacidad, minorías étnicas y raciales, pueblos indígenas, comunidades locales, personas que viven en la pobreza, migrantes, refugiados, personas desplazadas internamente, hombres y mujeres de uniforme y personas en emergencias humanitarias y en situaciones de conflicto y posconflicto. Los países también adquirieron el sólido compromiso de proteger contra otras pandemias, entre ellas la de la COVID-19, al 95 % de las personas que vive con el VIH, están en riesgo de contraerlo o están afectadas por el virus.
«Las marcadas desigualdades que han sacado a la luz las pandemias del VIH y de la COVID-19, ambas coincidentes en el tiempo, son un llamamiento para que el mundo priorice e invierta plenamente en la materialización del derecho humano a la salud para todos sin discriminación alguna», subrayó la Sra. Byanyima.
Los Estados miembros también se comprometieron a aumentar sus aportaciones y financiar totalmente la respuesta al sida. En este sentido, acordaron que, para 2025, habrían invertido 29 000 millones de dólares anuales en los países de rentas bajas y medias. Esto se traduce en invertir al menos 3100 millones de dólares estadounidenses en favor de los facilitadores sociales, incluyéndose aquí la protección de los derechos humanos, la reducción del estigma y la discriminación, y la reforma de la ley. También se comprometieron a incluir la prestación de servicios para el VIH liderados por iguales, entre otros, la contratación social y otros mecanismos de financiación pública.
Con el propósito de ampliar el acceso a las últimas tecnologías para la prevención, la detección, el diagnóstico, el tratamiento y la vacunación de la tuberculosis, los Estados miembros acordaron garantizar que el 90 % de las personas que viven con el VIH reciban tratamiento preventivo para la tuberculosis y esforzarse por reducir las muertes por tuberculosis relacionadas con el sida en un 80 % para 2025. Los países también se comprometieron a garantizar la accesibilidad, disponibilidad y asequibilidad a nivel mundial de medicamentos seguros, eficaces y de calidad garantizada, incluidos los genéricos, las vacunas, las pruebas diagnósticas y otras tecnologías sanitarias para prevenir, detectar y tratar la infección por el VIH, sus coinfecciones y otras comorbilidades, mediante el uso de las flexibilidades existentes en virtud del acuerdo sobre los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (ADPIC). En esta misma línea, dieron su palabra de que las disposiciones de los derechos de propiedad intelectual en los acuerdos comerciales no menoscabarán las flexibilidades existentes, tal y como se indica en la Declaración de Doha con relación al Acuerdo sobre los ADPIC y la Salud Pública.
«La respuesta al sida sigue dejando atrás a millones de personas. Hablamos de comunidades LGBTI, trabajadores sexuales, consumidores de drogas, migrantes y prisioneros, adolescentes, jóvenes, mujeres y niños. Todas ellas merecen una vida como cualquier otra, deben disfrutar de los mismos derechos que la mayoría de las personas en esta sala, su dignidad ha de ser igualmente inquebrantable», destacó Yana Panfilova, una mujer que vive con el VIH y es miembro de la Red mundial de personas que viven con el VIH.
En esta reunión de alto nivel participan física y virtualmente los jefes de Estado y de Gobierno, ministros y delegados en Nueva York, personas que viven con el VIH, organizaciones de la sociedad civil, grupos de población clave y comunidades afectadas por el VIH, organizaciones internacionales, científicos e investigadores y el sector privado. ONUSIDA respaldó las consultas regionales y la participación de la sociedad civil en la reunión de alto nivel. Las organizaciones de la sociedad civil hicieron un llamamiento a los Estados miembros para pedirles la adopción de una resolución más sólida.
«Aunque es cierto que como comunidad mundial hemos logrado un progreso significativo, hemos de reconocer que hemos errado en el tiro y que mucha gente sigue pagando un alto precio por nuestro error: son muchos los que a día de hoy continúan perdiendo su vida ¿Por qué no hemos logrado alcanzar nuestro objetivo? La razón es solo una: la desigualdad que nos rodea», sentenció Charlize Theron, fundadora del proyecto Charlize Theron Africa Outreach y mensajera de la paz de las Naciones Unidas.
Los Estados miembros también se comprometieron a apoyar y aprovechar todo lo aprendido por parte del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) durante sus 25 años de andadura en este ámbito. Del mismo modo, prometieron financiar totalmente el programa con el fin de que ONUSIDA pueda seguir liderando la respuesta mundial al sida y apoyando los esfuerzos necesarios para estar preparados para una pandemia y velar por la salud mundial.
En el marco de la Estrategia Mundial contra el Sida 2021-2026: Poner fin a las desigualdades, poner fin al sida, adoptada consensuadamente el 25 de marzo de 2021 por la Junta Coordinadora del Programa de ONUSIDA, y del informe del Secretario General de las Naciones Unidas, Superar las desigualdades y enderezar el rumbo para poner fin al sida para 2030, publicado el 31 de marzo de 2021, ONUSIDA habría acogido con agrado compromisos aún más firmes en materia de educación integral sobre sexualidad, salud y derechos sexuales y reproductivos, y orientación sexual e identidad de género, aceptación no cualificada de opciones de prevención del VIH basadas en pruebas, como la reducción del daño, un llamamiento a la descriminalización de la transmisión del VIH, el trabajo sexual, el consumo de drogas y las leyes que criminalizan las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo y una mayor flexibilización de las reglas de propiedad intelectual para el acceso a los medicamentos, las vacunas y las tecnologías que salvan vidas.
En 2020, 27,4 millones de los 37,6 millones de personas que vivían con el VIH estaban en tratamiento, frente a los 7,8 millones de 2010. Se calcula que, gracias a la aparición de un tratamiento asequible y de calidad, se han salvado 16,2 millones de vidas desde 2001. Las muertes relacionadas con el sida han caído en un 43 % desde 2010, hasta llegar a 690 000 en 2020. También se ha avanzado en lo referente a la reducción de nuevas infecciones por el VIH, aun cuando el progreso aquí ha sido notablemente más lento: se ha logrado una reducción del 30 % desde 2010, con 1,5 millones de nuevas infecciones por el VIH en 2020 en comparación con los 2,1 millones de 2010.
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Documents
Declaración política sobre el VIH y el sida: acabar con las desigualdades y estar en condiciones de poner fin al sida para 2030
09 de junio de 2021
Durante la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Sida, los Estados miembros de las Naciones Unidas hicieron esta declaración política en la que adoptaron una serie de objetivos nuevos y ambiciosos. Si la comunidad internacional logra cumplir sus objetivos, para 2030 se habrán evitado 3,6 millones de nuevas infecciones por el VIH y 1,7 millones de muertes relacionadas con el sida. Leer el comunicado de prensa. Leer la versión oficial de este documento.
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Feature Story
El mundo solo conseguirá poner fin al sida si acabamos con las desigualdades que impulsan la epidemia
21 Mayo 2021
21 Mayo 2021 21 Mayo 2021Por Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA; y Tomas Tobé MEP, presidente de la Comisión de Desarrollo del Parlamento Europeo
Ya han pasado cuarenta años desde que se diagnosticaron los primeros casos de sida. Sin embargo, aún seguimos librando la batalla contra el VIH. Pese a que la ciencia y la medicina han evolucionado y a día de hoy ya permiten, por un lado, que las personas que viven con el VIH puedan estar sanas y, por otro, que se reduzca el número de nuevas infecciones por el VIH, lo cierto es que aún no estamos en el camino correcto para acabar con la epidemia de sida como amenaza para la salud pública en el año 2030.
Solo en 2019, casi 700 000 personas murieron por enfermedades relacionadas con el sida. Por asombroso que aún parezca, 1,7 millones de personas se infectaron recientemente por el VIH, cifra que es más de tres veces el objetivo establecido en 2016, el cual habría conseguido ponernos en marcha para poner fin a la epidemia de sida.
Constatamos que los medicamentos, la información y las herramientas de prevención simplemente no llegan a las personas que más los necesitan. Es necesario un nuevo enfoque que reduzca las desigualdades que impulsan la epidemia de sida y ponga a las personas en el centro. Tenemos que priorizar los derechos humanos, el respeto y la dignidad.
Las injusticias sociales y las desigualdades no hacen sino alimentar las epidemias. Por ejemplo, la epidemia de sida está teniendo un impacto devastador en toda una generación de mujeres y niñas jóvenes en el África subsahariana. Alrededor de 4500 chicas adolescentes y mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años contraen el VIH cada semana en esta región. Aquí ellas tienen el doble de probabilidades de infectarse por el VIH que sus homólogos masculinos.
Al mismo tiempo, las niñas y las mujeres jóvenes hacen frente a la violencia sexual y de género, y a embarazos no deseados. Por si fuera poco, en muchos casos pueden verse obligadas a abandonar la escuela. Sin embargo, el adquirir una educación secundaria, incluida la educación integral sobre sexualidad, es una de las formas más seguras de evitar el VIH en mujeres jóvenes y niñas.
Preocupa también enormemente el hecho de que más del 60 % de las nuevas infecciones por el VIH se produzcan en todo el mundo entre los grupos de población clave (gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, personas que consumen drogas, trabajadores sexuales, personas transgénero, prisioneros y migrantes) y sus parejas sexuales. Comunidades enteras y grandes grupos de personas están siendo excluidos del derecho a la salud, el bienestar y la dignidad por ser marginados y criminalizados.
Mas esto puede (y debe) cambiar.
La Estrategia Mundial sobre el Sida 2021-2026 de ONUSIDA proporciona una orientación clara y eficaz con respecto a lo que hay que hacer para crear sociedades más justas. El objetivo es claro: conseguir que el mundo vuelva a estar en la senda que nos lleve a acabar con la epidemia de sida como amenaza para la salud pública para el año 2030.
La estrategia tiene como objetivo situar a las personas en el centro. Para ello, en primer lugar, se deben eliminar las barreras sociales y estructurales que impiden que las personas accedan a los servicios para el VIH. Además, se ha de capacitar a las comunidades para que sean ellas las que lideren el camino. Del mismo modo, se deben fortalecer y adaptar los sistemas para que funcionen para las personas más afectadas por las desigualdades, y se han de movilizar completamente los recursos para poner fin al sida.
Sin duda, la Unión Europea tiene el peso político, la clave financiera y las herramientas políticas para contribuir significativamente a la lucha mundial contra el VIH/sida. De hecho, y en este sentido, el Parlamento Europeo acaba de adoptar una resolución sobre la aceleración del progreso y la lucha contra las desigualdades para poner fin al sida como amenaza para la salud pública para 2030 en respuesta a la estrategia mundial contra el sida.
Dicho texto describe las acciones concretas que la UE debería adoptar para, por fin, acabar con el sida. Entre ellas se incluyen el apoyo a los esfuerzos de los países socios para construir sistemas sanitarios sólidos y resilientes capaces de proporcionar una cobertura sanitaria universal sensible al VIH, priorizar la salud como parte de las relaciones entre la UE y África, y ampliar las inversiones en ONUSIDA y el Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria.
Asimismo, la resolución pretende movilizar el liderazgo de la UE para abordar los derechos humanos y los factores de desigualdad de género del VIH/sida, y garantizar que la UE apoye las respuestas lideradas por la comunidad como componentes clave en una respuesta eficaz al VIH/sida.
Precisamente el próximo mes, los países se reunirán para la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida, en la que se espera que apoyen un nuevo plan audaz para poner fin a la epidemia de sida y se fijen los nuevos objetivos para 2025.
De lograrse estos objetivos, el número de nuevas infecciones por el VIH se reduciría hasta 370 000 para 2025, y el número de personas que mueren por enfermedades relacionadas con el sida caería hasta 250 000. Abordar las desigualdades que alimentan la epidemia de VIH será crucial para el éxito.
La pandemia de la COVID-19 ha sacado a la luz las profundas desigualdades sociales y económicas que existen, así como la infrafinanciación de los sistemas de salud pública y la fragilidad de las respuestas mundiales. Es obvio que la COVID-19 está amenazando con obligarnos a desandar los pasos ya dados en la respuesta al VIH/sida. Y aún más, impide el progreso para poner fin al sida para 2030.
Al mismo tiempo, los países están aprovechando la infraestructura del VIH y las lecciones aprendidas al abordar la epidemia del VIH para obtener una respuesta más sólida a ambas pandemias. De hecho, tenemos ante nosotros una oportunidad única para convertir el derecho a la salud en sistemas igualitarios basados en los derechos humanos y centrados en las personas.
Debemos utilizar esta ventana para intensificar la solidaridad mundial, especialmente las inversiones sostenidas en desarrollo, para construir así sociedades más resilientes que refuercen la seguridad de todos.
La UE y ONUSIDA comparten los valores fundamentales de la humanidad y la igualdad para garantizar que nadie quede atrás. El poner fin a la epidemia de sida para 2030 sigue estando al alcance del mundo, pero no puede hacerse sin crear sociedades más fuertes basadas en los principios de la igualdad de género, la justicia social y el reconocimiento de los derechos humanos universales, incluidos los derechos y la salud sexual y reproductiva.
De no hacerlo, se pondrán en riesgo las vidas de millones de personas y se socavará la misión común de lograr la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, la cual recoge, entre otras cosas, el fin del sida como amenaza para la salud pública.
Este artículo de opinión se publicó por primera vez en theparliamentmagazine.eu


Press Statement
COVID-19: hagamos que sea la última pandemia
12 Mayo 2021 12 Mayo 2021ONUSIDA acoge con gran satisfacción el informe y las recomendaciones del Panel Independiente de Preparación y Respuesta a la Pandemia. Entre otras, el grupo de expertos pide la creación de un Consejo Mundial sobre Amenazas para la Salud, con participación al más alto nivel político, para coordinar la acción mundial contra las pandemias y asegurar el acuerdo entre los gobiernos para liderar los esfuerzos con el objetivo de abordar los desafíos sanitarios, sociales y económicos de las grandes pandemias.
"Las recomendaciones del Panel Independiente de Preparación y Respuesta a la Pandemia son una llamada de atención para transformar los sistemas sanitarios en todo el mundo", dijo Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. "La salud es un bien público universal en esta sociedad interconectada: nadie está a salvo hasta que todo el mundo lo esté, por lo que debemos redefinir la salud para proporcionar la misma calidad de atención independientemente del área geoógrafica, los ingresos o la condición social."
ONUSIDA comparte la preocupación del grupo de expertos sobre el impacto de la COVID-19 en la profundización de las desigualdades dentro de los países y entre ellos. Las mujeres han tenido que soportar una carga desproporcionada. A pesar de constituir casi el 60 % del personal sanitario y de los trabajadores de primera línea, las necesidades de las mujeres no se han incluido en la mayoría de las respuestas a la COVID-19, lo que ha aumentado la brecha de desigualdad.
"Al igual que el VIH, la COVID-19 ha explotado los aspectos débiles de la sociedad y ha puesto de manifiesto la fragilidad de los recientes logros en materia de salud pública", añadió Byanyima. "Las enseñanzas adquiridas de la respuesta al sida pueden contribuir a un nuevo paradigma para la salud mundial en el que las personas se sitúen en el centro, se eliminen las desigualdades y se consagre el derecho a la sanidad en cualquier parte del mundo".
ONUSIDA también elogia el informe por destacar la urgencia de equidad en el acceso a vacunas pidiendo la redistribución urgente de 1000 millones de vacunas de los países de altos ingresos a los de ingresos bajos y medios para septiembre de 2021, a la que seguirán otros 1000 millones de dosis que se redistribuirán durante 2022.
ONUSIDA apoya firmemente el llamamiento a los países del G7 para que se comprometan a proporcionar el 60 % de los US$ 19 000 millones que el Acelerador del acceso a las herramientas contra el COVID-19 (Acelerador ACT) necesita en 2021 para vacunas, pruebas diagnósticas y tratamientos y para el fortalecimiento de los sistemas de salud y que el resto se movilice a partir de otros países del G20 y de otros con mayores ingresos. Debería adoptarse una fórmula de reparto de la carga basada en la disponibilidad de fondos para financiar estos bienes públicos mundiales de forma continua, previsible, sostenible y equitativa.
ONUSIDA está dispuesto a apoyar los esfuerzos para aumentar la resiliencia y la preparación ante a pandemias, aprovechando especialmente la experiencia de ONUSIDA con unas respuestas lideradas por la comunidad, el activismo y los enfoques basados en los derechos, así como en el aprovechamiento de las inversiones en las infraestructuras y las redes únicas del VIH para crear sistemas sanitarios resistentes. ONUSIDA insta a todos los asociados que apliquen las lecciones aprendidas de la respuesta al VIH para garantizar un enfoque dirigido a las comunidades, equitativo y basado en los derechos humanos, con el fin de apoyar una mayor preparación y respuesta ante pandemias que garanticen la salud de todos.
La preparación ante el VIH y la pandemia se abordará en la Reunión de Alto Nivel sobre el VIH de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se celebrará entre el 8 y el 10 de junio.
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Nuestra acción


Press Release
El secretario general de las Naciones Unidas insta a centrarse más en acabar con las desigualdades para poner fin a la epidemia de sida
30 Abril 2021 30 Abril 2021Cuarenta años después de que se registraran los primeros casos de sida y a pocas semanas de la reunión de alto nivel de la Asamblea General sobre el VIH y el sida, el secretario general de las Naciones Unidas ha publicado un nuevo informe con recomendaciones y objetivos para que el mundo vuelva a enderezar el rumbo para acabar con el sida
NUEVA YORK, 30 de abril de 2021—El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha advertido de que, a pesar de las intensas medidas y los progresos realizados contra el VIH en algunos lugares y grupos de población, la epidemia del VIH sigue expandiéndose en otros, y ha publicado 10 recomendaciones clave.* Si todos los países las cumplen, se pondrá fin a la pandemia del sida como amenaza para la salud pública antes del fin de 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En un nuevo informe, Superar las desigualdades y enderezar el rumbo
para acabar con el sida de aquí a 2030, el secretario general de las Naciones Unidas insta al mundo a abordar las desigualdades que están ralentizando el progreso.
"Es imprescindible romper el ciclo insostenible y cada vez más costoso de avanzar tan despacio en la lucha contra el VIH, pero nunca lo suficiente para poner fin a la pandemia", afirmó Guterres en el informe. "La desigualdad es la razón principal de que no se cumplieran las metas mundiales fijadas para 2020. Para acabar con la desigualdad, hay que lograr resultados transformadores para las personas que viven con el VIH, las comunidades y los países".
Los objetivos mundiales establecidos en la Declaración Política sobre el VIH y el Sida de la Asamblea General de 2016 se incumplieron en gran medida, lo que permitió que la pandemia de sida creciera en muchas regiones y países. Los alarmantes 1,7 millones de nuevas infecciones por el VIH que se produjeron en 2019 son más de tres veces superiores al objetivo de 2020 de menos de 500 000 nuevas infecciones. Además, las 690 000 muertes relacionadas con el sida en 2019 superan considerablemente el objetivo de 2020 de reducir las muertes a menos de 500 000 al año.
"Poner fin a la epidemia de sida como amenaza para la salud pública para 2030 sigue estando a nuestro alcance: muchos países están demostrando que es posible avanzar rápidamente en la respuesta al VIH cuando se adoptan estrategias basadas en pruebas y enfoques basados en los derechos humanos", afirmó la directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima. "Pero requiere un liderazgo político audaz para desafiar y abordar las injusticias y desigualdades sociales que siguen convirtiendo a ciertos grupos de personas y comunidades enteras en altamente vulnerables a la infección por el VIH".
El informe muestra que la COVID-19 ha ocasionado contratiempos adicionales. El secretario general de las Naciones Unidas advirtió de que la COVID-19 no es una excusa para no alcanzar los objetivos en materia de sida, sino más bien una dura advertencia para los países de que no pueden permitirse seguir invirtiendo menos de lo debido en la preparación y las respuestas a la pandemia.
Al mismo tiempo, la pandemia de COVID-19 ha servido para destacar los numerosos beneficios indirectos de las inversiones relacionadas con el VIH en materia de salud y desarrollo. La prestación de servicios liderada por la comunidad, que debe su origen a la respuesta al VIH, está ayudando a superar los enormes impedimentos originados por la COVID-19.
El conjunto de 10 recomendaciones para volver a poner el mundo en marcha incluye: abordar las desigualdades y llegar a todas las personas que viven con el VIH o corren el riesgo de infectarse para reducir las nuevas infecciones anuales por el VIH a menos de 370 000 y las muertes anuales relacionadas con el sida a menos de 250 000 para 2025; dar prioridad a la prevención del VIH para garantizar que el 95% de las personas en riesgo de infectarse tengan acceso a opciones eficaces de prevención para 2025; y eliminar las nuevas infecciones por el VIH entre los niños.
El informe subraya que es fundamental abordar los factores sociales y estructurales que perpetúan las desigualdades. Destaca, por ejemplo, cómo la desigualdad de género, respaldada por unas normas de género perjudiciales, restringe el uso por parte de las mujeres de los servicios de VIH y de salud sexual y reproductiva al perpetuar la violencia de género y limitar el poder de decisión, incluida la capacidad de las mujeres y las niñas para rechazar las relaciones sexuales no deseadas, negociar unas relaciones sexuales más seguras y mitigar el riesgo de infectarse por el VIH.
También muestra cómo las comunidades vulnerables, marginadas y criminalizadas, como los hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas que consumen drogas, los trabajadores sexuales, las personas transgénero, los reclusos y los migrantes también siguen corriendo un mayor riesgo de infección por el VIH que la población general, puesto que no reciben información esencial ni servicios de tratamiento, prevención y atención del VIH.
El secretario general de las Naciones Unidas describe cómo las comunidades de personas que viven con el VIH, las que corren el riesgo de infectarse y las que están afectadas por el VIH son la columna vertebral de la respuesta al VIH. Las iniciativas lideradas por las personas que viven con el VIH, las mujeres, los grupos de población clave, los jóvenes y otras comunidades afectadas han identificado y abordado las principales desigualdades y deficiencias en los servicios, han defendido los derechos de sus integrantes y han ampliado el alcance, la escala y la calidad de los servicios sanitarios.
En el informe, el Sr. Guterres aplaude la reciente Estrategia Mundial sobre el Sida 2021-2026 adoptada por ONUSIDA. Poner fin a las desigualdades, poner fin a la epidemia de sida. "Las lecciones de los países, ciudades y comunidades que han acelerado con éxito sus respuestas al VIH en los últimos cinco años son imprescindibles para la Estrategia Mundial sobre el Sida 2021-2026 de ONUSIDA", dijo el Sr. Guterres. “La comunidad internacional del sida y ONUSIDA ha centrado el desarrollo de su estrategia en las desigualdades. Esta cuenta con nuevos objetivos ambiciosos, granulares y confeccionados para llegar primero a los más rezagados”.
El informe se publica 25 años después de la creación de ONUSIDA y explica la forma en que la COVID-19 ha puesto de manifiesto ciertas desigualdades sociales y deficiencias en el sistema sanitario. El secretario general de las Naciones Unidas señala que el mundo debería aprovechar la experiencia de la respuesta a la pandemia del sida para fortalecer los sistemas sanitarios de todo el mundo y mejorar la preparación de cara a una pandemia. También apela a una mayor solidaridad mundial que permita cerrar la brecha de recursos para el VIH y aumentar las inversiones anuales para el VIH en los países de renta media y baja a 29 000 millones de dólares para 2025.
*Las 10 recomendaciones que se recogen en el informe del Secretario General de las Naciones Unidas:
- Reducir y eliminar las graves desigualdades interseccionales que impiden erradicar el sida.
- Priorizar la prevención del VIH y asegurarse de que el 95 % de las personas expuestas al riesgo de infección por el VIH puedan acceder y acogerse a distintos programas combinados de prevención adecuados, priorizados, centrados en las personas y eficaces de aquí a 2025.
- Subsanar las deficiencias en la detección, tratamiento y supresión del VIH que limitan la eficacia de la respuesta al virus y cumplir, de aquí a 2025, las metas 95–95–95 relativas a la detección y el tratamiento en todas las subpoblaciones, grupos de edad y entornos geográficos, incluidos los niños que viven con el VIH.
- Erradicar la transmisión vertical del VIH y acabar con el sida en los pacientes pediátricos.
- Colocar la igualdad de género y los derechos humanos de mujeres y niñas en toda su diversidad en el centro de las iniciativas para mitigar el riesgo y el impacto del VIH.
- Aplicar el MPPVS (mayor participación de las personas que viven con el VIH y el sida) y empoderar a las comunidades de personas que viven con el VIH, las mujeres, los adolescentes y los jóvenes y las poblaciones clave para que puedan participar de forma decisiva en la respuesta al VIH.
- Respetar, proteger y hacer valer los derechos humanos de las personas que viven con el VIH, en riesgo de contraerlo y afectadas por el virus, y garantizar, de aquí a 2025, que menos del 10 % de las personas que viven con el VIH y de las poblaciones clave sean estigmatizadas y discriminadas.
- Impulsar la solidaridad internacional para subsanar las carencias de recursos en la respuesta al VIH y aumentar la inversión anual en el VIH en los países de ingreso bajo y mediano hasta alcanzar los 29.000 millones de dólares de aquí a 2025.
- Avanzar rápidamente en pos de la cobertura sanitaria universal y afianzar los sistemas de atención primaria de salud, reconstruir mejor y de manera más justa después de la COVID-19 y las crisis humanitarias, y mejorar la seguridad sanitaria y la preparación de cara a futuras pandemias en todo el mundo.
- Aprovechar los 25 años de experiencia, conocimientos especializados y mandatos del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) para desarrollar una colaboración multisectorial y basada en derechos con múltiples interesados con miras a erradicar el sida y garantizar la salud de todas las personas como bien público mundial.
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