INTRODUCCIÓN
James Nyoro, secretario de gabinete y gobernador en funciones, compañeros del sistema de las Naciones Unidas. ¡Hola! ¡Jambo!
Voluntarios de la comunidad que dedicáis vuestro tiempo a la atención sanitaria, sois mis héroes. Me siento muy feliz por estar hoy aquí, en el condado de Kiambu, en Kenia.
Y estoy muy agradecida por la gran y sincera acogida que vuestra comunidad ha dado a la publicación del informe de ONUSIDA, Power to the people.
Gracias, miles de gracias, jóvenes. Sobre todo a esa persona joven con discapacidad que acaba de hablarnos y que nos ha recordado que todas las personas que viven con el VIH no son iguales. Todas y cada una de ellas es diferente, y hemos de llegar a todas, sin excepción. Lo tendremos muy presente. Actuaremos en consecuencia.
Quiero, asimismo, expresar mis condolencias y transmitir mi solidaridad a todas las personas de Pokot Occidental por las trágicas pérdidas de vidas y propiedades de las que han sido víctimas debido a las lluvias torrenciales y los desprendimientos de tierras. Vuestro dolor es el nuestro.
Lanzamiento del informe Power to the people
Estoy aquí porque África es el continente más afectado por la epidemia del VIH.
Más de 25 millones de personas viven con el VIH en el África subsahariana, una cifra que representa más de dos terceras partes del total de todo el mundo, que está en 37,9 millones de personas que viven con el virus.
Estoy también aquí porque muchos países africanos están liderando la estrategia para poner fin al sida. Somos héroes, luchamos contra la epidemia.
En Kenia, las muertes relacionadas con el sida se han reducido en más del 50 % desde 2010, y las nuevas infecciones por el VIH también han descendido en torno a un 30 %. Eso es un logro. Un gran logro. Un logro gigante. Hemos conseguido un gran progreso en poco tiempo.
Hoy puedo anunciaros que 24,5 millones de personas que viven con el VIH en todo el mundo ya tienen acceso a un tratamiento que va a salvarles la vida. Tenemos grandes noticias y hemos sido testigos de un gran progreso.
Unámonos a la maratón para erradicar el sida
Es un día muy especial para mí.
Estoy presentando mi primer informe de ONUSIDA.
Con este nuevo informe, no pretendo sino rendir un homenaje a todas las familias y las comunidades devastadas por el sida, y también a los grupos y las comunidades de mujeres que han movilizado y transformado la respuesta al sida. Os felicito. Mi más sincera enhorabuena. Os debemos muchísimo.
En mi país, las mujeres se reúnen en los pueblos, compran cazuelas y mantas, se cuidan las unas a las otras, entierran a los muertos y no permiten que nadie sufra en soledad. Fueron las mujeres de nuestras comunidades las que consiguieron todo eso.
Hoy muestro mi compromiso con ONUSIDA, para dar con ella grandes pasos en una nueva dirección.
Lucharemos contra la desigualdad y la pobreza.
El primer paso ha de ser ocuparnos de la desigualdad y de las injusticias que alimentan la epidemia del VIH.
El sida hiere a las personas que viven en la pobreza. Supone un problema para todos, pero, en el caso de las personas sin recursos, es un gran problema. Con mayúsculas.
Tenemos que acabar con la desigualdad. No hay derecho a que haya gente que pueda seguir un tratamiento y vivir muchos años, mientras que otros ni tan siquiera disponen de atención sanitaria y su destino inmediato es la muerte.
Tenemos que enfrentarnos a la desigualdad, debemos sacar a todo el mundo de la pobreza.
Necesitamos proveer a la gente de más servicios: educación, salud y protección social. Solo así acabaremos con el sida.
La clave está en la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
Si queremos decir adiós al sida, debemos fomentar los derechos de las mujeres. Por ello, nuestro segundo gran paso debe ir dirigido a abordar la desigualdad de género.
A pesar de los logros alcanzados en materia de prevención y tratamiento, el VIH sigue siendo la principal causa de muerte en todo el mundo de las mujeres en edades comprendidas entre los 15 y los 49 años.
Cada semana aproximadamente 6000 chicas jóvenes de entre 15 y 24 años se infectan por el VIH.
En toda la región del África subsahariana, las mujeres jóvenes y las chicas se enfrentan a tasas de VIH mucho más elevadas que los hombres y los chicos.
Las mujeres jóvenes del África subsahariana de entre 15 y 24 años tienen el doble de probabilidades de vivir con el VIH que los hombres de la misma edad.
Son cifras que nos avergüenzan a todos.
Estamos ante una injusticia de género cuyas repercusiones son trágicas. ¿Por qué las mujeres jóvenes son más vulnerables?
Si vamos a cumplir nuestras promesas, tenemos que acabar con las desigualdades de poder entre hombres y mujeres que solo llevan al riesgo y la vulnerabilidad por el VIH.
Hemos de defender la igualdad de género y capacitar a las mujeres jóvenes y a las chicas para transformar nuestras sociedades.
En todo el mundo, una de cada tres mujeres sufrirá algún tipo de violencia física o sexual a lo largo de su vida.
En muchísimas de nuestras comunidades, la primera experiencia sexual de una mujer es forzada y violenta. Eso es una realidad.
Ayer lanzamos 16 días de activismo contra la violencia de género. Cada día deberíamos comprometernos a conseguir la igualdad para las mujeres y las chicas, pues será así como acabaremos con su vulnerabilidad a la violencia.
Aquí en Kenia me preocupan muchísimo las tasas de feminicidio.
No hay una semana en la que no veamos en los medios de comunicación la noticia de que una mujer, casi siempre joven, ha sido asesinada por su pareja.
Alcemos la voz por esas mujeres, reclamemos justicia y peleemos por acabar con la impunidad. El mundo ha de ser un lugar seguro para todos.
ONUSIDA prestará más atención para luchar contra estas leyes, tradiciones, culturas y prácticas que permiten y perpetúan la violencia de género. El cuerpo de una mujer es su cuerpo. Solo suyo.
Tenemos el deber prioritario de garantizar que todas las mujeres y las chicas, de todas las edades, tengan despejado el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva.
Es inaceptable que millones de mujeres aún no tengan acceso a anticonceptivos, porque todos nosotros sabemos que su derecho a los métodos anticonceptivos es una parte esencial de su capacitación en todos los aspectos de la vida.
Estamos cometiendo una injusticia contra millones de jóvenes que todavía no pueden acceder a los servicios sanitarios básicos que precisan: preservativos gratuitos, pruebas del VIH sin consentimiento paterno y profilaxis previa a la exposición.
El velar por la escolarización de las chicas y su permanencia en los colegios reduce el riesgo del VIH. Tenemos que asegurarnos de que toda la gente joven siga en las escuelas, y que las escuelas ofrezcan una educación integral sobre sexualidad. Han de conocer su cuerpo, su salud.
ONUSIDA, junto con sus copatrocinadores (el Fondo de Población de las Naciones Unidas, la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), dará un paso al frente por las mujeres y las chicas, sobre todo en África.
Derechos humanos
El tercer paso que pido que demos tiene que ver con los derechos humanos.
En muchos lugares no se reconocen los derechos humanos y ciudadanos de las mujeres y las chicas, de los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, de las personas transgénero, de los trabajadores sexuales, de las personas que consumen drogas y de las que están en prisión.
Es indudable que hemos de garantizar que todas estas personas puedan tener acceso a los servicios del VIH, pues así acabaremos con la enfermedad. Debemos tratarlas como ciudadanos con los mismos derechos, por lo que tendrán que disfrutar de su derecho a la atención sanitaria y a los servicios que las protegen del sida, a ellas y a sus parejas.
Un tercio de los grupos de población clave desconoce su estado serológico.
En muchos países todavía a día de hoy nos topamos con leyes que criminalizan a los grupos de población clave o discriminan a las personas que viven con el VIH. Por este motivo, es gente que se oculta y se esconde y, en consecuencia, que no ejerce su derecho a la salud.
Las ofensivas, las restricciones y las campañas contra las personas gais, bisexuales y transgénero, y los grupos intersexuales son, sencillamente, inaceptables.
La gente joven es juzgada y castigada por ser quien es y amar a quien ama.
No seremos capaces de acabar con el VIH si no garantizamos el respeto a los derechos humanos de todas las personas, especialmente de los grupos de población clave.
Financiación y recursos
A pesar del progreso alcanzado en los últimos años, todavía no tenemos a nuestro alcance los recursos suficientes para acabar con la epidemia de sida. Los países pobres están librando una auténtica batalla para pagar lo que necesitan: salud, educación, carreteras, agua y servicios sanitarios.
La salud ha de encabezar nuestra lista de prioridades. Sin personas sanas, nunca alcanzaremos el progreso.
Dos terceras partes de los países africanos todavía cobran tasas por acceder a la atención sanitaria, y millones de personas se encuentran a tan solo una enfermedad de caer en la más absoluta pobreza.
A pesar de que todos los países se comprometieron a hacer realidad la cobertura sanitaria universal, el porcentaje de personas que están pagando de su propio bolsillo la atención sanitaria no ha hecho más que aumentar en los últimos cinco años. La salud no puede ser en ningún caso un privilegio de los ricos. Ha de ser un derecho para todos.
La deuda pública ha subido por encima del 50 % del producto interior bruto en la mitad de los países del África subsahariana. Inmersos en una situación económica tan complicada, los Gobiernos han de hallar la manera de obtener una financiación sostenible a largo plazo para su respuesta al sida. Queremos trabajar con los Gobiernos para ver con ellos cómo crear ese ámbito fiscal y cómo gestionar las prioridades dentro de sus reducidísimos presupuestos como consecuencia del pago de la deuda.
Durante la última reposición del Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, los países y las fundaciones aportaron una cantidad histórica para avanzar en la respuesta al sida. No obstante, hemos de seguir trabajando para garantizar que cada dólar, cada euro y cada chelín se empleen de manera efectiva.
En muchos países de medianos ingresos, los Gobiernos aún están pagando miles de dólares de más por medicinas de igual calidad que están a disposición de los países de bajos ingresos a cambio de unos cuantos centavos. Es inaceptable. Nos esforzaremos para conseguir bajar los precios.
El acceso universal a una atención sanitaria de calidad no es un lujo. Es un derecho de todos los seres humanos.
Conclusión
No infravaloro los retos que tenemos por delante, pero siento mucha emoción por todo lo que podemos conseguir para la gente. Estamos sobre los hombros de personas que luchan, ¿cómo vamos a dejarlo aquí?
Lo que he tratado de haceros llegar hoy son algunos de los cambios más urgentes que hemos de empezar a llevar a cabo ya.
Cambios en cuanto a lo que pensamos que es posible.
La atención sanitaria para todas y cada una de las personas no es imposible.
Cambios en cuanto a la rapidez con que actuamos.
Cambios en cuanto a nuestra labor y compromiso con ONUSIDA. Nosotros también hemos de mirarnos en un espejo.
Pero, lo más importante de todo, no tengamos ni una sola duda de que podremos derribar al sida.
He perdido seres queridos.
Ahora podemos adentrarnos en un futuro en el que haya salud para todos.
Secretario de gabinete y activistas aquí reunidos hoy, les deseo todo lo mejor en este camino, ONUSIDA está con todos ustedes.