Economic costs

ONUSIDA pide que se mantengan y amplíen las inversiones en salud y VIH en las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial

16 de abril de 2024

Urge reestructurar la deuda y reformar el sistema fiscal mundial para financiar los sistemas sanitarios y otros servicios esenciales

WASHINGTON/GINEBRA, 16 de abril de 2024—Mientras los líderes financieros se reúnen en Washington con motivo de las reuniones anuales de primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, ONUSIDA hace un llamamiento para que se realicen inversiones mayores y sostenibles en la respuesta mundial al VIH y otras amenazas para la salud.

"En un momento de múltiples crisis geopolíticas y económicas, la necesidad de hacer frente a las restricciones financieras que amenazan la lucha mundial contra el VIH y otras amenazas para la salud nunca ha sido mayor", declaró Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. "En sus reuniones de primavera en Washington, los líderes financieros mundiales deben encontrar el valor para rechazar los llamamientos a una mayor contención fiscal y adoptar medidas que puedan liberar las inversiones necesarias para salvar a millones de personas y transformar las vidas de los más vulnerables en todo el mundo, incluidas las mujeres y las niñas."

Mientras el mundo lucha por alcanzar muchos de los objetivos de salud establecidos en la Agenda de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, las inversiones en la respuesta al VIH han reportado extraordinarios beneficios a la humanidad. Desde 2010, las muertes relacionadas con el sida han disminuido un 51% en todo el mundo y las nuevas infecciones por el VIH se han reducido un 38%.

Sin embargo, más de 9 millones de personas siguen esperando recibir la medicación contra el VIH que les impida morir de sida, y en 2022 aún se produjeron 1,3 millones de nuevas infecciones por el VIH. Aumentar hoy las inversiones en la respuesta al VIH es crucial para llegar a todos los que necesitan tratamiento y evitar nuevas infecciones que no harán sino aumentar los costes futuros del tratamiento.     

Sin embargo, existe un enorme déficit en las inversiones mundiales necesarias para acabar con el sida como amenaza sanitaria mundial para 2030. En 2022 se disponía de un total de 20 800 millones de dólares (dólares constantes de 2019) para programas contra el VIH en países de ingresos bajos y medios, un 2,6% menos que en 2021 y muy por debajo de los 29 300 millones de dólares necesarios para 2025.

En muchos países con las pandemias de VIH más graves, el servicio de la deuda está consumiendo una parte cada vez mayor de los ingresos públicos y limitando el gasto público.

En Angola, Kenia, Malawi, Ruanda, Uganda y Zambia, las obligaciones del servicio de la deuda superan el 50% de los ingresos públicos. El año pasado, en términos de PIB, Sierra Leona gastó 15 veces más en el servicio de la deuda pública que en sanidad, 7 veces más en el servicio de la deuda pública que en educación y 37 veces más en el servicio de la deuda que en protección social. En Angola, el servicio de la deuda fue 7 veces mayor que las inversiones en sanidad, 6 veces mayor que en educación y 14 veces mayor que en protección social.

ONUSIDA sostiene que la reforma del sistema financiero mundial, incluida la cancelación de la deuda, la introducción de mecanismos de financiación más justos y asequibles y la reforma de la fiscalidad mundial, es clave para liberar la financiación transformadora para la salud, la educación y la protección social que también se necesita para acabar con el sida como amenaza para la salud pública para 2030.

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El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

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Una llamada a la acción para salvar el ODS 10: reducción de las desigualdades

18 de julio de 2023

Los socios exigen acciones urgentes para revertir una explosión en el número de desigualdades que nos pone en peligro a todos

18 de julio de 2023—El Centre for International Cooperation de la Universidad de Nueva York, Development Finance International, Oxfam y ONUSIDA están instando a tomar medidas urgentes para salvar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 10: reducción de las desigualdades.

La COVID-19 causó el mayor aumento de la desigualdad de rentas en tres décadas, ya que los países más pobres carecían de financiación para apoyar las rentas de los pobres o enfrentarse a las pandemias de COVID-19 y sida. Durante la pandemia de la COVID-19 y la crisis de la inflación global, la desigualdad de rentas, riqueza y resultados sanitarios aumentó drásticamente. Sin abordar seriamente la desigualdad, no seremos capaces de poner fin al sida para 2030 (ODS 3.3) y los ODS sobre pobreza, género y educación se verán fuertemente comprometidos.  

En su Informe de progreso de los ODS de 2023,el Secretario General de las Naciones Unidas anunció que el ODS 10 es uno de los ODS con peor rendimiento. La acción nunca antes había sido tan urgente en este objetivo.

Para que el ODS 10 tenga éxito y consiga reducir la desigualdad, es vital que la comunidad internacional emprenda acciones concertadas durante la revisión actual de los ODS, que culminarán en la Cumbre sobre los ODS de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) que tendrá lugar del 18 al 19 de septiembre de 2023.

Entre las medidas de acción se incluye un mejor seguimiento de la desigualdad de ingresos y riqueza dentro de los países y entre ellos. Esto requiere el uso de indicadores que son utilizados por todos los Estados miembros e instituciones, incluidas las Naciones Unidas o el Banco Mundial; estos indicadores se denominan coeficiente de Gini y Palma Ratio.

El inicio oficial del llamamiento a la acción tendrá lugar durante una reunión de alto nivel que se celebrará el 18 de julio en la sede de la ONU en Nueva York y que contará con la presencia de representantes del Gobierno y la sociedad civil. Su Excelencia el presidente de Namibia, Hage Gottfried Geingob, y el presidente de Sierra Leona, Julius Maada Bio, han expresado su apoyo y voluntad de copatrocinar este llamamiento a la acción para salvar el ODS10 y combatir la desigualdad.

Además, más de 230 economistas influyentes a nivel mundial, líderes políticos y expertos en desigualdad, incluyendo el antiguo Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, el galardonado premio Nobel Joseph Stiglitz, Thomas Piketty, Jayati Ghosh, Helen Clark y Jose-Antonio Ocampo, enviarán una carta abierta al Secretario General de las Naciones Unidas y al Presidente del Banco Mundial instando, por un lado, a que tanto los ingresos como la riqueza de los más ricos se tengan en cuenta a la hora de realizar un control de la desigualdad mediante el uso de los indicadores Gini y Palma, y, por otro, a garantizar que en todos los países se supervisen anualmente las tendencias en desigualdad. Esto permitirá al mundo contemplar el verdadero panorama de la creciente desigualdad extrema y fortalecer sus esfuerzos para promover políticas antidesigualdad.

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Un Triple Dividendo: la financiación íntegra de la respuesta al VIH en África

12 de abril de 2023

Financiar plenamente la respuesta al VIH para encarrilarla de nuevo hacia la consecución de los objetivos de 2030 generará importantes beneficios sanitarios, sociales y económicos en los países africanos. Estas conclusiones se destacan en el nuevo informe, Un triple dividendo: los beneficios sanitarios, sociales y económicos de la financiación de la respuesta al VIH en África, que se presentará el 12 de abril en un acto interactivo en Washington D.C. coorganizado por ONUSIDA y PEPFAR

WASHINGTON D.C. / GINEBRA, 12 de abril de 2023 — Las investigaciones y análisis realizados por Economist Impact en 13 países africanos demuestran que la financiación íntegra de la respuesta al VIH salvará millones de vidas y generará importantes beneficios sanitarios, sociales y económicos.

No solo habría entre un 40 % y un 90 % menos de nuevas infecciones por VIH, dependiendo del país, sino que la inversión en la epidemia del VIH también mejoraría los resultados educativos, especialmente para las mujeres jóvenes y las niñas, reduciría las desigualdades de género e impulsaría el crecimiento económico.

Si en Sudáfrica, por ejemplo, se cumplen los objetivos de financiación íntegra de la respuesta al VIH, las mujeres de entre 15 y 19 años representarían casi el 15 % de la reducción de nuevas infecciones por el VIH en 2030, a pesar de constituir menos del 5 % de la población total. Además, el aumento de las inversiones en VIH en la actualidad contribuiría a unos beneficios económicos más amplios y sostenidos para 2030 y, en última instancia, liberaría los recursos escasos en el futuro para abordar otras prioridades sanitarias críticas. El informe prevé que el PIB de Sudáfrica podría aumentar un 2,8 % y el de Kenya un 1,1 % de aquí a 2030 si se cumplen los objetivos de financiación del VIH.

 Este informe llega en un momento crítico, con pruebas que deberían servir de catalizador para tomar decisiones políticas que garanticen la plena financiación de la lucha contra el VIH, lo que dará lugar a importantes resultados sociales y económicos y, además, encaminará a los países africanos hacia la creación de sistemas sanitarios más resistentes y mejor preparados para prevenir futuras pandemias", declaró Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. "Es esencial tomar decisiones audaces ahora para acelerar y aprovechar las inversiones en la financiación del VIH y la sanidad para lograr una mayor equidad, sociedades más fuertes y crecimiento económico".

"El Gobierno de Estados Unidos se enorgullece de unirse a otros Estados Miembros de la ONU para adoptar nuevos y audaces compromisos de financiación en la lucha contra el VIH/sida para 2025. Poner fin al VIH/sida como amenaza para la salud pública requiere liderazgo político, programático y financiero. Todos los sectores del gobierno, incluidos los Ministerios de Economía, desempeñan un papel clave en el aumento de la financiación nacional para garantizar que se llega a las poblaciones vulnerables de forma equitativa y que estas reciben los servicios de prevención, atención y tratamiento que necesitan", declaró el Embajador Dr. John N. Nkengasong, EE.UU.,  Coordinador Mundial de los Estados Unidos para el Sida y Representante Especial para la Diplomacia Sanitaria Mundial.

El informe, Un triple dividendo: los beneficios sanitarios, sociales y económicos de la financiación de la respuesta al VIH en África, demuestra que no movilizar la financiación necesaria para acabar con el sida como amenaza para la salud pública en 2030 acarrea considerables costes sanitarios, sociales y económicos.

Para evaluar estos costes, Economist Impact, con el apoyo de ONUSIDA, analizó escenarios en los que se comparaba el 100 % de los recursos financieros necesarios para cumplir los objetivos de la Declaración Política sobre el VIH y el Sida de 2021 con un escenario de financiación habitual en el que se mantienen la cobertura económica y los niveles de servicio actuales para el VIH. Las mejoras resultantes en los efectos sanitarios también aumentarían los beneficios educativos, que combinados, generarían un incremento de la productividad en generaciones presentes y futuras, contribuyendo así a mayores ganancias económicas.

“Los países en África se están enfrentando a grandes desafíos para conseguir los recursos necesarios con el objetivo de aumentar la financiación nacional para la respuesta al VIH. Los legisladores tendrán que pensar de manera creativa en nuevas formas de hacer uso de la financiación actual con más eficacia. Recurrir a las redes existentes centradas en la comunidad podría desempeñar un papel clave tanto en movilizar recursos adicionales para la respuesta al VIH como en garantizar su reparto equitativo y su llegada a los más necesitados”, expuso Rob Cook, director clínico del programa en Economist Impact.

Las crisis mundiales recientes, entre ellas la COVID-19 y la guerra de Ucrania, han obstaculizado los esfuerzos para enfrentarse a la epidemia del VIH y han ejercido gran presión sobre la financiación de la sanidad y otros Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las mujeres jóvenes, los niños y otras poblaciones vulnerables serán los que paguen el mayor precio, ya que las desigualdades socioeconómicas y sanitarias preexistentes siguen creciendo. Los importantes retos fiscales a los que se enfrentan los países africanos han limitado su capacidad para aumentar la financiación nacional de la respuesta al VIH y han restringido sus presupuestos destinados a la sanidad general. Las investigaciones de Economist Impact apuntan hacia una necesidad de políticas que tengan como objetivo generar nuevas fuentes de ingresos y aprovechar al máximo el uso de fondos y recursos existentes.

ONUSIDA calcula que los países de renta media y baja necesitarán inversiones de 29 000 millones de dólares anuales para cumplir con los objetivos de poner fin a la epidemia del sida como amenaza para la salud pública en 2030. Los niveles de financiación en 2020 se desplomaron casi un 30 % por debajo de los objetivos, lo que resultó en que las posteriores necesidades de recursos fueran más difíciles de satisfacer y se alejara aún más de los objetivos futuros.

Se esperan más de 7 millones de muertes relacionadas con el sida, pero la mitad de ellas pueden evitarse si la respuesta se financia por completo y si las políticas toman la dirección correcta.  

Entre los objetivos mundiales para el 2025 se incluyen: reducir las nuevas infecciones por el VIH a menos de 370 000 (frente a las 1,5 millones en 2021), disminuir las infecciones por el VIH entre mujeres jóvenes y adolescentes a menos de 50 000 y reducir el número de personas que mueren por enfermedades relacionadas con el sida a menos 250 000 (en comparación con los 650 000 fallecidos en 2021).

El acto Triple Dividendo y el lanzamiento del informe incluirán a:

  • Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA 
  • John Nkengasong, Embajador de Estados Unidos. Coordinador Mundial para el Sida y Representante Especial para la Diplomacia Sanitaria, PEPFAR 
  • Mthuli Ncube, Ministro de Economía de Zimbabwe
  • Allan Maleche, Director Ejecutivo de la ONG Kenya Legal and Ethical Issues Network on HIV and AIDS (KELIN) 
  • David Humphries, Responsable Mundial de Política Sanitaria de Economist Impact

El acto va ser moderado por:

  • Jennifer Kates, Vicepresidenta Senior y Directora del programa Global Health & HIV Policy de la Kaiser Family Foundation (KFF)

Puede seguirlo en línea:

https://youtube.com/live/LHPZsr2VSLs?feature=share

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Video del evento de lanzamiento

Los miembros de la Junta advierten de que, debido al grave déficit en los presupuestos operativos de ONUSIDA, la pandemia de sida corre el riesgo de prolongarse en el tiempo

03 de noviembre de 2022

La Directora Ejecutiva de ONUSIDA insta al mundo a invertir, con carácter inmediato, 35 millones de dólares estadounidenses antes de finales de año y a comprometerse a aumentar el presupuesto operativo a 210 millones de dólares estadounidenses para 2023

GINEBRA, 3 de noviembre de 2022—Los miembros de la Junta del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA) se han reunido para debatir cómo abordar una brecha de financiación de 35 millones de dólares estadounidenses en el presupuesto operativo mínimo de 187 millones de dólares estadounidenses de la organización. Se trata, sin duda, de un déficit que está socavando los esfuerzos para poner fin a la pandemia de sida como amenaza sanitaria mundial para 2030. El presupuesto necesario para satisfacer plenamente las necesidades operativas de la organización se establece en 210 millones de dólares estadounidenses.

En su discurso de apertura en una reunión especial celebrada en Ginebra para plantear posibles soluciones a la brecha de financiación, el embajador de la Misión Permanente de Tailandia en la oficina de las Naciones Unidas en Ginebra, Rongvudhi Virabutr, actual presidente de la Junta Coordinadora del Programa de ONUSIDA, insistió en que el Programa Conjunto continuó desempeñando un papel importante en la recopilación y el análisis de datos para desarrollar pruebas y movilizar el liderazgo político.

«Como el mayor financiador de las respuestas al sida afirmó a principios de este año, el Programa Conjunto es para todos nosotros esa Estrella del Norte sin la cual perderíamos el rumbo. La clave de nuestro éxito colectivo está en un Programa Conjunto completamente financiado y a pleno rendimiento. No tenemos tiempo que perder».

Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA, solicitó la liberación de 35 millones de dólares estadounidenses antes de finales de año, y lamentó que la posición financiera de la organización se hubiese deteriorado aún más desde la última reunión de la Junta Coordinadora del Programa de ONUSIDA, la cual tuvo lugar el pasado mes de junio. Asimismo, explicó de qué manera la guerra en Ucrania y los movimientos en los mercados de cambio de divisas habían agravado la situación.

«La magnitud del déficit presupuestario supone que ya no se puede abordar ampliando el presupuesto o buscando más mejoras en la eficiencia. Las cifras nos están obligando a tomar decisiones muy drásticas: o reducimos de forma notable la presencia de ONUSIDA en los países, o seguimos reduciendo nuestro número de copatrocinadores. Ahora mismo nos movemos en estos escenarios», subrayó la Sra. Byanyima. «Estas elecciones son devastadoras, y cualquier posible escenario hará retroceder la respuesta al sida, pues implicará negar los servicios de prevención, tratamiento y atención relacionados con el VIH a millones de personas vulnerables».

ONUSIDA ha adoptado medidas significativas para paliar la brecha de financiación mediante el establecimiento de una disciplina presupuestaria, el desarrollo de una nueva estrategia de movilización de recursos y el trabajo en estrecha colaboración con un equipo especialmente designado formado por miembros de la Junta Coordinadora del Programa, cuya misión es la de proponer acciones y recomendaciones que fortalezcan la posición financiera en 2023.

Los copatrocinadores de ONUSIDA, las comunidades de personas que viven con el VIH y están afectadas por el virus y las organizaciones de la sociedad civil han hecho un llamamiento para que ONUSIDA sea totalmente financiada, algo fundamental para que pueda desarrollar su ingente labor.

«El mundo está en peligro, y ahora también están en juego nuestros esfuerzos colectivos para abordar el objetivo de desarrollo sostenible de acabar con el VIH/sida como amenaza para la salud pública», recordó Christian Hui, de la Campaña de acceso a la prevención, en Canadá. «No podemos negar la contribución del Programa Conjunto. La sociedad civil, especialmente los grupos de población clave y marginados, se han beneficiado enormemente del Programa Conjunto para avanzar en el acceso a los antirretrovirales que salvan vidas y a la prevención combinada, para progresar en lo que a los derechos humanos se refiere y para capacitar a las comunidades para que participen activamente en los programas para el VIH».

Al reconocer la complementariedad del trabajo de ONUSIDA, otros socios en la respuesta al VIH, incluido el Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria y el Plan de emergencia del presidente de los Estados Unidos para el alivio del sida (PEPFAR), también han alzado su voz para pedir la plena financiación de ONUSIDA.

ONUSIDA está presente en 70 países de todo el mundo y trabaja en colaboración con los Gobiernos, la sociedad civil y las comunidades, recopilando los datos que dan forma a la respuesta al VIH, defendiendo la derogación de las leyes y políticas dañinas con el objeto de crear un entorno legal propicio, trabajando para poner fin al estigma y la discriminación relacionados con el VIH, y desafiando las desigualdades que impulsan la pandemia del VIH entre los grupos de personas vulnerables y marginadas. En 2020-2021, ONUSIDA respaldó más del 80 % de las solicitudes del Fondo mundial, y destinó 5000 millones de dólares estadounidenses a la financiación del VIH.

«Nos gustaría instar a todas las partes interesadas a aumentar el apoyo, la coordinación y la colaboración con ONUSIDA con el fin de abordar la agenda inacabada de salvar vidas y de no dejar a nadie atrás en nuestros esfuerzos por poner fin al sida», afirmó Alegnta Gebreyesus Guntie, de la Misión Permanente de Etiopía en la oficina de las Naciones Unidas en Ginebra.

«El apoyo de ONUSIDA a los países se traduce tanto en la elaboración de estrategias basadas en datos y avaladas por la ciencia, a medida de la epidemia, como en el desarrollo de planes para ponerlas en práctica», destacó la Sra. Byanyima. «Ahora, el trabajo del Programa Conjunto es más necesario que nunca para ayudar a los países a estar listos para la siguiente ronda de solicitudes del Fondo mundial en un entorno de asignación difícil».

La Actualización mundial sobre el sida de ONUSIDA, En peligro, revela una respuesta al VIH alterada a raíz de la pandemia de la COVID-19, la crisis económica mundial y la guerra en Ucrania. Un total de 650 000 personas murieron por enfermedades relacionadas con el sida en 2021 y hubo 1,5 millones de nuevas infecciones por el VIH, esto es, un millón por encima del objetivo de 500 000 para 2020. La cifra de nuevos países con VIH aumentó a 38.

«ONUSIDA no deja de trabajar incansablemente para revertir la tendencia y conseguir que la respuesta al VIH retome el rumbo», manifestó la Sra. Byanyima.

ONUSIDA

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UNAIDS Executive Director remarks

ONUSIDA advierte que el VIH, el COVID-19 y otras inversiones sanitarias están en peligro debido a la inminente crisis de deuda en África y otros países en desarrollo

13 de octubre de 2022

En 2020 los países más endeudados utilizaron una cantidad cuatro veces mayor de sus ingresos en el pago de deuda que en inversiones sanitarias, revela el informe de ONUSIDA Una triada pandémica. Este informe se presentó en un acto organizado por la Universidad de Georgetown en Washington D. C. durante las Reuniones Anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

WASHINGTON/GINEBRA, 13 de octubre de 2022—  El COVID-19 y la crisis de deuda, actualmente agravada por las consecuencias de la guerra en Ucrania, han creado un retroceso sin precedentes en la salud mundial y han puesto en peligro la respuesta mundial al sida. Según un nuevo informe de ONUSIDA, esta situación podría resultar en 7,7 millones de muertes relacionadas con el sida para 2030.

El informe Una triada pandémica muestra que la crisis de deuda y la guerra de Ucrania han agravado la crisis fiscal de los países en desarrollo, reduciendo drásticamente su capacidad de invertir en sanidad. También muestra que los países más endeudados son los más perjudicados económicamente por el COVID-19 y, al mismo tiempo, los más afectados por el VIH. En 2020, por cada 10 dólares estadounidenses disponibles, 4 se destinaron al pago de deuda y tan solo 1 se invirtió en sanidad.

“El sistema multilateral no puede volver a fallar”, dijo Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. “La respuesta al COVID no fue para nada adecuada. Desde una vacunación muy limitada en países en desarrollo, hasta la ausencia de un alivio permanente de la deuda, pasando por la escasez de nuevos recursos para países con graves problemas sanitarios y sociales. Esta vez no se pueden cometer errores”.

El Banco Mundial prevé que, sin tener siquiera en cuenta los últimos datos, 110 países tendrán un gasto sanitario en 2027 por debajo de los niveles de 2019 o ligeramente por encima. Solo 67 países superarán los niveles de inversión sanitaria de 2019, anteriores al COVID.

Los datos de 2020 muestran que hubo un aumento temporal del gasto sanitario, pero se centró sobre todo en la emergencia del COVID, dejando atrás otras prioridades en materia de salud. Las últimas previsiones del FMI auguran un crecimiento económico más lento, una mayor inflación y un empeoramiento de los riesgos de deuda, por lo que las inversiones en sanidad y VIH están en serio peligro.

“Necesitamos una respuesta multilateral valiente que permita a los países en desarrollo responder a las pandemias actuales y prevenir las futuras, mientras que se abordan las crisis alimentarias urgentes”, afirmó Byanyima. “El camino a seguir pasa por aumentar la cooperación para el desarrollo, eliminar lagunas fiscales y promover una fiscalidad progresiva, proporcionar una cancelación y una condonación de  deuda rápidas y eficaces y evitar la austeridad que supondría menos médicos, enfermeras o matronas. Los nuevos recursos y los recursos liberados de la deuda o de la evasión fiscal deben invertirse de forma inteligente para acabar con la epidemia de sida en 2030 y responder eficazmente a futuras pandemias”.

Una triada pandémica muestra que de los 38 millones de personas que se estima que viven con VIH, 26 millones se encuentran en países en desarrollo y dos tercios en países que no han recibido ningún tipo de condonación de deuda a pesar de la grave crisis sanitaria y económica que les causó el COVID.

La respuesta al VIH en países de renta baja y media es 8 mil millones de dólares estadounidenses menor que la cantidad necesaria para 2025. En 2021, los recursos internacionales destinados al VIH fueron un 6 % inferiores que en 2010.  Se estima que la menor disponibilidad de recursos para financiar el acceso a los servicios del VIH podría costar 7,7 millones de vidas en la próxima década.

El Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria está buscando recursos adicionales para que los países puedan hacer mayores inversiones en la lucha contra estas tres enfermedades.

Kalipso Chalkidou, responsable de financiación de salud en el Fondo Mundial, ha declarado: “Como indican las últimas cifras de las Perspectivas de la Economía Mundial del FMI, las previsiones son nefastas tanto para los países donantes como para los receptores, ya que el servicio de deuda limita mucho la inversión en sanidad y en causas sociales de los países más pobres. En este contexto, el Fondo Mundial considera que los intercambios de deuda para sanidad son una herramienta muy prometedora a fin de crear el espacio fiscal necesario para invertir en estas tres enfermedades y en los sistemas sanitarios”.

Los niveles de deuda pública en países de renta media y baja aumentaron de media desde un 55 % hasta un 63,8 % de su PIB entre 2019 y 2020, lo que equivale a la alarmante cifra de 2,3 billones de dólares estadounidenses. Esta cifra no deja de aumentar. Al mismo tiempo, la depreciación de la moneda con respecto al dólar estadounidense de más del 10 % y la subida constante de los tipos de interés están creando el escenario idóneo para una “tormenta financiera”. En el caso de los países de renta baja, se calcula que la deuda total constituye el 87 % de su PIB. En consecuencia, el porcentaje de países de renta baja con problemas de endeudamiento o con alto riesgo de sufrirlos se ha duplicado desde 2015 hasta llegar al 60 %.

En las Reuniones Anuales del FMI, Oxfam renovó su compromiso de reducir el índice de desigualdad y presentó los últimos datos sobre desigualdades en el acceso a la sanidad.

Max Lawson, responsable de incidencia política y políticas de desigualdad en Oxfam indicó: “Nuestro análisis muestra que la mitad de los países más pobres redujeron el gasto sanitario a pesar de estar atravesando por la peor crisis sanitaria del siglo. Están gastando mucho más en pagar sus enormes deudas a los ricos acreedores de Nueva York y Londres que lo que pueden invertir en evitar que su gente muera a causa de enfermedades. Es una situación horrible y más terrible aún porque no tiene por qué que ser así. La desigualdad es una decisión política, no algo inevitable”.

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Video: sesión para presentar el informe

Pandemic triad: HIV, COVID-19 and debt in developing countries

Watch: Jaime Atienza Azcona, Director, Equitable Financing, UNAIDS explains the report

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ONUSIDA insta a aumentar el gasto en salud y protección social como parte esencial de la respuesta económica a la crisis de la COVID-19

17 de abril de 2020

Discurso de Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA, con relación a la respuesta económica a la COVID-19, pronunciado durante un evento online celebrado el 16 de abril de 2020 y copatrocinado por el Global Development Policy Center y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

La COVID-19 está matando a personas. Sin embargo, la magnitud y las consecuencias de la pandemia son las creadas por el hombre.

No era inevitable el que con la enfermedad se hayan perdido miles de vidas y echado a perder millones de medios de subsistencia. Todas estas pérdidas a las que nos seguimos enfrentando son el resultado de la enorme desigualdad para la que hemos programado nuestra economía mundial.

La pronunciada pendiente de las curvas de mortalidad, la profundidad de las pérdidas económicas y las revueltas sociales que se han visto en distintos países no son sino las consecuencias de nuestras elecciones políticas, una función del modelo económico que nosotros mismos hemos creado.

La COVID-19 ha empujado al mundo a la recesión. El Fondo Monetario Internacional ya nos está advirtiendo de que este gran confinamiento será peor que la crisis financiera que todo el mundo atravesó en el año 2008. Según las previsiones de la Organización Internacional del Trabajo, la enfermedad del coronavirus acabará con el equivalente a 195 millones de puestos de trabajo a jornada completa.

Como bien aprendimos de la epidemia del VIH, las epidemias causan estragos en un mundo desigual. Alimentan las desigualdades ya existentes y golpean con fiereza a los más vulnerables y marginados, a todos aquellos que no tienen acceso a la atención sanitaria, que no disponen de ninguna red que les aporte seguridad, a quienes no se les reconoce el derecho a tener una baja por enfermedad y a las personas que carecen de agua con la que limpiarse las manos. Precisamente las epidemias abaten antes, y con más crueldad, a aquellos a los que se les niega el derecho a la salud.

Cuando los Gobiernos dan prioridad a los sistemas de atención sanitaria privados frente a la atención sanitaria universal financiada con fondos públicos, están eligiendo. Están diciendo que el derecho a la salud se convierte en un privilegio para los pocos que pueden permitírselo. Y entonces, cuando la epidemia azota, esa elección se convierte en una decisión sobre a quién hay que permitir vivir y a quién se debe dejar morir. En ese momento quienes disfrutan del privilegio de acceder a la atención sanitaria consiguen vivir, mientras que a los demás no les queda más que morir.

Los Gobiernos han de invertir en la protección social universal. En las comunidades pobres presentes en todo el mundo, a menudo escuchamos: «Si no podemos trabajar, moriremos de hambre antes de contraer la enfermedad del coronavirus». Se trata de una elección que nadie tendría que hacer. Esta crisis sanitaria se está convirtiendo a pasos agigantados en una crisis también alimentaria.

En toda nuestra economía, observamos modelos empresariales que confían en mano de obra a la que no se protege. Modelos que explotan a los trabajadores y a los proveedores, que ni los apoyan ni los protegen.

La crisis climática es otra consecuencia de este amañado modelo económico que explota los ecosistemas de los que dependemos. Y de nuevo son los más pobres, los menos responsables de los abusos, quienes mayor varapalo reciben. Ahora mismo en el Pacífico, las personas no están solo luchando contra la COVID-19, sino que siguen recuperándose de las secuelas del ciclón Harold.

Nada de todo esto es accidental. Cada pequeño aspecto responde a un diseño, obedece a una intencionalidad. Al comienzo de mi discurso ya les adelanté que nuestra vida viene regida por decisiones tomadas por el hombre; no obstante, en muchos casos, estamos ante decisiones adoptadas por el sexo masculino. Me refiero a hombres que todavía dominan las salas de juntas y los pasillos del poder político, mientras son las mujeres quienes siguen asumiendo la gran responsabilidad de cuidar a otros. Mujeres que han de atender a familiares enfermos durante la pandemia o que deben andar kilómetros y kilómetros para conseguir agua potable.

Sin embargo, en esta historia no todo son sombras. Empezamos a atisbar pequeños resquicios de esperanza, vamos aprendiendo algunas lecciones. Somos cada vez más conscientes de la importancia de la salud y la protección social. Ello supone que, si queremos recuperarnos, debemos resetearnos. No podemos regresar al punto en que estábamos.

Estamos siendo testigos de cómo algunos países imponen lo que están llamando impuestos de solidaridad a las grandes empresas y a las personas con más recursos. Estamos oyendo hablar sobre la cancelación de la deuda estudiantil; la exención de tasas sanitarias, incluyéndose aquí las cuotas de usuarios, y el mayor apoyo a los cuidadores. Nos encontramos ante una nueva agenda.

Mas a nuestro alrededor otros países avanzan en dirección contraria: rebajas de impuestos para los más adinerados, paquetes de rescate para las grandes empresas sin garantía de que esos fondos se vayan a traducir en un apoyo para los trabajadores y los proveedores que trabajan sobre el terreno. Vamos viendo, por tanto, distintas señales.

Se ha de incrementar el gasto en salud y protección social. Esta pandemia debería ser el punto de partida de nuestra reconstrucción, de ahí que no debamos solo remendar con rescates.

Hemos de salir de esta crisis diferentes, reforzados, convencidos de que es imprescindible cambiar el modelo económico. Necesitamos un nuevo pacto verde mundial en el que el estímulo esté en invertir en las personas y en el planeta.

Un nuevo modelo económico que expanda la cobertura sanitaria universal y la protección social universal para todos, que impulse el trabajo digno y el cobro de sueldos dignos, y en el que las recompensas se distribuyan por toda la cadena de suministros y todas las partes interesadas se beneficien por igual. Un modelo en sintonía con el Acuerdo de París en materia de cambio climático.

Ahora tenemos la oportunidad de tomar decisiones distintas. Rezo para que todos los líderes mundiales así lo hagan.

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

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UNAIDS Geneva
Sophie Barton-Knott
tel. +41 79 514 6896
bartonknotts@unaids.org

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Sin una financiación sostenible, la respuesta al sida fallará

26 de septiembre de 2019

Esta semana, la Asamblea General de las Naciones Unidas se comprometió a lograr la cobertura sanitaria universal para 2030. Del mismo modo, prometió acelerar los esfuerzos para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluyendo el de erradicar el sida, para 2030. Estos compromisos son precisamente los que nos demuestran que hay una voluntad política de responder a la mayor crisis a la que se ha enfrentado el mundo.

En 2016, la Asamblea General acordó, en la Declaración política para poner fin al sida, una ampliación continua de la inversión en la respuesta al sida en los países de bajos y medianos ingresos que ascendiera, al menos, a los 26 mil millones de dólares estadounidenses para 2020. A finales de 2018, sin embargo, únicamente estaban disponibles 19 mil millones de dólares estadounidenses (en dólares estadounidenses constantes en 2016). Y lo que es peor, 19 mil millones de dólares estadounidenses suponían casi mil millones menos de dólares estadounidenses que el año anterior.

En vez de aumentar paulatinamente, la financiación global para el VIH va descendiendo. El compromiso político simplemente no concuerda con la financiación requerida para hacer realidad la idea de erradicar el sida. A poco menos de un año de alcanzar la fecha de 2020 prevista para el objetivo de 26 mil millones de dólares estadounidenses, la financiación para la respuesta al sida ha caído en 7 mil millones de dólares estadounidenses. Este descenso resulta particularmente alarmante porque sabemos que la respuesta al sida salva vidas, por lo que invertir en la respuesta al sida es una gran inversión.

 

«El mundo no puede permitirse una recaída en su inversión en la respuesta al sida», enfatizó Gunilla Carlsson, Directora Ejecutiva en funciones de ONUSIDA. «Los países han de cumplir su promesa de aumentar gradualmente la inversión en la respuesta al VIH si el mundo quiere cumplir sus obligaciones con los más vulnerables y en desventaja».

La caída en la financiación se ha visto en todos los sectores en 2018: recursos nacionales (un declive de un 2 %), el Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria (Fondo mundial) (un descenso de un 20 %, que viene explicado por fluctuaciones en su ciclo de subvención de tres años), otros canales multilaterales (una caída de un 2 %), los programas bilaterales del Gobierno de los Estados Unidos de América (una reducción de un 3 %), los programas bilaterales de otros países donantes (un 17 % menos), organizaciones filantrópicas (una reducción de un 18 %) y otras fuentes internacionales (un 4 % de descenso).

Los países de bajos y medianos ingresos se están autofinanciando cada vez más su respuesta al sida. Entre 2010 y 2018 los recursos nacionales invertidos por los países de bajos y medianos ingresos en su respuesta al sida han aumentado en un 50 %, mientras que las inversiones internacionales lo han hecho en tan solo un 4 %.

La financiación nacional en 2018 en los países de bajos y medianos ingresos representó el 56 % de los recursos de financiación totales, si bien las regiones variaban considerablemente unas de otras. En África oriental y meridional, que es la región con la tasa más alta del VIH, un 59 % de los recursos procedían de donantes en 2018, lo cual conduce a una subida del 80 % si apartamos a Sudáfrica del análisis. Entre 2010 y 2018 todos los grandes donantes excepto Estados Unidos redujeron sus contribuciones directas bidireccionales a la respuesta al sida de otros países.

Este mes de octubre se presenta como un momento fundamental para la financiación y el VIH. El próximo 10 de octubre, los Gobiernos y otros socios se reunirán en Lyon, Francia, para la sexta conferencia internacional de reposición de fondos del Fondo Mundial.  En su intento por conseguir, al menos, 14 mil millones de dólares estadounidenses para la respuesta contra el VIH, la tuberculosis y la malaria para 2020-2022, el Fondo Global calcula que, si sus programas están completamente financiados, se logrará salvar 16 millones de vidas, una estimación realizada a partir de los 27 millones de vidas salvadas desde su inicio en 2002.

«Insto a los países a financiar plenamente el Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria en su próxima reposición. La vida de 16 millones de hombres, mujeres y niños depende de ello», insistió la Sra. Carlsson.

NUESTRA ACCIÓN

Recursos y financiación

Mejorar la vida de todos midiendo la homofobia

08 de marzo de 2018

Se ha desarrollado un nuevo índice que mide los niveles de homofobia para demostrar su efecto en determinados países.

Como ya sabemos, la homofobia —que aquí entendemos como cualquier actitud negativa, creencia o acción contra personas que no comparten la misma orientación sexual o identidad de género— afecta a la salud pública. Los varones homosexuales y otros que mantienen relaciones sexuales con hombres, tienen que enfrentarse al estigma existente y una mayor probabilidad de tener comportamientos que ponen en riesgo su salud sexual. Por otra parte, son menos propensos a adherirse a la terapia antirretrovírica y su tasa de realización de pruebas de VIH es baja. Sin embargo el conocimiento sobre los niveles de homofobia, particularmente en países de bajos ingresos e ingresos medios, es escaso.

El nuevo índice, publicado en la revista europea sobre salud pública (European Journal of Public Health) , combina tanto los datos que representan la homofobia institucional, como las leyes y la homofobia presente en la sociedad —las relaciones entre personas y grupos de personas. Los datos que se recogen en el índice se proporcionaron de diversas fuentes, entre las que se incluyen las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex. A escala regional, se llevó a cabo un cuestionario a más de 460.000 personas donde se les preguntaba cuestiones relacionadas con sus reacciones ante la homosexualidad.

El índice térmico de homofobia (Homophobic Climate Index) da resultados de 158 países. La región más inclusiva fue Europa occidental, seguida por América Latina. Por el contrario, África y Oriente medio fueron las regiones donde se encontraban los países más homofóbicos. Exceptuando Sudáfrica y Cabo verde, que se encontraban entre los diez países más inclusivos de entre los países de bajos ingresos e ingresos medianos. Colombia fue el más inclusivo entre los países de bajos ingresos e ingresos medianos; y Suecia resultó ser el más incluso de todos los países.

A raíz de comparar los resultados del índice con otros datos, los investigadores descubrieron que los países con los niveles más altos de homofobia eran los mismos que resultaban tener los niveles más altos de desigualdad de género, abusos contra los derechos humanos, gastos en sanidad escasos y una baja satisfacción con la vida. Se descubrió una relación entre el aumento del índice térmico de homofobia con una baja esperanza de vida en varones y un rendimiento económico pobre.

Por lo tanto, el índice muestra los efectos perjudiciales que crea la homofobia en un país con respecto a la vida y el bienestar de sus ciudadanos que no solo afectan a varones homosexuales y hombres que tienen sexo con personas de su mismo género. Erik Lamontagne, Asesor principal de Economía de ONUSIDA, comentó, “Este índice proporciona a las comunidades datos significativos que pueden ser de gran ayuda en su campaña para conseguir una sociedad más inclusiva”.

Gracias al conocimiento sobre los efectos dañinos que provoca la homofobia, los países podrán alcanzar una posición mejor para responder a ellos y para mejorar la vida de todos.

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