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Grupos de población clave tienen conocimientos insuficientes sobre su estado serológico

26 Octubre 2020

Existen carencias significativas en la realización de pruebas del VIH entre poblaciones clave de mayor riesgo, lo que tiene como resultado niveles insuficientes de conocimiento sobre su estado serológico. Las pruebas del VIH son una vía de acceso crucial hacia la prevención del VIH y los servicios de tratamiento. Sin conocimiento de su estado serológico, las personas no pueden acceder a servicios de tratamiento contra el VIH que prolonguen sus vidas.

El análisis de datos de estudios especiales muestra que, de media, a escala mundial, unos dos tercios de los trabajadores sexuales y hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres se han hecho una prueba del VIH y han recibido los resultados en los últimos 12 meses o habían obtenido resultados positivos en pruebas del VIH anteriormente, lo que significa que aproximadamente un tercio desconocía su estado serológico. La diferencia entre las pruebas era aún mayor para  usuarios de drogas inyectables. Estos estudios suelen realizarse en lugares donde hay disponibles servicios accesibles para los grupos de población claves y pueden sobrestimar la cobertura total de las pruebas.

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Las organizaciones de Tanzania basadas en la comunidad prestan todo su apoyo a las mujeres que consumen drogas

05 Octubre 2020

Las comunidades basadas en la comunidad situadas en Dar es Salam, en la República Unida de Tanzania, con el respaldo de ONUSIDA, están apoyando incansablemente a las mujeres que consumen drogas y sus familias para que logren sobrevivir a esta situación tan complicada.

«Antes de la pandemia, la vida era sencilla y mejor. En la playa solía realizar distintos trabajos, como limpiar pescado, ayudar a las personas a cargar y descargar los barcos, y me pagaban por ello y así sacaba algo de dinero. Ayudaba a mi hija a lavar su ropa, la acompañaba al colegio y le preparaba la comida. Llevábamos una vida sencilla», recuerda Doroth Hassan mientras se sienta en la oficina de SALVAGE, una organización hermana de la Red tanzana de personas que consumen drogas (TanPUD, por sus siglas en inglés), ubicada en Kigamboni, Dar es Salam.

Antes, a través del trabajo sexual y de los distintos oficios informales que desempeñaba, como todo lo que hacía en la playa, la Sra. Hassan ganaba lo necesario para que tanto su hija como ella pudieran llegar bien a fin de mes. Sin embargo, para ellas todo se ha vuelto un auténtico desafío desde la aparición de la pandemia de COVID-19.

«Nuestra vida ha cambiado. Vivo con miedo y preocupación. La gente para la que trabajaba antes ahora no quiere pagar, con la excusa siempre de que no tienen dinero debido al coronavirus. Todo, absolutamente todo, ha cambiado. La vida se ha vuelto muy dura. Los clientes han desaparecido, se han evaporado. Y los  poquísimos que siguen viniendo nos engañan; quieren el mismo sexo por menos», explica la Sra. Hassan.

No es la única en su situación. La mayoría de las mujeres que consumen drogas en Dar es Salam sobreviven de la misma forma que la Sra. Hassan, gracias al trabajo sexual, al mercadeo u a otros trabajos del sector informal. Viven en campamentos para personas que consumen drogas o en refugios casuales y masificados.

Gracias a la ayuda prestada por ONUSIDA y otros socios, organizaciones basadas en la comunidad como TaNPUD y SALVAGE han sido capaces de aliviar el dolor de las mujeres residentes en los campamentos y refugios de Dar es Salam.

«TaNPUD se ocupó de concienciar a la población, mientras que SALVAGE se esforzó por proporcionarnos cubos, jabón y comida, además de otros materiales de higiene, tanto a nosotras como a otras muchas mujeres de la comunidad. TaNPUD está siempre defendiendo nuestro derecho a la salud», enfatizó Olive Kiranda elogiando la gran labor de las organizaciones. Ella misma había consumido drogas y actualmente está siguiendo una terapia de sustitución de opiáceos.

La Sra. Kinanda también hace voluntariado en la clínica Medication-Assisted Treatment (MAT), en Temeke, donde vive. En este centro, se ocupa de informar a la gente respecto a la prevención de la tuberculosis (TB) y, asimismo, recoge muestras de pacientes para hacer las pruebas de detección de esta enfermedad. Sin embargo, desde que surgió la COVID-19, sus tareas han cambiado por completo.

«Como educadora de iguales, he adquirido conocimientos sobre la prevención de la enfermedad del coronavirus, y estoy capacitada para educar y concienciar. Junto con otras personas que consumen drogas, yo también recibí ayuda; por ejemplo, con relación a las mascarillas», señala la Sra. Kinanda. A ella también le proporcionaron información y apoyo desde otras organizaciones locales basadas en la comunidad. Por ejemplo, recibió y agradeció donaciones tanto de la comunidad como de clientes con los que trabaja en la clínica MAT de Temeke.

Sabe bien que a ella misma le brindaron el mismo apoyo.

«TaNPUD está alzando la voz en nuestro hombre, y SALVAGE, como organización hermana de TaNPUD, se está dedicando a apoyar a las mujeres. Han conseguido que tengamos al acceso al cuidado y el tratamiento a través de otros servicios, y también nos están proporcionando alojamiento, alimentos y productos de higiene, lo cual nos es de enorme ayuda», insiste.

Dicha ayuda, brindada con el apoyo económico y material de ONUSIDA, contribuirá a aliviar algunas de las consecuencias de esta pandemia mundial, aun cuando los efectos de la COVID-19 están tardando muchísimo en desaparecer en la República Unida de Tanzania.

Happy Assan, coordinadora de TaNPUD, destaca que el apoyo prestado ha llegado hasta ahora a 55 familias de mujeres que consumen drogas en Dar es Salam.

«Con la ayuda logramos cubrir las necesidades tanto de alimentación como de higiene. Del mismo modo, se consigue que las mujeres puedan permanecer en sus hogares en vez de tener que salir, por ejemplo, a desempeñar el trabajo sexual. Igualmente, se las dota de la capacidad que necesitan para negociar sexo con menores riesgos. El apoyo reduce el miedo y la preocupación respecto a poder satisfacer las necesidades básicas de las familias con niños», detalla la Sra. Assan.

Muchas de las personas que consumen drogas viven con el VIH o corren un alto riesgo de contraer el virus, y su calidad de vida depende del acceso seguro al tratamiento y la atención, incluyéndose aquí los servicios relacionados con la reducción del daño. A pesar del apoyo con que cuentan en la comunidad, algunos de los servicios de los que dependen las mujeres que consumen drogas se han visto alterados.

«Se han interrumpido los servicios para la reducción del daño; hay menos. Ya no se distribuyen preservativos ni otros productos de primera necesidad; únicamente se cuenta con agujas y jeringas. Al menos SALVAGE nos está ayudando a conseguir productos sanitarios. En los hospitales no se ofrece ningún otro apoyo; únicamente están los tratamientos para el VIH», lamenta la Sra. Hassan.

La Sra. Hassan y la Sra. Kinanda coinciden en que se han enfrentado a un mayor estigma durante la pandemia. En algunos casos, la discriminación se debió a las consecuencias no intencionadas del apoyo que recibieron, ya que, por ejemplo, se les proporcionaron mascarillas faciales de un determinado color, lo que hizo que quien las llevara fuera identificado en su comunidad como persona que consume drogas. También se apunta a que el estigma y la discriminación en los hospitales fue muy elevado, lo que dificultó todavía más el acceso a los servicios. Sin embargo, la mayor complejidad viene causada por las pérdidas económicas derivadas de la pandemia.

Como bien resume la Sra. Kinanda, «si no hay clientes, no hay dinero. Económicamente, es muy duro, porque mis clientes dicen que no tienen dinero puesto que el coronavirus ha hecho mella en su trabajo. Yo continúo concienciando y educando a la comunidad y a mi propia familia. Estoy teniendo problemas de dinero, lo estoy pasando mal, ¿pero qué otra opción tengo aparte de seguir adelante?».

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Las nuevas infecciones por el VIH, cada vez más presentes entre los grupos de población clave

28 Septiembre 2020

En el año 2019, en todo el mundo, el porcentaje de nuevas infecciones por el VIH en adultos entre los grupos de población clave y sus parejas sexuales fue del 62 %. Este cambio a una epidemia del VIH cada vez más presente entre los grupos de población clave se debe al gran progreso alcanzado en materia de prevención del VIH en todos aquellos entornos con una elevada prevalencia del VIH en África oriental y meridional. Todo ello en combinación con una mezcla de avances y retrocesos en las regiones con menor prevalencia del VIH.

Los grupos de población clave, entre los que se incluyen los trabajadores sexuales, las personas que se inyectan drogas, los presos, las personas transgénero y los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, no son sino pequeños porcentajes dentro de la población general, mas corren un gran riesgo de contraer el VIH, como consecuencia, en gran parte, de la discriminación y la exclusión social.

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Donaciones de dinero en efectivo para personas que consumen drogas durante la COVID-19 en Bangladesh

09 Septiembre 2020

«No puedo abastecer a mi familia con la comida suficiente porque han bajado mis ingresos. Me deprime ver a mi familia pasar hambre y apuros económicos», comenta Kamal Hossain (nombre ficticio), una persona que consume drogas, residente en Daca, Bangladesh.

La pandemia de COVID-19 está afectando a las vidas y los medios de subsistencia de mucha gente en todas partes. El impacto es especialmente notable en personas con desventajas socioeconómicas o ya marginadas. En Bangladesh, las ificultades a las que se tienen que enfrentar para ganarse la vida y acceder a cualquier tipo de programa de protección social se han acentuado aún más para las personas que consumen drogas, que ya de por sí se encuentran marginadas por parte de la comunidad en general.

Algunos en la misma situación que Hossain trabajaban antes de la pandemia, pero perdieron sus empleos durante el confinamiento. Los centros de recreo y de acogida a los que acudían antes para recibir apoyo sanitario y psicosocial se cerraron parcial o totalmente y los servicios sanitarios se vieron interrumpidos.

Para ayudar a las personas que consumen drogas durante el confinamiento, ONUSIDA hizo una donación a la Red de Personas que consumen drogas (NPUD, por sus siglas en inglés). Con esta donación, NPUD proporcionó comida y ropa durante la fiesta del Eid ul-Fitr a las personas que se inyectan drogas y que viven en la calle. Miembros de la comunidad local se encargaron de repartir la comida. Para algunos, esta ha sido la única ayuda recibida durante la pandemia de COVID-19.

«Yo solo he recibido una comida durante el confinamiento. No he recibido ninguna ayuda del Estado porque no tengo documento nacional de identidad. También recibí una mascarilla y jabón por parte de una organización civil», añade Rafiq Uddin (nombre ficticio), que vive en la calle y consume drogas en Daca.

Las organizaciones de base comunitaria se esfuerzan por apoyar los medios de subsistencia de las personas de las poblaciones más expuestas, incluidas aquellas que consumen drogas.

«Puesto que NPUD es una organización de personas que consumen drogas, no podemos quedarnos al margen de esta crisis. En estos tiempos difíciles, algunos líderes de NPUD se han ofrecido para ayudar y el apoyo de ONUSIDA ha sido el primer paso para marcar la diferencia», afirma Shahed Ibne Obaed, presidente de NPUD.

Tras recibir la donación de ONUSIDA, NPUD se puso en contacto con otros socios, incluidos CARE Bangladesh, Save the Children (Bangladesh), organismos humanitarios locales y organizaciones de voluntarios, para proporcionar un apoyo alimentario más amplio.

«He recibido un poco de dinero de una organización de voluntarios en mi localidad. Algunos de mis parientes y personas bienintencionadas me ayudaron dándome comida. También intenté hacer algún trabajo que me generara ingresos para abastecer a mi familia, pero no encontré nada de forma regular», nos cuenta el Sr. Hossain, que es miembro de Ashakta Punarbashan Sangstha (APOSH), una organización con base comunitaria en Daca.

NPUD consiguió movilizar suficientes recursos de varias fuentes para continuar ayudando a personas que se inyectan drogas y personas que viven con el VIH en las zonas más antiguas de Daca y alrededores. Unas 1600 personas que consumen drogas se han visto beneficiadas por esta iniciativa. La coordinación entre NPUD y otras organizaciones con base comunitaria sirvió de ayuda para identificar a los beneficiarios de estas ayudas. Trabajadores de centros de acogida, APOSH, Prochesta, Old Dhaka Plus, Alor Pothe y otros ayudaron a distribuir ropa y alimentos. Miembros de organizaciones con base comunitaria ofrecieron sus casas para preparar y envasar allí los alimentos.

NPUD facilitó equipos de protección personal para los trabajadores sociales, y mascarillas y jabón para los beneficiarios; además organizó un grupo en línea para compartir las novedades y las fotos, y para publicar información acerca de sus actividades. Toda la iniciativa fue completamente voluntaria. 

«Uno de los principales motivos de preocupación es la falta de recursos humanitarios y financieros para apoyar a toda la gente vulnerable que consume drogas. Necesitamos un mayor compromiso por parte de los donantes para generar más fondos de ayuda, especialmente para los que viven en la calle, y para garantizar la sostenibilidad de esta iniciativa», afirmó Saima Khan, directora de ONUSIDA en Bangladesh.

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Mitigando el impacto de la COVID-19 en los grupos de población clave

04 Junio 2020

La pandemia de la COVID-19 está afectando a todo el mundo, incluyéndose aquí los grupos de población clave con mayor riesgo de contraer el VIH. Como consecuencia de los reveses de la COVID-19, corremos el gran riesgo de desandar lo andado y volver atrás en lo que respecta a los avances conseguidos con relación a otras enfermedades infecciosas, incluyéndose aquí el VIH. Ese es precisamente el punto de partida de un nuevo informe publicado por FHI 360, en colaboración con ONUSIDA, en el cual se aconseja sobre cómo minimizar los impactos de la COVID-19 sobre los grupos de población clave.

«Centradas en los grupos de población clave, estas directrices complementan nuestros esfuerzos por apoyar el acceso durante la pandemia de la COVID-19 a los servicios y los productos para la prevención del VIH, así como por acercar a todo el mundo los servicios encargados de la salud sexual y la planificación familiar, la prevención de la violencia de género y el asesoramiento en materia del VIH, y de las pruebas de detección y el tratamiento antirretrovírico», insiste Paula Munderi, coordinadora de la coalición global para la prevención del VIH de ONUSIDA. «Para conservar todo aquello que tanto nos ha costado ganar en la respuesta al sida, es fundamental mantener los servicios básicos del VIH para los grupos de población clave, así como fomentar, y velar por, la seguridad y el bienestar del personal y de los miembros de la comunidad durante esta pandemia de la COVID-19».

El informe, concebido como una guía práctica para apoyar la continuación de los servicios del VIH para las personas seropositivas y los grupos de población clave, va dirigido a ayudar a los implementadores de programas, para que estos puedan continuar en todo momento desempeñando su trabajo.

«Los grupos de población clave son especialmente vulnerables a las interrupciones de servicios del VIH y a un daño adicional durante la pandemia de la COVID-19. Necesitamos urgentemente soluciones basadas en derechos que mantengan o incrementen el acceso de los grupos de población clave a los servicios para el VIH, al mismo tiempo que minimicen la posible exposición a la COVID-19 y promuevan la seguridad de las personas. Dichas soluciones han de apoyar el distanciamiento físico y la descongestión de las instalaciones sanitarias, pero de un modo que responda a la verdadera y actual realidad de los grupos de población clave», apunta Rose Wilcher, de FHI 360.

El informe ofrece sugerencias prácticas de cara a las tres grandes áreas que se distinguen:

La primera tiene que ver con la protección de los proveedores y los miembros de la comunidad frente a la COVID-19. Los servicios para el VIH solo pueden seguir en marcha durante la pandemia de la COVID-19 si se adoptan medidas para evitar la posible transmisión del coronavirus entre los trabajadores del programa, los proveedores y los beneficiarios. Servicios para el VIH se consideran también los que tienen que ver con las pruebas de detección y la atención relacionadas con la COVID-19, así como aquellos otros dirigidos a cuidar del bienestar mental de los proveedores y beneficiarios.

La segunda área es la que apoya el acceso seguro y constante a los servicios y productos para el VIH. Los programas para el VIH pueden integrar medidas de distanciamiento social, ofrecer consultas virtuales y proporcionar la dispensación multimensual de los medicamentos para el VIH. Las actividades de concienciación y las relaciones entre iguales deberían continuar allí donde sean posibles.

La tercera área sobre la que trabaja el informe guarda relación con supervisar la continuidad de los servicios y mejorar los resultados. Puesto que es posible que se produzcan interrupciones de los servicios, los programas para el VIH deberán adaptar sus sistemas de evaluación y supervisión con el fin de permitir la evaluación regular del suministro continuado de servicios para el VIH y del impacto de la COVID-19 sobre los programas para el VIH y sus beneficiarios. Ello podría requerir la puesta en marcha de sistemas de información estratégicos que utilicen medidas de distanciamiento físico como la recogida de datos virtual y las herramientas de presentación de informes.

«La pandemia de la COVID-19 no debería jamás servir de excusa para ralentizar el impulso en la respuesta global al VIH entre los grupos de población clave. Lejos de ello, la pandemia supone el momento de aprender y sacar conclusiones de nuestro trabajo para poner fin al sida. Nos brinda también la oportunidad de aliviar los sistemas sanitarios sobrepasados como consecuencia de la COVID-19 financiando plenamente las organizaciones basadas en la comunidad y lideradas por hombres gais y bisexuales, consumidores de drogas, trabajadores sexuales y personas transgénero, con el fin de garantizar un mejor acceso a los servicios para el VIH dirigidos a los grupos de población clave», recalca George Ayala, director ejecutivo de MPact.

El informe fue elaborado por FHI 360 como parte del proyecto EpiC (consecución de objetivos y mantenimiento del control epidémico), apoyado por USAID y el Plan de emergencia del presidente de los Estados Unidos para el alivio del sida. ONUSIDA y sus socios aportan sus ideas y consejos.

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Las organizaciones comunitarias en Noruega aseguran la salud, la dignidad y los derechos

17 Marzo 2020

Para la directora ejecutiva de ONUSIDA Winnie Byanyima, el trayecto en autobús de esta mañana fue muy diferente, ya que se montó en el autobús de la hepatitis en Oslo, Noruega, para saber más acerca de ProLAR, una organización que ayuda a las personas que consumen drogas. ProLAR ofrece varios servicios, entre los que se encuentran terapias de sustitución de opiáceos y pruebas del VIH y de la hepatitis C. Además, reclama activamente cambios en la política, en materia de drogas, y promueve políticas fundadas en hechos que involucren a las comunidades afectadas.

«Damos la bienvenida a las personas que consumen drogas a este espacio seguro y acogedor en el que podemos hablar , conocernos los unos a los otros y realizar las pruebas que sean necesarias», explica Ronny Bjørnestad, director ejecutivo de ProLAR.

De acuerdo con el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, aproximadamente 9000 personas que se inyectan drogas vivían en Noruega en 2019, muchos en Oslo y en Bergen, las dos ciudades más pobladas. Por ello, el Gobierno noruego presentó en 2015 un nuevo plan de acción que abordaba el consumo de sustancias y las adicciones, y que priorizaba la prevención, la intervención precoz, el tratamiento y el cuidado posterior para las personas que consumen drogas. El Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades informó de que en 2018 solo hubo seis nuevos diagnósticos entre los usuarios de drogas inyectables en Noruega.

Byanyima también visitó Sjekkpunkt, un servicio anónimo y gratuito en Oslo, dirigido a hombres homosexuales y a hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres, en el que se pueden realizar pruebas para el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. Rolf Martin Angeltvedt, director de Helseutvalget, afirmó que «El puesto de control nunca negará la entrada a alguien que quiera hablar y realizarse la prueba , que es gratuita, anónima y rápida».

En los últimos años, en Noruega han disminuido a ritmo constante las nuevas infecciones por el VIH entre hombres homosexuales y entre los hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres. De hecho, en 2018 el método más frecuente de transmisión del VIH en Noruega fue la transmisión heterosexual.

Tras la visita a Sjekkpunkt, Byanyima se reunió con representantes de organizaciones de la sociedad civil que trabajan en Noruega para ayudar a las personas afectadas por el VIH y que viven con él. Trataron temas como el trabajo sexual, el chemsex, la tercera edad, la juventud, las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intergénero, y la migración. En Noruega, las organizaciones de la sociedad civil desempeñan un papel fundamental a la hora de abordar la epidemia de sida, ya que apoyan la prevención, el tratamiento y la atención.

«Es clave el liderazgo en redes y organizaciones dirigidas por compañeros que trabajan para ayudar a las personas afectadas por el VIH y que viven con él. Ahora más que nunca el papel de la sociedad civil es esencial para romper las barreras en la salud, la dignidad y el disfrute de los derechos humanos. Les animo a que construyan puentes con organizaciones de sociedades civiles de otras regiones del mundo, porque  debemos trabajar juntos para invertir la alarmante tendencia de reducción del espacio y de falta de financiación para la sociedad civil. De otra manera, no conseguiremos alcanzar el objetivo de poner fin a la epidemia del sida en 2030», afirmó Winnie Byanyima.

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Servicios a medida para las mujeres que se inyectan drogas en la India

02 Marzo 2020

A menudo, las personas que consumen drogas están muy estigmatizadas y afrontan elevados niveles de discriminación. Sin embargo, a las mujeres que consumen drogas se les estigmatiza y discrimina dos veces. Primero por su género y después por consumir drogas. Además, están más expuestas a la violencia de género y a las violaciones de los derechos humanos. Todo ello, las pone en riesgo de contraer el VIH y otras infecciones.

A nivel mundial, son pocos los programas de reducción de daños que adaptan sus servicios a las mujeres y a sus necesidades; y la discriminación de género puede provocar que sean rechazadas. A menudo, los servicios relacionados con el VIH tampoco suplen las necesidades de las mujeres que consumen drogas.

Como parte de los esfuerzos para llegar a las mujeres que se inyectan drogas, la Alianza India contra el VIH/sida (en inglés, India HIV/AIDS Alliance) está colaborando con el gobierno de Punjab a través del ministerio de Salud y Bienestar Familiar en el hospital civil de Kapurthala. El objetivo es desarrollar un modelo exhaustivo de reducción de daños para las mujeres que se inyectan drogas en Punjab.

El hospital está desarrollando un enfoque holístico y humano a través de una clínica de reducción de daños que ofrece servicios adaptados para satisfacer las necesidades de las mujeres. El enfoque de ventanilla única permite alojar los servicios del VIH y de reducción de daños un único centro. A los usuarios se les proporciona una amplia variedad de opciones a las que pueden acceder de manera gratuita en el momento que mejor les venga. Entre ellas se incluyen la terapia de sustitución de opiáceos, los programas de intercambio de agujas y jeringuillas, y la naloxona, un tratamiento eficaz contra las sobredosis de drogas opioides.

«Cuando no disponíamos del centro de reducción de daños para mujeres, acceder a la terapia de sustitución de opiáceos era un verdadero desafío. Los usuarios varones nos acosaban para obtener favores sexuales», afirma Preeti Singh (nombre ficiticio), una usuaria de la clínica.

La clínica trabaja en colaboración con ONGs locales para asegurar que las mujeres que se inyectan drogas tengan acceso a otros servicios, como el asesoramiento, las pruebas del VIH y los servicios de salud sexual y reproductiva. Se han desarrollado una serie de servicios sensibles a las cuestiones de género en base a la experiencia ganada en la India y en otros países asiáticos. Las mujeres proveen servicios, movilizan a la comunidad y se benefician del proyecto.

«Al principio, mi marido y mis suegros no me permitían acceder a la terapia de sustitución de opiáceos del centro de reducción de daños para mujeres. Ahora que estoy recibiendo la terapia antirretrovírica y que estoy más sana, saben que funciona», afirma Kiran Sharma (nombre ficiticio), usuaria de la clínica.

El proyecto se centra también en la creación y en el refuerzo de foros comunitarios, organizados por el Foro estatal de consumidores de drogas (en inglés State Drug User Forum) en colaboración con la Alianza India contra el VIH/sida. Los foros buscan recopilar información desde la perspectiva de las propias mujeres para entender y dar respuesta a los aspectos transversales, entre los que se encuentran la violencia de género, la estigmatización y la discriminación, y el refuerzo de la prestación de servicios de reducción de daños.

«Al igual que mis compañeras, yo también acudí al centro buscando ayuda para recuperarme y me sorprendió encontrar tantos servicios para chicas como nosotras. Lo que más me gustó fue que encontré ayuda para cuidar de mi hijo», dice Monica David (nombre ficiticio), usuaria de la clínica.

El proyecto comenzó en febrero de 2019 y ya ha alcanzado el objetivo de llegar a 150 mujeres que se inyectan drogas. La clínica ha tenido un impacto impresionante en la vida de las mujeres. Ha fomentado la concienciación, la prevención y las pruebas del VIH, de la hepatitis C y  de la tuberculosis. También las ha vinculado a tratamientos y cuidados posteriores según sus necesidades.

El proyecto y las pruebas utilizadas para introducir y ampliar el modelo en la India y en otras partes de Asia, se evaluarán posteriormente, a lo largo de todo el año.

El director nacional de ONUSIDA en la India, Bilali Camara, afirmó que el proyecto llegaba justo a tiempo. «Debemos continuar trabajando conjuntamente para solventar las carencias que siguen dejando atrás a las mujeres que consumen drogas. Acabar con la amenaza pública que supone la epidemia del sida dependerá del desarrollo de un programa de justicia social e inclusión que exija el acceso a los servicios de salud integrados y libres de discriminación, con la colaboración activa de la población», declaró.

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La despenalización funciona, pero pocos países dan un paso más allá

03 Marzo 2020

Gracias a la reunión de la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas celebrada esta semana en Viena, Austria, la atención diplomática se centra de nuevo en las drogas. En 2018, las personas que se inyectaban drogas representaban del 12 % de las nuevas infecciones por el VIH a nivel mundial.

En docenas de países en todo el mundo, la legislación que penaliza a los grupos de población clave o que discrimina a las personas que viven con el VIH socava los intentos de prevenir las nuevas infecciones y las muertes relacionadas con el sida. La despenalización del consumo de drogas y de la posesión para consumo personal reduce el estigma y la discriminación que obstaculizan la reducción de daños, y el acceso a la atención sanitaria y a los servicios legales. En los países donde se despenaliza el consumo de drogas y se da acceso a programas exhaustivos de reducción de daños, la prevalencia y la transmisión del VIH tiende a descender drásticamente entre las personas que consumen drogas.

La República Checa, los Países Bajos, Portugal y Suiza se encuentran entre los pocos países que han despenalizado el consumo de drogas y la posesión para consumo personal, además de haber invertido en programas de reducción de daños. Por consiguiente, en estos países el número de positivos entre las personas que se inyectan drogas es bajo.

Al menos 67 países tipifican el consumo de drogas y la posesión para uso personal como un delito penal, por lo que es hora de que los países den un paso más allá hacia la despenalización.

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ONUSIDA celebra el nombramiento de Ghada Fathi Waly como directora ejecutiva de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito

GINEBRA, 25 de noviembre de 2019—ONUSIDA muestra su alegría por el nombramiento de Ghada Fathi Waly como directora ejecutiva de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito y directora general de la sede de las Naciones Unidas en Viena.

«Estoy deseando trabajar codo con codo con la Sra. Waly para juntas ayudar a construir sociedades más seguras para todos en las que nadie se tope con obstáculos para ejercer su derecho a la atención sanitaria, la educación y la justicia», dijo con rotundidad Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. «ONUSIDA continuará también colaborando con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito para poner en marcha innovadores programas y políticas de reducción del daño dirigidos a las personas que consumen drogas. El objetivo no es sino reducir los perniciosos efectos que el consumo de drogas tiene tanto sobre las personas como sobre las sociedades, mientras se respetan los derechos de las personas consumidoras de drogas y prisioneras».

Las infecciones por el VIH entre las personas que se inyectan drogas van en aumento. Fuera del África subsahariana, en 2018, las personas consumidoras de drogas inyectables y sus parejas sexuales concentraban en torno a una quinta parte de todas las nuevas infecciones por el VIH. En dos regiones del mundo (Europa Oriental y Asia Central, y Oriente Medio y África del Norte) las personas que se inyectan drogas representaron más de una tercera parte de todas las nuevas infecciones registradas en 2018. También son elevadas en muchas partes del mundo las tasas de hepatitis vírica y tuberculosis entre las personas consumidoras de drogas. Estas enfermedades, ambas evitables y tratables, junto con las muertes por sobredosis, también evitables, se cobran cientos de miles de vidas al año.

Los servicios integrales de reducción del daño (incluyéndose aquí los programas de agujas y jeringas, las terapias de sustitución de opiáceos, los tratamientos para la drogodependencia, la prevención de las sobredosis, y las pruebas y el tratamiento para el VIH, la tuberculosis y la hepatitis B y C) reducen la incidencia de la infecciones de transmisión sanguínea, las muertes por sobredosis y otros daños.

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Más de la mitad de las nuevas infecciones por el VIH a nivel mundial se encuentran entre los grupos de población clave y sus parejas sexuales

05 Noviembre 2019

La difusión global de nuevas infecciones por VIH en 2018 superó el umbral, estableciendo así que la mayoría de las nuevas infecciones a nivel mundial se encontraban entre grupos de población clave y sus parejas sexuales.

Este cambio es el resultado del gran progreso en los entornos con alta prevalencia del VIH en África oriental y meridional, combinado con una mezcla de avances y retrocesos en las regiones con baja prevalencia.

Los grupos de población clave constituyen una pequeña proporción de la población general, pero tienen un riesgo extremadamente alto de infección por el VIH. Los datos disponibles sugieren que el riesgo de infección por el VIH para los hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres fue 22 veces mayor en 2018 que entre el resto de hombres. De forma similar, el riesgo de adquirir el VIH para personas que se inyectan drogas fue 22 veces mayor que el de las personas que no lo hacen; 21 veces mayor para las trabajadoras sexuales que para el resto de mujeres adultas de entre 15 y 49 años; y 12 veces mayor para las mujeres transgénero que para los adultos de entre 15 y 49 años.

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