Sexual transmission of HIV

ONUSIDA hace un llamamiento a la protección de los derechos humanos en el Día Internacional para Acabar con la Homofobia, la Bifobia y la Transfobia (IDAHOBIT)

15 de mayo de 2024

GINEBRA, 15 de mayo de 2024—Antes de IDAHOBIT, que se conmemora en todo el mundo el 17 de mayo, ONUSIDA hace un llamamiento a los gobiernos de todo el mundo para que protejan los derechos humanos de las personas LGBTQ+. La protección de los derechos humanos de todas las personas, según demuestran las investigaciones de ONUSIDA, es esencial para proteger la salud pública, ya que permite un acceso inclusivo y equitativo a los servicios sanitarios sin discriminación.

El movimiento en favor de los derechos humanos para todos ha logrado importantes avances. Por ejemplo, mientras que al principio de la pandemia de sida la mayoría de los países criminalizaban a las personas LGBTQ+, ahora dos tercios de los países no lo hacen.

Sin embargo, más de 60 países siguen haciéndolo, mientras que otros 20 criminalizan la expresión y la identidad de género.

"El estigma, la discriminación y la criminalización pueden ser letales", declaró Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. "En la respuesta al VIH, hemos aprendido que un enfoque basado en los derechos humanos es fundamental para responder a una crisis sanitaria y no dejar a nadie atrás. Los países deben eliminar estas leyes penales discriminatorias e introducir una legislación que proteja los derechos si queremos acabar con el sida como amenaza para la salud pública de todos."

La discriminación, la violencia y la criminalización obligan a muchas personas LGBTQ+ a pasar a la clandestinidad y a alejarse de los servicios sanitarios; en consecuencia, los hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, así como las personas transgénero, se ven más afectados por el VIH. A nivel mundial, en 2022, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres tenían 23 veces más probabilidades de contraer el VIH, y las mujeres transexuales 20 veces más probabilidades de contraer el VIH que otros adultos de entre 15 y 49 años.

La criminalización de las personas LGBTQ+, en particular, causa importantes daños a la salud. En el África subsahariana, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres en los países donde se penalizan tienen cinco veces más probabilidades de vivir con el VIH que en los países que no penalizan el comportamiento sexual entre personas del mismo sexo.

Como ha demostrado un reciente informe de IAS - Lancet, las violaciones de los derechos humanos tienen múltiples repercusiones perjudiciales en la salud pública. Tratar a las personas como delincuentes las aleja de servicios vitales por miedo a la detención y la discriminación, lo que provoca que no accedan a la prevención, el tratamiento y la atención del VIH.  Además, las estrictas leyes anti-LGBTQ+ se han asociado a una falta de conocimiento sobre las pruebas del VIH y el estado serológico.

"Para demasiadas personas de nuestras comunidades LGBTQ+ y más allá, las cosas más básicas están todavía demasiado lejos de su alcance, debido a la discriminación, el estigma y la violencia a la que se enfrentan cada día", han declarado las cosecretarias generales de la asociación internacional de lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales ILGA World, Luz Elena Aranda y Tuisina Ymania Brown.  "Por eso se unen tras un grito urgente: 'Que nadie se quede atrás: igualdad, libertad y justicia para todos', recordándonos la importancia de rechazar leyes, políticas y actitudes discriminatorias". 

Las leyes penales que discriminan por motivos de orientación sexual e identidad de género constituyen una violación del derecho a la intimidad y a la no discriminación y obstaculizan la respuesta al VIH. ONUSIDA hace un llamamiento a todos los Estados para que deroguen dichas leyes e introduzcan protecciones jurídicas contra la discriminación por motivos de orientación sexual.

ONUSIDA, la Organización Mundial de la Salud, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Comisión Mundial sobre el VIH y el Derecho han hecho las mismas recomendaciones, al igual que la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y varios otros organismos de las Naciones Unidas.

ONUSIDA apoya a las personas LGBTQ+ de todo el mundo que se enfrentan al odio, la discriminación y la marginación, y pide que se ponga fin a su criminalización.

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

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“Mi misión en la vida es acabar con el estigma y la discriminación, y eso comienza con I = I”: una historia sobre el activismo del sida en Tailandia

01 de marzo de 2022

Pete vivía una vida bastante normal en Bangkok, Tailandia, y como un día cualquiera fue a trabajar. Tenía una empresa que importaba y exportaba verduras frescas de países vecinos en Asia sudoriental, un negocio familiar que compartía con su hermana. Era feliz, se encontraba en una relación seria y duradera con su novio, y todo parecía perfecto. Ese día, él y su pareja acudieron a realizarse pruebas de VIH, y ahí fue cuando su vida comenzó a cambiar.

“Me enteré de mi estado serológico en 2016 y justo después abandoné mi trabajo porque no sabía si viviría mucho más. Sin la orientación ni el apoyo profesional de salud mental, tenía muchos conceptos erróneos sobre el VIH, y empecé a sufrir de depresión”, dijo.

“Me culpé por haber contraído el VIH, y fui incapaz de sobrellevar este pensamiento. Me convertí en un usuario de drogas, practicaba el ‘chemsex’, rompí con mi novio y sobreviví a intentos de suicidio”, continuó. “Pero tras recibir el respaldo de organizaciones locales de personas que viven con el VIH, decidí retomar el control de mi vida. Comencé a hablar abiertamente sobre el VIH para ayudar a otros jóvenes a vivir con un diagnóstico positivo. Aunque nunca fue mi plan, sabía que tenía que hacerlo. Por eso me convertí en un activista del sida”, añadió.

Hoy en día, Pete (más conocido en Internet como Pete Living with HIV) es un reconocido activista en Tailandia y ha llegado lejos desde su diagnóstico. Ha pasado los últimos años construyendo una comunidad en línea para las personas que viven con el VIH. En este espacio seguro, las personas pueden relacionarse y estar lo suficientemente cómodas para compartir sus historias y experiencias en un entorno abierto y libre de estigma y discriminación. Su grupo de Facebook, que tiene estrictos requisitos de afiliación (por razones obvias), cuenta con más de 1300 miembros.

“Creé este espacio porque no disponía de un lugar donde contar mi historia. Quería crear una plataforma donde las personas que viven con el VIH puedan estar orgullosas de sí mismas y recordar que no están solas. Nadie merece ser estigmatizado, acosado, deshumanizado o despreciado. Toda persona es digna de ser amada, respetada y aceptada”, comentó.

En 2019, el país anunció la Asociación para la Cero Discriminación de Tailandia, que aboga por intensificar la colaboración entre el gobierno y la sociedad civil para trabajar contra el estigma y la discriminación más allá de los centros de atención sanitaria, entre ellos los lugares de trabajo, el sistema educativo, y el sistema legal y judicial. ONUSIDA lleva implicada desde que se lanzó la iniciativa y colabora activamente proporcionando asistencia técnica para elaborar la estrategia de cero discriminación y el plan de acción quinquenal, desarrollar un plan de monitorización y evaluación, y hacer realidad la estrategia aunando esfuerzos con el Gobierno tailandés y la sociedad civil.

Pete piensa que esta iniciativa es una piedra angular para acabar con la epidemia de sida, ya que el estigma y la discriminación siguen siendo el principal obstáculo para los servicios relacionados con el VIH. “Aunque ha mejorado mucho a lo largo de los años, sigo sufriendo el estigma y la discriminación cuando acudo a las revisiones periódicas de las infecciones de transmisión sexual. Todavía recibo juicios de las enfermeras y doctores”, señaló.

Pete además se ha convertido en un apasionado activista y habla de la importancia de la campaña I = I (indetectable = intransmisible) en foros internacionales y conferencias. “I = I cambió mi vida. Continúo luchando y fomentando I = I porque sus mensajes tienen el poder de cambiar la vida de las personas que viven con y están afectadas por el VIH. Sin embargo, lo más importante es que puede modificar las actitudes sociales y abordar el estigma y la discriminación”, afirmó.

Gracias a I = I, el tratamiento contra el VIH ha transformado el panorama de la prevención. El mensaje es claro y transformador: al estar en un tratamiento contra el VIH y tener una carga viral indetectable, las personas que viven con el virus no pueden transmitirlo a sus parejas. Saber que ya no pueden transmitir el VIH en sus relaciones sexuales puede permitir que las personas que viven con el VIH se sientan firmemente comprometidas con la prevención a la hora de abordar sus relaciones presentes o futuras.

Pete impulsó una campaña en 2020 centrada en I = I y la defensa de la salud mental. “A través de mis redes sociales, conciencio sobre la importancia de escuchar a las personas y sus experiencias y respetarlas.  I = I es fundamental para ayudar a que las personas que viven con el VIH superen la autoestigmatización y los sentimientos negativos, como la vergüenza, que les disuaden de acceder el tratamiento o de seguirlo. I = I es alentador; puede ayudar a recordar a las personas que viven con el VIH que deben estar orgullosas de sí mismas”, indicó.

Pete está reforzando ahora las asociaciones con las partes interesadas nacionales y aliados de la respuesta al VIH para garantizar que los mensajes relacionados con I = I, la prevención del VIH, y la cero discriminación se amplíen y lleguen a diferentes audiencias. También es un representante de un grupo de trabajo multisectorial para diseñar y aplicar el Índice de estigma en personas que viven con el VIH en Tailandia, que se llevará a cabo este año. Ha apoyado a las Naciones Unidas en Tailandia en varias campañas, como la de  “Todas las personas merecen amor” en el Día de San Valentín y la de Cero discriminación, en la que participan jóvenes de todo el país.

Día de la Cero Discriminación 2022

Aumentan las nuevas infecciones por el VIH entre hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres

07 de diciembre de 2020

En 2019, los grupos de población clave (incluidos los hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas que se inyectan drogas, los trabajadores sexuales, las personas transgénero y los reclusos) y sus parejas representaron el 62 % de todas las nuevas infecciones por el VIH del mundo, incluyendo la mayor proporción de nuevas infecciones en todas las regiones excepto África oriental y meridional.

A escala mundial, las nuevas infecciones por el VIH se han reducido en un 23 % entre 2010 y 2019. Los 1,7 millones de nuevas infecciones que tuvieron lugar en 2019 constituyen más de tres veces el objetivo mundial de menos de 500 000 nuevas infecciones en 2020.

Sin embargo, apenas se ha reducido el número de infecciones por el VIH entre trabajadoras sexuales, personas que se inyectan drogas y mujeres transgénero, y se estima que las infecciones por el VIH entre hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres se han incrementado en un 25 % entre 2010 y 2019.

Cambio en el porcentaje de la incidencia del VIH en grupos de población clave, mundial, 2010-2019

ONUSIDA llama a todos los países a emprender una acción mundial y propone nuevos grandes desafíos en materia del VIH para el año 2025

26 de noviembre de 2020

Mientras la COVID-19 sigue obstaculizando los avances en la respuesta al sida y ha hecho que no se estén pudiendo alcanzar los objetivos para 2020, ONUSIDA insta con más fuerza que nunca a todos los dirigentes políticos, para que aprendan de las lecciones del pasado y tengan presente lo que sucede cuando no se invierte lo suficiente en salud. Asimismo, hace un llamamiento generalizado para que cada país dé un paso al frente en su acción mundial, pues solo así se logrará erradicar el sida y vencer otras pandemias.

GINEBRA, 26 de noviembre de 2020 - En su nuevo informe, Vencer a las pandemias priorizando a las personas, ONUSIDA pide a los países que inviertan mucho más en las respuestas mundiales a las pandemias y que adopten un nuevo conjunto de objetivos para el VIH audaces y ambiciosos, pero alcanzables. Si logramos hacer realidad dichos objetivos, el mundo volverá de nuevo a la senda de lo programado para poner fin al sida como amenaza para la salud pública para 2030.

La respuesta mundial al sida ya se había ralentizado antes del brote de la COVID-19. Sin embargo, la rapidísima expansión de la enfermedad del nuevo coronavirus ha supuesto aún más reveses. El modelaje del impacto a largo plazo que la pandemia tendrá en la respuesta al VIH nos muestra que las nuevas infecciones por el VIH se calcula que podrían pasar de 123 000 a 293 000 de 2020 a 2022. Asimismo, para este mismo periodo, las estimaciones apuntan a que las muertes relacionadas con el sida podrían crecer de 69 000 a 148 000.

«Estamos pagando ahora un precio altísimo por el error colectivo que hemos cometido de no invertir lo suficiente en respuestas para el VIH integrales, basadas en los derechos humanos y centradas en las personas», advierte Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. «El implementar únicamente aquellos programas que resultan más agradables desde el punto de vista político no nos ayudará, ni de lejos, a acabar con la COVID-19 ni a erradicar el sida. Para que la respuesta mundial vuelva a funcionar, es absolutamente imprescindible que pongamos a las personas en el centro y que abordemos las desigualdades que alimentan las epidemias».

Nuevos objetivos para reactivar la respuesta

Aunque algunos países del África subsahariana, como Botswana y Eswatini, lo han hecho considerablemente bien y han alcanzado, e incluso superado, los objetivos fijados para 2020, son muchos más los países que están quedando atrás. Aquellos que mejor lo han hecho han abierto el camino para todos los demás. ONUSIDA lleva un tiempo trabajando con sus socios para extraer todas las lecciones aprendidas y convertirlas en una serie de objetivos de cara a 2025 en los que las personas ocupen siempre un papel central.

Los objetivos pretenden lograr una gran cobertura tanto de los servicios de salud sexual y reproductiva, como de todos aquellos relacionados con el VIH. Además, se persigue acabar con las leyes y las políticas punitivas, y reducir el estigma y la discriminación. En todos los nuevos objetivos las personas están en el centro, sobre todo aquellas más en riesgo y marginadas, como las mujeres jóvenes y las niñas, las adolescentes, los trabajadores sexuales, las personas transgénero, los consumidores de drogas inyectables, y los gais y otros hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres.

Los nuevos objetivos respecto a la distribución de los servicios relacionados con el VIH aspiran a lograr una cobertura del 95 % para cada subpoblación de personas que viven con el VIH y que tienen mayor riesgo de infectarse del VIH. Al adoptar un enfoque centrado en las personas y ocuparse especialmente de las zonas clave, los países lograrán estar más preparados para controlar las epidemias que los azotan.

Los objetivos para 2025 también exigen asegurar un entorno propicio para una respuesta al VIH eficaz, así como incluir otros objetivos ambiciosos y antidiscriminatorios para conseguir que menos de un 10 % de los países tenga leyes y políticas punitivas, menos de un 10 % de las personas que viven con el VIH o están afectadas por el virus sufra el estigma y la discriminación, y menos de un 10 % sea víctima de la desigualdad de género y la violencia.

Venciendo pandemias

La inversión y la acción insuficiente tanto en el VIH como en otras pandemias han dejado el mundo expuesto a la COVID-19. Si los sistemas sanitarios y las redes de la seguridad social hubieran sido más fuertes, el mundo habría estado en una mejor posición para frenar la propagación de la COVID-19 y soportar su impacto. La COVID-19 nos ha demostrado que la inversión en salud no solo salva vidas, sino que también sienta las bases de economías mucho más fuertes. La salud y los programas para el VIH deben estar plenamente financiados, tanto en tiempos de holgura económica como en momentos de crisis.

«Ningún país es capaz de derrotar solo las dos epidemias», insiste la Sra. Byanyima. «Un desafío de esta magnitud solo se puede lograr potenciando al máximo la solidaridad mundial, cultivando la responsabilidad compartida y aunando esfuerzos para movilizar una respuesta que no deje a nadie atrás. Podemos hacerlo compartiendo la carga y trabajando juntos».

Hay algunos puntos sobresalientes: se está dando más importancia que nunca al liderazgo, las infraestructuras y las lecciones aprendidas de la respuesta al VIH, para derrotar a la COVID-19. La respuesta al VIH ha ayudado a garantizar la continuidad de los servicios ante esos desafíos extraordinarios. La respuesta por parte de las comunidades contra la COVID-19 ha hecho más que evidente todo lo que podemos lograr si trabajamos juntos.

Además, el mundo debe aprender de los errores cometidos en los primeros momentos de la respuesta al VIH, cuando millones de personas de países en vías de desarrollo murieron esperando su tratamiento antirretroviral. Aun hoy, más de 12 millones de personas todavía no tienen acceso al tratamiento para el VIH, y 1,7 millones contrajeron el VIH en 2019 por no tener acceso a los servicios esenciales para el VIH.

Todo el mundo tiene derecho a la salud. Precisamente por eso ONUSIDA está liderando la defensa de una vacuna universal contra la COVID-19. Ahora que están apareciendo vacunas prometedoras contra la COVID-19, hemos de garantizar que no se conciban solo como un privilegio de los ricos. Por eso, ONUSIDA y sus socios están rogando a los laboratorios farmacéuticos que compartan su tecnología y sus conocimientos, y que renuncien a sus derechos de propiedad intelectual para que el mundo pueda fabricar vacunas exitosas a gran escala y al ritmo necesario para proteger a toda la población.

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El VIH es invisible pero afecta todo mi universo

06 de abril de 2020

Como activistas con VIH afirmamos con frecuencia que quienes tenemos el virus podemos llevar una vida “normal” y vivirla como cualquier otra persona. ¿Qué tan parecida puede ser la vida de alguien con VIH a la de quien no tiene?

“Tenemos derecho a gozar, a hacer todo lo que tengamos ganas de hacer en nuestras relaciones sexuales, nuestros cuerpos están libres de culpas y estigmas”, suelo decir con optimismo cada vez que me paro a hablar frente a otras mujeres con VIH. Sin embargo, hay algo en lo más profundo de mi ser, de mis imaginarios, de mis prejuicios, o vaya saber uno dónde, que durante años me ha impedido liberarme por completo y hacer lo que tanto proclamo. 

Al principio, cuando recién me diagnosticaron, me negaba a tener sexo con otros por miedo a infectarlos. Luego de un mes de tratamiento los médicos concluyeron que en mi caso la carga viral —es decir, la cantidad de virus en la sangre— era indetectable. Cuando es así, no hay posibilidad de que transmitas el VIH. A pesar de eso, yo no podía tener sexo. No quería.

La sola idea de recibir sexo oral me repugnaba, imaginar mi fluido vaginal en la boca de otro me daba terror. Sabía que la probabilidad de transmitir el virus a través de sexo oral era tan baja que se podía considerar inexiste, sabía que tenía disponible la barrera de látex como método de protección, sabía también que no me habían detectado carga viral, y ni así había forma de que volviera a desearlo.

Después de mi primera relación sexual, a los dieciséis años, jamás imaginé que me tocaría vivir algo así. Ni fumada me lo hubiera imaginado. Me sentía hermosa, segura, sexi, hasta que a los diecinueve el virus se metió dentro de mi cuerpo y destruyó toda esa seguridad como una bomba nuclear.

Cuando luego del diagnóstico me fijé por primera vez en un chico, él le dijo a una amiga que yo le parecía linda, que lástima que tenía granitos en la cara. Esos granitos eran una reacción a los retrovirales que comenzaba a tomar. Tenía la cara muy irritada. Mi amiga me vino a dar la noticia contenta, pero yo en cambio me fui directo al baño a llorar. Esa fue una de mis primeras derrotas.

La inseguridad atraviesa todos nuestros vínculos sexoafectivos. Sobre todo cuando apenas son una posibilidad. Fíjense en esta diferencia: cuando a alguien que no tiene VIH, o que no sabe que lo tiene, le gusta otro u otra y quiere coger, por lo general si el prospecto está en la misma onda, van y cogen. No ocurre lo mismo cuando tienes VIH. Siempre está ese momento incómodo en el que debes contarle al otro u otra que tienes el virus y esperar a que sea él o ella quien decida.

Te diagnostican con VIH y entras a un espacio desconocido. Desubicada y con todo por explorar, sientes dolores en lo más profundo del cuerpo. Y digo cuerpo pero pienso en algo aún más profundo: el VIH no se ve, no lo veo pero lo siento, afecta todo mi universo.

Desde que está conmigo, el virus está controlado en términos clínicos. En términos sociales, mentales, afectivos, no. Lo de no tener relaciones sexuales me duró un año, nueve meses más permanecí sin recibir sexo oral. Varias veces estuve a punto de llegar al orgasmo hasta que un pensamiento fugaz sobre el virus aparecía en mi cabeza de repente y lo interrumpía todo sin piedad.

Algunas mediaciones para el VIH causan redistribución de las grasas y de la masa muscular en el cuerpo. Como explicó hace unos años en una nota el médico argentino Damián Lavarello, los tratamientos pueden generar lipoatrofia, que es “la desaparición de la grasa en algunas zonas del cuerpo como la cara y los miembros” e hipertrofia, que se refiere a la “acumulación de grasa en abdomen, espalda o pechos”, y que “genera déficits en la calidad de vida de los pacientes”.

Cuando recién comencé el tratamiento temí que me diera hipertrofia, así que me dediqué a hacer ejercicio sin parar. Durante diez años continuos entrené en el gimnasio de tres a cinco horas diarias. Me daba pavor que mi cuerpo cambiara de forma porque sabía que si eso pasaba no iba a querer tomar más la medicación y entonces mi salud iba a decaer. Sentía que estando bien buena en términos machistas hegemónicos quien considerara rechazarme lo iba a pensar dos veces.

En 2018, después de quince años de tomar Nevirapina y 3TC Complex, cambié la medicación. Además transité mi primer embarazo a término. Y engordé, pero solo de algunas partes y de una manera muy extraña. Tan extraña, que con frecuencia algunas personas me llaman la atención sobre mis brazos. Yo no les pregunto, pero se creen con el derecho de opinar.

Sé que después de un embarazo es posible quedar con las caderas más anchas, con un poco de panza y uno que otro gordito, pero nunca escuché que alguien quedara con los brazos tres veces más grandes. Luego de darle vueltas al asunto concluí que podía ser la medicación nueva la que estaba causando algunas alteraciones. Por primera vez sentí deseo de cambiar de medicación; eso sí, me daba miedo hacerlo porque cuando tienes VIH cambiar de medicación significa no saber si la siguiente te va a hacer efecto y qué consecuencias secundarias te va a traer.

Ahora que soy madre, los temores en relación con mi cuerpo han cambiado. Si anteriormente estaban ligados a la sexualidad y al placer, ahora tienen que ver con los efectos secundarios de los medicamentos. Y no tanto con los que tienen que ver con mi apariencia física. La medicación puede causar dolor de cuerpo, dolor en las articulaciones, cansancio extremo. Quizás después de diecisiete años de tomar, algo comience a sentir.

Quienes tenemos VIH no tenemos certeza de qué pasará con nuestros cuerpos y con nuestra salud en el futuro. Claro, de algún modo nadie la tiene, pero nosotras tomamos diariamente una medicación que produce efectos secundarios y que apenas existe hace treinta años. ¿Cómo sabemos qué desgastes nos traerá de sorpresa? ¿Qué posibles efectos a largo plazo no fueron estudiados?

Saber de compañeras que están teniendo problemas de salud luego de veinte, veinticinco o treinta años de tener VIH y tomar la medicación te deja paralizada, con temor a lo que te puede tocar vivir.

Es que, como decía una noticia publicada en 2018 por el instituto de investigación del sida IrsiCaixa, “gracias al éxito de la terapia antirretroviral, la comunidad científica se enfrenta hoy en día a un reto inesperado hace años: el envejecimiento de las personas con VIH. La infección por el virus del VIH causa un envejecimiento prematuro del sistema inmunitario y una inflamación crónica en los pacientes, que se traducen en un aumento de la propensión a patologías renales, osteoporosis, algunos cánceres, deterioro cognitivo y enfermedades cardiovasculares”.

Mi mayor temor hoy es que alguna enfermedad colateral a la toma de la medicación interrumpa la vida tal como la llevo ahora con mi hija y mi pareja. Que con el tiempo mi cuerpo se debilite y se sienta agotado, y debamos alterar nuestras rutinas. Muchas veces tengo la fantasía de tomar unas vacaciones de la medicación, pero me detiene el terror a lo que esto puede causar. Me cuesta hasta poner en palabras todas las sensaciones que me produce pensar en el destino de mi cuerpo medicado; esta es la vez que más cerca he estado de hacerlo.

También desde que soy madre he comenzado a hacerme algunas preguntas. ¿Por qué nunca nadie me dijo alguna vez cuánto iba a doler no poderle dar teta a tu bebé? ¿Cómo puede ser que personas que trabajan hace más de quince y veinte años sobre la agenda de VIH me pregunten si estoy amamantando? ¿Que tantos me recordaran que bajaría más rápido de peso al amamantar? ¡A las mujeres con VIH no nos dejan amamantar! ¿Cómo puede ser que esas mismas personas que conocen la agenda del VIH me pregunten si me hicieron cesárea como única opción? Jamás imaginé que compañeras y compañeros activistas en Derechos Humanos me harían sentir tan mal con sus comentarios.

Quienes tenemos VIH no somos enfermos, pero hoy, después de diecisiete años de tener el virus dentro, pienso que este no solo está en el cuerpo. Insisto: el virus penetra todo nuestro universo. Entonces me pregunto si realmente puedo decir que llevo la vida como cualquiera que no tiene VIH o si el que doy, al igual que otras mujeres activistas con VIH, es solo un mensaje político positivo. ¿Cómo podemos seguir llevando un mensaje así y ser coherentes con él?

Acerca de este artículo

Este artículo fue publicado originalmente por VICE en Español como parte de la edición Cuerpo: narrativas personales. ACCEDA AL ARTÍCULO ORIGINAL AQUÍ

 

TEXTO POR MARIANA IACONO

RETRATOS DE MARIANA IACONO POR DOLORES LUNA 

EDITORAS FOTOGRÁFICAS: FOTÓGRAFAS LATINOAMERICANAS

Sri Lanka elimina la transmisión vertical del VIH y de la sífilis

13 de diciembre de 2019

GINEBRA/BANGKOK, 13 de diciembre de 2019—ONUSIDA felicita a Sri Lanka por su éxito al conseguir acabar con la transmisión vertical del VIH y la sífilis congénita. «El gran logro de Sri Lanka me llena de esperanza y me demuestra que el cambio es posible. Es evidente que, cuando un país se asegura de que los servicios sean accesibles y estén libres del estigma para las mujeres, incluyéndose a aquellas que viven con el VIH o que están afectadas por el virus, los resultados que se obtienen benefician a la salud de las mujeres, a la salud de los niños y a la sociedad en su conjunto», señaló Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA.

Según el Ministerio de Salud Pública de Sri Lanka, en 2018 todas las mujeres embarazadas diagnosticadas con el VIH comenzaron una terapia antirretrovírica, y el 97 % de las mujeres embarazas y con sífilis recibieron tratamiento. El país lleva sin tener constancia de ningún caso de transmisión maternoinfantil del VIH desde 2017, y la tasa de sífilis congénita se ha reducido a menos de 50 casos por cada 100 000 nacimientos vivos en 2017 y 2018.

«La eliminación de la transmisión maternoinfantil del VIH se debe al fortísimo compromiso político, al fructífero enfoque integrado multisectorial construido sobre las bases del sistema de salud pública y a la experticia técnica», resalto Anil Jasinghe, director general de los servicios sanitarios en Sri Lanka.

Sri Lanka se ha convertido en el cuarto país de la región Asia-Pacífico después de Tailandia, Malasia y las Maldivas en ser validado por eliminar la transmisión vertical del VIH y la sífilis congénita.

ONUSIDA

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El poder de la visibilidad transgénero en Jamaica

12 de noviembre de 2019

«¿Es seguro hacer su trabajo?» Renaè Green y Donique Givans guardan silencio durante varios segundos. «Todavía tengo miedo», dice la Sra. Green, directora asociada de política y abogacía de TransWave Jamaica. «No me gusta ir a ciertos sitios. Si alguien quiere formar parte de una de nuestras campañas, le explicamos los riesgos porque uno nunca sabe a qué tipo de repercusiones se va a tener que enfrentar».

La Sra. Givans, oficial de enlace comunitario de la organización, lo sabe muy bien. No fue completamente honesta sobre su identidad de género con su padre cuando comenzó a hacerse más visible en su trabajo como activista.

«Ya no quiere tener nada que ver conmigo», dice con la voz un poco temblorosa. «Me dijo que me fuera y que no volviera a su casa. Así que, hacemos saber a la gente que pueden experimentar dificultades».

TransWave se formó en 2015 después de un curso de salud y violencia de género para la comunidad LGBT impartido por WE-Change y apoyado por el Foro Jamaicano para Lesbianas, Bisexuales y Gays y Jamaica AIDS Support for Life

El director ejecutivo de TransWave, Neish McLean, es el único hombre transgénero al frente de una organización transgénero caribeña. Recientemente, el Sr. McLean habló publicamente sobre su recorrido personal, explorando temas que van desde la distinción entre identidad de género y sexualidad hasta la mastectomía. Este es un territorio en bastante desconocido en una nación famosa por su conservadurismo social.

«Durante mucho tiempo, la gente realmente decía que las personas transgénero no existían en Jamaica porque no podían ponerles cara ni identificar a nadie que fuera transgénero. Ahora tenemos tantas personas que se identifican como tal, que es más fácil explicar quiénes son las personas transgénero», explica la Sra Green. 

Además de aumentar la visibilidad de las personas transgénero, TransWave aboga por una amplia gama de temas que afectan a la comunidad, como por ejemplo la falta de acceso a viviendas, educación y empleo orientados a las personas transgénero, además de iniciativas para reducir la pobreza y la violencia. El VIH es un gran desafío. Una encuesta biológica y conductual integrada de 2018 realizada por la Universidad de San Francisco reveló que el 51% de las mujeres transexuales jamaicanas evaluadas vivían con el VIH.

TransWave es un firme partidario de que todos los miembros de la comunidad tengan acceso a atención médica. 

«Muchos son conscientes de que son seropositivos, pero no buscan tratamiento. Simplemente están esperando morir. Las personas no pueden soportar no poder vivir sus vidas como ellos mismos y no quieren pasar por la angustia de tener que ir a una clínica», dice la Sra. Green. «Es difícil porque todos los ojos están puestos en ti y te expones a que la gente te ataque o te lastime», explica la Sr. Green.

En julio, ONUSIDA Jamaica apoyó la Conferencia de Salud y Bienestar Transgénero de TransWave. El evento ayudó a lanzar un conjunto de herramientas sobre cómo los proveedores de atención médica pueden proporcionar servicios holísticos y no discriminatorios, además de hablar sobre los derechos y la inclusión de las personas transgénero. La organización también se ha reunido con algunos empleadores para evaluar el grado de aceptación de la inclusión de trabajadores transgénero.

La Sra. Givens ofrece una visión diversa de cómo es la vida para las personas transgénero en Jamaica. 

«Es muy difícil, pero las personas intentan ajustarse a las normas de género de la sociedad.  Pueden maquillarse un poco para sentirse cómodos, pero sin que se note mucho. Algunos lugares de trabajo permiten que las personas sean ellas mismas, pero no hay mujeres trans que lleven falda», dijo.

El transporte público es a menudo un desafío. Por ejemplo, cuando TransWave reserva un taxi, nunca pueden estar seguros de si el conductor será tolerante. Alquilar un apartamento puede ser una tortura. Las viviendas de menor precio, por lo general, implican vivir en un zona menos segura. Los propietarios y vecinos pueden ser críticos.

En el extremo, la falta de vivienda sigue siendo un problema importante, ya que algunos jóvenes transgénero son expulsados de sus hogares incluso antes de llegar a la adolescencia. Este es a menudo el punto de partida para una serie de vulnerabilidades aterradoras que incluyen la falta de escolarización, las malas perspectivas laborales y un estado de salud precario, y que algunos recurren al trabajo sexual.

Cuando se les preguntó acerca de sus esperanzas para el futuro, la Sra. Givans y la Sra. Green piden una financiación adecuada para TransWave y para que puedan continuar su educación. La Sra. Green agrega que le gustaría emigrar.

«Pero no todos quieren irse de Jamaica y no todos deberían irse», dice intencionadamente. «Por eso trabajamos tan duro. Para que podamos llegar a un punto en el que todos sean aceptados».

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