Injecting drug use IDU

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Programas de reducción del daño: salvar vidas entre las personas que se inyectan drogas

21 Junio 2017

Los programas de reducción del daño están salvando vidas entre las personas que se inyectan drogas. Desgraciadamente, no todos los que necesitan estos servicios pueden acceder a ellos. ONUSIDA ha realizado una serie de vídeos para concienciar sobre la reducción del daño y reclamar que se pongan en marcha servicios de reducción del daño para todo aquel que los necesite.

Las personas que se inyectan drogas están entre las poblaciones clave de mayor riesgo de contraer o transmitir el VIH. Y, sin embargo, también son los que tienen menos acceso a los servicios de prevención, atención y tratamiento del VIH, porque se les estigmatiza y criminaliza por consumir drogas.

Las estimaciones muestran que hay aproximadamente 12 millones de personas que se inyectan drogas en todo el mundo, de las cuales 1,6 (14%) millones viven con el VIH y 6 millones (50%) con hepatitis C. La prevalencia del VIH en las mujeres que se inyectan drogas es a menudo mayor que entre los hombres. ONUSIDA estima que en 2014 hubo 140 000 nuevas infecciones entre las personas que se inyectan drogas en todo el mundo, lo que significa que el número de infecciones al año entre estas personas no bajó con respecto a los datos de 2010 a 2014.

 

Las herramientas y estrategias necesarias para mejorar la salud y las vidas de las personas que usan drogas son harto conocidas y perfectamente factibles. Los programas de suministro de agujas y jeringuillas reducen la propagación del VIH, la hepatitis C y otros virus transmitidos por la sangre. La terapia de sustitución de opiáceos y otros tratamientos contra la dependencia de las drogas fundamentados en pruebas ponen freno al consumo de drogas, reducen la vulnerabilidad a las enfermedades infecciosas y mejoran la respuesta de los servicios sociales y sanitarios.

Las pruebas no dejan lugar a dudas: la reducción del daño funciona. La terapia de sustitución de opiáceos se relaciona con una reducción del 54% en el riesgo de infección por el VIH en las personas que se inyectan drogas y se ha demostrado que reduce el riesgo de infección por hepatitis C, que aumenta el cumplimiento del tratamiento antirretrovírico contra el VIH, que disminuye los gastos sanitarios imprevistos y que reduce el riesgo de sobredosis por opiáceos en casi el 90%.

En Australia, tras 10 años de programas de suministro de agujas y jeringuillas, se han reducido el número de casos de VIH hasta en el 70% y los de hepatitis C hasta en un 43%.  

También es evidente que las leyes y las políticas que dificultan el acceso a los servicios sanitarios para las personas que consumen drogas no funcionan. Por ejemplo, la vigilancia policial en aquellos centros que prestan servicios sanitarios y de reducción del daño disuade a las personas que se inyectan drogas de acceder a dichos servicios.

Las leyes que ofrecen respuestas alternativas al procesamiento judicial y el encarcelamiento para el uso y la tenencia de drogas para consumo personal reducen el perjuicio para la salud asociado con el consumo de drogas, y no dan lugar a un aumento en el mismo.

Los programas de reducción del daño dirigidos por la comunidad pueden hacer llegar a las personas que se inyectan drogas, entre otros servicios, el de suministro de agujas y jeringuillas, y facilitan a las personas que viven con el VIH el acceso a las pruebas, el tratamiento y la asistencia. En Pakistán, por ejemplo, Nai Zindagi Trust, un programa cooperativo de divulgación, lleva en marcha 25 años y llega a cerca de 13 000 personas de la calle que se inyectan drogas a través de más de 600 educadores de la comunidad cualificados.

No obstante, y a pesar de las numerosas pruebas, solo 80 de los 158 países en los que se ha documentado el consumo de drogas inyectables dispone de por lo menos un centro en el que se ofrezca tratamiento de sustitución de opiáceos, y solo 43 países disponen de programas en las cárceles. Solo hay programas de suministro de agujas y jeringuillas en 90 países, y únicamente 12 proporcionan el mínimo recomendado de 200 agujas estériles por persona y año.

La ausencia de servicios de reducción del daño y, en los casos en los que sí que existen, la cobertura inadecuada, comprometen los avances conseguidos en la respuesta al VIH. También impiden que a millones de personas que se inyectan drogas se les presten servicios sanitarios que podrían salvar sus vidas.

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Belarús: reducir el daño, prevenir las nuevas infecciones por el VIH

12 Abril 2017

Victoria es enfermera y, cada día, suministra terapia de sustitución de opiáceos (TSO) a 50 personas. El programa de TSO de Belarús comenzó en 2007 como proyecto piloto gracias a una subvención del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. Hoy, el programa ha crecido hasta alcanzar 19 emplazamientos en todo el país que abastecen de terapia de sustitución de opiáceos a casi 900 personas. Sin embargo, esto constituye menos de un 5% de las personas que usan opiáceos en el país.

Un 37% de las personas que acceden a la terapia de sustitución de opiáceos en Belarús también vive con el VIH. Victoria dice que esta terapia ayuda a las personas que viven con el VIH y que antes usaban drogas a seguir con su terapia antirretrovírica. Asimismo, las personas seronegativas hacen uso del programa para evitar la infección por el VIH mediante el consumo de drogas inyectables.

El programa de sustitución de opiáceos de Belarús está disponible para adultos dependientes de opiáceos. Incluye suministro de metadona, reconocimientos médicos regulares, apoyo psicológico y servicios de trabajadores sociales. Eugene Halubitski es el director del programa de TSO en la clínica de Minsk desde el año 2010. Da apoyo médico y psicológico a muchos clientes, entre ellos, Sergey.

Sergey se inscribió en el programa de terapia de sustitución de opiáceos en 2009. Desde entonces, ha encontrado empleo, se ha casado y ha sido padre. Un estudio del año 2014 demostró que cada dólar estadounidense que se invierte en TSO ahorra seis dólares estadounidenses en las consecuencias de la drogodependencia, como son el crimen, el desempleo, el abastecimiento de terapia antirretrovírica y las muertes asociadas al sida.

Las personas que cumplen con los programas de terapia de sustitución de opiáceos acuden cada día a una clínica para tomar una dosis de metadona, sustancia que ayuda a paliar su dependencia de los opiáceos.

La Organización Mundial de la Salud recomienda que se aumente la cobertura de las terapias de sustitución de opiáceos a un 40% de los usuarios de drogas inyectables para reducir el número de nuevas infecciones por el VIH.

En Belarús, la financiación de la reducción de daños se está pasando, a ritmo constante, del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria a los recursos domésticos. La terapia de sustitución de opiáceos ya casi está completamente financiada por parte del Estado.

Hace 13 años, Alexander participó en un programa de rehabilitación. Hoy es psicólogo y ayuda a otras personas a recuperarse de la drogodependencia por medio de asesoramiento inter pares, meditación y psicoterapia. Su experiencia demuestra que una vida libre de drogas es posible.

Durante una visita a Belarús, Michel Sidibé, director ejecutivo de ONUSIDA, se reunió con el personal y los clientes de un centro de TSO en Minsk. Allí, dio la enhorabuena al personal del centro por su labor.

El Director ejecutivo dijo: “Puedo decir con seguridad que este es uno de los mejores programas de terapia de sustitución de opiáceos que conozco. Suministra servicios exhaustivos y holísticos centrados en las personas”.

Además, los clientes compartieron testimonios personales con el Sr. Sidibé. “Ahora creen en su futuro. El programa de terapia de sustitución de opiáceos respeta la dignidad de las personas y restablece el capital social”, declaró.

También añadió que “puede verse que el programa de reducción de daños funciona en Belarús y debe aumentarse”.

Las pruebas de la efectividad de la reducción de daños sirven de base para un paquete exhaustivo de intervenciones para prevenir la propagación del VIH y reducir otros daños relacionados con el uso de drogas.

Fotografía: ONUSIDA/Alexandr Konotop

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Transformándoles la vida a personas que se inyectan drogas por medio de un tratamiento voluntario

16 Marzo 2017

Hendro trabajaba como conductor para una empresa privada en Yakarta (Indonesia) cuando, hace dos años, comenzó a consumir heroína por influencia de un compañero.

“Empecé a volverme adicto”, dijo Hendro, que prefiere usar solo su nombre. “Pronto dejé de sentirme bien si no consumía drogas. No me podía concentrar. Y esta situación duró unos siete meses hasta que mi vida se sumió en el caos”.

Su rendimiento laboral se vio afectado y empezó a tener discusiones diarias con su mujer. Se susurraba a sí mismo “Esto no está bien. Acabaré conmigo mismo. Todos los días intentaba, sin cesar, mantenerme alejado de las drogas, pero el ansia por consumir era muy dolorosa. Era inconcebible”.

Un día Hendro se enteró de que existía un innovador programa sobre drogas con sede en una gran casa de la ciudad de Bogor, a una hora de Yakarta. El edificio, alegre y con el césped recién cortado, ofrece un ambiente acogedor y afectuoso que se acentúa con la presencia de dos perros que saludan a los visitantes con unos amables olisqueos.

Sam Nugraha fundó el programa Rumah Singgah PEKA en 2010. “El centro de tratamiento PEKA es diferente a cualquier otro, ya que es completamente voluntario”, declaró. “Cada cliente ha decidido participar por cuenta propia”.

En la región Asia-Pacífico hay 4 millones de usuarios de drogas inyectables, lo que equivale a un tercio de las personas que se inyectan drogas a escala mundial. Este hecho sitúa a la región a la vanguardia del mayor problema de drogas inyectables del mundo.

Una respuesta común al uso de drogas en la región es el confinamiento de los usuarios de drogas inyectables en centros obligatorios de tratamiento y rehabilitación.

“El enfoque de PEKA no puede aplicarse a todo el mundo. Los clientes deben ser conscientes de lo que tienen que hacer y estar dispuestos a realizar cambios”, dijo el Sr. Nugraha.

Antes de inscribirse en el programa PEKA, los participantes se someten a un largo proceso de evaluación para determinar si el centro se adapta a sus necesidades.

“Cuando entré a formar parte de PEKA estaba decidido a recuperarme y a redescubrir a esa persona que estaba perdida por culpa de las drogas”, recordó Hendro.

Los clientes analizan con sus asesores cuál es el mejor plan de tratamiento. Pueden elegir entre vivir dentro o fuera de PEKA, pero si optan por la primera opción, deben respetar la condición del centro de cero tolerancia por el consumo de drogas en sus instalaciones. Algunos clientes eligen una abstinencia completa, otros se inscriben en terapias de sustitución de opiáceos y, para aquellos que quieren continuar inyectándose drogas, PEKA cuenta con un programa de agujas y jeringuillas. Además, a todos los clientes se les anima a participar en sesiones de terapia grupales e individuales.

“El 90 % de nuestro personal tiene experiencia en el uso de las drogas”, afirmó el Sr. Nugraha, “así que comprenden los retos a los que hacen frente los clientes, así como el tipo de apoyo que necesitan”.

Hendro decidió vivir en el centro de PEKA y participar en el programa de tratamiento de mantenimiento con metadona. Un asesor acudió con él a una clínica pública, donde un médico fijó su dosis óptima de metadona. Empezó con 50 mg al día, pero después de un año ha ido reduciendo la cantidad.

PEKA trabaja en asociación con clínicas públicas. El personal no solo acompaña a los clientes para que tengan acceso a la metadona, sino que también recogen y llevan al centro un suministro de cinco días de metadona para personas que han establecido una rutina constante.

“Las clínicas de salud pública han limitado sus horas de trabajo, así que nosotros suplimos esa carencia prestando servicios las 24 horas”, dijo el Sr. Nugraha. “La gente puede venir en cualquier momento”.

Agustina Susana Iswati, directora de la clínica sanitaria Gedung Badak, está de acuerdo. “La cooperación con grupos comunitarios es necesaria, ya que ellos son los que saben lo que está ocurriendo realmente”.

Los usuarios de drogas inyectables son vulnerables al VIH, la hepatitis, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas. La prevalencia del VIH entre personas que se inyectan drogas supera el 30% en varias ciudades asiáticas. Además, solamente el 30% de los usuarios de drogas inyectables en Asia y en el Pacífico conocen su estado serológico.

“Ofrecemos a todos nuestros clientes el acceso a pruebas del VIH. Si el resultado de la prueba es positivo, les ayudamos a que comiencen con un tratamiento antirretrovírico tan pronto como sea posible”, expuso el Sr. Nugraha.

Evi Afifah, del hospital Mahdi Bogor, considera que la colaboración con PEKA en materia de servicios relacionados con el VIH resulta provechosa. “PEKA nos ayuda a llegar hasta nuestros amigos, quienes más necesitan pruebas del VIH, tratamiento y atención”, afirmó.

Desde el año 2010, PEKA ha ofrecido una serie de servicios a casi 1000 clientes. Las encuestas de asesoramiento realizadas a personas que pasaron por todo el programa de tratamiento muestran resultados prometedores. Un número significativo de clientes informó de que su drogodependencia y calidad de vida habían mejorado, y de que su implicación en actividades delictivas se había reducido considerablemente.

Todo este éxito ha ganado reconocimiento local. En 2014 y 2016, el alcalde de Bogor reconoció a la organización como una institución excelente.

“PEKA es una organización que ha superado la prueba del tiempo”, manifestó Bima Arya Sugiarto, alcalde de Bogor. “Con su amplia experiencia, PEKA se merece nuestro reconocimiento, que a su vez puede motivar a otros grupos comunitarios para que sean constantes y se centren en su trabajo”.

Quizá el respaldo más importante para PEKA son sus clientes, entre los cuales algunos están trabajando actualmente para la organización.

Iko, un compañero asesor sobre el VIH, dijo: “Aparte de ayudar a personas que se inyectan drogas, también me estoy ayudando a mí mismo. Eso es lo más importante. Me hace feliz”.

Después de nueve meses viviendo en PEKA, Hendro fue capaz de regresar a casa con su familia y pudo volver a trabajar como conductor. Su experiencia le cambió la vida.

“En PEKA me volví a sentir acogido por una familia. Cuando consumía drogas estaba apartado y abandonado. Aquí encontré la fuerza otra vez”, dijo Hendro.

 

ONUSIDA está trabajando para apoyar a los países con el objetivo de que alcancen los objetivos establecidos en la Declaración Política sobre el VIH y el sida de las Naciones Unidas de 2016, lo que incluye asegurar el acceso a opciones de prevención combinada del VIH, entre ellas la reducción de daños, para el 90% de los usuarios de drogas inyectables.

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Detener la aparición de nuevas infecciones por el VIH entre los usuarios de drogas inyectables

16 Marzo 2017

Como parte de los esfuerzos de ONUSIDA para detener la aparición de nuevas infecciones por el VIH entre los usuarios de drogas inyectables, ONUSIDA manda un mensaje urgente a la Comisión de estupefacientes, con motivo de su sexagésima sesión en Viena (Austria). En una declaración a la comisión, ONUSIDA advierte del vertiginoso aumento de las nuevas infecciones por el VIH entre las personas que se inyectan drogas, y señala que los países no invierten en estrategias eficaces para abordar este creciente problema, ni tampoco las llevan a cabo.

La infección por el VIH entre las personas que se inyectan drogas es un problema global de gran importancia. Entre 2011 y 2014, se produjo un incremento del 33% de las nuevas infecciones por el VIH entre las personas que se inyectan drogas. Actualmente, en torno al 14% de los 12 millones de usuarios de drogas inyectables de todo el mundo (1,6 millones de personas) vive con el VIH.

ONUSIDA calcula que las personas que se inyectan drogas tienen 24 veces más probabilidades de vivir con el VIH que las personas de la población general. A pesar de esto, los usuarios de drogas inyectables a menudo son objeto de la exclusión y de la marginación, y son excluidas de los servicios que priorizan la salud y los derechos humanos.

La buena noticia es que hay programas sencillos y rentables que funcionan. Por ejemplo, las terapias de mantenimiento con metadona se han asociado a la reducción del 54% del riesgo de infección por el VIH entre los usuarios de drogas inyectables. Sin embargo, muchos países siguen reticentes a implementar estos enfoques ya probados. Únicamente alrededor del 50% de los países que ha notificado un consumo de drogas inyectables implementa programas eficaces de reducción de daños.

Distintos estudios han demostrado que, si los países pusieran a disposición terapias de mantenimiento, cada año podrían prevenirse 130 000 nuevas infecciones por el VIH fuera del África subsahariana. Esto sería un gran paso adelante para poner fin a la epidemia de sida como una amenaza para la salud pública para el año 2030.

Asimismo, hay graves deficiencias en la financiación, dado que la mayor parte de la financiación destinada a los programas de reducción de daños, sobre todo en países de ingresos bajos, procede de fuentes internacionales. Entre los años 2010 y 2014, solo el 3,3% de los fondos para la prevención del VIH fue destinado a programas para usuarios de drogas inyectables. Para llegar a este grupo de población clave con programas eficaces para prevenir la infección por el VIH, ONUSIDA calcula que la inversión anual en la prevención del VIH para las personas que se inyectan drogas, en países de ingresos bajos y medios, deberá aumentar más de diez veces hasta alcanzar los 1,5 mil millones de dólares para el año 2020.

Es evidente que tienen que producirse cambios para obtener resultados. En 2016, los Estados Miembros de las Naciones Unidas adoptaron la Declaración Política sobre el VIH y el sida, en la que se comprometían a garantizar que el 90% de los grupos de población clave, como las personas que se inyectan drogas, tengan acceso a los servicios de prevención combinada del VIH.

El suministro de un paquete integral de servicios, como los programas de intercambio de agujas y jeringuillas y las terapias de sustitución de opiáceos, en un entorno legal y normativo que permita el acceso a servicios, será esencial para prevenir las infecciones por el VIH y para reducir el número de muertes asociadas a enfermedades relacionadas con el sida, la tuberculosis, la hepatitis viral y las infecciones de transmisión sexual. ONUSIDA está colaborando estrechamente con los distintos países para ayudarles a alcanzar estos importantes objetivos con plazos definidos.

 

Quotes

“Para poner fin a la epidemia de sida y conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, necesitamos estrategias que sitúen a las personas en un lugar clave y que garanticen a todos el acceso a los servicios de salud y de base comunitaria”.

Luiz Loures director ejecutivo adjunto, ONUSIDA

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Viet Nam pone en marcha su primer servicio de terapia de sustitución de opiáceos para reclusos

25 Noviembre 2016

«En 2010, participé en una visita de estudio para aprender sobre los programas de metadona en las prisiones de España. Fui testigo del impacto positivo del programa tanto en los reclusos de manera individual como en las cárceles en su conjunto. Informé al Ministerio de Seguridad Pública acerca de los resultados y recomendaciones de la visita», dijo Nguyen Xuan Truong, director de la prisión Phu Son. «Ha pasado bastante tiempo desde entonces, pero me alegra que Phu Son sea la primera prisión en Viet Nam que ofrezca servicios de metadona para los reclusos».

El lanzamiento del servicio piloto de terapia de sustitución de opiáceos de la prisión Phu Son marca un hito significativo en los esfuerzos de la Oficina de Naciones Unidas contra la droga y el delito (UNODC) y el gobierno de Viet Nam para la prevención del VIH, el tratamiento y la atención en las prisiones de Viet Nam.

«Desde 2009, la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito ha trabajado con el Gobierno de Viet Nam para ofrecer la terapia de sustitución de opiáceos como parte de un paquete de servicios integral en materia de VIH dirigido a las personas que viven y trabajan en las prisiones», dijo Christopher Batt, encargado de la ONUDD.

La terapia de sustitución de opiáceos es un servicio basado en pruebas para la dependencia de los opiáceos. Reduce el consumo de opioides mediante la eliminación de los síntomas de abstinencia y el ansia por las drogas. De esta manera, disminuye el riesgo de transmisión del VIH y otras enfermedades de transmisión sanguínea, así como la conducta delictiva.  Además, involucra al paciente en servicios de atención continuados durante y tras su estancia en prisión.

«Se espera que la unidad de servicio de la terapia de sustitución de opiáceos mejore la calidad de vida de los reclusos. Esto reducirá la transmisión del VIH y otras enfermedades, y disminuirá el índice de recaída y sobredosis en el entorno penitenciario», agregó Batt.

El Ministerio de Seguridad Pública de Viet Nam calcula que tres de cada diez reclusos consumen drogas.

Los reclusos presentan un riesgo mayor de contraer la infección por el VIH u otras infecciones de transmisión sanguínea, como la hepatitis vírica B o C, así como de recaída o sobredosis si no se satisfacen las necesidades de su tratamiento.

Pronto se lanzará una segunda unidad de servicio de terapia de sustitución de opiáceos en la prisión Xuan Thanh, y se planea extender el servicio a otros centros penitenciarios. 

Hands up for #HIVprevention — World AIDS Day campaign

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Francia inaugura su primer centro de inyección seguro para consumidores de drogas

13 Octubre 2016

El primer centro de inyección seguro para consumidores de drogas de Francia ha abierto sus puertas en París.

La instalación, vinculada al hospital municipal de Lariboisière, puede dar cabida a hasta 400 personas al día y en ella trabaja un equipo completo de médicos, enfermeros y trabajadores sociales. Está formada por tres áreas: una sala de espera, una sala de consumo y un lugar donde la gente puede descansar antes de marcharse.

El objetivo del centro, abierto a adultos de 18 años o más, es reducir los riesgos asociados al consumo de drogas inyectables, incluida la infección por el VIH. Las investigaciones demuestran que los centros de inyección supervisados reducen los delitos y otros desórdenes sociales relacionados con el consumo público de drogas.

El director ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé, felicitó a la ministra francesa de Sanidad, Marisol Touraine, y a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, durante la inauguración del centro.

En un futuro próximo está prevista la inauguración de más salas de consumo de drogas en otras ciudades francesas, como Estrasburgo y Burdeos.

París es uno de los signatarios fundadores de la Declaración de París, por la que las ciudades se comprometen a poner fin a la epidemia de sida para 2030 adoptando un enfoque de acción acelerada ante su epidemia de VIH. 

Region/country

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Poner fin al sida para 2030 exige invertir en la reducción del daño para las personas que se inyectan drogas

10 Octubre 2016

Para poner fin a la epidemia de sida para 2030, la respuesta mundial al VIH no debe olvidarse de nadie, ni siquiera de las personas que se inyectan drogas. Requiere unas políticas sobre drogas y unos servicios de prevención, tratamiento, atención y ayuda relacionados con el VIH que se ajusten tanto los derechos humanos como a las necesidades sanitarias de las personas que se inyectan drogas.

Las estimaciones muestran que en todo el mundo hay aproximadamente 12 millones de personas que se inyectan drogas, 1,6 millones (14 %) de las cuales viven con el VIH y 6 millones (50 %) con hepatitis C. La prevalencia del VIH entre las mujeres que se inyectan drogas con frecuencia es superior a la de sus iguales masculinos. ONUSIDA calcula que 140 000 personas que se inyectan drogas se infectaron por el VIH en 2014 en todo el mundo y que no ha habido un descenso en la cifra anual de nuevas infecciones por el VIH entre las personas que se inyectan drogas entre 2010 y 2014.     

El informe de ONUSIDA Do no harm: health, human rights and people who use drugs (No hacer daño: salud, derechos humanos y personas que consumen drogas) muestra que tener leyes y políticas que no perjudiquen a las personas que consumen drogas y aumentar las inversiones en programas y servicios de reducción del daño se traduce en un descenso de las nuevas infecciones por el VIH y una mejora de los resultados en materia de salud y ofrece unos beneficios sociales más amplios. 

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ONUSIDA recomiendan utilizar estos programas y servicios como un paquete integral, como se señala en las directrices consolidadas de la OMS sobre prevención, diagnóstico, tratamiento y atención en materia del VIH para las poblaciones clave.

La reducción del daño funciona

Los datos son abrumadores: la reducción del daño funciona. La terapia de sustitución de opiáceos se ha asociado a una reducción del 54 % en el riesgo de infección por el VIH entre las personas que se inyectan drogas y se ha demostrado que reduce el riesgo de infección por hepatitis C, aumenta el cumplimiento del tratamiento antirretrovírico contra el VIH, disminuye los gastos sanitarios adicionales y reduce el riesgo de sobredosis con opiáceos en casi un 90 %.

En Australia, 10 años de programas de agujas y jeringas han reducido el número de casos de VIH en hasta un 70 % y disminuido la cifra de casos de hepatitis C en hasta un 43 %. 

Los datos también son claros acerca de que las leyes y las políticas que dificultan el acceso a los servicios sanitarios a las personas que usan drogas no funcionan. Por ejemplo, la vigilancia policial de los centros de asistencia sanitaria y los servicios de reducción del daño disuaden a las personas que se inyectan drogas de acceder a ellos.

"Acelerar la respuesta al sida exige el fomento de los derechos de las personas que usan drogas de acceder a servicios de reducción del daño contra el VIH fundamentados en pruebas y de gran calidad y la eliminación de los obstáculos para acceder a estos servicios", afirma Aldo Lale-Demoz, director ejecutivo adjunto de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Contar con leyes que ofrezcan alternativas a la persecución y el encarcelamiento por el consumo y la posesión de drogas para el uso personal reduce los efectos dañinos en la salud asociados al consumo de drogas y no se traduce en un aumento de este consumo.

Los programas de reducción del daño dirigidos por la comunidad pueden llegar a las personas que se inyectan drogas con el intercambio de agujas y jeringas y otros servicios y ponerlas en contacto con los servicios de pruebas de detección, tratamiento y atención para las personas que viven con el VIH. En Pakistán, por ejemplo, el Nai Zindagi Trust, un programa de divulgación dirigido por iguales, funciona desde hace 25 años y llega a unas 13 000 personas que viven en la calle y se inyectan drogas gracias a más de 600 educadores entre iguales cualificados.

El problema de la inversión

A pesar de la gran cantidad de datos, sin embargo, solo 80 de los 158 países en los que se ha documentado el consumo de drogas tienen al menos un centro que ofrezca terapia de sustitución de opiáceos y solo 43 países cuentan con programas en las cárceles. Los programas de agujas y jeringas únicamente existen en 90 países y solo 12 países suministran el umbral recomendado de 200 agujas estériles por persona que se inyecta drogas al año.

La combinación de la falta de disponibilidad de servicios de reducción del daño y una cobertura insuficiente, si es que existe, pone en riesgo el avance de la respuesta al VIH. También niega los servicios sanitarios que salvan vidas a millones de personas que se inyectan drogas. 

"Cuando se trata de personas que usan drogas, los datos son necesarios, pero insuficientes, para catalizar los compromisos necesarios de gobiernos y donantes. La reducción del daño es una tecnología de prevención del VIH que claramente funciona, que las personas necesitadas desean y que cuesta poco. La desinversión no tiene sentido ni moral ni científico", afirma Daniel Wolfe, de la Open Society Foundations.

Las inversiones actuales en servicios de reducción del daño son insuficientes. Y el mantenimiento del nivel actual no basta para poner fin a la epidemia de sida para 2030 y satisfacer los compromisos adquiridos en la Declaración Política para Poner Fin al Sida 2016. La mayoría de las personas que se inyectan drogas viven en países de ingresos medios y altos, aunque las actuales políticas de donación desvían la ayuda internacional fuera de los países de ingresos medios, lo que pone en peligro la continuación de los servicios existentes y crea el riesgo de reversión de los éxitos logrados hasta la fecha.

Se espera que los gobiernos de los países afectados, la reposición exitosa del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, y las nuevas iniciativas, como el Fondo de Inversión para Poblaciones Clave, contribuyan de forma importante al aumento de los programas fundamentados en datos para las personas que se inyectan drogas.

"Las personas que se inyectan drogas se encuentran entre aquellas que la respuesta mundial al VIH ha dejado más olvidadas", dice Mauro Guarinieri, del Fondo Mundial. "Debemos reconocer que el grado de criminalización, discriminación y violencia al que se enfrentan las personas que consumen drogas solo puede dar como resultado el aumento de las conductas de riesgo que les excluyen de los sistemas de ayuda social y sanitaria que necesitan. Debemos avanzar hacia el tratamiento universal para todas las personas, incluidas las que consumen drogas, como seres humanos que son". 

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La UNODC presenta el Informe Mundial sobre las Drogas 2016

23 Junio 2016

La Oficina contra la Droga y el Delito (UNODC) de las Naciones Unidas ha presentado su Informe mundial sobre las drogas anual, que muestra que el número de personas en todo el mundo descritas como dependientes de las drogas aumentó a más de 29 millones en 2014, desde los 27 millones aproximadamente del año anterior. En torno a 250 millones de personas entre 15 y 64 años consumieron al menos una droga en 2014, un número que se ha mantenido estable en los últimos 4 años.

El informe llega poco después de la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) sobre el problema mundial de las drogas, que se tradujo en una serie de recomendaciones concretas que los países pueden adoptar para reducir el impacto de las drogas.

Antes de la UNGASS, ONUSIDA publicó un informe titulado Do no harm, (No hacer daño) que mostró que el hecho de que muchos países no hayan adoptado enfoques basados en los derechos humanos y la salud ha tenido como resultado la falta de reducción en el número global de nuevas infecciones entre las personas que se inyectan la droga entre 2010 y 2014.

 

Quotes

"Al ofrecer una descripción integral de los principales desarrollos en los mercados de la droga, las rutas del narcotráfico y el impacto sanitario del uso de drogas, el informe mundial sobre las drogas de 2016 destaca el apoyo para los enfoques integrales, equilibrados e integrados basados en los derechos, como se refleja en el documento final que surgió de la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas".

Yury Fedotov Director ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito

Copatrocinadores de ONUSIDA

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Proteger la salud y los derechos humanos de las personas que consumen drogas

20 Abril 2016

El director ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé, ha participado en de una mesa redonda sobre la reducción de la demanda y las medidas relacionadas con la salud en la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) sobre el problema mundial de las drogas, celebrada en Nueva York (Estados Unidos de América) del 19 al 21 de abril.
El Sr. Sidibé afirmó que, tras 40 años de respuesta una represiva hacia las personas que consumen drogas, es el momento de que se produzca una transición hacia un enfoque más amplio basado en la salud y en los derechos humanos. Añadió que el mundo está fracasando en la protección de la salud y los derechos humanos de las personas que consumen drogas.
Refiriéndose al nuevo informe de ONUSIDA titulado Do no harm: health, human rights and people who use drugs(No hacer daño: salud, derechos humanos y personas que consumen drogas), señaló que el mundo había pasado por alto el objetivo de la Asamblea General de las Naciones Unidas establecido en 2011 para reducir la transmisión del VIH entre las personas que consumen drogas intravenosas.
El Sr. Sidibé mencionó que la escasa cobertura de los programas de reducción del daño y las políticas que penalizan y marginan a las personas que consumen drogas intravenosas no están logrando reducir las nuevas infecciones por el VIH. Subrayó la necesidad de un enfoque más práctico, ya que el mundo nunca se librará de las drogas.
Entre los ponentes de la mesa redonda se encontraban Svatopluk Němeček, el ministro de Salud de la República Checa, Bernt Hoie, ministro de Salud y Servicios Sociales, K. Shanmugham, ministro de Interior y Justicia de Singapur, y Lamine Touré, de la organización no gubernamental senegalesa Sopi Jikko.
La mayoría de ponentes respaldaron al Sr. Sibidé en cuanto a la necesidad de una mayor cobertura para la reducción de daños en las personas que consumen drogas intravenosas, aunque el Sr. Shanmugham aseguró que los enfoques para el cumplimiento de la ley habían conseguido frenar el uso de drogas en Singapur. Afirmó que estaba impresionado por los programas de reducción del daño propuestos por países como la República Checa y Noruega, pero que dependían en gran medida del contexto cultural.  
El Sr. Němeček afirmó que la República Checa había alcanzado mejores resultados sanitarios al despenalizar el uso de drogas e incrementar la cobertura de reducción de daños y los programas voluntarios para tratar la dependencia de las drogas.  

Quotes

"Necesitamos un enfoque basado en las personas que restaure la dignidad de los usuarios de drogas, que les ayude a salir de las sombras y les proporcione servicios; un enfoque que se centre en la salud y los derechos de cada individuo y que asegure que no se dejará a nadie atrás".

Michel Sidibé, director ejecutivo de ONUSIDA

Press Statement

El ONUSIDA insta a los países a avanzar hacia un enfoque basado en la salud pública y los derechos humanos para las personas que consumen drogas

NUEVA YORK/GINEBRA, 19 de abril de 2016—El ONUSIDA aplaude el llamamiento de la Asamblea General de las Naciones Unidas a los Estados Miembros para que estudien medidas efectivas de salud pública a fin de mejorar los resultados para las personas que consumen drogas e insta a los países a implementar programas que reduzcan el impacto del daño asociado al consumo de drogas.

El documento final aprobado por los Estados Miembros en el período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) sobre el problema mundial de las drogas, que se celebra en Nueva York, Estados Unidos de América, hace un llamamiento a los países a que consideren medidas tales como la terapia adecuada asistida con medicamentos, programas de equipos de inyección y terapia antirretroviral para prevenir la transmisión del VIH, la hepatitis vírica y otros virus transmitidos por la sangre.

Asimismo, el documento final subraya la necesidad de respetar plenamente los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas que consumen drogas, incluidos un juicio justo y una sentencia proporcional para las personas detenidas o condenadas por delitos relacionados con las drogas. Por otra parte, se alienta a los países a considerar alternativas al castigo.

"El mundo ha optado por un enfoque más racional y compasivo con respecto a las personas que consumen drogas intravenosas", afirmó el director ejecutivo del ONUSIDA, Michel Sidibé. "La única manera de que los países reviertan sus epidemias del VIH es implementando políticas y programas de eficacia demostrada y poniendo a las personas en primer lugar, incluidas aquellas que consumen drogas".

Como paso previo al UNGASS, el ONUSIDA ha resaltado el hecho de que existe una insuficiente cobertura de los programas de reducción del daño y que las políticas que penalizan y marginan a las personas que consumen drogas no están consiguiendo reducir las infecciones por VIH, especialmente entre las personas que consumen drogas intravenosas. Entre 2010 y 2014 no disminuyó el número de nuevas infecciones por VIH entre las personas que consumen drogas intravenosas. El mundo no ha logrado la meta establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2011 de reducir la transmisión del VIH entre las personas que consumen drogas intravenosas en un 50 % para el año 2015.

El informe del ONUSIDA publicado recientemente, Do no harm: health, human rights and people who use drugs (No hacer daño: salud, derechos humanos y personas que consumen drogas) muestra que los países que implementan enfoques basados en la salud y los derechos han reducido las nuevas infecciones por VIH entre las personas que consumen drogas intravenosas.Los países que evitan el encarcelamiento de personas por delitos relacionados drogas, y que, en cambio, les dan acceso a programas de tratamiento ampliados son los que obtienen los mejores resultados. Los países deben comprometerse a tratar a las personas con apoyo y atención, en lugar de con castigo. El ONUSIDA recomienda la despenalización y dejar de encarcelar a las personas por el consumo y la posesión de drogas para uso personal.

El documento final del UNGASS reconoce la necesidad de una cooperación más estrecha entre las autoridades sanitarias, educativas, judiciales y del orden público, y destaca el papel de la sociedad civil, la comunidad científica y el mundo académico para abordar el problema mundial de las drogas. Por otro lado, reitera el compromiso de la Asamblea General para poner fin a las epidemias del sida y la tuberculosis como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y para reducir el impacto de la hepatitis vírica y otras enfermedades infecciosas, lo que incluye entre las personas que consumen drogas.    

El enfoque de aceleración del ONUSIDA tiene un conjunto de metas para 2020 que incluyen la reducción de nuevas infecciones por VIH a menos de 500.000. También insta a los países a que aseguren que el 90 % de los más de 12 millones de personas que consumen drogas intravenosas en todo el mundo tengan acceso a servicios combinados para la prevención del VIH, incluidos programas de intercambio de agujas y jeringuillas, terapias de sustitución de opiáceos, preservativos y acceso a servicios de asesoramiento, atención y pruebas y tratamiento para la tuberculosis y los virus transmitidos a través de la sangre, como el VIH y las hepatitis B y C. El logro de estas metas será un paso significativo hacia el fin de la epidemia del sida como una amenaza para la salud pública en 2030.

 

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